||Prologo||

A Suguru casi se le escapa un graznido de asombro cuando ve ese adorable bebe comenzando a robarse el protagonismo de la video llamada.

-- Pero mira que sorpresa -- habla entre risas -- Hola pequeño, ¿Cómo te llamas?

Él bebe miraba divertido a la persona con apariencia de zorro, según su cabeza infantil, queriendo tocarlo con sus pequeños manos, pero solo lograba tocar el frio aparato.

-- Se llama Ryota -- Satoru toma a su bebe para ponerlo a su lado -- es mi hijo.

Hubiera escupido su bebida, pero el parecido era demasiado claro... además de esos ojos dorados.

-- Ay santo dios -- soltó de manera dramática -- hasta que sentaste cabeza -- rio encantado con el niño que seguía queriendo tocar su rostro a través de la ventana -- es tan bonito para ser tuyo -- volvió a bromear -- Y dime, ¿Quién fue el desafortunado? ¿Algún conocido o alguien que conociste allá?

El pelinegro noto que, sin querer, su última broma, no fue para nada del gusto del albino cuando esa mirada que hasta hace unos segundos resplandecían al ver a su hijo, se oscurecieron de golpe.

-- Es mi hijo... -- murmuro con la voz pesada -- solo... mío...

Odio, eso era lo que reflejaba su mirada, esos bonitos zafiros se habían transformado en un mar oscuro que se tragaría a cualquier barco que zarpara, así de peligroso se había vuelto.

¿Por qué? ¿Qué tanto había pasado? ¿Qué tanto daño le hizo ese desconocido para dejarlo así de marcado?

-- Eres tan hermoso... pero, sobre todo, mío~ -- gruño esa voz tan sexy en su oreja, volviendo a empujar en su interior.

-- A-Ah~! -- y el no tardo en gemir como respuesta -- ¡Y-Yuu...! ¡Yuuji~...! ¡Más...! ¡P-Por favor... más...!

Lo ama, ama tanto a Yuuji y está seguro que el alfa lo ama también, tanto que lo respetaba para no marcarlo hasta que se casaran.

-- T-Te amo... Yuuji... -- le dijo mientras apresaba la cadera del alfa con sus piernas.

No recibió respuesta más que un nuevo chupetón, pero no le importo, confiaba en el amor que el alfa le demostraba cuando hacían el amor.

Su alfa, tan cariñoso y adulador, el que siempre llegaba con postres y regalos, el que siempre lo consentía, el que le juro que no importaba la diferencia de edad entre los dos, su amor era lo que prevalecía.

Aun cuando su condición como omega recesivo significaría un problema a la hora de tener cachorros, eso no detuvo su amor.

Y ahora con seguridad podía decir que su amor crecería mucho más ahora que tenía entre sus manos una prueba de embarazo positivo... algo que había considerado casi imposible.

-- Un bebe... -- murmuraba mientras su mano acariciaba su vientre plano -- de Yuuji y mío... ¡Oh Dios! ¡Yuuji y yo...! ¡Seremos papás!

Sus ilusiones comenzaron a elevarse hasta las nubes, un bebe es algo con lo había deseado desde hace varias lunas, algo que finalmente se le cumplió y no podía ser que con nadie más que su amado alfa.

Yuuji... cierto, ¿Cómo se tomaría la noticia?

¿Se desmayaría? ¿Lloraría de alegría? No, de seguro su alfa lo abrazaría, lo elevaría por el cielo mientras le gritaba sus planes para casarse lo más pronto posible.

Sí, eso era lo más probable.

Estaba tan feliz e ilusionado, esperaba que su querido regresara del viaje de negocios que había hecho con algunos miembros de su familia.

''No sabes las ansias que tengo de verte, tengo una sorpresa para ti''

Ese mensaje se lo mando, recibiendo un corazón como única respuesta, no le importo, seguramente su alfa estaba ocupado con algo de la empresa que heredaría.

Su familia, cierto que aún no se presentan formalmente, espera que su hijo sea bien aceptado por los padres del pelirosa, aunque, de algún lado el alfa tuvo que haber sacado el ser tan maravilloso, así que esa preocupación también lo dejo de lado.

-- Muero por contarle a tu padre que estas en camino bebe -- le habla una tarde que estaba sentado en el sofá, sobando su vientre con el mayor de los cariños -- muero por ver su carita de felicidad.

Pobre omega enamorado... si supiera que la sorpresa se lo llevaría otro.

Su alfa había vuelto, lo supo por la fecha en la que el pelirosa dijo que sería su regreso a Estados Unidos.

Cuando le mandó un mensaje, felicitándolo por el buen viaje y escribiendo su deseo de verlo... por alguna razón su mensaje fue dejado en visto.

Era extraño, pero no le dio importancia, creyó que era por el cansancio que debe tener el alfa después de un viaje tan largo.

¿Dónde le dijo que había ido? Japón, si no mal recuerda, curiosamente era su país natal.

