Capítulo 32
Capítulo 32: Caer.
━━━━ ESTO VA A FUNCIONAR, LO PRESIENTO.
Todos caminábamos con cuidado por el teatro que se encontraba descuidado y oscuro.
Que escalofríos este lugar.
Me daba un mal sabor de boca.
Este mal presentimiento que guardo creció exponencialmente.
Tragué saliva y sujeté más fuerte la linterna en mis manos.
— Por aquí, síganme, huelan el aroma al teatro, moho, una señal de vida — ¿Habían ratas? Me muero si veo una — Cuidado miren donde pisan, digan si alguno no se vacuno contra el tétanos ¿sí? — la luz se encendió al fin — Okey, vamos a charlar un rato — nos agrupamos con lentitud — Bienvenidos al ensayo técnico, no sé si lo notaron, pero la tecnología en particular se maneja a mano. Natalie Bagly, mi tesoro, mi directora de escenario, es tu oportunidad de ser la heroína — los chicos empezaron a murmuran — ¿Qué? ¿Qué hay? ¿Qué pasa?
— A Natalie Bagly le extrajeron una muela — explicó Seb a mi lado.
— Okey, entonces falta la directora de escenario y Taylor también.
Taylor... Gina...
Una punzada directo en el corazón.
Gracias, señorita Jenn, por recordármelo.
— Gina está bien, es fuerte y estará para el estreno — dijo fuerte Ricky. Frunzo mi ceño y miro al castaño.
— ¿Te escribió? — pregunta Nini cerca de Ricky, llegando a mis oídos sus cuchicheos.
— No ¿Y a ti?
Desvió mi mirada de lo chicos.
Me es incómodo que estén tan cerca.
Una bolsa de arena cayó a unos metros de mi inesperadamente, asustada me sobresalté aferrándome a lo más cercano, Big Red.
— ¿Estás bien? — preguntó el chico a lo que yo solo asentí.
— Es normal, solo vayan con la cabeza en alto, muy bien, Big Red ¿Sabes colgar una luz? — preguntó la señorita Jenn.
— Sé cómo colgar ropa — respondió dudoso Big Red, río bajo junto a los chicos.
— Coool... Carlos, marquemos la iluminación de Statu quo, Troy y Gabriella, busquen un lugar tranquilo y repasen la escena de la terraza, ya paso un tiempo y quiero que este perfecta para la hora de la cena. Sam, cariño, muéstrame las letras de la canción.
Asiento un poco nerviosa y observó cómo Ricky y Nini se iban juntos.
Muerdo mi labio y sonrió triste.
Siento como si mi corazón fuerza apretado con fuerza.
Se veían más cercanos de lo común.
Lo ignoro.
Okey, la letra... La letra....
Llevaba solamente unas dos líneas versos.
Suspire.
Al menos tenía la melodía completa y un par de palabras en mente.
— ¿Nos quedaremos hasta la cena? Tengo club de cocina hoy — habló Ashlyn repentinamente haciendo que todos riamos levemente — Algo completamente irrelevante en medio de esta tragedia.
— Esto va a funcionar, lo presiento.
Mmmm... Yo creo que no.
(...)
— Okey, solo hay que encender la iluminación, el sonido y taran, tenemos un show. Quiero voluntarios para esta escena — escucho a lo lejos a la señorita Jenn.
Bufé.
Ahora me encontraba sentada como india en una silla sucia de madera que encontré por ahí, mientras observaba completamente frustrada el cuaderno en mis piernas, buscando inspiración que no llegaba para nada.
No genia nada en mente para la estupida canción.
Siento como mi cerebro se va a sobre calentar por tanto esfuerzo.
— ¿Tenemos algún tablero de luces? ¿Tenemos alguna llave de luz? — escucho nuevamente a la señorita Jenn, levanto mi mirada observando al pelirrojo que confundido miraba todas la palancas.
— Prueba esa — apunté a una palanca al azar.
— Está bien — susurró en mi dirección — ¡La encontré! — Big Red bajó la palanca que había sugerido haciendo que la luz cambiara a una azul fuerte. Se escucharon fuertes grititos de terror.
No era para tanto.
— Oh, lo siento, amigos, mi tío Rubén dijo que habían que haber cosas que quedaron del show de modas, creo que el tema eran ¿Las raves de los 80? — escuchó a Carlos explicar.
— ¿En un reactor nuclear? — con lo dicho por Ashlyn suelto una risita observando a Big Red quien sonreía perdido.
Ufff, se siente el amor en el aire.
— Te gusta ¿No es así? — pregunté sonriente.
Big Red se giró sorprendido.
Lo había atrapado.
El sonrió tímido y asintió con las mejillas coloradas.
Que tierno era mi amigo.
— Big Red ¿Tenemos algo más amable? — interrumpió la señorita Jenn.
— ¡Estoy en eso! — gritó el chico para mirarme con una ceja alzada.
