Extra 2

Extra 2: Mi único amor.

━━━━ TE AMO Y NO IMPORTA LO DEMÁS.

— Esta bien, esta bien, te ves hermosa — emocionada Gina me tomo de los hombros para darme una mirada de pies a cabeza.

— Me vestí casi igual el día del show — ruedo mis ojos pasando mis manos por el vestido blanco arreglándolo.

— No, pero ahora te ves como wow, si Ricky no queda alucinando, iré y le patearé el trasero con mis tacones de punta — la chica sonrío inocente para girarse y acomodar todo el maquillaje que había utilizado sobre mi rostro durante horas buscando que tono me quedaba.

Estuve horas mirándola probar de todo.

Personalmente yo no le veía diferencia a ninguno.

¿Que tiene de diferente un rosado unicornio y un rosa paleta?

¡Los dos son rosas, por Dios!

¿Pero realmente existían esos colores?

Mmmmm... Sinceramente creo que se los inventaba.

Suspiró y vago por toda la habitación buscando el móvil con mi vista, pero no lo encontré en ningún lugar.

Fruncí mi ceño confundida, pero la desesperación me inundó.

¡¿DONDE MIERDA ESTÁ MI BEBÉ?!

Remuevo todo a mi alrededor, buscando hasta en el lugar más pequeño, pero nada.

No, no, no.

Mi teléfono.

No lo puedo perder.

¡No lo puedo perder!

— ¡¿Que estás haciendo, maniática?! Arruinarás mi obra de arte — reclamó Gina caminando hacia mi y tomar de mi brazo para guiarme al pasillo bajando conmigo entre quejas, realmente necesitaba mi teléfono, siempre — Déjate de joder, yo tengo tu maldito teléfono ¿si?

— Dámelo entonces.

— Samantha Brown, no irás a una cita con el teléfono, vas con Ricky. Además es descortés, tonta.

— Pero es mi vida — hice un puchero intentando persuadir a mi miga, pero en cambio la chica solo sonrió y negó. Me llevó a la puerta de la casa — Ricky aún no llega.

— Oh, si, claro que llegó, hace una media hora — habló sorpresivamente mi papá Nicolás saliendo del salón con su característica sonrisa tranquila.

— ¿Qué? — pregunté frunciendo mi ceño para caminar a paso rápido al salón — ¿Pero qué...

Mierda.

— Hola...

Pobrecito.

Se veía tan inquieto y pequeño sentado allí al lado de mi papá Andrés mientras temblaba.

Parecía un cachorro asustado.

Pobre de mi bebé.

Di un paso en su dirección, Ricky completamente alerta se levantó de un salto y me miró fijamente de pies a cabeza con una aparecía nerviosa.

Sonreí y alce mi mano en su dirección.

— Lamento la demora.

— Y-yo... Yo... Llegue antes — tragó saliva con fuerza escuchándose por toda la habitación — T-e... T-te... Te ves... Wow... Ehhh... P-preciosa... ¡No, hermosa!... Yo...

— Tú te ves muy guapo — lo interrumpí al sentir cómo iban perdiendo fuerza sus palabras.

— Oh, si, mi papá me ayudó — asentí enternecida viendo cómo al fin tomaba mi mano con cuidado entrelazando nuestros dedos — ¿Nos vamos?

— Vamos...

Caminamos con nuestras manos entrelazadas a la puerta de la casa topándonos con las sonrisas cómplices de mi papá Nicolás y Gina que nos miraban desde el segundo piso apoyados en el barandal. Ellos no soltaron ni una palabra solo asintieron con la cabeza, frunzo mi ceño jalando al castaño fuera de la casa antes de que hablara alguno.

Una brisa me golpeó.

Mierda, está bastantes fresco.

No le tomo más importancia y jalo conmigo a Ricky hasta su auto donde condujo en silencio con mi mano tomada todo el tiempo dándole besos a mis nudillos de vez en cuando mientras me regalaba grandes sonrisas y pequeñas miradas mientras conducía.

Luego de unos largos minutos de viaje por la calles de Salt Lake llegamos a un depósito.

¿Un depósito?

¿Que mierda?

¿Acaso me matará o algo parecido?

Miré confundida al castaño, Ricky sonrió y rodeó el auto para abrir mi puerta.

— Déjeme ayudarla, mi Lady — contengo la risa apretando mis labios con fuerza.

— Oh, muchas gracias, mi caballero — tomé su mano para que me ayudara a bajar del auto.

