Complot

Título: OWACHY

Autora: Clumsykitty

Fandom: MCU Avengers (Post Civil War)

Parejas: Angustioso Stony

Derechos: Marvel se queda con todo como en la pirinola.

Advertencias: historia de terror, no apta para corazoncitos tiernos susceptibles de historias de horror con sustos a la vuelta de la esquina. Basado en la antología de cuentos del maestro Stephen King "Pesadillas y alucinaciones", y la película "Babadook", principalmente. Sobre aviso no hay engaño.

Gracias por leerme.



Complot.

Ven claridad,
Quédate
Y no vuelvas a escapar
No te lleves el sol
Que no quiero recordar
Su figura, su voz
Cada noche que pasó
Como ayer, como hoy
Que vuelvo a su esclavitud

Claridad, Menudo.


Carol escupió sangre al erguirse luego de la estrepitosa caída sobre el techo de concreto, levantando su vista de inmediato hacia un punto distante que se perdió en el horizonte. Zemo y sus Inhumanos Restauradores habían escapado de sus manos, apenas por segundos pero lo habían logrado. Unos pasos apresurados se acercaron a ella, viendo una mano enguantada que le ofreció soporte con que mantener el equilibro sobre los escombros. No se negó al ofrecimiento de Rogers, limpiándose con el dorso de la mano la sangre que observó con un bufido. Una misión peligrosa pero más frustrante por el hecho de no poder ver siquiera a Helmut Zemo ni tampoco a esos líderes Inhumanos a quienes deseaba combatir para terminar con la amenaza de una vez por todas. Con un suspiro desganado, posó sus manos sobre sus caderas, viendo alrededor las columnas de humo como algunos almacenes incendiados.

-¿No es extraño? –preguntó el Capitán América.

-¿El haberse marchado dejando atrás tal cantidad de armamento?

-Sí.

-Porque tienen algo mejor en las manos, eso sucede –Danvers entrecerró sus ojos, notando al resto del equipo comenzando a reunirse, buscando las evidencias de los terroristas en el complejo hallado en una isla del Pacífico, oculta de los mapas y satélites- Con Stone fuera de la jugada para taparles sus incursiones o distraer al mundo de sus movimientos, se hicieron de algo más.

-¿Ideas?

-Siempre imagina lo peor, soldado.

-¡Hey! ¡Capitanes! –gritó Clint a lo lejos- ¡Tienen que ver esto!

Intercambiando una mirada, ambos bajaron hacia la parte subterránea del complejo, en donde ya habían abierto lo que era un almacén oculto. Dentro, había una cantidad considerable de armamento de alta tecnología más en la parte más oculta habían encontrado otro tipo de armas, más extrañas y desconocidas a sus ojos. Wanda les advirtió de un aura extraña alrededor, que no pertenecía a nada de la Tierra. La Capitana Marvel frunció su ceño, pensando en las posibilidades con los Inhumanos involucrados mientras Montana se adelantaba a uno de los contenedores, abriéndolo de golpe antes de sacar lo que parecía una metralleta modificada con algún tipo de mini cañón, de metal oscuro verdoso con una estructura complicada. Visión estaba por tomar el arma pero el Marshal levantó una mano, negando.

-Es peligroso.

Su mano fue hacia lo que debía ser el mango, accionando el arma cuyo chasquido hizo respingar a todos porque fue como si cobrara vida, convirtiéndose en una maraña de látigos que envolvieron el brazo de Montana, tratando de herirle porque las puntas de esas lenguas trataban de penetrar su uniforme de combate. Peter estuvo a nada de lanzar sus telarañas por el escalofrío que su sentido arácnido le dejó sentir ante aquella presencia violenta. Zorro del Cielo solamente observó ese fenómeno con rostro tranquilo, apretando su puño entonces. El arma pareció chillar, antes de terminar hecha cenizas negras que desaparecieron antes de tocar el suelo. Rhodey silbó al igual que Scott, viendo el resto de aquellos extraños contenedores con recelo. Natasha se cruzó de brazos, cerca de Steve.

-Estas no son armas humanas, ni tampoco Chitauri.

-Pertenecen a los amos de los Inhumanos –respondió Montana volviéndose al grupo- Una raza de seres nada amigables con los terrícolas.

