Parte V



—Es... pasable —declaró Truman tras leer mi reporte.

—¿Entonces está bien? —pregunté.

—Dije que era pasable, no aceptable o que estuviera bien.

—Pero un pasable basta para aprobar. ¡Pasé el entrenamiento! ¡Cumplí la misión!

—Tus reportes siguen dejando mucho que desear —sentenció Truman y dejó una pila de hojas del triple del tamaño que la mía sobre la mesa entre los dos—. Esto es un reporte bien hecho. Desde que el caso le fue asignado a un agente tras el incidente hasta que el sospechoso fue detenido.

—Seguro que ese agente pasó más tiempo escribiendo esa cosa que concentrado en la misión.

—Lo entregó a la hora de concluida la misión. Esto es lo que se espera de un agente, Noah. Esto es lo que se espera de ti cuando te gradúes. Puedes verlo si quieres, quizás así te inspires para el futuro.

La curiosidad fue más fuerte. Lo cogí con ambas manos sin perder el tiempo y comencé a ojearlo. ¿Qué podía saber un agente que no había estado en mi lugar? ¿Qué era lo que tanto alababa Truman? El informe era exacto, detallando minuto a minuto los acontecimientos en no más de dos líneas desde que se había tomado la misión, siendo preciso hasta en el tipo de café que yo había pedido el primer día hasta cuántos pasos había dado al momento de abandonar la escena donde el sospechoso había sido detenido.

—¿Mandaste un niñero a vigilarme? —exclamé sin creerlo.

—Eres un menor. Tu vida nunca corrió peligro. El caso estuvo resuelto del primer día.

—¿Y me dejaste seguir con esto? ¿Usaste chantaje emocional y cuestionaste cada cosa que te presenté cuando siempre estuve en lo cierto?

—Esto es una práctica de entrenamiento. Tú tenías que resolverlo por tu cuenta.

—No me gusta esto, Truman. No me gusta para nada tu metodología de manipulación emocional de tus preciados niños —respondí lanzándole el reporte de regreso—. Jugaste conmigo. Sabías que este caso podría llegar a afectarme a nivel personal y seguiste presionando.

—No eres el primer crío con el que trato que cree que el mundo lo discrimina por su particularidad y sufrió por eso. Tu análisis psicológico no presenta ni la mitad de trastornos que el otro. No uses eso como una excusa conmigo, no funciona. No mereces ni lástima, ni trato especial solo porque alguien te trató mal de pequeño por eso.

—No me trataron mal. Me torturaron y quisieron matarme.

—Y no será la primera vez que te suceda en esta vida. Parcial, no total, recuerda esas palabras porque he tratado con un caso mil veces peor que el tuyo y ese crío resultó ser uno de los mejores agentes juveniles que tuve bajo mi cargo.

—¿Y qué sucedió con él? —pregunté y tensó sus labios en lo que casi podría haber sido una sonrisa a pesar del disgusto.

—Creo que todos conocemos esa historia —respondió Truman y señaló la pila de hojas más grande—. Ese es un reporte impecable. Deberías imitarlo. El único error que presenta es que te menciona como agente.

—Entonces está perfecto, no veo ningún error —dije sonriendo—. ¿Ouroboros? ¿Quién se supone que escoge los nombres para los casos?

—La carne es débil —dijo Truman en cambio—. ¿Sabes lo que es un ouroboros?

—Esa demente serpiente griega que se come a sí misma.

