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Abril 16, 2020:

Ni siquiera sé por dónde empezar, han sido tantas emociones desde que Ryan había nacido. Era increíble. 

Hoy Ryan cumplía 11 meses y para ser sincera de verdad había sido muy pesado todo este tiempo. Sobretodo al principio cuando era un recién nacido, se levantaba cada tres horas y los pechos me dolían por amamantarlo. Harry siempre hacía bromas sobre ello, que envidiaba a su pequeño y ese tipo de comentarios desagradables que solamente él hace.

Ryan había nacido pesando tres kilos y doscientos gramos, midiendo cuarenta y seis centímetros, era una ternurita. La primera vez que alguien de nuestra familia lo cargaba se maravillaban con lo pequeño que era y jugaban con sus regordetas mejillas. 

Solíamos comprarle ropita cada vez que salíamos, era difícil resistirse a las pequeñitas prendas que veías en la tienda. Incluso, tenía una camisita que decía: Soy guapo como mi papá. Y sí, Harry se la había comprado. Aunque sí era un bebé muy guapo, ahora que ya tenía 11 meses era fácil ver su color real de ojos, que efectivamente eran como los de Harry, te provocaban el mismo efecto hipnotizador con ese verde esmeralda que me parecía tan cautivador, había nacido con mucho cabello y ya le había crecido un poco más, por ahora era un rubio oscuro y no sabíamos aún si se quedaría así. Tenía pequitas a los lados de su pequeña nariz y su boquita era tan pequeña que incluso daba risa. 

De verdad era muy guapo mi hijo.

Nuestro hijo.

Si regresara a aquel día donde vi a Harry en la acera de enfrente sacudiendo las llaves del auto de su mamá y yo asustándome por haber visto en persona al chico con el que hablaba en internet, jamás me imaginaría que tendríamos un hijo, y que estaría diciendo que era muy guapo.

— Sigo pensando que debimos comprarle cinco camisas más de estas— Dijo Harry mientras trataba de vestir a Ryan con la camisa que mencioné antes de "Soy guapo como mi papá".

— Ya no le queda, Harry— Le dije— Vas a lastimarlo si lo forzas.

  — Tenemos que regresar a esa tienda— Dijo Harry y sacudió su cabeza hacia Ryan haciéndolo reír— ¿Verdad que sí, campeón? 

Harry había comenzado a llamarlo así desde que empezó a caminar por sí solo a los casi diez meses. Estábamos en una cafetería después de que lo habíamos recogido de con mi mamá al salir del trabajo, estaba gateando y de repente se paro, era normal que caminara sujetándose de cosas, pero luego un carrito de juguete se le fue, así que se soltó del asiento y comenzó a caminar, por supuesto al tratar de agacharse para tomar el carrito se cayó pero después de levantarlo nos pusimos muy felices. ¡Había dado sus primeros pasos! 

Ahora su meta siguiente era poder correr, aunque aún no lo lograba, pero siempre o intentaba. Lucía tan pequeño y frágil corriendo detrás de su papá. Solamente imaginen la escena. 

Harry había estado siendo un gran papá, obviamente en algunas ocasiones se desesperaba cuando Ryan no dejaba de llorar, pero normalmente Harry era muy juguetón y unido a él. Hace un mes cuando Ryan había cumplido diez meses había tratado de enseñarle a escribir, fracasó por obvias razones, pero nos alegramos cuando el pequeño logró hacer dos rayas en el papel. Padres primerizos, duh.

  — No vamos a comprarle una camisa de esas, mejor la que decía "Mi mamá es la mejor"— Le dije a Harry.

— ¡Oh sí!— Dijo Harry— Y después con un rotulador puedo escribir debajo de "Mi mamá es la mejor", "en la cama".

  — Oh por dios, tápate los oídos Ryan— Le dije.

 — Pensándolo mejor voy a hacer una para mí— Me dijo Harry poniendo su mano en su barbilla de modo pensativo.

  — ¿Que diga "mi mamá es la mejor en la cama"?— Pregunté y él hizo una mueca de desagrado.

— No, que diga "Mi esposa es la mejor en la cama"— Respondió— Y puedo agregar una imagen de...

— Okay, ya entendí.

Seguimos platicando un rato más hasta que nos dimos cuenta que Ryan ya no estaba detrás del sofá jugando. 

Comenzamos a buscarlo por toda la casa y Harry lo encontró en el baño con dos botellas de shampoo en la mano y un desastre alrededor

  — Niño malo— Le dijo Harry al quitárselas—Tú cámbialo, yo voy a recoger esto y de paso me ducho.

  — Perfecto— Respondí dándole un beso de pico y yendo al dormitorio para cambiarle la ropita que le habíamos acabado de poner— ¿Sí verdad? Como tú no eres el que lava la ropa—Le dije rozando mi nariz con la suya y rió, era el sonido más tierno que había escuchado en mi vida.

Quince minutos después escuché cómo Harry gritaba en el baño. Ryan se había quedado dormido después de tomar su leche, así que me levante alerta hacia el baño. Harry abrió la puerta antes de que yo llegara y me miró.

  — ¿Qué pasó?— Pregunté.

— Resulta que nuestro pequeño hijo combinó el contenido de las botellas que agarró.

— ¿Y qué botellas eran?

Harry se quitó la toalla de la cabeza y solté una carcajada al ver que tenía partes calvas, después le dije que casi no se notaban pero siendo sincera sí se veían.

— Oh por dios, ¡su primer travesura! —Dije riéndome.

  — ¿De verdad?— Preguntó Harry— ¡Estoy calvo! 

  — Shh vas a despertarlo— Le dije.

— Me importa un comino, no estoy calvo, es peor, ¡estoy parcialmente calvo! 

  — ¿Puedo tomarte una foto?

— ¡Demonios, no! — Dijo gritando y me reí más fuerte.

  — No puedo creerlo, ni siquiera sé cómo pudo abrir las botellas, oh espera... tú nunca las cierras bien y te lo he dicho millones de veces ¿ya aprendiste la lección?— Le pregunté.

— ¡Al carajo la lección, estoy parcialmente calvo, Nereida! — Me dijo haciendo una mueca que mostraba sus dientes.

  — Creo que el hecho de que estás parcialmente calvo me excita— Le dije de broma, pero creo que se lo tomó enserio.

 — ¿De verdad?— Preguntó regalándome una sonrisa ladeada.

Oh bueno, no era verdad, pero Ryan estaba dormido y no quería que lo despertara con sus gritos y casi no habíamos tenido intimidad últimamente por cuidarlo y el trabajo y repito, nuestro bebé estaba dormido, estábamos libres y lo necesitabamos.

  — Sí que sí— Dije.

Me cargó hasta nuestro dormitorio y de camino me reía en silencio por los pedazos calvos en su cabeza. La primer travesura de Ryan había resultado no tan mal. 

Aunque cuando terminamos lo recordó y siguió quejándose.

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