-Genial –bufó Clint.

-Hay un rastro térmico de la nave –informó Visión- Podemos calcular su trayectoria y alcanzarles.

-No –todos se volvieron hacia Bucky, entrando con un arma que se echó al hombro- Eso es lo que están esperando. Saben que estamos cansados y sin las suficientes municiones, iríamos directo a una trampa.

-El sargento tiene razón –convino Danvers- Necesitamos un descanso, de igual forma, siendo una trampa no daremos con la base principal donde está Zemo. Volvamos.

Llevaban días fuera cazando a los Restauradores como a Zemo quien parecía andar con ellos pero siempre de último momento desaparecía o bien se había marchado con anticipación a su llegada. Aún sin el respaldo de Tiberius Stone y sus empresas, seguían siendo una amenaza de alto nivel que curiosamente el Secretario de Estado parecía minimizar, obstaculizando más ayuda internacional a la causa de los Nuevos Vengadores. Con James Barnes incorporándose a sus fuerzas, sus conocimientos como Soldado de Invierno así como las memorias –ya sanadas- de las tácticas de HYDRA les habían dejado capturar varias células como también frustrar ataques que las Fuerzas Conjuntas atajaban a tiempo. Estaban cercando a Zemo y sus Inhumanos, más por cada paso que parecían dar hacia él, descubrían un obstáculo nuevo.

-Montana, ¿qué piensas? –preguntó la capitana una vez en el Quinjet.

-Deben tener cuidado, vienen peleas que no serán tan sencillas ni tan cortas.

-Hay algo que no me estás diciendo, estás inusualmente serio.

El Marshal palmeó un hombro de Carol. –Soy demasiado viejo para preocuparme.

-¿Estás seguro?

-También necesito un descanso.

Les recibieron Fury, Coulson como Kamala y Tony en el hangar, los dos últimos evidentemente preocupados de la última batalla pero aliviados de ver regresar a todos exhaustos pero vivos. Steve sonrió, rodeando con un brazo de inmediato al castaño a quien atrajo hacia sí para darle un beso corto pero apasionado. Así dejaron el hangar para ir hacia donde su edificio, la comida esperaba ya por ellos, sentándose en el comedor para devorar todo con breves charlas. El cansancio les golpeaba sus mentes y cuerpos, así que la capitana les ordenó descansar unas horas antes de que partieran de nuevo a la caza del grupo que lideraba Zemo, si él no hacía pausas, ellos tampoco las harían. Llegaría el momento en que no tendría más remedio que buscar el refugio de su base central, y ahí terminarían con todo.

-Peter, que Helen revise esa herida en tu cabeza.

-Estoy bien, Tony.

-De todos modos, hazlo.

-Aunque no se pierde nada –bromeó Kamala- Por dentro está hueco.

-¿Con qué sí, Nueva Jersey?

-Nada de pelear –Stark les señaló a ambos- A sus habitaciones.

-¡Sí, mamá!

Steve rió, tirando de un brazo del millonario para que le acompañara, le tuvo que casi arrastrar porque su pareja todavía se detuvo a intercambiar unas palabras con Montana quien ya en su consabido jueguito le seguía hablando. El capitán gruñó molesto, terminando por sujetar la cintura de Tony para llevárselo, terminando la conversación.

-Vamos, Capitán Rogers no te pongas celoso.

-No estoy celoso.

-Un verde más y serás Hulk.

-Te quiero para mí.

-Hey, tranquilo –rió el castaño, alcanzando sus labios- De eso ya no deberías tener dudas.

-Pues me gusta reafirmar las cosas.

-Oh...

El capitán no rompió su palabra, así que momentos después ambos se encontraron en la recámara de Tony, quien sabiendo ya que los celos de Steve eran de temer, seguía con el peligroso juego de tentarle hasta sus últimas consecuencias. Entiéndase su estado actual, tumbado boca abajo, tirando de la sábana descompuesta con su frente ya perlada de sudor sobre uno de sus temblorosos puños mordiéndose un labio para ya no gritar tanto porque la garganta le dolía ya pero le fue imposible porque las embestidas del rubio tenían la puntería perfecta que tocaba justo donde le hacía ver estrellas. Rogers ya le sabía su fetiche de que le tomara con el uniforme puesto, y a él le encantaba satisfacer esas pequeñas fantasías, aunadas a las suyas ligeramente más exigentes, menos modestas.

