06
✨Capítulo 06✨
"En donde aprenden de dementores y el encantamiento patronus"
Desde la clase de encantamientos el comportamiento de Beryl Clifford se había vuelto más tosco y peligroso, que ni siquiera los detalles que Remus Lupin le dejaba anónimamente podían hacerla sonreír, y es que los Slytherin habían descubierto el trastorno fóbico que tiene Beryl por las alturas.
En realidad, la joven de cabello rubio siempre había aprendido a calmar sus ansias en respecto a su acrofobia, al menos, lo había logrado en su primer año con su clase de vuelo, en dónde había confesado a la profesora Alden de su miedo; sin embargo, no había tenido que preocuparse más por eso por que ya no cursaría su clase de vuelo y aunque la torre de astronomía es muy alta, se sentía segura estando apartada del barandal.
Pero la última clase del profesor Flitwick la había tomado por sorpresa y no había podido meditar como solía hacerlo para calmar su preocupación, y el problema es que el grupo de Slytherin no paraban de inventar el como Beryl había llorado en clase, provocando rumores por el todo el castillo.
—Oye Snape, ¿te imaginas lo divertido que sería ver a Beryl caer de la torre de Astronomía? —hablo en voz alta Roger Mulciber, mientras que Severus Snape, Wyatt Avery y Anthony Rosier comenzaban a reír ante aquella idea.
Hubo un silencio entre los estudiantes que esperaban a que el profesor de Defensa Contras las Artes Oscuras se presentará para abrirles el aula. La mira de Beryl se encuentra fija en la puerta, mientras sus brazos están cruzados y siente como comienza a lastimarse las palmas de su mano debido a la fuerza con la que se encuentra apretando sus puños.
El profesor debe estar por llegar y si ella les ataca, lo único que ganaría sería un castigo.
—No, no, ¿sabes que sería mejor? —preguntó esta vez Avery—. El verla colgar por el barandal mientras pide que le ayuden. ¡Oh ella estaría suplicando por primera vez en su vida! —río mirando con una sonrisa ladina a Beryl, quien achino sus ojos deseando abrir la puerta.
Mulciber empujo a unos Hufflepuff que solo miraron con molestia al chico, quien se coloco detrás de Beryl y se acerco a su oído, para susurrar:
—Me encantaría verte suplicar.
Aquello solo provoco que Beryl se girara de golpe y soltará un puñetazo directo a la nariz de Mulciber. Hubo una exclamación por parte de los presentes y Mary Macdonald fue la única de los presentes en interponerse frente a Beryl, tomando del puño de la chica.
—¡Beryl puedes meterte en problemas! —chilló su compañera.
—¡Maldita perra asquerosa! —bramo Mulciber cubriendo su nariz sangrante.
—¿¡Qué es lo que sucede aquí?!
Rápidamente se dispersaron, dejando ver al profesor Jeremiah Bishop, quien se encuentra acompañado de los cuatro merodeadores y Lily Evans.
—¡Esa estúpida sangre sucia se lanzo contra mi! —señalo Mulciber con furia.
—¡Mulciber! —le regaño el profesor—. Cuida tu vocabulario.
—¡Ella me golpeo! —grito mirando con molestia a Beryl.
—Se lo merecía —fue lo único que dijo Beryl, cruzándose de brazos y mirando a la puerta del salón.
El profesor suspiró frustrado, llevando una mano a su sien—. Mulciber ve a la enfermería, Beryl hablaremos después de clase. Ahora, entren todos al aula y no quiero que se hable de esto, ¿entendido? —hablo con autoridad, lo suficientemente fuerte como para que todos escucharan.
De manera apresurada, entraron todos al aula para tomar sus asientos. Beryl fue la última en pasar y apretó sus nudillos, mientras los acariciaba debido a lo doloroso que había sido golpear a Mulciber.
Pero no le importaba, él debía estar sufriendo más que ella.
En cuanto tomo asiento en la última fila (realmente no quería tener las miradas sobre su su espalda, por qué esta muy segura que iban a susurrar de lo sucedido), alguien más tomo asiento a su lado, tomándola un poco por sorpresa.}
—¿Necesitas venditas?
Lanzó una mirada a Remus Lupin, quien coloco su mochila sobre la mesa y comenzó a sacar venditas de distintos colores y tamaños, provocando cierta curiosidad sobre Beryl.
