Capítulo 16

Capítulo 16: Cumpleañera.

━━━━ ALGO ESPECIAL PARA ALGUIEN ESPECIAL.

Para alguna personas sus cumpleaños son el día más importante en el año, pero no para esta chica.

Odiaba mi cumpleaños, pero más que odiar, me daba un sentimiento melancólico y nostálgico.

¿La razón?

La muerte de mi madre.

Cada año esquivaba rotundamente las felicitaciones y las fiestas.

No había una razón para celebrar.

Mi hermosa y adorada madre murió exactamente el día de mi cumpleaños.

Los recuerdos de ese día habían quedado marcados permanentemente en mi vida.

Ambas íbamos en el carro a el bufete de mi padre, cómo vivíamos un poco alejados de la ciudad el camino era algo extenso y debíamos cruzar casi toda la ciudad. Ese día mi padre no podía estar presente porque tenía un importante caso el cual se preparó por semanas, así que para sorprenderlo con mi madre fuimos en su búsqueda, pero en el camino ocurrió algo por el cual siempre me eh echado la culpa. Yo bebía una gaseosa mientras estaba en el asiento del copiloto mientras que mi madre conducía concentrada en el camino, pero en un arrebato de alegria por ver a mi padre al fin, la gaseosa cayó sobre mi, empapándo el vestido que mamá había comprado para mi y haciendo que llorara de frustración, mamá preocupada me miró mientras conducía, recogió el vaso y ahí fue cuando vio al condenado perro cruzándose por la calle, mamá perdió el control del auto al intentar esquivar al perro y el carro se volcó en medio de la calle, provocando que otro auto chocara con nosotros y de ahí perdí la conciencia.

El peor día de mi vida.

Mi cumpleaños número 12.

Suspiré.

Y salí finalmente de la habitación después de dudarlo por largos y eternos minutos.

Eran las 4 pm y no había salido hasta ahora, sin desayunar ni almorzar.

Camino por el pasillo un poco apresurada y alerta de no encontrarme con mis padres, los había estado evitando hasta ahora. Iba vestida lista para ir a pasear por la ciudad en este sábado gris. Pero mi mala suerte era inmensa. Me encontré con mis padres en la entrada de la casa, quienes me miraban sonrientes mientras estaban tomados de la mano.

Me estaban esperando...

Ya ni había escapatoria.

— Hola — sonreí cerrando mi sudadera — Saldré — sonreí fingidamente para caminar a la puerta a su lado.

— Te tenemos una sorpresa de cumpleaños— dijo alegre mi papá Andrés, rápidamente giré mi cuerpo hacia ellos con una ceja alzada.

— Primero, felices 17, hija mía — me abrazaron ambos provocando una invisible sonrisa en mi.

— Segundo, para no alargar esta cosa tan tediosa. Toma bebé — papá Nicolás me entrego una pequeña caja de color verde — Feliz cumpleaños — sonrió en grande mostrando su hermosa sonrisa.

Miré la caja detalladamente, era bastante simple. La abrí con lentitud.

Y quedé en blanco.

Había un pequeño control.

¿Que mierda era esto? ¿Un vibrador?

Fruncí mi ceño confundida y los miré con rareza.

— ¿Que es esto? — pregunté sacando el aparato de la caja con delicadeza, dejando esta en la cómoda de la entrada.

— Sal afuera y lo sabrás — solté una risa nasal.

Cómo dijo salí.

¡No me jodas!

¿Estoy soñando?

Mis ojos al ver la cosa frente a mi se abrieron exorbitantemente y mi boca se abrió a más no poder, temiendo que una mosca entrara por ella.

Y grité.

Grité de júbilo y corrí hacia el auto negro frente a mi, era hermoso, moderno y estaba nuevo, conteniendo aún los envoltorios de los asientos.

— Creemos que ya estás grande para tu propio auto, así que aquí está esta preciosura — dijo mi papa Andes a mis espadas.