-No te contengas –ordenó el capitán en su oído que mordió, sujetando mejor sus caderas que mantenía en alto- Quiero escucharte gritar mi nombre.

Haciendo a un lado la camisa descompuesta como su chaleco abierto, le mordió un hombro, dejando una marca rojiza con un dejo de satisfacción al tiempo que acariciaba uno de sus muslos desnudos, sonriendo complacido cuando Stark dejó escapar un grito mezclado con su nombre que complació a sus oídos. El rostro del castaño ya tenía ese rubor que le encantaba ver en sus mejillas, inclinándose lo suficiente para lamer el sudor de su sien con una nueva sonrisa torva al sentirle estremecerse, apretándole apenas por el cambio de posición, más profundo. Adoraba ver a su genio de esa manera, perdido en el placer que olvidaba día y hora e incluso hasta como hablar apropiadamente. Luego de unos primeros encuentros íntimos en los que Steve había aprendido sobre los puntos débiles de su pareja, ahora no le daba cuartel, con bastante vanidad aceptaba que tener así a Tony era suficiente aliciente como para incluso interrumpir una junta con Fury.

Desde que el sobreprotector de Montana al fin cediera en las guardias nocturnas, el rubio no perdió tiempo para hacer suyo ese cuerpo que tantas tentaciones ya le había dado previamente. Así que todos estaban ya al tanto de sus advertencias sobre no interrumpir ni tampoco entrometerse en su camino. El cuerpo del millonario se estremeció una vez más con un quejido tan felino que Rogers pensó seriamente en dedicarle un mote así a Tony, cuya mirada vidriosa le suplicó algo que todavía no estuvo dispuesto a darle, irguiéndose con un gruñido, saliendo momentáneamente de su cuerpo al que giró boca arriba, tomando una de sus muñecas al hacerlo, y con la otra mano su cadera que levantó para embestirle con fuerza, ganándose otro gemido con ello. Apenas si moviéndose, ronroneando por ese interior tan estrecho, se recostó sobre el castaño usando sus codos como soporte y poder besar esos labios ya hinchados por tantos arrebatos.

-... S-S-Stev... t-teve...

-¿Qué sucede, dulzura?

El capitán rió al ver que eso fue todo lo que el cerebro de Stark pudo hacer, arqueándose contra su pecho al dar un golpe de caderas contra él más que certero. Las manos de su amante vinieron a sostenerse de sus hombros, rasguñando en parte la tela del uniforme con un tierno maullido. Definitivamente le pondría algo relacionado con los gatos, ya luego vería que nombre le podría acomodar. Mientras tanto, Steve se dio a la tarea de besar y mordisquear el cuello ofrecido, recuperando el frenético ritmo de sus embestidas, pasando sus brazos por debajo de la espalda de Tony, cuya piel que estuvo a su alcance fue víctima de sus marcas posesivas. Hubiera querido seguir más tiempo el juego pero también estaba consciente de que ambos debían descansar. Serpenteando una mano entre sus cuerpos, buscó la erección del otro para masturbarle sin piedad, acelerando el movimiento de caderas. El resultado fue más que esperado, sintiendo a su precioso Stark arquearse lo más que pudo con un último grito ronco al sentir su orgasmo. Con un par de embestidas más, el capitán s ele unió, quedando ambos abrazados y hechos un desastre.

-Es el tercer traje que me rompes –se quejó Tony con un hilo de voz, minutos más tarde.

-Puedo decir lo mismo de mi uniforme.

-Solo hay que llevarlo a la tintorería y ya –suspiró el castaño, jugando con los rubios cabellos de Rogers entre sus dedos.

Se besaron con calma, besos profundos pero llenos de cariño hasta que se separaron con cierta pereza y reclamo para ir hacia el baño, dándose una ducha juntos entre abrazos y caricias lentas, de confort entre más besos cortos. Stark terminaba de ponerse unos jeans y una playera negra pegada mientras en su ritmo marcial el soldado aseaba la cama. El millonario sonrió, negando después y terminando de colocarse su guantelete antes de buscar sus tabletas con que trabajar pero un par de manos se las arrebataron, dejándolas de vuelta sobre los soportes, haciéndole volverse con el ceño fruncido.