—¿Por qué cargas venditas? —le cuestionó alzando una ceja.
—Me lastimo muy seguido —explico con naturalidad, tendiéndole dos venditas, una para cada nudillo que tiene un poco de sangre.
Deslizo su mano por el pupitre, aceptando las venditas con una pequeña mueca que indicaba un poco de pena. Haciendo muecas fue capaz de ponerlas. Estiro su mano un par de veces, viendo las coloridas venditas y miró de reojo a Remus, quien se encuentra guardando las cosas en su mochila, dejando únicamente su varita.
—Gracias —susurró, recostando su espalda sobre el respaldo de la silla.
Con una pequeña sonrisa, Remus respondió—: No es nada.
—Dementores —hablo con fuerza el profesor, provocando que todos le miraran—. ¿Alguien sabe que es lo que son? —se balanceo sobre sus talones, parandose un poco en puntas para poder ver a los estudiantes que estaban en los últimos pupitres, como lo eran Remus y Beryl—. Señor Lupin —señalo al joven de cicatrices, que tiene su mano al aire.
—Son de las criaturas más nauseabundas del mundo —explicó Remus al tener la palabra—. Infestan los lugares más oscuros y sucios, disfrutando de la desesperación y la destrucción ajena. Los dementores se llevan la paz, esperanza y alegría de aquellos que rodean. Si alguien se acerca mucho a un dementor, lo que hará será quitarle hasta el ultimo sentido positivo y hasta el último recuerdo dichoso. Si es que puede, el dementor se alimenta de el hasta convertirlo en su semejante: un ser desalmado y maligno.
El profesor Bishop afirmo con una mano en su barbilla, a todo lo dicho por Remus, creando un aura de misterioso por todo el salón.
—Eso es correcto, señor Lupin. Diez puntos para Gryffindor por su buena respuesta —apuntó con una ligera sonrisa—. Como bien dijo su compañero, el dementor es una criatura temida ya que se alimenta de la felicidad y de los recuerdos alegres, dejando únicamente tristeza y desolación; sin embargo, hay una manera de ahuyentarlos y es con el encantamiento Patronus.
—¿¡Vamos a hacer el encantamiento Patronus?! —exclamó desde su lugar James Potter, tomándose del pupitre y mostrando una gran sonrisa de emoción.
—Quizá —apuntó el profesor—. Todo depende de que tan bien se porten —bromeó un poco, provocando un par de sonrisas—. El profesor Flitwick me ha dado el honor de poder enseñarles este encantamiento, que como bien es lógico que se aprenda en dicha asignatura, va de la mano con los dementores, criatura de la cual es importante defenderse.
Usualmente, aprender nuevos hechizos era algo que fascinaba a Beryl, pero en esta ocasión, no había motivo por el cual ser feliz y es que con anterioridad, Beryl había intentando realiza el encantamiento Patronus, sin embargo, había sido todo un fracaso debido a su escases de recuerdos felices.
En realidad, no tiene ninguno realmente potente que le haga realizar tal encantamiento.
—Antes que se emocionen, quiero que todos entendamos lo que es un dementor —aclaró el profesor—. Estos se asemejan a los humanos ya que tienen cuerpos parecidos al de una persona, solo que no tienen un rostro definido puesto que en lugar de tener ojos, hay una especie de membrana —las luces brindadas por las velas se apagaron, las cortinas se bajaron y un proyector mostro la silueta de dicha criatura—. Su boca es un orificio abierto y además, son criaturas putrefactas que (para nuestra suerte), tiene la capacidad de volar.
En la pantalla se mostraba la silueta de un dementor flotando, provocando que todos prestarán completa atención a lo que veían.
—No solo trae tristeza, sino que también son capaces de quitar el alma a las personas —dijo mirando a sus alumnos—. ¿Alguien sabe como se llama aquello?
—Es el beso del dementor —respondió únicamente Remus, con voz algo grave debido a la seriedad del tema.
—Exacto. Quitar el alma de la persona en cuestión por la boca, dejándola como una concha vacía. Quitar el alma a alguien es la única cosa que hace que se quiten la capucha y muestren que hay debajo de ella.
