Capítulo 22





La oscuridad reinaba en cada piedra, cada diminuto granito de tierra, en cada insecto que caminaba cerca de sus cuerpos.

La energía que sus meras extremidades podían contener, ya no estaban con ellos, los habían abandonado hacia mucho tiempo ya.

Tirados en el duro suelo era lo que les tocaba vivir si querían ser "libres". Ahí, en medio de la nada, intentaba darse calor mutuo ante la matadora helada de la noche, que trabajo más imposible. Sus dientes podían oírse titirear desde metros alejados, y aquel debilitado cuerpo casi sin energía, gastaba sus últimas reservas en moverse de forma involuntaria en un temblor para buscar calor.

Thomas, que resistía en frío lo más que podía, despertó debido a algo que lo molestaba, algo brillaba y no dejaba que sus ojos descansarán tranquilos. Poco a poco sus párpados dejaron ver los hermosos ojos que tenía, permitiendo así, descubrir qué era lo que tanto lo molestaba.

El cielo oscuro se mantenía despejado, dejando disfrutar una vista envidiable, sin embargo, no lograba ver el motivo de su disgusto, miró unos segundos más el cielo, y luego, lentamente, giró su vista hacia lo que el rabillo de su ojo podía apreciar y clasificar como molesto.

A lo lejos unas pequeñas bolitas brillosas se veían, algo borrosas debido a la lejanía. Thomas, en cambio, supo de inmediato lo que era.

-- ¡Chicos! -- comenzó a llamar a el grupo algo desesperado -- ¡Levanténse!, ¡Encontré algo! -- despacio y sin prisa, los ojos de los demás se iban abriendo con pesadez.

-- otra vez -- se escuchó el susurro de Winston, que más bien fue una queja de su parte.

-- ¡Despierten!, ¡Hay luces! -- ante sus palabras, los muchachos se levantaron casi de un salto para comprobar sus palabras.

Grandes sonrisas afloraron en sus rostros al verlas, sin duda alguna, todo esfuerzo y sacrificio que habían echo, valía totalmente la pena.

Un viento repentino caló en sus espaldas, las luces que de pronto se asomaban a sus espaldas los empezaron a asustar, y claro, el súbito sonido de los truenos en el aire, hizo que los nervios crecieran considerables, más aún cuando grandes rayos impactaron fuertemente en el duro suelo, despedazando los bloques que formaban el piso.

-- ¡Corran! -- gritó desesperado.

Recogieron sus cosas lo más que sus adoloridos y destrozados cuerpos podían, y se colgaron las mochilas en la espalda.

Lo primordial fue darles especial atención a los dos pequeños que corrían lo más que podían. Sam fue cargado por Newt, que además sostenía fuerte la mano de Chuck al no poder cargarlo, corriendo a las luces provocadas por electricidad.

Entre más se acercaban, más podían reconocer un edificio en condiciones aceptables, con varios y abandonados coches en su cercanía.

Sarten tomó la delantera lanzándose de lleno a una puerta que se dejaba ver en la estructura. El cerrojo cedió ante el impacto y peso dando paso directo al interior.

El cocinero entró y se mantuvo en la puerta esperando a los demás.

-- ¡Vamos, vamos! -- alentaba cuando se acercaban más y más.

Los rayos impactaba con más frecuencia en el suelo, y pronto, caían sobre los abandonados, destruidos y quemados autos que servían como una especie de defensa.

Aris, que iba de segunda, justo detras de Sarten, entró al edificio y cargó a Sam en sus brazos cuando vio a Newt llegar agotado por el recorrido.

-- ¡Vamos Minho! -- el asiático corría de último. Algo curioso considerando que era el mejor corredor.

Miraba hacia arriba viendo como el antes despejado cielo, ahora era cubierto por gruesas nubes obscuras que se iluminaban por culpa de los rayos.

Uno de esos cayó detrás de él levantando gruesos trozos de piedra. Sintió como caían en su espalda uno que otro pedazo que lo lastimaron e hicieron más lento debido al dolor.

-- ¡Minho! -- el grito rasgado de Victoria se escuchó cuando, al pasar cerca de un auto, un rayo impactó justo encima de él llevándose de víctima al corredor, que cayó a varios metros del vehículo.

Los proyectiles causados por el rayo volaron a todas direcciones, en diferentes volúmenes y pesos.

La chica corrió con todas sus fuerzas para asistir a Minho que aún estaba tirado en el suelo. Pero Thomas había llegado antes y lo intentaba cargar inútilmente, ¡El asiático era realmente pesado!.