—Una representación de un círculo vicioso, y como eso nos consume internamente. Eso es el terrorismo actualmente, Noah. Es un círculo vicioso, y lo peor es que la sociedad ciegamente colabora a empeorarlo. Las principales víctimas del terrorismo, son las mismas personas a quienes estos extremistas dicen representar. ¿Has visto la cantidad de muertes que suceden cada día en medio oriente? Y aquí está la población local, votando a favor del Brexit creyendo que el problema son todos los inmigrantes o musulmanes cuando en realidad ellos son las principales víctimas. Un extremista no nos hace daño a nosotros, destruye a quienes dice representar. Jernigan es galés, y dice que lo que hizo fue por Gales, así que ahora toda la gente va a creer que los galeses odian a los ingleses y por eso causan atentados. Van a culpar a su origen, y juzgar a todos por igual. ¿Y sabes de dónde sale gente como Jernigan? De nosotros, juzgando y culpando a un inocente sujeto solo por lo que es, hasta que comienza a tenernos rencor por nuestros prejuicios y comienza a creer que en realidad debería hacernos el mal del cual lo culpamos. De todos modos, frente a nuestros ojos, ya es el sujeto malo. ¿No? ¿Qué diferencia hace que cumpla lo que ya creemos de él? Así que marginaremos a un ser diferente, lo presionaremos hasta que haga algo impensable, causaremos otro atentado, y no haremos más que alimentar la flama del odio que es la raíz de todo este problema porque volveremos al principio, aumentando los prejuicios y haciendo que inocentes paguen por acciones de otros. Esto nunca terminará, porque la sociedad se niega a pensar diferente. Los extremistas son individuos, y no representan a nadie, pero la gente los toma como si lo hicieran.

—Así que básicamente el mundo es un ouroboros ahora mismo. Nos estamos comiendo a nosotros mismos.

—Cuántos más ataques haya, mayor será la discriminación, y mayor el odio y el rencor, y eso solo generará más ataques. ¿Si nosotros echamos a quienes vienen aquí buscando refugio para no ser absorbidos por estos extremistas, a dónde crees que irán? ¿Preferirán quedarse en un país que los señala como seres horribles, o volverán con los malvados que los esperan con los brazos abiertos a cambio de un poquito de ayuda a su causa?

—Tiene que haber algo que podamos hacer.

—Ojalá existiera esa respuesta mágica —dijo Truman guardando mi reporte—. Nos haremos cargo de aquí en adelante. Jernigan será interrogado, juzgado y condenado por sus actos. Intentaremos recuperar a su familia y seguiremos investigando al grupo responsable detrás. Pero esto no es algo que acabará de la noche a la mañana. ¿Algo más que decir?

—¿Un agente estuvo todo este tiempo vigilándome de cerca?

—Debes ser más atento. Aún te queda mucho por aprender antes de graduarte.

Cogí el otro reporte de nuevo. Había estado vigilándome en el café, en la calle, incluso durante mi entrevista falsa con Jernigan. Un profesional. ¿Qué tan cerca había estado y qué tan estúpido había sido para no notarlo? Cada movimiento mío, cada gesto, cada acto, todo estaba registrado ahí. Pasé las hojas hasta el final, más allá de la captura y reporte de daños, leí todo de corrido hasta la última línea. Tragué en seco. Miré el reloj en el muro delante de mí. 8:20 PM. Miré la línea en el reporte a pesar de saber que era imposible, él nunca se había girado a mirarme como para notarlo y yo no me había quitado las lentillas en todo el caso.

8:20 PM: El agente Noah Wilkes no debería avergonzarse de su heterocromía parcial.

—¿Le pasaste mi archivo? —pregunté enseguida—. ¿Allí aparece mi heterocromía?

—Solo le dije que mantuviera un ojo en ti y evitara que te hicieras matar por ser apresurado y no prudente —respondió Truman y se puso de pie—. Regresa a la escuela, Noah. Estudia, presta más atención en clase, gradúate. Que esto te sirva de lección.

—¿Algo más o ya estoy libre? —pregunté y Truman tiró un paquete sobre la mesa.

—Vino junto al reporte, supongo que es un regalo por tu primera misión cumplida.

Esperé a que partiera antes de lanzarme sobre el paquete, mis manos desesperadas por rasgar su envoltorio de periódico. ¿Un regalo? Ligero, no hueco, un libro que mi desesperación por descubrir logró que doblara parte de la tapa. Genial, otra cosa que tocaba y arruinada sin siquiera darle una oportunidad. Miré con confusión el ejemplar de El deber y la inquietud, de Paul Eluard. Mi propia edición de Las flores del mal, de Baudelaire, se sintió un poco traicionada al saber que había otra obra en mis manos. Y en la primera página, una simple frase escrita con una letra mucho más legible que la mía:

Quizás sea tiempo de que intentes con algo un poco más alegre para leer

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