05



Capítulo cinco 
"En donde un ciervo admira el arte y ascienden en clase de encantamientos"


El otoño es la estación favorita de Beryl, por que los paisajes se pintan de coloridos cálidos y son perfectos escenarios para retratar en sus cuadros; es por eso mismo, que cuando el verano comenzó a terminar y las hojas de los árboles empezaron a caer, Beryl tomo su equipo de arte y camino por los terrenos del castillo, en busca de inspiración.

Y, no muy lejos del bosque prohibido, la encontró.

El gran sauce boxeador baila ligeramente con la brisa del aire, mientras sus hojas anaranjadas, se vuelven cada vez más ligeras, preparándose para caer; el cielo tiene un color anaranjado rosado, que pronto se tornará violeta y los ojos de Beryl se cristalizaron de ver aquello tan hermoso.

No tardo en comenzar a mezclar colores, y haciendo de su cabello una coleta algo despeinado, empezó a pasar el pincel sobre el lienzo.

Su lengua se encuentra ligeramente fuera de su boca, mientras cambia de posición, y observa cambiar el cielo de colores. Agito su varita sin pronunciar palabra alguna, para encantar el cuadro y pintar sobre el cielo, una vez más, para lograr captar la imagen en movimiento.

Y entonces, mientras el cielo comenzaba a oscurecerse, de los arbustos del bosque, un gran ciervo salió, mirando con curiosidad a Beryl.

Ladridos se escucharon detrás de él, captando la atención de la joven, que miró encantada a la hermosa criatura.

—Un ciervo —susurró, bajando su pincel—. Nunca había visto un ciervo antes —admitió para si misma.

Primero había captado colores hermosos en el cielo, y ahora, un hermoso ciervo la mira con... ¿curiosidad?

Quizá por algo de impulso y emoción, Beryl comenzó a acercarse a el animal.

—Hey —le llamó suavemente, provocando que el ciervo ladeara su cabeza—. Hola amigo... ¿o es amiga? Realmente no quiero saberlo —murmuro para sí misma, soltando una pequeña risita nerviosa.

Dio un paso hacia el, al mismo momento que el ciervo, quien comenzó a acercarse a Beryl.

Nerviosa y emocionada , estiró su mano, de manera cuidadosa, esperando no ser atacada por el ciervo, a quien acarició.

—Oh, que lindo eres —susurró, soltando una pequeña risita, cual niña emocionada.

El ciervo movió su cabeza un poco, sintiéndose cómodo ante las caricias de la chica, y dándole un amistoso golpe con sus increíbles cornamentas le dio un poco más de confianza.

—Eres enorme. ¿Vives aquí? ¿Tienes familia?

Beryl ni siquiera noto, como de un gran árbol, la cabeza de Remus Lupin se asomaba un poco, mirando a la joven con ternura.

—Hay una manada de ciervos, ¿no es así? —curioseó Beryl, tocado lentamente un cuerno—. Espero que sí tengas familia, el bosque es un lugar enorme y oscuro, estar solo no es algo lindo —confesó, hablando desde la experiencia—. Creme, la soledad y yo somos una misma y no es tan lindo.

Estaba tan concentrada admirando al ciervo, que no pudo notar la tristeza en los ojos del animal.

—¿Qué está haciendo? —preguntó en un susurró Sirius a Remus.

—No lo sé —confesó el hombre lobo—. Quizá, siendo amigable —mascullo—. Ya sabes cómo es James, le gusta la atención —le recordó, ladeando una sonrisa.

El ciervo, comenzó a caminar lentamente hasta el lienzo, para ver el cuadro pintando por Beryl, alarmándola un poco, con miedo a que el animal lo arruinara.

—Cuidado Bambi —le llamó nerviosa, llegando hasta el caballete.

El ciervo se sentó frente al cuadro, e inclinó su cabeza, mirando con asombro los colores.

Aquel comportamiento asombró a Beryl.

—Un ciervo que admira arte —susurró, soltando una risita—. ¿Te gusta?

Un extraño y divertido sonido salió del ciervo, provocando que Beryl comenzará a reír, y el animal le mirará ligeramente indignado.

—Lo siento, nunca había escuchado a el berrido de un ciervo —se disculpó, cubriendo su boca.

Un chillido se escuchó, Beryl dio un brinco de asco al ver a un rata, que trepó hasta la cabeza del ciervo, dando pequeños golpecitos con sus patas, en la cabeza del gran animal.