Ricky entrelazó nuestros dedos nuevamente guiándome dentro del deposito repleto de grandes almacenes hasta llegar frente a uno donde separó nuestras manos para sacar una llave de su bolsillo delantero, abrió el candado con esta y tiró con fuerza la persiana hacia arriba.

Wow.

Esto es... Hermoso.

Entré anonadada.

Las luces me tenían hipnotizada.

Cientos de luces colgaban del techo como estrellas.

No... Como luciérnagas.

Era el mismo sentimiento que tuve esa vez.

Nuestra primera cita.

—¿Te acuerdas el día de la foto? Ese día me preguntaste cuál era mi canción favorita de Glee — asentí un poco aturdida mordiendo mi labio inferior, me giré hacia Ricky viendo que ahora portaba una guitarra — Entonces... Esto es para ti.

La melodía de la guitarra lleno la habitación capturándome al momento.

Esa canción.

Sonreí y di un paso al frente.

When I was younger I saw my daddy cry and curse at the wind, He broke his own heart and I watched as he tried to re-assemble it, and my mamma swore she would never let herself forget and that was the day that I promised I'd never sing of love if it does not exist, but darling...

You are the only exception
You are the only exception
You are the only exception
You are the only exception.

Cantamos al unísono escuchando por primera vez cómo se escuchaba nuestras voces unidas.

Se escuchaba increíble.

Y aún más su voz que me dejaba completamente encantada.

Cómo un canto de ángeles que quieres escuchar toda la vida.

I've got a tight grip on reality, but I can't let go of what's front of me here, I know you're leaving in the morning, when you wake up.
Leave me with some kind of proof it's not a dream.

Me paseé por el lugar tocando las lindas luces mientras cantaba con suavidad.

Esta letra... Realmente tocaba algo en mí.

Era lo que sentía por él y podía asegurar que también era lo que sentía él por mí.

You are the only exception, you are the only exception.

You are the only exception, you are the only exception.

— You are the only exception
You are the only exception
You are the only exception
You are the only exception.

Ricky dejó la guitarra aun lado, al otro lado de la habitación mientras me sonreía.

Su hermosa sonrisa era lo único que necesitaba en mi vida.

Detenía mi corazón y robaba todos mis suspiros.

Mi corazón se detuvo al ver cómo caminaba hacia mi con su linda sonrisa.

Sonrío enternecida y empiezo a caminar también, pero termino corriendo y me lancé a sus brazos siendo recibida por él en el aire. Segundos después de darme como mil vueltas en el aire me dejó en el suelo mirándome a los ojos fijamente y con lentitud acercó su mano a mi mejilla, acomodó los mechones de pelo que caían rebeldes sobre mi rostro y dejó su mano que ahora llevaba el anillo que le había regalado hace unos días sobre su dedo índice.

— Samantha Brown ¿Te gustaría ser mi novia? — preguntó sobre un suspiro acercando su nariz a la mía juntándolas con suavidad.

Solté una carcajada enternecida mirando sus ojos brillar por las luces que nos rodeaban.

— Ya soy tu novia, tonto.

— ¿Pero ahora fui más romántico, no?

— ¿Acaso no entiendes? — rodeé su cuello con mis brazos mientras cerraba mis ojos al sentir su respiración suave y tranquila — Te amo y no me importa lo demás.

— Es bueno saberlo — se burló con un asentimiento de cabeza.

Reí y acerqué mis labios a los suyos dejando un suave beso sobre ellos.

Sus labios eran mi nueva adicción.

Me llevan a la luna y me quitaban el miedo a caer.

— ¿Sabes qué hay tres amores? — pregunté al separarme apoyando mi frente con la suya con aún mis ojos cerrados.

— ¿Ah, si? No lo sabía.

Rió suavemente y se separo un poco para mirarme a los ojos, dio un apretón suave en mi cintura con sus grandes manos y ladeó la cabeza.

— ¿Quieres saber?

— Si — asintió sonriendo.

— Están estas tres fases, el primer amor, el amor imposible y el amor verdadero... ¿Sabes cual de los tres eres? — pregunté perdida en sus hermosos ojos con orbes color avellana.

— ¿El primero? — preguntó con una pequeña sonrisa acariciando mi cintura con sus pulgares.

— Eres los tres, eres mi único amor.

Hey, hey, hey, aún falta uno y es el más largo. Prepárense.

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