— ¿Es mío? — pregunté incrédula mirando el costoso regalo de cumpleaños.

Los miré y mi papá Nicolás sonrió mientras pasaba su brazo por los hombros de mi otro papá.

— Todo tuyo, corazón.

— No lo puedo creer — susurré recorriendo el auto para abrir la puerta del conductor y entrar sin dudar.

— Lo tendrás que creer — mis papás se apoyaron en la ventana abierta del copiloto.

Sonreí y vi todo el auto, pero mi tarea fue interrumpida por el sonido de mi móvil, rápidamente lo cogí viendo en el identificador el nombre de Ricky, conteste.

— Hey, risitos.

Sam, te necesito — se escuchó una voz suave.

— ¿Ricky? ¿Que pasa? — pregunté preocupada por el castaño, empezando a sentir mi corazón acelerado.

— No te puedo decir por llamada ven ¿si?

— Voy ahora mismo ¿Estás en tu casa?

— Estoy en la escuela, en la sala de ensayo, ven luego por favor.

¿En la escuela? ¿Un sábado?

Algo no iba bien.

— Voy ahora mismo — dije para cortar la llamada y dejar el teléfono a un lado — Me tengo que ir, Ricky me necesita.

Miré el manubrio y me sentí repentinamente mareada.

Mi respiración se colocó pesada y mis manos empezaron a temblar.

Iba a conducir... El mismo día de...

— Bien. Ten cuidado, bebé.

Suspiré.

No, no me dejaré ahora.

No cuando Ricky me necesita.

Él es más importante.

Encendí el motor aun un poco mareada, pero mejorando poco a poco.

Todo por Ricky.

(...)

Entré en la solitaria escuela rápidamente, corriendo hacia la sala de ensayos con el corazón en la boca, preocupada por el chico que me gustaba.

Al visualizar la puerta tranquilicé mi paso y caminé respirando profundamente para que mi corazón y mi respiración se regule.

Frente a la puerta la abrí lentamente viendo la oscuridad total, pero frente a mi apareció una tenue luz.

¿Esas eran velas?

Happy Birthday to You
Happy Birthday to You
Happy Birthday Dear Sam
Happy Birthday to You.

Vi como Ricky se acercaba lentamente a mi con un pastel en mano, mientras que los chicos cantaban a coro a sus espaldas con hermosas sonrisas y sus ojos brillantes.

Flashes llegaron a mi cabeza como balazos, todos mis cumpleaños desde pequeña, primero mi mamá acercándose con un pastel en mano y mi padre a sus espaldas con una sonrisa, muchas como ella, después mi primer cumpleaños sin ambos padres, en el orfanato donde cumplí 15 y el cumpleaños número 16 donde estaba con mis ahora papás, los mejores hombres de mi vida, que respetaron mi decisión de no hacer nada, pero sorprendiéndome al llegar con un cupcake y una vela con gigantes sonrisas en sus rostros y una que otra mueca mía por el día.

Lágrimas gruesas empezaron a salir sin control de mis ojos.

¿Esto es tener amigos de verdad?

¿Así se siente la felicidad y plenitud?

¿Que es este sentimiento que alberga mi corazón al verlos aquí?

Sonreí.

Me sentía aceptada, querida y lo más importante, feliz.

Nunca pensar encontrar a personas tan increíbles en mi vida que me quisieran como era... Bueno... Aparte de mis papás.

Sorbí mi nariz y sequé torpemente mis lágrimas con aún la sonrisa en mi cara.

— Gracias... Realmente... Gracias — tapé mi cara con ambas manos para llorar de alegría — Son lo mejor.

Quizás este día no fue tan malo como pensaba.

Rápidamente siento como los chicos se acercaban a mi y me envolvían con su calor y cariño.

— Está bien, cumpleañera — claramente esa era la señorita Jenn.