—Ew —susurró.

El ciervo soltó otro berrido moviendo su cabeza. Se inclinó a Beryl, provocando que la rata callera y saliera corriendo de regreso al bosque.

—Supongo que te tienes que ir —dijo en voz baja—. Fue lindo hablar contigo, al menos fuiste amable —ladeó una sonrisa y el ciervo le movió sus cornamentas, despidiéndose de ella.

Galopó en dirección al bosque, pero antes de entrar, se detuvo y giró su cabeza viendo a Beryl, quien llevó su mano a su cintura, ondeó su mano en dirección al ciervo, quien terminó por adentrarse al bosque.

—Increíble —susurró sin poder creerlo, regreso a terminar su cuadro, y mientras lo encantaba, decía en voz alta, para sí misma—. Acabo de tocar a un ciervo, ¡y hablé con él! —susurró emocionada—. ¿Cuántas personas han hecho? —soltó una risita sin creerlo, y mordió su labio, sin poder ocultar su emoción.

Si tan solo su abuela viviera, podría contarle lo que acababa de suceder, sin embargo, Beryl tendría que escribirlo y guardar esa carta en el pequeño cofre donde guarda todas las cartas que no puede enviar a su abuela.

Observó orgullosa el cuadro del sauce boxeador, y comenzó a guardar sus cosas, sin demasiada prisa, sintiéndose bastante tranquila y muy feliz.

Quizá, Beryl no podría ser muy amable con las personas, pero preferiría mil veces golpear a alguien antes de faltarle el respeto a un animal.



ooo



El ciervo llegó hasta el claro del bosque, olfateando en el piso, comenzó a seguir las pisadas casi transparentes que su amigo había provocado y al verlos sentados cerca del pequeño lago, corrió en su dirección, dispuesto a lanzarse encima de ellos.

Y lo hizo, solo que no como un ciervo, ya que al brincar se convirtió nuevamente en humano, cayendo sobre Sirius y Remus.

—¿Qué tanto hacías con tu nueva amiga? —se burló Sirius, empujando a James, quien se acomodó al lado de Peter.

Su sonrisa fue algo penosa—. Bueno, Beryl me hablo y no me insulto —mostró sus pulgares con una sonrisa triunfante.

—No me digas —carraspeo Peter—. ¿Qué tanto te decía? —curioseó, ladeando su cabeza.

—Bueno, me dijo que era increíble —aclaro, primeramente, mientras Remus, Peter y Sirius comenzaban a burlarse de él—. Celosos —masculló—. Después me pregunto si tenía familia o si estaba solo —apoyo su mano en el suelo, dejando caer un poco su espalda—. Dijo que debía ser feo no tener a nadie en este bosque —susurró, mirando los grandes árboles que se mueven ligeramente, lentamente, agregó—: estar solo no es algo lindo —regreso su mirada a sus amigos.

Peter tiene una pequeña mueca, mientras tira del poco césped que se ve; la mirada de Sirius se encuentra fija en el lago; pero Remus, Remus luce realmente afligido.

—Y ella hizo una pintura realmente increíble —confesó James, ladeando una sonrisa—. Beryl es una gran artista.

—Sí, lo es —se apresuró a decir Remus.

—Deberíamos intentar acércanos a ella —propuso James—. Luce como alguien muy agradable, me refiero a que... tiene carisma —murmuró.

Sirius lo miro perplejo—. ¿Carisma? ¿Tiene carisma? ¡Hace unas semanas advirtió con dejarme calvo!

—Una persona muy carismática —aseguró con sarcasmo Peter, haciendo que James y Remus rieran.

—No dejó de pensar qué hay algo extraño en Beryl —susurró Sirius, inclinándose para darle más misterio—. Como si guardara un oscuro secreto.

Remus resoplo—. ¡Por favor, Sirius! No hay secreto más oscuro que el mío. ¿Acaso olvidas que soy un hombre lobo? —le recordó.

—¡Yo solo digo! —se excusó—. Es solo que, el hecho de que esté solitaria es intrigante, por que ella impide que las personas se acerquen —aclaró—. ¿Por qué? ¿Por qué alguien haría eso? —susurro.

—Es ermitaña, quizá —aportó Peter.

—No —aseguró Sirius—. Si fuese ermitaña, Beryl ni siquiera se interesaría por el mundo y su arte dice otra cosa —aseguró, cuál experto en el tema.