Hubo un silencio por todo el salón, ni siquiera aquellos con el humor más amargo eran capaces de pronunciar palabra alguna de tan solo imaginar el horrible final que tendría una persona a causa de los dementores.
—En teooooría —alargo la palabra el profesor—, un dementor sólo puede desplazarse a otro lugar que no sea la prisión de Azkaban con una orden del Ministerio de Magia —hubo varios suspiros aliviados tras escuchar aquello, por lo que rápidamente Bishop agregó—; sin embargo, en realidad los dementores sirven a quienes sean capaces de ofrecerles una mayor cantidad de personas con recuerdos felices que ellos puedan devorar.
—Oh, eso me pone más tranquilo —ironizo Sirius Black, provocando que algunos rieran.
—¿Aprenderemos el encantamiento Patronus? —curioseo Lily Evans, con sus ojos abiertos deseando escuchar como respuesta un «sí».
—Ser capaz de lanzar un Patronus no es requisito para graduarse, ya que es algo que es enseñado bajo circunstancias especiales.
—Entonces si lo enseñaran —señalo James con una sonrisa.
—Efectivamente —respondió el profesor—. Aunque claro que, como bien lo mencione, no es un requisito para graduarse, por lo que quédense tranquilos si no logran realizarlo.
Claro que aquello no tranquilizo para nada a Beryl.
—Para eso aprenderemos el encantamiento Patronus, por que una vez dominándolo, no hay nada más seguro que su patronus —aseguró con una pequeña sonrisa—. Antes de iniciar, quiero que todos nos tomemos cinco minutos en donde nos conectemos con nuestros pensamientos —propuso el profesor, regresando la luz al aula y apagando el proyector—. Quiero que se paren de sus asientos y se relajen un poco —pidió.
Al momento en que todos los alumnos se pararon, con un sutil movimiento de varitas, los pupitres y sillas se apilaron sobre una pared, dejando el aula con espacio suficiente para poder practicar el encantamiento.
Beryl paso la varita entre sus dedos, jugando con esta y cerrando sus ojos mientras respira sin prisa alguna.
—Bien ahora quiero que todos piensen en el recuerdo que más feliz les hace. Piensen en aquello que puede hacer remover su estomago de alegría; en ese recuerdo que les puede hacer llorar de felicidad o que les trae gran dicha de tan solo pensarlo.
Una pequeña mueca se formo en el rostro de Beryl, ¿qué es aquello que la hacía tan feliz?
—Tienen que saber, que el encantamiento Patronus conjura un guardián mágico, es una proyección de todos los sentimientos alegres. No tienen por que preocuparse si no les sale en el primer intento, el encantamiento patronus es muy complicado, y muchas brujas y magos son incapaces de producir un patronus completamente corpóreo, el guardián que por lo general, toma forma del animal con el que comparten una semejanza muy profunda.
«Vamos Beryl, piensa. ¿Qué es lo que te hace feliz?»
Pintar, claro que sí. La primera vez que realizo un cuadro tenía once años y estaba cerca de la cabaña de Hagrid, se había emocionado por haber retratado la choza del semigigante que siempre se ha mostrado amable con Beryl. ¿Pero eso era capaz de crear un patronus?
El profesor, prosiguió—: El Patronus representa lo que está oculto, que es desconocido, pero necesario para la personalidad. Es como su "yo" secreto que despierta ante la necesidad de la protección. Para lanzar correctamente el hechizo, hay que concentrarse en el recuerdo más feliz que se tenga, recuerden que mientras más potente sea el sentimiento del recuerdo, mejor funcionará el encantamiento —aclaró con su mano al aire—, una vez lo tengan, deben comenzar a dibujar círculos con la varita para aumentar el poder del hechizo.
Bien, Beryl aún no realizaba el hechizo pero ya estaba muy segura de que no podría realizarlo... ¡nunca!
—Se debe decir fuerte y claro, ¡Expecto Patronum! —aclaró con firmeza—. Bien, quiero escucharlos —señalo con una sonrisilla—. Todos.
A coro, se escuchó—: ¡Expecto Patronum!
—Bien, bien, ahora, piensen en aquello que provoque gran felicidad en ustedes. No intenten realizar un patronus corpóreo en su primer intento, esto requiere de mucha concentración y fuerza de voluntad. Solo relájense y sientan en el hechizo en el pecho de su corazón —hablo con pasión.
