Capítulo 26

Capítulo 26: Fiebre.

━━━━ ESTÁS HIRVIENDO, SAM.

Reía silenciosamente, mi mano tapaba mi boca para que las carcajadas no salieran descontroladas y se escuchasen por todo el pasillo.

Ricky jalaba de mi brazo corriendo por los pasillos hasta abrir la puerta del almacén del conserje, cerró la esta y se giró en la oscuridad para mirarme.

— Creo que ya no nos siguen — se acercó a mi y acunó mi rostro con sus dos cálidas manos.

Que raro.

Ahora se sienten frías.

Quizás sea el calor por haber escapado del subdirector que nos seguía molesto por tener afecto público en las gradas del gimnasio.

Ricky estaba apunto de besarme cuando frunce su ceño y se separa abruptamente.

¿Que le pasa? ¿Porqué toca todo mi rostro? ¿Tengo algo?

Quizás mi cara de cansancio es muy notoria hoy.

— Estás hirviendo, Sam.

Entrecerré mis ojos mirándolo un tanto perdida.

¿Qué?

— ¿Que?

¿Era mi idea o está cosa se está colocando muy caliente?

Me sofoco.

Ricky sacó su teléfono y marcó a alguien desconocido.

Bip-bip-bip.

¿Porqué se escucha tan fuerte?

Me duele la cabeza.

¿El piso se está moviendo?

Me estoy mareando.

Que alguien me sostenga, por favor.

Allá te voy piso.

Un poco débil me apoyé de una mesa de metal que se encontraba a mis espaldas, me senté con dificultad en ella observando borrosamente a Ricky moverse de un lado a otro con el teléfono en la oreja.

¿Porqué se movía tanto?

— Si, si, okey, si ahora mismo.... Mmmmm — respondía sucesivamente al teléfono.

— Ricky... — susurre llamando su atención, preocupado se acercó cortando la llamada en el proceso y tomó mi rostro en sus manos.

— ¿Te sientes muy mal, Sam? — preguntó Ricky, asentí lentamente. Él colocó mi cabeza en su hombro, un brazo por abajo de mi piernas y el otro por la espalda — Te llevaré a casa, cariño.

— Mmmm — murmuré viendo su perfil.

Ricky se veía borroso.

Mis ojos pesan.

¿No me haría mal dormir un poco, no?

Es que estar en sus brazos era muy cómodo.

Mmmmm...

Cerraré mis ojos.

(...)

Desperté con un peso sobre mi cintura, abrí los ojos con molestia y mi mirada recorrió todo a mi alrededor.

Había un brazo sobre mi cintura.

Oh, ese cabello.

Es Ricky.

Sorbí mi nariz y sonreí débilmente.

Se veía lindo incluso durmiendo.

El cubrecama color celeste pastel me cubría con suerte las piernas, me alcé un poco para cubrir todo mi cuerpo y el de Ricky al sentir el  frío recorrerme, cerré mis ojos con fuerza y me aferré al castaño con fuerza.

Tosí un poco al sentir la garganta seca, Ricky se removió un poco aferrándose con más fuerza a mi cuerpo.

Con mucho esfuerzo me senté observando al castaño dormir con tranquilidad.

Que lindas eran sus pestañas, muy largas y rizadas.

Sonreí débil y besé su cabeza.

— Ya estás despierta — murmuró el chico con los ojos cerrados.

Mierda, me asustó.

Esta despierto este desgraciado.

— Tú también.

— ¿Como te sientes? — colocó su mano sobre mi mejilla.

¿Porqué no tenía su anillo?

— Un poco mareada.

— Bebe la medicina que esta en el cajón, tu papá la dejó antes de volver al trabajo — finalmente abrió sus lindos ojos dejándome ver sus orbes avellana brillar.

— No quiero — bufé tirándome sobre él y lo abracé cerrando mis ojos con fuerza.

— Tienes fiebre, Sam, es para que te sientas mejor — me giró colocándose sobre mi con una sonrisa — Bebe el jarabe y tómate las píldoras que te dejaron ¿okey?

Solté un suspiro — Okey.

Renegada me senté con cuidado mareándome un poco al pararme de la cama, cerré mis ojos sintiendo un dolor de cabeza terrible, cogí todo medicamento que me indicó en una nota mi papá Nicolás tomándola con muecas mientras que Ricky sonreía observándome.

Que asco es esto, prefiero morir.

Allí te voy San Pedro.

Lentamente caminé al closet en silencio total, cogí una sudadera y un pantalón de pijama.
Me dirigí al baño para cambiarme y remojar mi rostro un poco sudada.

Ahora sentía mucho frío.

¡Ash! Odio enfermarme.

Ya un poco más fresca me acerqué a la cama nuevamente observando a Ricky quien estaba revisando su teléfono con atención, me recosté a su lado y miré el techo un poco perdida.