-¡Steve!

-No más trabajo, has estado despierto desde que partimos por primera vez a esta misión.

-Si ustedes pueden...

-No voy a discutir eso, Tony. Han sido más de veinte horas. Debes reposar.

-Demonios, Steve...

-Lenguaje –el capitán miró el reloj en la pared- Tenemos tiempo para descansar.

-Pero... ¡Steve!

Éste levantó por las caderas a Tony, callando todo reclamo con más besos, llevándole hasta la cama ya tendida donde ambos se recostaron, los brazos del rubio le rodearon, prácticamente cubriéndole con su cuerpo, pegando por completo su espalda contra el pecho firme de Rogers, quien besó su cuello y luego su sien.

-Anda, tesoro.

-Mmmm, no.

Steve rodó sus ojos pero ya sabía qué clase de mimos llevaban al castaño al país de los sueños, cosa que no le llevó mucho tiempo, acariciando con sus nudillos su mejilla cuando sintió su peso muerto entre sus brazos. Tony dormía apaciblemente. El capitán decidió unírsele por el tiempo que restara en su descanso, cerrando sus ojos y recostando su rostro contra los cabellos húmedos del millonario, acariciando distraídamente su vientre bajo sus manos hasta que los dos quedaron así, dormidos por una buena hora hasta que la voz de Viernes, lo más discreta posible, despertó a Steve. La cacería de Marcus sobre los satélites de Tiberius Stone al fin había dado con una señal que jamás habían detectado, con bastante probabilidades se trataba del portaaviones que suponían el General Ross había obsequiado para las naves de los Restauradores.

-La Capitana Danvers espera en la sala de juntas. Los Vengadores tienen una nueva misión.

-Iré enseguida.

-¿Despertará al Señor Stark?

-No, déjale dormir, Viernes. Quiero que descanse.

-Como ordene, capitán.

-Cuídale, por favor.

-Descuide. Buena suerte, Capitán Rogers.

-Gracias.

Steve miró el rostro tranquilo del castaño, inclinándose a besar su ceja y la comisura de sus labios con un te amo sobre su oído, levantándose lo más sigiloso posible para ir a cambiarse por su uniforme, mirando por última vez a su pareja en la cama antes de salir a paso vivo. Era de madrugada cuando el Quinjet partió con todos los Vengadores. Cuando los primeros rayos del sol tocaron la recámara fue que Stark al fin despertó, sintiéndose completamente relajado como satisfecho. Entreabrió sus ojos, notando que amanecía y se estiró sobre la cama con un bostezo largo, tallándose su rostro y mesándose sus cabellos al recorrerse hacia la orilla de su cama en busca de sus tenis, todavía con los ojos cerrados al pedirle a si IA la hora. Se levantó llevándose una mano de forma involuntaria a su espalda al sentir una débil punzada que le recordó lo que había hecho con su soldado horas atrás.

-¿Dónde está Steve, Viernes?

Apenas si abrió un ojo, rascándose su estómago al buscar sus tabletas pero se detuvo. Ya había hecho dos preguntas a Viernes más ninguna de las dos había sido respondida. Frunció su ceño, parpadeando para enfocar su vista, sintiendo esa imperiosa necesidad de una taza de café. Todo estaba en un inquieto silencio. Vio las ropas que Steve se pusiera al obligarle a dormir en una esquina de la cama, dobladas como era su costumbre. Los rayos del sol matutino comenzaron a menguar, dejando la habitación en penumbras como si fuese a llover. Tony se quedó muy quieto, tratando de entender qué estaba sucediendo pues volvió a llamar a su IA y no tuvo respuesta. De pronto vio su aliento en vapor blanco, la temperatura descendió bruscamente. Quiso ir hacia la puerta de la recámara pero una pared invisible que sintió palpitar le impidió el paso. El castaño retrocedió con el corazón queriendo salírsele del pecho, tropezando con sus propios pies, cayendo sentado sobre la cama con ojos como platos.

-¿V-Viernes?