Hubo un silenció en el aula, algunos se encontraban pensando en el recuerdo que sería capaz de lograr hacer el encantamiento, otros estaban guardando su varita para evitar pasar la pena de no poder realizar el hechizo. Beryl por su parte, se encuentra mordiendo su labio, pensando:
¿Y si solo finge un pensamiento que le haga feliz? Por que siendo sincera, ella cuenta con muchos pensamientos que nunca sucedieron (o no han sucedido) y que le traen gran felicidad. Por ejemplo el estar viviendo en Francia, en un departamento con vista a la Torre Eiffel, y caminando por las calles de la Región Parisina, mientras carga con su maletín repleto de sus instrumentos para crear arte, saludando a las personas en la calle y acompañada de un perro labrador que la acompañe en todo sus días.
Oh sí, ese pensamiento podría sacar una gran sonrisa a Beryl, ¡incluso hace latir su corazón con rapidez!
Pero antes de poder seguir pensando, una voz se escuchó—: ¡Expecto Patronum!
La mirada de Beryl busco a James, quien fue el primero en lanzar el hechizo. De la punta de la varita del Gryffindor salió un humo plateado sin una forma definida clara, aunque Beryl pudo asegurar ver el destello de un par de astas o cuernos.
—¡Bien hecho, James! —le felicito el profesor.
—Pero no salió ningún guardián —señalo con algo de confusión.
—Realizaste un patronus incorpóreo —aclaró Remus, sacando del bolsillo de su pantalón una barra de chocolate.
—Exacto —apuntó Bishop—. Olvidé aclarar que hay dos tipos de patronus: incorpóreo (como el que realizo su compañero Potter) y el corpóreo, que es aquel que esta completamente formado.
Beryl ladeo una mueca y alzo su mirada viendo en dirección a las ventanas, las cuales muestran el día lluvioso de octubre; soltó un pequeño bostezo, viendo como sus compañeros comenzaban a lanzar el hechizo, en busca de su guardián.
Remus por su parte, permanece con sus manos en los bolsillos, considerando que tan prudente sería realizar el encantamiento patronus frente a sus compañeros. ¿Tiene acaso recuerdos felices? Uff sí, demasiados. Puede asegurar que todos los momentos que ha vivido con sus tres mejores amigos son recuerdos repletos de felicidad; sus aventuras por el bosque, las vacaciones que han pasado acompañados e incluso las noches dónde se dormían hasta tarde planeando buenas bromas.
Sin mencionar todos los buenos recuerdos con sus padres, quienes en cada verano procuraban que su único hijo la pasará muy bien antes de que la luna llena le impidiera continuar disfrutando las actividades que su madre y padre tenían planeadas por hacer.
Sí, hay varios recuerdos, solo es cuestión de decisión en querer realizar o no el encantamiento en presencia de sus compañeros.
No pudo evitar ver a Beryl, quien se encuentra acariciando las venditas en sus nudillos, mientras su mirada se encuentra perdida en la ventana. Se acerco a ella manteniendo un poco de distancia, y en voz baja, le preguntó:
—¿No intentarás hacer el encantamiento?
Beryl no tuvo que girar su rostro para saber que se trataba de Remus, por lo que solo negó con su cabeza, para después decir con voz baja:
—No.
Fue una respuesta sencilla de entender, dejándose de rodeos y queriendo no continuar conversación alguna con Remus, quien carraspeo ladeando una mueca.
Quería decirle más, pero él mismo sabía que Beryl no se encontraba en ánimos para hablar con él, y la entendía, a veces el no estaba en ánimos ni de soportarse a él mismo, por lo que solo ladeo una mueca y retrocedió un poco, dándole su espacio.
—¡Yo quiero hacerlo! ¡Yo quiero hacerlo! —exclamó Sirius, dando brincos de emoción.
—Adelante Sirius —indicó el profesor con algo de diversion.
—No vayan a hablar, por que me desconcentran —pidió Sirius, provocando que algunos rieran. Hizo sonar su garganta y con voz fuerte dijo—: ¡Expecto Patronum!
De la punta de su varita salió un humo plateado, este duro unos segundos más que el de James y algunos comenzaron a señalar lo que parecían ser un par de patas.
—¡Muy bien, Black! —exclamó el profesor.