—¿Y éste desde cuando sabe tanto? —murmuró James a Remus, que alzó sus hombros sin saberlo.

—Quizá, Beryl no quiere tener amigos por las malas experiencias que ha tenido —dijo esta vez Remus—. Desde el primer día, tuvo personas que la molestaban, todo el tiempo —aseguró—. Se harto de eso y es por eso que ahora así.

—¿Y que la hizo ser así? —murmuró, con una mano en su barbilla.

—Sirius no eres psicólogo —le corto el rollo James, un tanto preocupado.

—¡Quizá es mi vocación! —exclamó, abriendo sus brazos con una gran sonrisa.

—Primero arregla tus pedos mentales, después intenta arreglar los de los demás —pidió Remus, negando lentamente con su cabeza—. No podemos hablar de Beryl y suponer cosas que no sabemos. No tenemos ni la menor idea de si ha sufrido con su familia, o si tiene alguien fuera de Hogwarts. Esto está mal, solo hay que dar por terminado este intento de adivinación —suplico, ligeramente molesto.

—Pero no te enojes —suplico Sirius, haciendo un puchero—. Solo me da curiosidad...

—Bueno, podrías intentar ser un poco más amigable, Canuto, ya que a ti también te gusta molestarla. No te quejes cuando se ponga a la defensiva —agregó, cruzándose de brazos.

—Bien —gruño—. Pero si me ofende, no me quedaré callado.

—Propongo que mejor no hables y así no serás ofendido —dijo Remus, rodando los ojos—. Yo nunca he sido ofendido por ella... creo —musitó.

—¡Es por que le gustas! —exclamó con desesperación Sirius—. ¡Obvio no te va a ofender! Beryl esta muy cucú por ti —aseguró, rodando los ojos.

Remus no respondió a eso. El simple hecho de escuchar que quizá, Beryl siente atracción por él, provoca que su corazón se acelere, al igual que su emoción; por más lindo que eso suene, Remus prefiere no creer en eso, ya que así evitara una decepción amorosa.

—No creo que sea eso —murmuro, tirando un poco de césped.

Sirius resoplo—. Como quieras creerlo, pero no te olvides de nosotros cuando planees una vida a su lado.

—Merlín Sirius, eres tan dramático.



ooo



Remus había decidido adelantarse a su siguiente clase de encantamientos, dejando atrás a sus amigos y apurándose en su camino al aula, para poder encontrarla vacía. Soltó un suspiro al ver que no había nadie y se apresuró para caminar al primer asiento de la fila izquierda, donde Beryl siempre toma asiento desde su primer año.

Quizá la chica luce ruda y da un poco de miedo, pero eso no tiene por qué impedirle el ser una de las alumnas más brillantes en la escuela.

De su mochila, extrajo un pequeño pergamino con un paquete de gomas de mascar sabor misterio y lo doblo para dejarlo en el asiento de la chica. Camino tranquilamente a su asiento y mirando al frente tomó un poco de aire.

A veces, podía ver cómo Beryl sonreía al ver los regalos que él le dejaba y saber que la hacía feliz provocaba un sentimiento de satisfacción en Remus por que no era común ver a Beryl feliz.

Un grupo de cuatro Hufflepuff's entró al aula, saludaron a Remus con amabilidad, quien le regresó el saludo de la misma manera y al escuchar el sonido se las botas, se giró un poco solo para ver cómo Beryl entraba al aula mascando goma.

La mirada de la chica se desvió un poco para ver a Remus, quien le dedicó una pequeña sonrisa amigable, a lo que ella respondió con un alzamiento de cejas.

Llevo su puño a su mejilla, viendo cómo Beryl observaba el detalle que le había dejado y la pudo ver leer el pergamino:

«Espero disfrutes del misterioso sabor de la goma»

Beryl ladeo una sonrisa y dobló el pergamino para guardarlo en el bolsillo de su túnica, tomó asiento en su lugar y dejó de mascar su goma para tomar una de las nuevas.

Sin poder evitarlo, se giró para ver a Remus, quien ya se a puesto sus anteojos y se encuentra mordiendo su pluma con una ligera sonrisa; torpemente, el hombre lobo le dedicó un tímido saludo que Beryl respondió ligeramente confundida.