Se levantó al escuchar un siseo detrás suyo, volviéndose para ver en lo alto de una esquina pegada a la cama, una sombra que ganó terreno por sobre las paredes y techos. Jadeó conteniendo el aliento, un par de ojos le observaron, no eran blancos y redondos... parecían más humanos. Al fin distinguió que eran esas penumbras que le rodearon, eran cabellos que se extendieron cual serpientes. Tony se puso de pie como rayo intentando gritar por auxilio pero aquel cabello carmesí oscuro vino a envolverle como un cabello, enmudeciendo todo sonido de su boca. Las tinieblas le rodearon y no supo más hasta que esas ataduras suaves pero al mismo tiempo duras cual acero al fin le liberaron, casi cayendo al suelo alfombrado de una más que elegante aunque austera oficina de paredes recubiertas de madera con un escritorio enorme de cristal. No había ventanas, más que una puerta de madera pesada al fondo. La dueña de aquel cabello se retiró hacia una de las paredes, uniéndose a un hombre de traje negro con un rayo en el pecho. Inhumanos.

-Buenos días, Tony.

-¡Tú! ¡Ty Stone! ¡Maldito infeliz!

Tiberius Stone sonrió, tranquilo como si no hubiera sufrido un quiebre de empresas a manos de Marcus Phoenix. Estaba en un discreto pero caro traje gris claro con una corbata del mismo color y camisa negra. Sus ojos se clavaron en el castaño, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón, avanzando hacia él.

-Espero hayas disfrutado el paseo.

-¿Ésta es tu mayor estrategia? ¿Secuestrarme? Ya lo intentaron antes y con muy malos resultados para ellos, Stone.

-Siempre tan rebelde y boca floja. Eso me gusta de ti.

-Esto va a pesarte, créeme.

-¿Lo dices por Phoenix? –Stone arqueó una ceja, tomando un control delgado, activando una pantalla que dejó ver un noticiero a Stark- Me temo que ya no es más un contrincante.

El corazón del castaño volvió a latir con fuerza, aquel noticiero estaba cubriendo un accidente aéreo, nada menos que el jet particular de Marcus. Había caído de forma inexplicable, nadie se había salvado. Apretó sus puños, mirando con rencor a Tiberius quien chasqueó su lengua, entrecerrando sus ojos al levantar una mano que señaló su escritorio.

-Mi más sentido pésame, Tony. Pero si me hicieras el favor de observar los periódicos en el escritorio, sé que encontrarás más importante esas noticias que la muerte de esa ramera barata.

-Hijo de...

-Por favor, verás que son realmente importantes.

Aunque hubiera querido tumbarle los dientes a Stone, Tony sabía que con esos dos Inhumanos cuidándole nada podría hacerle. Se giró de mala gana, con la opresión en el pecho por la muerte súbita de su amigo. Primero no entendió bien a qué venían esos periódicos locales tan amarillentos como risibles hasta que lentamente fue hilando lo que sucedía, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Eran notas sueltas, por supuesto, colocadas de tal manera que se dio cuenta que eran sucesos ocurridos alrededor del complejo, en diferentes puntos y estados. Muertes violentas, historias de terror sobre una sombra de ojos blancos redondos y colmillos retorcidos. Con una mano vacilante, el castaño fue ordenando por fechas aquellos eventos. Desde que Owachy fuese rechazado por todos sus amigos, aquellos eventos fueron apareciendo hasta alcanzar un punto que hablaban de genocidios del gobierno. Más lejos de la verdad no podían estar.

-Como ya te has dado cuenta, Tony querido, te hemos hecho un enorme favor al alimentar a tu... mascota.

-¡¿Qué?! –Stark se dio media vuelta, tirando algunos de los ejemplares- ¡¿Ustedes creen que están dominando esto?! –sus ojos se posaron en los indiferentes Inhumanos- ¡No saben con qué se están metiendo, imbéciles! ¡Es imposible...!

-No para nosotros, Tony –sonrió Tiberius.

El primero se quedó mortalmente serio, la expresión de Stone no mentía sobre su afirmación, pero estaba muy seguro que desconocían la naturaleza de Owachy a quien tenía la osadía de llamar mascota. No sabía qué clase de monstruo estaba invocando. Temió por los métodos usados para hacerlo, lo que estaban provocando en esos momentos. De nuevo miró a los Inhumanos quienes le observaban aburridos, como si ya supieran en qué iba a terminar aquello. Se encontraba dentro de una oficina cerrada, probablemente lejos de cualquier ciudad o poblado, e incluso aceptó la probabilidad de estar en la base central que no habían podido encontrar. Tenía un solo camino para saberlo. Tony irguió su mentón, buscando verse tranquilo al momento de caminar con soltura hacia la puerta como si deseara salir.