-- ¡Muévete, Thomas! -- ella misma se encargó de arrastrar a Minho hasta la cercanía de la puerta.

Solo luces, nubes y grandes tormentas de rayos.

Un pitido agudo y repetitivo estaba en los oídos de los que se encontraban afuera.

Y con un último jalón de Victoria, Minho entró completamente a el edificio alejados del tempestuoso clima.

Sarten cerró la puerta de forma fuerte y apresurada, con el corazón latiendo como loco. Volteó para presenciar una escena muy lamentable.

El asiático tenía muchas quemaduras en el cuerpo, expulsaba humo de sus prendas y su piel en algunos lugares sangraba.

-- ¡Minho, despierta! ¡Despierta! --la voz de Victoria quería partirse a la mitad, justo como una tabla que no resiste el peso de algo -- ¡Vamos idiota! ¡Despierta! -- una desesperación acompañado con un abrumable miedo crecieron en su interior, imágenes devastadoras atravesaron su mente -- ¡Porfavor... Despierta, Hermano! -- los ojos achinados y oscuros del asiático se abrieron de forma automática ante su grito.

Su rostro se mostraba confundido.
Todos lo veían fijamente esperando alguna reacción positiva.

-- oigan... ¿Qué pasó? -- interrogó confundido al no recordar nada.

-- te cayó un rayo, hermano -- exclamó Sarten con un deje de diversión.

-- ¿Enserio?... -- su rostro confuso pasó en segundos a sonriente -- eso está cool... ¡Agghh! --

-- ¡Deja de decir idioteces! -- le gritó Victoria después de propinarle un fuerte coscorrón.

-- ¿¡Por qué me pegas!? -- exclamó como niño pequeño.

-- ¡Por idiota!, ¡Al parecer nunca se te va a quitar! -- lo regañaba como una madre enojada.

-- ¡Lastimas mi bello corazón! --

-- ¡Pues eso es mejor a qué te mueras! -- le gritó por una última vez para levantarse y voltearse enojada, mirando la oscuridad del gran edificio.

Y entonces, Minho lo entendió. Una sonrisa débil y con una sombra de tristeza surcó su rostro. Ella, tenía miedo, miedo de perder a otro hermano más, pánico de que sucediera lo mismo que con Gally. Se aferraba a él como una forma de obtener alivio en su dolor, llamándolo hermano para tratar de olvidar que ya había perdido a uno.

-- lo siento... -- musitó tan bajo como pudo -- de hoy en adelante trataré de bajarle la intensidad a mi idiotez -- soltó después de tomar su mano para hacerla voltear.

Ella lo miró en silencio, tragándose sus palabras y guardando muy profundo las lágrimas que antes amenazaban con salir.

-- oigan, chicos -- llamó Aris con una graciosa y linda mueca de desagrado en su rostro -- ¿Qué es ese olor? -- interrogó disgustado. Interrumpiendo el bello momento que se había formado segundos antes con ambos corredores.

-- ¡Oh! Las linternas -- reaccionó Winston buscando en su mochila, acción que los demas repitieron.

En la oscuridad absoluta que no dejaba ver nada, comenzaron a escucharse sonidos extraños. Un par de cadenas golpeando o arrastrándose, y un escalofriante rasguño en el suelo, algo así como metal puntiagudo.

Al encender las pequeñas pero muy servibles linternas, se alumbraron de primera para revisar que estuvieran bien y completos.

Sarten...

Winston...

Aris...

Newt...

Sam...

Chuck...

Thomas...

Minho...

Victoria...

Y... Teresa.

Sí, estaban completos, sin ningún rasguño aparte de las quemaduras leves de el asiático.

El sonido de las cadenas se hizo más insistente, golpeando con más fuerza.
Entonces, al dirigir la luz a la aparente vacia y absoluta obscuridad, se encontraron con una escena que haría temblar a más de uno. Claramente, ellos estaban en ese grupo, que temblaria de miedo.

Justo enfrente, una de muchas manos que intentaban alcanzarlos, mostraba sus garras alargadas. Por instinto, todos retrocedieron pegándose lo más que pudieron a la pared, pudiendo observar mejor el panorama.

Eran esas criaturas, aquellas de las que venían huyendo desde el desierto, tratando de evitarlos lo más que podían, y fueron a caer a un edificio lleno de ellos, en fin, la hipotenusa.

Gracias a las cadenas que los retenían, pudieron reparar en sus apariencias.

