Capítulo 6


7 de junio de 1944 – Port-en-Bessin

Arthur descansaba en uno de los puntos de control en el puerto, junto con Frederick y otros cinco jóvenes.
El Capitán Terry Cousins había salido con una patrulla de reconocimiento a vigilar el área. Junto con ellos se había ido Alfred.
Arthur había intentado detenerlo, diciendo que se dirigirían hacia la facción Este, y que necesitaba descansar de todo lo que había pasado allí.
Pero el estadounidense había dicho con una cansada sonrisa que lo que mejor podía hacer ahora era tomar algo de aire y distraerse con algo.
El inglés se había quedado callado mientras dejaba que partiera.

Ahora se distraía tarareando su himno nacional sentado en espera de alguna noticia.
Los soldados conversaban a un lado en una mesa, hablando de lo que harían al volver a casa. Frederick decía que tenía a su esposa y a su hija esperándolo.

-¿Cuántos años tiene tu hija?- preguntó el cejón, interesado en la conversación.
-Siete, señor.
-Kirkland está bien.- negó las formalidades.
-De acuerdo.
-Por cierto, Kirkland, gracias por cubrirnos allá en el acantilado.- agradeció uno de los jóvenes. El resto asintieron con la cabeza, recordando.
-No hay de qué.- sonrió débilmente Arthur.
-Pero me sorprendió que fueras capaz de batear las granadas.- comentó Frederick.
-No me digas que has estado antes en algún campo de batalla.- bromeó uno de los otros soldados.

Arthur abrió la boca para decir algo, pero decidió transformarlo en un simple "heh" seguido de una sonrisa de lado mientras los demás reían y cambiaban el tema. Volvió su atención a ese punto aleatorio en el piso.
Por supuesto que había estado en un campo de batalla antes, en miles. Pero eso no era algo que pensaba decir.
Frederick se percató de su mirada seria y perdida en sus pensamientos.

Al cabo de un rato entraron los soldados de la patrulla de reconocimiento, acompañados del Capitán Cousins.
Comunicaron que habían encontrado un camino en zig-zag que llevaba a las fortificaciones sobre el acantilado de la facción Este. Y carecía de defensas.

Ya con la oscuridad sobre ellos, Cousins partió con un grupo de cuatro oficiales y veinticinco soldados para tomar las fortificaciones, entre los cuales estaban Arthur y Alfred.

Caminaban a oscuras por el estrecho camino en subida, yendo de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, en una sola larga fila.
Hacía frío, y Arthur caminaba con los ojos bien abiertos para que sus pupilas capturaran la mayor cantidad de luz posible. La cual era escasa.
Podía escuchar los pasos de Alfred entre los demás soldados, debía estar tras él, separados por cerca de cinco hombres.
Caminaban agachados, tratando de hacer el menor ruido posible. La idea era que no los vieran llegar para tomarlos por sorpresa.

Lo cual fue todo un éxito.
En cuanto llegaron a la cima, sorprendieron a los defensores y todos cayeron en confusión absoluta. No sabían de dónde habían salido los intrusos.
Siguieron avanzando dentro de la fortificación hasta encontrar un búnker de concreto. Cousins, Arthur y otros tres hombres irrumpieron dentro, encontrando unos cuantos soldados que fueron tomados desprevenidos. En medio del caos, uno de los soldados del búnker lanzó una granada que nadie vio.
El inglés se encontraba disparando tras una mesa que había volteado junto con un joven para cuando la granada explotó. Arthur se lanzó sobre su compañero y un cuerpo cayó sobre ellos. Era el cadáver del Capitán Cousins.
Aprovechando la confusión por ambos lados, los otros dos soldados ingleses cargaron contra los defensores y el búnker fue capturado.

Todos los cuatro soldados que sobrevivieron al asalto del búnker salieron heridos. Dos con disparos en los costados, uno con un tobillo torcido y un corte en el brazo y el cejón fue alcanzado en la cabeza por un pedazo de concreto que salió despedido con la explosión.
También tenía el uniforme manchado con la sangre del Capitán.

Cuando salieron del búnker, Alfred le dirigió una mirada que era una mezcla entre preocupación, desconcierto, duda y miedo al ver su estado.
El inglés solo le devolvió una mirada rápida y agotada mientras dejaba al cadáver a un costado para que luego se lo llevaran.

Superados en número de cuatro a uno por los alemanes, el grupo batió su camino a través de la facción sobre el concreto, atrincheramientos, minas y defensas de cables con púas.
Arrasaron con los puestos de los alemanes uno por uno hasta que la facción entera fue capturada antes del amanecer.