¿Será esto parte de mi simulación de la Matrix o algo así?

Porque estoy sufriendo... Y mucho.

Bueno, no tanto, pero si.

— ¿Que hora es? — pregunté un poco suave empezando a meterme bajo las cobijas.

— Ya son las 6, tu papá ya debe estar viniendo —  Ricky apagó su teléfono dejándolo sobre el mueble al lado de la cama — Y yo me tendré que ir.

— No te vayas — me quejé acercándome a él y me acurruqué a su lado.

Dios, si me vas a mandar a Ricky Bowen a cuidarme cada vez que esté enferma, me enfermaré todos los días.

— Tu papá Andrés casi no me deja quedarme contigo.

— Si, es bastante celoso, hablando de él ¿Donde está?

Me apoyé delicadamente sobre su pecho.

— Dijo que iba a comprar y volvía.

— ¿Hace cuanto se fue?

— No lo sé ¿Una o dos horas?... Algo así — acarició mi cabello desordenado.

— Oh, esta bien — sentí cómo su mano fría entraba lentamente dentro de mi sudadera provocándome un escalofrío — Estas frío.

— Estás ardiendo, Sam ¿Te duele la cabeza? — preguntó colocando su otra mano sobre mi mejilla tomando mi temperatura.

Se veía tan lindo preocupado.

Este chico siempre es lindo.

¿Acaso es esto real?

— Estoy bien, solo quiero dormir un poco más— cerré mis ojos dejando mi brazo sobre Ricky, apoyando mi cabeza en la almohada.

— Duerme, yo cuidare tu sueño.

— ¿Tú no volviste a clases?

— Tenía que cuidarte, no importan las clases, Sam.

— Claro que si, te perderás, Ricky.

— No lo haré, comparto todas mis clases de hoy con Big Red, él me dirá todo lo que pasé.

— Pero...

Ricky me interrumpió besando cortamente mis labios — No me regañes y duerme.

— Pero cuando despierte no estarás.

— Quizás sea así, pero no estarás sola.

— Estaré sola si tú no estás.

— Nunca está sola, Sam.

— Ajá — bufé y me acerqué más a él abrazándolo.

Mi cuerpo se sentía más ligero a su lado.

Estoy lista para dormir otra vez.

Ricky era como un somnífero.

Escuché un poco de la voz de Ricky, un murmuro bizarro que no entendí absolutamente nada, pero su voz se había sentido muy linda.

(...)

Desperté por tercera vez en el día.

Toqué la cama aún con mis ojos cerrados por el cansancio.

Se encontraba vacía, Ricky se había ido.

Solté un suspiro triste para abrir mis ojos con suavidad, miré a mi alrededor, la habitación se encontraba a oscuras y en silencio, la única luz que entraba era por debajo de la puerta, la luz del pasillo.

Me senté en la orilla de la cama sintiendo una pequeña migraña llegar a mi, me paré con dificultad para empezar a caminar al baño sacándome la playera quedando en un top deportivo.

Hacía calor.

Y estaba toda sudada.

La luz blanca y fuerte del baño me provocó un poco de mareo, me acerqué al lavabo para mojar mi rostro con suavidad y me miré en el espejo observando que estaba pálida como una hoja. Bufé y sequé mi rostro con la toalla.

Parezco una mala versión de Casper.

Escuché cómo la puerta era tocada con suavidad, me dirigí a la puerta de la habitación y la abrí un poco, mi papá Andrés estaba detrás de ella con una caja en las manos. Caminé un paso atrás dejándolo pasar en silencio.

— ¿Como estás, bebé? — preguntó dejando la caja sobre la cama.

— Bien — aclaré mi garganta para sentarme en la cama — Bueno, me siento mejor que antes.

— Ahora te encontrarás mejor porque te tengo algo — se mordió el labio sonriendo entusiasmado — Abre la caja.

Sonreí débil, me acerqué a la caja y la abrí con suavidad.

¡No!

¡No puede ser!

¡SI!

Allí había una bola de pelos rubia que se movía inquieta.

Saqué con cuidado al canino que feliz lamió mi cara.

Reí.

— Es hermoso.

Mis ojos deben brillar más fuertes que el sol al ver esta hermosura.

Estaba muy feliz.

Siempre había querido un perro.

— Será tuyo si lo cuidas.

Me levanté rápidamente de la cama ignorando el malestar, cogí el labial rojo de la cómoda y volví a la cama, marqué la frente del cachorro con suavidad — Simba ¡Un ciclo sin fin! — lo levanté de los brazos mostrándolo a mi papá quien soltó una carcajada — Lo cuidare con mi vida, seré su Mufasa.

— Solo no mueras cómo él, cariño — rió suave besando mi cabeza.

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