Bien, ya era mucha coincidencia para ella que siempre que recibía un lindo detalle como ese que recién tuvo, Remus se encontrará cerca; y es que Beryl ya tenía la sospecha que es él quien año con año le ha dado detalles como ese, sin mencionar esa linda caligrafía que ella no podría pasar por alto por que a Beryl siempre le ha gustado la forma de escribir del chico.

Así que sí, quiere creer (y puede asegurar por la vida de su madre) que es Remus la persona que siempre le da pequeños detalles incluso en el día de su cumpleaños.

Aunque no sabía cómo agradecerle por que tampoco quería quedar como estúpida si es que el no se la había dado.

¿Y si ella le decía gracias y él fingía demencia? Beryl no quiere pasar por algo como eso; era mejor agradecer mentalmente y esperar a que el universo le diga a Remus que la chica le agradece. Debía funcionar, al menos ella esperaba eso. 

Lentamente quito el envoltorio y llevo la goma de mascar a su boca, masticando con cuidado, mientras dobla el papel para guardarlo en la caja que tiene todos los detalles que aquella persona (Remus) le ha dado a lo largo de sus años en Hogwarts. 

Cerro sus ojos cuando sintió la explosión de sabores en su boca y no pudo sentirse más satisfecha cuando le dio el sabor a moras con chocolate, una combinación simplemente deliciosa. 

Giro un poco su cabeza, para notar como Remus tiene su mejilla apoyada en su puño cerrado, al ver que Beryl le miraba, rápidamente se enderezo y dejo de verla mientras sus mejillas se ponían tan rojas que no podía esconderlas de la mirada de la joven. 

¿Acaso estaba teniendo demasiada interacción con Remus? ¿Qué es lo que estaba sucediendo y por que le ponía tan nerviosa el saber que la veía? Después de todo, Remus siempre se encontraba viéndola; ahora que lo pensaba bien, eso suena un poco enfermo, pero, él la ve en el buen sentido de la palabra, o al menos, es lo que Beryl quiere creer ya que nunca le ha faltado al respeto, todo lo contrario. 

—¡Buenas tardes jóvenes! —saludó el pequeño profesor Flitwick—. Por favor, tomen asiento y preparen sus varitas, el día de hoy vamos a ver el encantamiento ascendio

Hubo murmullos de emoción por parte de todos, estaba claro que ese día tendrían una clase entretenida por que más de uno ya tiene la idea de lo que es capaz de realizar ese encantamiento. 

—Ahora bien, ¿alguien podría decirme que hace el conjuro ascendio?

Tres manos se alzaron al aire, Beryl, Remus y Lily querían tomar la palabra a la respuesta de la pregunta del profesor Flitwick.

—Señor Lupin, por favor —pidió el pequeño profesor.

—Es un tipo de encantamiento que lanza por los aires al lanzador.

—Eso es correcto. ¡Cinco puntos para Gryffindor! —sentenció—. Señorita Evans, ¿sabe usted si el encantamiento funciona solo en la tierra?

—No señor. Es capaz de usarse también bajo el agua, impulsando al lanzador por encima de la superficie —respondió con eficacia, provocando una sonrisa en el profesor Flitwick.

—¡Muy cierto! Eso es muy cierto —señalo con orgullo—. ¡Otros cinco puntos más para Gryffindor! —expresó—. Ahora, señorita Beryl, ¿qué me dice del origen de la palabra ascendio?

—El conjuro ascendio proviene de la palabra latina ascendo, que como su nombre lo indica, significa ascender.

—¡Maravilloso! ¡Los Gryffindor se han ganado otros cinco puntos más!

Remus y Sirius chocaron sus puños mientras James miraba con una gran sonrisa a su novia. La mirada del hombre lobo busco a Beryl, quien permanece con la mirada fija sobre el profesor, sin querer mirar a cualquiera de sus compañeros de casa, quienes se encuentran orgullosos de ganarse quince puntos en una clase. 

—¿Qué tanto piensas? —le susurró Sirius al oído. 

—En nada —murmuró.

—Sé que piensas en Beryl. Yo todo lo sé —aseguró con voz mística Sirius. 

—Tú eres un tonto —aseguró Remus.

—No. Soy muy inteligente y por eso mismo sé que piensas en Beryl veinticuatro siete —respondió burlón. 

—Ya cállate —gruño Remus, mientras Sirius soltaba una risita. 