— Esa, esa — punto otra al azar, Big Red frunció su ceño y yo solo sonreí inocente de vuelta, el chico probó la palanca y la luzvolvió a la normalidad — Te lo dije.
— Ajá.
Nos quedamos en silencio, un silencio cómodo cabe recalcar.
— ¿Como va todo con Ricky? — preguntó Big Red sin imprevisto.
Sonrió leve — Todo bien, pero supongo que el te dice todo, son como dedo y uña.
— Bueno, si sabía, pero quería ser cortes — soltó una risita — Entonces... ¿Con las clases?
— Una mierda, historia, español, literatura, filosofía, todo lo que incluya pensar, me destroza — cierro el cuaderno frustrada.
Odiaba todo lo relacionado con leer y comprender.
Los estudios no eran lo mío.
— Pero en los números vas muy bien ¿no? es decir, eres la mejor en álgebra, matemáticas, geometría.
— ¿Que te puedo decir? Soy una genia matemática.
— Mmmmm, claaaro — el pelirrojo se
giró a las palancas.
— Pruébame, dime alguna ecuación, que se yo, la resolveré en segundos, perra — alcé la voz sonriendo confiada.
No era por presumir, pero los números siempre han sido mi fuerte, inclusive ayudaba a mi papá con las cuentas de los hoteles.
No necesitaba pensarlos, llegaban a mi sin mucha dificultad.
Cómo un instinto.
— 7.018 por 7.
Cierro mis ojos por unos segundos.
— 49.126 — digo rápidamente para mirar al pelirrojo quien saca su teléfono revisando lo dicho.
— Es correcto. Wow, esto es como Matilda — abrió sus ojos sorprendido.
— Oh — abrí mi boca sorprendida, entendiendo la referencia — Mierda, si — rió junto al pelirrojo.
Que divertido era estar con él.
(...)
Wow... Que increíble voz tenía escondida esta mujer.
Escuchar a lo lejos la fabulosa voz de Kourtney, quien había empezado a cantar, me había dejado incrédula.
Incluso daban ganas de cantar también.
Susurro siguiéndole mientras miraba el cuaderno entre mis piernas. Unos segundos después de que la canción terminara Big Red llegó a mi lado.
— Hey, la señorita Jenn quiere estar sola — asiento con la cabeza levantándome de la silla y cogiendo mis cosas con rapidez.
Camino junto a Big Red al pasillo del lugar donde estaban discutiendo que pizza pedir para comer. Hago una mueca sin prestarle importancia dejando mi mochila sobre un mesón sucio.
Cualquier pizza me gusta.
— Okey ¿Quien va por Nini y Ricky? — pregunta Carlos, quien me miraba fijamente.
Okey, ya se que quieres que vaya yo.
Asiento y empiezo a caminar por el oscuro pasillo con una linterna entre mis manos, la cual afirmaba con fuerza por lo escalofriante que se me hacía el lugar.
Luego de unos segundos caminando sin destino escucho el sonido del piano o a unos metros, me acercó con cuidado al emisor del sonido y abro la puerta con suavidad temiendo interrumpir su ensayo abruptamente.
Iba a hablar, pero las palabras quedaron atoradas en mi garganta junto a un nudo, mis labios se cerraron con fuerza y mis labios empezaron a temblar, sorbí mi nariz y me giré con la intención de retirarme con rapidez de la situacion.
Sabía que todo caería, que yo caería.
Nini con los ojos cerrados tomaba del rostro a Ricky dejándome sin la oportunidad de ver al castaño, pero dejándome en cuenta que el estaba de acuerdo con el beso al no rechazarlo y quedarse allí sin hacer nada.
Nini y Ricky se estaban besando.
Mi Ricky...
— Hey, Sam — dijo Big Red a mi lado, pero no me asustó, lo miro en silencio.
No los quiero ver.
Solo quiero irme.
Y sin pensarlo dos veces camino a paso rápido por el lugar llegando a correr por el angosto y oscuro pasillo para llegar a las afuera del lugar. Subo a mi auto al instante con unas terribles ganas de llorar asechándome
Mis labios temblaban al igual que mis manos sobre el volante del auto, mis ojos se nublaron mientras miraban fijamente mis manos desnudas, sin guantes ni mi anillo.
Me sentía... Mal... Petrificada.
Levanto mi mirada al sentir una puerta abrirse con fuerza. Allí se encontraba Ricky, parado mirándome fijamente. Ni dos segundos más pasaron cuando yo encendí el motor para arrancar rápidamente fuera del lugar, escapando de mi primer amor.
Escapando de Ricky.
Sorbí mi nariz con fuerza colocando una radio al azar para que me acompañara en mi soledad, que acompañara mi corazón roto.
Las lágrimas no salían de mi, no querían salir y yo no quería que salieran.
Había caído.
La última pieza había caído.
Yo había caído.
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