Levanté mi mirada a ella, me miraba con los ojos brillosos de siempre y sonriendo, rápidamente una imagen de mi madre llegó a mi mente, haciendo que las lágrimas fueran más constantes, caminé hacia ella con dificultad y la abracé.

¿Que son estás nuevas esperanzas?

¿Están volviendo a mi luego de tanto tiempo?

¿Gracias a ellas podré finalmente superar?

....

¿Y si no es así?

Lentamente mi sonrisa desapareció.

Samantha... No te ilusiones.

— Okey, chicos, a celebrar — dijo Kourtney dandole play al reproductor de música — Vamos, cumpleañera, a bailar — se acercó a mi y me jaló con los chicos bailando torpemente.

— Gina es mejor — solté una risita y abracé a mi amiga — Vamos, amiga, demuestra la diosa del baile que eres.

— Todo por la cumpleañera.

(...)

La noche se encontraba nublada. No se podían ver las hermosas estrellas de la noche.

Me aferré a los puños de mi sudadera sintiendo una repentina brisa golpear mi cuerpo provocándome un escalofrío. Instintivamente desvíe mi mirada a mi lado derecho encontrándome a mi lindo castaño de cabellos alborotados observándome fijamente.

El desvío su mirada al ser pillado y miró en dirección de mi auto que se encontraba mal estacionado.

Un error mío por andar apurada.

— ¿Ese es tu auto, no? ¿El auto negro?

— Si.

— Pues lo estacionaste muy bien, Sam — sonrió para apoyarse en él. Solté una risita colocándome frente a él con los brazos cruzados.

— Tú me llamaste y me preocupé.

— ¿Te preocupaste? ¿Porqué? — frunció su ceño.

— Porque me dijiste "Te necesito" con una voz rara.

— ¿Soy mejor actor ahora, no? — rió — Me creíste.

— Claro que te creí bobo y me asuste, pensé que te había pasado algo — lo miré sería.

— Lo siento — hizo una mueca y se acercó a mi.

— Está bien, pero no lo hagas otra vez — Ricky se quedó serio mirándome en silencio, aclaré mi garganta un tanto incómoda por su intensa mirada. Ya sentía como mis mejillas se calentaban — ¿Al final a quien se le ocurrió lo de la fiesta? ¿Fue a Gina?

— No... Fue a mi, a mi se me ocurrió hacerlo.

— Oh...

— Tú papá me contó de tu cumpleaños por accidente. Y bueno... Quise hacerte algo especial.

— No era necesario.

— Claro que si, algo especial para alguien especial — acercó su rostro lentamente al mío, provocando un silencio entre los dos.

¿Iba a besarme? Porque yo quería que me besara, en serio lo quería.

Instintivamente me acerqué también a él, vi cómo sus ojos se cerraban lentamente junto con los míos. Apoye mis manos en su pecho y sus manos se dirigieron a mi cintura.

— ¡Oigan, chicos! — al escuchar el repentino grito a lo lejos nos separamos rápidamente con nuestras mejillas sonrojadas, nerviosa vi cómo Big Red se acercaba a nosotros — ¿Alguno me puede llevar? — preguntó este frente a nosotros.

Nerviosa intentando salir de mi incomodidad del casi beso me acerqué a la puerta del piloto.

— Sube, yo te llevo — hablé rápidamente sin verlos y me subí al auto.

— Gracias, amigo... — escuché un susurro antes de entrar al carro.

Me quedé allí observando a los dos amigos conversar por unos segundos, la charla terminó cuando el castaño empujó a su amigo hacia el auto.

Ricky se acercó a la ventana del auto, bajé esta mirando fijamente al frente.

— Nos vemos el lunes, cumpleañera — dijo Ricky peligrosamente cerca de mi rostro. Incluso pude sentir su suave aroma dulce.

Giré mi cabeza encarándolo y lo vi sonriendo tiernamente.

Sonreí también.

— Adiós, Ricky.

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