Volvieron a los puntos en el puerto para tratar con las heridas.
A Arthur le colocaron una especie de algodón grueso y cuadrado sobre su herida tras limpiar la sangre y añadir alcohol y otras de esas cosas que arden. Luego lo sujetaron pasando vendas por su frente, los lados y alrededor.
Alfred le estaba esperando para cuando salió de la improvisada posta médica.
Tenía la misma mirada de antes, solo que ahora la preocupación sobresalía entre el resto de emociones. Arthur recordó que seguía manchado en sangre.

Ninguno de los dos pronunció palabra.
Así que el cejón decidió romper el silencio.

-¿Hay noticias?- dijo de pronto, haciendo que el otro reaccione.
-Sí, la caída de la facción Este ha hecho que los alemanes que quedaban en la Oeste se rindieran.- informó mientras caminaban hacia un costado para no interrumpir la salida, sonriendo un poco.
-Eso es bueno.- comentó Arthur con una sonrisa cansada.

Hubo silencio.
El inglés miraba al piso, o lo poco que podía ver de él. Estaba bastante oscuro.
Recordó a los paracaidistas de la Operación Cooney, a Francis.
Recordó a Matthew.
Frunció el ceño y apretó los puños, no podía evitar preocuparse.
Tenía que convencerse de que ambos eran fuertes, que todo iba a estar bien.

Al ver esto, Alfred entristeció.

-¿Preocupándote por Matthew y Francis?- preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
-Sí, aunque sé que Matthew estará bien, es un muchacho fuerte.- se aseguró.- Además, no le toca pelear en las filas del frente y tiene experiencia como aviador, se las arreglará. Le he enseñado bien a mantenerse calmado.- hizo una pausa, su expresión ensombreció.- El que me preocupa es ese frog...
-Si no fuera tan idiota.- masculló Alfred, molesto por el hecho de que su compañero se preocupe tanto por el otro. No lo podía comprender, ¡si ya había estado en varias guerras! ¿Por qué se preocupaba tanto por ese maldito francés?
-Pero, ¿sabes qué es lo peor de todo?- mostró una sonrisa sin esperanza, aun mirando al piso.
-What...?
-Que si me encontrara en su situación, probablemente haría lo mismo.- río débilmente.- Supongo que luego de haber caído tantas veces, y de levantarte no importa lo mal que estés, uno no soporta quedarse a un lado sin hacer nada porque "no está en las condiciones".- añadió, para mirarlo y luego reír.- ¡Como si alguna vez lo hubiéramos estado!
-Arthur...
-¡No es porque no esté en las condiciones, es porque va a morir!-rio con los ojos bien abiertos por la oscuridad, asustando un poco a Alfred, moviendo sus brazos mientras hablaba.- ¡Nadie estuvo nunca en las condiciones! Si alguien lo hubiera estado, entonces ninguno de nosotros estaría aquí ahora. Elizabeta y Roderich nunca se habrían divorciado, muy probablemente nunca se habrían casado para empezar. ¡Antonio aún controlaría casi todo América del Sur y Centro! ¡Tú nunca te habrías independizado! ¡Ni siquiera existirí...!

Arthur fue interrumpido al ser abrazado por el americano, quedando demasiado sorprendido para seguir hablando. Reaccionó y se percató de todo lo que había estado diciendo. Miró unos instantes alrededor suyo, estaban lo suficientemente apartados como para que los que conversaban sin notarlos los oyeran.
Descolgó sus brazos a sus lados sin saber qué hacer. Se formó un nudo en su garganta, pero no se lo permitiría.
Aún no era momento de llorar
En un intento de contener las lágrimas, comenzó a temblar. Se percató de que tenía frío, y se aferró al uniforme de su compañero. Ya no sabía si temblaba por querer llorar, por el frío, o por ambos.
Alfred se limitó a abrazarlo con más fuerza. No podía soportar verlo de esa forma, necesitaba hacer algo, necesitaba mantenerlo junto, que no se caiga en varios pedazos. Al sentir que el inglés le devolvía el abrazo, lo sujetó aún más fuerte.

-Todo va a estar bien, ¿de acuerdo?- susurró en su oído, asustando algo a Arthur.- Francis no va a morir, no dejaremos que pase. No permitiré que ese idiota nos deje atrás.- aseguró.- No quiero verte triste por eso.- dijo lo suficientemente bajo para que el otro no le oyera entre la cháchara de los soldados del otro lado.

Arthur simplemente enterró su cabeza en el uniforme del estadounidense y dejó que lo arrullara.


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Yay, luego de algunos días, nuevo cap °u°~

Es un poco más corto que los anteriores, pero este tiene usuk c:

Asumo que ya lo saben, pero igual lo pongo:

Roderich - Austria
Elizabeta - Hungría

Antonio - España

Como sea, nos vemos en el capítulo 7 ^^/

-Gray

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