Tal vez después del nacimiento de su bebe haga una visita a la tierra que le vio nacer, Suguru pegaría el grito al cielo cuando lo viera con un bebe, pero ¿Qué importa? Shoko seguro lo amara.

Continuaba en sus pensamientos mientras se dirigía al departamento del alfa, con una bonita caja de regalo donde estaba la prueba positiva que se había tomado y una bonita ropita de bebe.

-- Falta poco bebe, tú papa sabrá que estas en camino -- pensó emocionado mientras le pagaba al taxi.

El resto del camino fue bastante rápido, el ascensor lo llevo en los últimos pisos, a paso un poco apresurado fue hasta la puerta del departamento de su alfa, al mismo tiempo que uno de los vecinos de piso lo reconoció.

-- Ese es... -- pensó, por un momento quiso detenerlo, pero luego detuvo su mano -- bueno, en realidad no es mi problema, será mejor para ese omega que vea la verdad por sus propios ojos.

La contraseña fue fácil de recordar, entrando tanto apresurado como emocionado, pero al momento de quitarse los zapatos, vio dos pares de zapatos.

Uno los reconoció al instante, eran las zapatillas de Yuuji, pero esos zapatos Brogue... eran de otro hombre.

De repente le costó respirar por un momento, pero quiso negarse a esa vista, ¿Yuuji estaría con su hermano? ¿O se trataría de su padre?

Era menos doloroso pensar eso, pero los sonidos que comenzó a escuchar al fondo del pasillo comenzaron a generarle ansiedad.

Reconocía muy bien este tipo de ambiente, los zapatos tirados, los sonidos de besos y gemidos suaves, el temblor del cuerpo por no querer avanzar.

-- No... -- susurro -- no Yuuji, el no sería capaz...

No cuando ahora tenía su cachorro.

Sus pasos fueron pausados, muy diferente a cuando llego, en su cabeza repitiéndose una y otra vez, ''Es tu imaginación'' ''No es real'' ''Yuuji es tu alfa''.

La boca se le lleno de bilis, pero lo trago, estaba tan cerca de abrir la puerta, pero el simple empujón de sus dedos fue suficiente para entreabrir una abertura.

Y cuanto deseo no haberlo hecho... porque así sus miedos no se hubieran confirmado.

Su alfa, el mismo que le había jurado amor eterno, el que dijo que la diferencia de edad o las complicaciones que pudiera tener el ser un omega recesivo... estaba teniendo sexo con otro omega que no era él, las feromonas que salía lo estaban mareando y ponían también mal a su bebe, ¿O quizás se trataba de su propio corazón roto?

De sus manos se resbala la caja que pensaba regalarle al alfa, el sonido saco a los amantes de su momento, dejando a la vista al albino quien ya para ese momento estaba llorando, aunque no sabía si por tristeza o por despecho.

-- ¿Satoru? -- pregunta el pelirosa, pero más que sorprendido, se oía molesto -- ¿Qué haces aquí?

Eso pareció llegar a un nervio dentro del albino.

-- ¿Qué hago aquí...? Quería celebrar por tu regreso... -- le respondió con voz monótona.

Su mirada giro un poco hacia el chico que se aferró al brazo del pelirosa ni bien fueron sorprendidos, piel blanca, bonito, delgado y por lo que indicaba ese aroma fuerte, un omega dominante.

-- Amo a Satoru, el ser un recesivo no tiene nada de importante.

Al parecer si era algo importante ahora en este presente.

Yuuji termina pidiéndole al chico si puede irse a lo que este, sorprendentemente, acepta de buena manera, aunque eso sí, no podía ser tan comprensivo como parece, porque antes de despedirse, no dudo en alzar su mano, supuestamente para acomodarse el cabello, en realidad era para mostrar un anillo dorado con un diamante incrustado en su dedo anular.

-- Me llamas más tarde.

Cuando el omega se fue, la mirada realmente molesta de Yuuji fue a parar en él.

-- No recuerdo haberte dicho que podías venir ahora, esta no es tu casa.

-- Esta casa era de mi alfa... y quería darle una sorpresa -- pensó más herido de lo que quería -- ¿Es enserio que aquí el que está siendo regañado soy yo?

Su armada de valor causo que el alfa lo viera escéptico.

-- Confié en ti Yuuji... dijiste... ¡Que no habría estas cosas entre nosotros! -- termino por explotar -- ¡Entonces por qué!

El pelirosa no le contesto de inmediato, fijándose bajo los pies del albino, la prueba de embarazo.

De repente su mirada se vuelve más agresiva.

-- Solo por esta vez no te pondré en tu lugar por haberme gritado, eres un omega recesivo, recuerda eso -- le dice con gran frialdad -- además, ¿Quién eres tú para reclamarme? Cuando claramente has hecho lo que muchos otros omegas no pudieron conseguir.

La sangre de Satoru se helo ante la clara indirecta.

-- ¿Estas insinuando...?