-Prepárate para las demandas, Ty, esta vez no dejaré huella de ti.

-Tony, Tony... ¿Te marcharás sin... ÉL?

Stark detuvo sus pasos, volviéndose a la pantalla que mostrara el noticiero sobre Marcus Phoenix y que cambió con un parpadeo a una videograbación en vivo según notó en la cintilla. La sangre abandonó su rostro, casi corriendo a la pantalla como si con ello pudiera hacer algo.

-¡MONTANA!

Un zorrito estaba tirado sobre una austera y grisácea plancha metálica, con grilletes y bandas de acero que le impedían todo movimiento, un bozal del mismo material enterrándose en su suave piel. Podían haber usado un señuelo, pero el castaño conocía como la palma de su mano a Zorro del Cielo en su forma animal como para confundirlo con un zorro cualquiera. Era él. Sintió una angustia enorme al verle ahí, con unas intravenosas clavadas en sus patas, los signos extraños en el metal eran los mismos que viera en los contenedores que habían descubierto los Vengadores, esas armas extraterrestres. Alguna clase de sortilegio impuesta en aquellas ataduras detenía a su guardián de liberarse y hacerles morder el polvo. Se veía extrañamente cansado, adolorido. Tony se volvió hacia su secuestrador a quien tuvo a pocos centímetros del rostro con una mirada triunfal.

-¿No pretenderás abandonarle, o sí, Tony?

-Exijo que lo liberen ahora, Stone.

-La voz te tiembla, ¿es tan importante para ti?

-Suelta a Montana, AHORA.

-Vamos, Tony, siempre has sido buen negociador. ¿Qué puedes darme a cambio de ese animalito indefenso?

-Tu vida.

Tiberius rió, sacudiendo su cabeza. –Has perdido el toque, Tony.

-No saben lo que están haciendo, todos vamos a morir si...

-No, no, claro que no. Los Vengadores morirán, eso es seguro, quizá unos cuantos de miles de humanos también pero toda nueva civilización siempre exige un sacrificio de sangre para su fundación.

-¡Idiota, acabarán con todos! ¿Crees que les importa tus bienes o tu dinero?

-Pero, es que Tony –Stone se le acercó más- Cuando todo termine, no habrá más Industrias Stone o Stark para el caso... estaremos tú y yo... juntos.

-¿Qué...?

El castaño se alejó como si el otro tuviera la peste, en ese preciso instante escuchó algo, muy sutil, apenas perceptible. Como un silbido. Su guantelete se activó solo, para su horror, liberando una dosis demasiado fuerte de sedante que le hizo efecto al instante, comenzando a ver todo borroso, girando a su alrededor cada vez más fuerte. Un brazo vino a sujetarle su cintura, escuchando en su oído la profética voz de Tiberius Stone cuando le atrajo hacia sí.

-Tranquilo, estarás conmigo al final, Tony. ¿Acaso creíste que solo quería tu dinero o tu fama? Eso es tan volátil como insatisfactorio, cariño, en cambio tú...

Ya no pudo escuchar lo que dijo más adelante, cayendo inconsciente en los brazos de Stone, quien le cargó en un movimiento elegante, levantando su mirada hacia la pantalla donde se observara al zorrito y que fue oculto cuando una figura pasó por delante, acercándose a la cámara. Un hombre con un traje acompañado de una máscara cuya presencia hizo que los dos Inhumanos pegados a la pared de inmediato se acercaran a la pantalla, como si con ese gesto mostraran su respeto al Barón Zemo cuya risa invadió la silenciosa oficina, girando su rostro hacia el zorrito y luego hacia Tiberius con su preciosa carga en brazos que miraba con satisfacción.

-Bien hecho, Stone. Ahora, es momento del acto final, ¿no te parece?

-Muero por verlo –replicó con sarcasmo éste, mirando el rostro afligido de Tony que acercó al suyo para besarle rabioso.



Zemo se carcajeó.


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