—¡Black! ¡Lupin! —les llamó el profesor—. ¿Hay acaso algo más interesante que lo que me encuentro diciendo? —preguntó ofendido al ver que estaban ignorando su clase.

—No, profesor —se apresuró a decir Remus.

—¿Acaso tendré que cambiarlos de lugar otro año más? 

—¡Sí! —exclamó Sirius—. Ya no soporto a Remus, es tan quejón —resopló, ganándose una mirada de completa indignación por parte del hombre lobo—. Cámbielo a él, profesor. 

El profesor Flitwick frunció el ceño, como si fuese una especie de broma por parte de Sirius, sin saber muy bien que es lo que debería hacer: ¿Acaso debía cumplirle el capricho a Sirius y cambiar a Remus de lugar? ¿Y si no lo hacía entonces ellos seguirían hablando? 

Hizo sonar su garganta y se cruzó de brazos—: Bien, señor Lupin, si es tan amable...

Remus gruño. Maldijo a lo bajo y fulmino a Sirius quien tiene una sonrisilla traviesa. 

—¿Por que lo hiciste? —escuchó Remus que le pregunto James a Sirius.

—Tengo un plan —fue lo único que dijo el animago. 

Se dio la vuelta para caminar a las mesas al final del aula, las únicas vacías, pero Flitwick le detuvo.

—No, no, más al frente por favor. La señorita Clifford tiene un asiento disponible a su lado, somos un grupo pequeño y los quiero a todos juntos —aclaró—. Señor Snape, para que no quede solo cámbiese al lado del joven Black.

—¡Ay Merlín ya llévame! —dramatizo Sirius, dejando caer su cabeza a la mesa.

Remus río sin poder evitarlo, bien, al menos él ahora tendría que ser compañero de Beryl, pero eso es algo que no le molesta en lo absoluto; aunque en realidad, no le molestaría saber cual ese ese dicho plan que Sirius dice tener. 

—Hola —murmuró Remus colocando su mochila en el suelo.

—Hola —saludó Beryl metiendo los libros que tenía en el lado del pupitre dónde Remus se sentó en su bolso. 

—Bien, ya que estamos todos listos, por favor, presten atención a mis indicaciones —ordenó, observando a Sirius y Snape, quienes parecen estar amenazándose de muerte—. Voy a pedirles que tomen distancia entre cada pupitre, de al menos metro y medio —pidió caminando en el pasillo central—. Y lo que harán, será encantar a su compañero para que ascienda con todo y silla.

En un mismo movimiento, Beryl y Remus compartieron miradas.

Realmente la joven se encontraba preocupada no por que desconfiará de Remus, sino por que le aterran las alturas. 

—Dígame señor Black —señalo Flitwick a Sirius quien parecía tener una duda.

—¿Puedo tener de regreso a Remus? —preguntó con una encantadora sonrisa.

—No —respondió el profesor rodando sus ojos—. ¿Qué esperan? Sepárense —ordeno, haciendo un ademán de manos. 

Ambos se pararon al mismo tiempo y Remus empujo un poco la mesa que comparten, acercandola a la pared. Se giro para ver que había suficiente espacio y miro al techo, solo para confirmar que es lo suficientemente alto como para no golpear con este. 

—¿Quieres que inicie yo primero? —preguntó Remus dando vuelta su varita entre sus manos.

Beryl trago saliva y negó lentamente—. No... ¿puedo iniciar yo primero? 

—Mmm, claro —respondió alzando los hombros. 

Remus tomó asiento en la silla y se sujeto con fuerza, se escuchó un grito de emoción el cual todos se giraron para ver de quien provenía. James se encuentra colgado de la silla soltando carcajadas mientras que Lily le esta pidiendo que se siente correctamente o caerá, lastimándose. 

—¡Esto es muy divertido! —aseguró el premio anual, sentándose correctamente, mientras se encuentra cerca del techo—. Todos se ven tan pequeñitos, como hormigas que podría patear. No te preocupes LilyFlor, nunca te patearía cielito.

—¡Oh, señor Potter, compórtese! —pidió el profesor—. Y fue excelente señorita Evans, excelente. 

—¿Beryl? —le llamó Remus.

La joven dejo de ver a James que se balancea sobre la silla para ver a Remus.

—¿Listo? —preguntó algo nerviosa. 

—Síp. 

Beryl suspiró, tomo delicadamente su varita y con voz clara, dijo—: ¡Ascendio! 