—¡Vas Lily-Flor! ¡Vas Lily-Flor! —exclamaron a coro Sirius y James, provocando un poco de presión sobre la pelirroja.
El de Lily fue un poco más claro que el de James, Sirius y Lily. Beryl se apoyó en uno de los pupitres, observando cómo su compañera lograba realizar un patronus que demostraba lo que parecía ser una cierva. Hubo aplausos ante el encantamiento bien realizado por la chica, que con mejillas sonrojadas aceptó la ovación.
—¿Alguien más quiere intentarlo? —pegunto el profesor.
—¡Vamos Pete! —apuntó Sirius, pero su amigo corrió a esconderse detrás del profesor, provocando risas.
—¡Remus quiere! ¡Él quiere!
La mirada de todos fue a dar en Remus, quien se encuentra dándole una mordida a su chocolate. El chico rápidamente guardó su chocolate y mostró una sonrisa inocente.
—No quiero —se apresuró a decir.
—¡Claro que quiere! —aseguró Sirius—. Profesor, Remus sabe hacer el encantamiento —canturreo.
Aquello, le interesó a Beryl.
—¡Sirius! —le regañó Remus.
—¿Eso es cierto? —indagó el profesor con curiosidad.
—Pff, nop —aseguró Remus en una mentira.
—Señor Lupin, si es capaz de realizar el encantamiento se libra de los deberes por el resto del mes.
—Sujeta mi chocolate, Beryl.
Hubo una ola de risas al ver como Remus Lupin pedía que Beryl sujetara la barra del chocolate. Beryl miró sin comprender muy bien a Remus, que ondea el chocolate frente a ella.
—¿Qué? —preguntó en voz queda.
—Sujeta mi chocolate —repitió—. ¡No quiero hacer deberes por un mes!
Sirius Black parecía que pronto se haría pipí de la risa, ya que se encontraba retorcido mientras golpeaba sus rodillas con diversion.
Sin poder decir nada, Beryl tomo la barra del dulce, apretando un poco sus labios al ver como Remus sacudía sus manos y sacaba su varita del bolsillo de su túnica; sin poder evitarlo, la joven de cabello rubio observó la manera tan delicada en la que Remus sostiene el palito de madera, mientras que su pie derecho se posiciona delante de su pie izquierdo, encorvándose un poco.
Y entonces, exclamó—: ¡Expecto Patronum!
De la punta de su varita salió un lobo plateado que comenzó a correr por todo el aula. Hubo exclamaciones de sorpresa, un par de risas y muchas sonrisas ante el patronus realizado por el prefecto de Gryffindor. Remus dejo caer sus hombros con una sonrisa y ladeó su mirada para ver cómo Beryl tenía una hermosa sonrisa en su rostro. Antes de que el lobo regresara a Remus, dio un par de vueltas alrededor de Beryl, provocando que soltara un par de risas y miró con admiración al chico.
—¡Eso fue increíble, Remus! —felicitó el profesor Bishop, dando aplausos a su alumno—. Felicidades, ¡felicidades! Un mes libre sin hacer deberes bien merecido —aseguró con una sonrisa.
La campana que daba por terminada la clase se escuchó; antes de que pudiesen salir, el profesor dejó deberes para s próxima clase y una vez dados, alumnos de Hufflepuff y Ravenclaw rodearon a Remus para pedirle consejos en la realización del encantamiento.
Y aunque Beryl sentía gran curiosidad y quería hacerle mil y un preguntas a Remus, no se acercó al círculo que rodea al chico. Tomo su bolso y vio la barra de chocolate que Remus le había pedido cuidarle.
—Potter —le llamo al chico de gafas que se encuentra con su novia, provocando un poco de sorpresa.
—¿Si, Beryl?
—Es de Lupin —extendió la barra de chocolate a James que asintio tomándola y sin decir algo más, se dio la vuelta saliendo del aula sin mirar a nadie.
—Que extraña es —suspiró Peter tomando la barra de chocolate, para darle una mordida.
—Un poco, si —murmuró James.
—Vamos a celebrar que Remus no tendrá que hacer deberes —propuso Sirius, tomando los hombros de Peter para impulsarse sobre estos y dar un brinco—. ¿Te unes pelirroja?
—Gracias, pero pasó. Diviértanse —beso la mejilla de James y acercándose a Marlene McKinnon.