-- Desde aquí veo la prueba de embarazo -- corta -- y desde ya voy diciendo que ese que tienes creciendo no puede ser mío.

-- ¡¿Estas insinuando que me he acostado con otros?! ¡No soy tu! --se sintió tan ofendido por el mero hecho de ser visto como un cualquiera.

-- No nos hemos visto en un tiempo y mágicamente estas embarazado cuando todos saben que los omegas recesivos como tú difícilmente se embarazan, esa fue justamente la razón por la que te vi en primer lugar.

Un golpe demasiado bajo genero un enorme malestar en el omega recesivo, mientras el alfa se acercaba al omega, pisando con fuerza la prueba de embarazo, tomando un mechón de pelo blanco.

-- Lo único que hallaba bueno en ti es tu altura y el hecho de que naturalmente eres casi infértil, ¿Qué mejor amante que uno que no puede embarazarse? -- se mofa.

Satoru tiembla por la impotencia, las feromonas demasiado fuertes del alfa no le permitían golpearlo como tanto deseaba.

-- Olor casi inexistente, con demasiado musculo, hijo de unos padres incompetentes que perdieron su empresa por idiotas, mayor que yo por... ¿Cuánto era? ¿Cinco? ¿Seis años...? -- el pelirosa lo mira con falsa pena -- Debiste haberte dado cuenta desde el principio en lugar de ilusionarte en primer lugar, cuando mi madre me presento al omega que acabas de ver, fue un verdadero flechazo, esa es la clase de omega digno de tener mis cachorros, un omega dominante que me dará fuertes y lindos niños.

Nunca se había sentido más humillado, todo este tiempo Yuuji le había visto la cara.

-- ¿Solo un polvo...? ¿Es básicamente lo que fui para ti todo este tiempo?

-- Si, básicamente... me pareciste lindo esa vez que te vi trabajando, pero créeme, no pensé que llegarías a algo tan bajo como embarazarte para amarrarme.

¿Quién es este monstruo que tenía enfrente?

En el presente aún tenía demasiado arraigado la vergüenza y la rabia que sintió ese día, el alfa incluso había llegado a lanzarle un fajo de billetes como si fuera una prostituta.

-- Esto debería alcanzar para que te saques esa cosa, pero si decides tenerlo, no esperes que te dé ni una sola moneda.

Cuanto hubiera deseado quemar ese dinero, pero sabiendo todos los problemas que le llegarían encima tuvo que usarlo.

Renuncio a ese trabajo donde los dueños eran los padres de Yuuji, pero no alcanzo a hacerlo tan rápido cuando todos sus compañeros le dijeron del compromiso del ''señorito Yuuji'' con un hermoso omega.

Esa vez vómito, pero no por el embarazo, sino por el asco que ahora siente con solo recordar el alfa... para luego llorar por él.

Su cachorro deseaba la presencia de su padre, lo sabía por el vínculo que compartía cuando estaba en su barriga, pero no podría cumplirle nunca ese deseo y fue lo que más le dolió.

¿En serio estuvo mal haberse ilusionado?

¿Estuvo mal permitirse el amar y el desear ser amado?

¿Fue un error el pensar que su condición como omega recesivo no sería un problema?

Cuando se miraba al espejo, las palabras que le dijo Yuuji aquella vez siempre regresaban.

Se sentía feo, no era lo que uno esperaría de un omega y por eso nunca había sido cortejado... por eso se ilusiono con ese chico.

Ahora debía pagar por su ingenuidad, siendo un padre soltero y rechazado.

Las visitas al ginecólogo, ir con la nutricionista, ir a comprar la ropa para el bebé, ver de alguna manera decorar un pequeño espacio para el bebé, todo lo que debió hacerlo acompañado, lo hizo solo.

Incluso cuando una enfermera le pregunto por el padre del bebe, le contesto con un frio, ''No tiene''.

Esa es la única verdad, el papá no existe, solo existe un donador de esperma.

Cuando recibió a su pequeño retoño en brazos se enamoró, era tan lindo, tan inocente y sonriente.

-- Bienvenido al mundo... mi amado Ryota.

El niño abrió sus ojitos, revelando el color dorado en estos... iguales a los de esa persona.

Volvió a llorar esa noche, pero por su hijo, imaginándose lo que pasaría en unos años cuando se diera cuenta que no tenían los mismos ojos.

''¿Por qué no tengo los ojos de papá?''

Se mordió el labio al pensar que en un futuro tendría que enfrentarse a esas preguntas y a un posible resentimiento por no tener un papá.

-- P-Perdón... perdóname Ryota... por haber tenido que nacer con solo un papá.

La vida no sería fácil, en realidad nunca lo fue para él, pero debe seguir luchando, aun si su corazón seguía doliendo por alguien que no lo merecía, debía ser fuerte por su hijo... solo su hijo.

-- Ryota... tu papi te ama, no olvides eso -- le susurro a su bebe quien dormía profundamente -- te amo... 

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