Remus soltó un pequeño grito de sorpresa al elevarse de golpe, cerro sus ojos sintiendo el techo muy cerca de él pero los abrió al no chocar contra este. Miro abajo solo para ver como Beryl sonríe de manera nerviosa.

—¡Increíble! —exclamó Remus mostrando sus pulgares a Beryl.

—¡Bien hecho señorita Beryl! —felicito el profesor—. Venga, venga, quiero ver a todos en el cielo —apuntó con una sonrisa. 

—¡Apúrate Quejicus! ¡Mis amigos me esperan! —señalo Sirius molesto, al ver como Peter también ya estaba arriba, gracias al conjuro que le lanzó Marlene. 

—Son como niños, ¿no crees? —preguntó Lily llegando a su lado.

—Eso creo —murmuró en voz baja.

—¿Estás bien? —curioseo la pelirroja.

Beryl confesó—: Me aterran las alturas —susurró. 

—Oh no —musitó la pelirroja—. Descuida, solo... solo no mires abajo y, pídele a Remus que te encante una vez que todos estemos arriba, para que no dures mucho tiempo —le aconsejo, a lo que Beryl asintió lentamente. 

—Muy bien, ahora bajen a sus compañeros y tomen su lugar.

Beryl cerro sus ojos y apretó su mandíbula. Podía hacerlo, ¡claro que sí!

—¡Finite!

La altura que tenían todo disminuyo, regresando nuevamente al suelo. Remus se paro con una sonrisa que lentamente desapareció al ver la preocupación de Beryl.

—¿Le temes a las alturas? —preguntó en voz baja.

Con su cabeza, afirmó. 

El chico comenzó a ver como los que habían lanzando el hechizo tomaban asiento del que había sido encantando, rasco su nuca y se acerco un poco a Beryl.

—Solo cierra tus ojos, ¿si? No pasará nada. Seré el último en lanzar el hechizo para que no pases tanto tiempo allá arriba, ¿de acuerdo? 

La acompaño a sentarse y vio como los nudillos de Beryl se ponían blancos de la fuerza que hacía al apretar sus manos sobre la silla. 

—¿Todos listos? —preguntó el profesor—. ¡Adelante! 

—¡Oh, estoy tocando el techo! —exclamó con emoción Marlene.

Remus observo como el resto de sus compañeros ya había realizado el encantamiento, salvo por él.

—Señor Lupin, ¿qué espera? —cuestiono el profesor.

—Oh, sí, sí. ¡Voy! —hizo sonar su garganta y observo como Beryl cierra sus ojos con fuerza—. ¡Ascendio! 

Soltó un grito agudo al sentir como se elevaba de golpe, su estomago se revolvió y comenzó a respirar agitadamente. Estando a gran altura, la silla se movió un poco provocando que Beryl abriera sus ojos, asustada.

—Mierda —susurró cerrándolos rápidamente. 

Alzo su cabeza, viendo como el techo estaba a tan solo centímetros cerca de ella, como Marlene había dicho, fácilmente podría tocarlo. ¿Lo intentaría? ¡Claro que no! No tiene planeado soltarse del agarre de la silla.

—¿¡Podemos bajar ya!? —exclamó la rubia con desesperación. 

—¡Sí, sí! —se apresuró a decir el profesor.

Remus no perdió ni un segundo para hacer el contrahechizo.

—Clifford le tiene miedo a las alturas —dijo con burla un chico de Slytherin a su compañero, que comenzó a reír.

El hombre hombre lobo lanzo una mirada de odio a la dupla de Slytherin, mientras Snape comenzaba a reír al ver como las manos de la rubia se encuentran temblando. 

—Muy bien hecho —felicito el profesor—. La clase ha terminado. 

Sin esperar más, Beryl tomó sus cosas y sin siquiera dedicarle una mirada a Remus, salió casi corriendo del aula del tercer piso, para correr a los baños de chicas donde se escondió dentro de un cubículo y comenzó a intentar controlar su respiración agitada debido al gran miedo que había sentido.




Nota de autora: 

Buenas buenas, yo cada vez más enamorada de Remus, ¿y ustedes? 

En fin, ¿se imaginan que Rem les de dulces con notitas? Yo me muero. 

Espero les haya gustado el capítulo, me apoyarían mucho votando y comentando que les pareció <3

Lots of love, Cici x

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top