Remus llego con sus amigos, dándole un manotazo a Peter quien se estaba comiendo su chocolate y los miró con curiosidad.
—¿Qué ocurre? —preguntó.
—«Sostén mi chocolate, Beryl» —le imitó Sirius, provocando que James soltara una carcajada.
—Oh, cállate —pidió ligeramente sonrojado.
—Me dejaste sentado solito, estoy un poco celoso —confesó Sirius, cruzándose de brazos.
—Le di a Beryl un par de venditas para que detuviera la sangre en sus nudillos —explicó tranquilamente.
—Te tiene loco —señaló Peter con algo de burla.
—¡Claro que no! —chillo Remus.
—¡Te gusta mucho Beryl! —se burló en un grito Sirius.
—¡Shhh! ¡Te escucharan todos en el castillo!
Antes de que James pudiese decir algo, el profesor Bishop llego con el cuarteto de amigos.
—¿Han visto a Clifford? —preguntó apoyando su mano en el hombro de Sirius.
—Salió hace unos minutos —señaló James.
Pero antes de que el profesor pudiese decir algo, Beryl entro al aula.
—Aún no me he ido —respondió sin mirar a sus compañeros de casa.
Los cuatro compartieron miradas, Remus miró a sus amigos con ligeros nervios. ¿Acaso ella los habrá escuchado?
—Bien, caballeros me pueden dejar a solas con Beryl —pidió con una pequeña mueca.
—Claro, nos vemos profesor.
Beryl tomo asiento en una silla sin mirar a los chicos, mientras era capaz de sentir la mirada de Remus sobre ella. Apoyo su puño cerrado sobre su mejilla, mientras observa las venditas en sus nudillos.
—¿Crees que nos haya escuchado? —susurró James tirando del brazo de Remus, para que saliera rápidamente del aula.
—Los odio demasiado —gruño Remus, mientras sus mejillas se ponían muy rojas y caminaba con prisa por los pasillos.
—¿Que dices? ¡Ella te miro embobada cuando realizaste el patronus! —reconoció Peter—. Seguro también le gustas —le codeo, dándole un poco de ánimos.
—Solo cállense —suplicó.
Mientras tanto, Beryl dentro del aula espero a que el profesor acomodara los pupitres y sillas a cómo debían estar; con calma, el joven profesor Bishop tomo asiento frente a Beryl, apoyando sus codos en la mesa.
—¿Quieres contarme qué pasó? —preguntó con tranquilidad.
Beryl ladeo una mueca y se cruzó de brazos—. El nacimiento de Mulciber, eso pasó —murmuró, provocando que el profesor ladeara una sonrisa.
—Mira, a mi tampoco me agrada ese grupo de Slytherin —confesó con sinceridad—. Pero no por eso te voy a felicitar por romperle la nariz; aunque si te soy sincero si quiero hacerlo —llevo una mano a su barbilla, provocando confusión en Beryl—. ¡No me mires así! Hace tan solo cuatro años era estudiante de Hogwarts y si yo hubiese presenciado ese puñetazo (como estudiante) te felicitaría, pero ahora soy profesor y no puedo hacerlo —hizo un puchero, por lo cual Beryl no pudo evitar reír—. Lo dejaré pasar por esta vez, si la profesora Minerva pregunta algo, te castigue limpiando el aula, ¿de acuerdo?
—De... ¿de acuerdo? —murmuró algo sorprendida.
—Beryl, la gente siempre va a hablar, eres una alumna ejemplar, muy inteligente y capaz; toma palabras de aquellos que te alienten, ¿si?
—Bien —murmuró en voz baja.
—Puedes irte —señaló.
Beryl tomo su bolso y se paró sin decir algo más, ese día estaba pintando de una manera muy extraña. Primero el puñetazo que le dio a Mulciber, Remus tomando asiento a su lado aun cuando ningún profesor se lo había pedido (y es que últimamente compartían asiento en casi todas las asignaturas), las venditas que le dio sin siquiera pedirlas, y ahora se ha salvado de un castigo por que (al parecer) su profesor tampoco soporta al grupo de Mulciber.
Ah, y lo peor de todo, es que había escuchado como los merodeadores hacían burla a Remus por lo que parece ser un enamoramiento que tiene hacia ella.
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