Sus ojos llorosos y sangrientos. Sus bocas llenas de un líquido oscuro y espeso. Su piel amarillenta con venas explotando.

Un escalofrío surcó la espalda de los pequeños que tomaron la mano de la persona más cercana a ellos, pero no era para menos, y para qué negarlo, los mayores se orinaban de miedo.

-- bonita vista ¿No? -- una luz iluminó un perfecto rectángulo en la pared del otro extremo, una puerta -- se ven de la mierda, vamos siganme -- la extraña voz se reveló como una chica, como de su edad, con cabello extremadamente corto y unos ojos oscuros hermosos.

Caminó entre todas aquellas criaturas como si nada, como si no sintiera miedo alguno. Cuando llegó frente a todos, les sonrió y con un movimiento de cabeza los invitó a pasar por ese estrecho pasillo de muerte.

-- ¿Van a venir o quieren quedarse con ellos? -- les preguntó al ver qué no la seguían, y aún la veían atónitos.

Las cadenas resonaron otras vez, como una alarma para despertar, y ahí fue cuando reaccionaron.

En fila india, unos atrás de otros, seguían a la chica con mucha cautela, procurando dejar a los pequeños en el medio.

-- no tengan miedo -- habló aquella chica de nuevo -- estos simios no les harán nada -- se refería a los hombres que poco a poco iban apareciendo en la nueva habitación lejos de los crancks encadenados -- ... Aún -- se le escapó un susurró imperceptible para los demás.

-- ¿Cuál es su nombre, señorita? -- una tierna y dulce voz se alzó entre ese tensó ambiente. La chica se detuvo y dio vuelta arrodillandose frente al niño, una cálida sonrisa se hacía presente en su rostr.

-- me llamo Brenda, ¿Cuál es su nombre, lindo caballero? --

-- me llamo Sam, es un gusto, señorita -- se presentó con una sonrisa alegre.

-- el gusto es mío, lindo caballero -- se levantó enérgica pero sin dejar su aura misteriosa. Le tendió la mano al niño, y éste la tomó sin dudarlo. Esa chica le caía bien.

Ignorando todas las miradas a su espalda. Sam caminaba entusiasmado, tomado de la mano de Brenda.

Llegaron a un despacho algo oscuro, había un escritorio justo en el centro, y a los lados se dejaban ver mesas llenas de papeles desordenados. Un hombre maldecía en voz baja, mientras batallaba con una radio.

-- ¿Solo yo tengo un mal presentimiento de esto? --

-- escuchemos lo que tiene que decir --
La chica de cabello corto se dejó caer en un sillón que estaba cerca, todavía tomando la mano del pequeño rubio

Victoria observaba todo muy cautellosa, una gran alarma sonaba en su interior, "peligro", eso gritaba su mente.

-- ¡Demonios!... ¿Alguna vez han sentido que todo está en contra suya? -- habló dejando de lado lo que hacía antes -- tres preguntas; ¿Quiénes son ustedes? -- comenzó las preguntas con un rostro cargado de seriedad -- ¿A que han llegado aquí?, ¿Qué gano yo? --

-- solo entramos porque huiamos de la tormenta, eso es todo, nos iremos sin ningún problema. Eso es lo último que queremos -- se alzó Thomas defendiendo al grupo

-- bueno... Eso ya lo sabía -- le contestó, confundiendo a algunos -- desde mi oficina se puede ver perfectamente el panorama por el que atravesaron, ese asiático es duro de roer -- agregó con una sonrisa retorcida.

Lo había visto todo. Ese pensamiento surcó la mente de los muchachos. Los vió correr del peligro latente, ahora entendían por que Brenda no tardo relativamente nada en salir a recibirlos.

-- mi amigo le agradece -- continuó hablando el castaño -- pero debemos irnos ahora, tenemos un lugar al que llegar... Buscamos el brazo derecho --

Los hombres a sus espaldas rieron mucho, como si de una mera broma se tratara.

-- persiguen un fantasma entonces. Y hablas mucho -- dijo Jorge -- pero no has contestado mi pregunta. ¿Quiénes son ustedes? -- repitió está vez en tono amenazante.

-- sólo queremos irnos --

el hombre lo pensó y solo bastó con un gesto de cabeza para que Brenda se levantará del sillón

-- ¡Espera! -- Thomas fue tomado a la fuerza, obligado a arrodillarse por unos sujetos.

Lo mismo hicieron con Víctoria.

-- ¿¡Por qué le hacen eso!? -- exclamó furioso Winston, al ver como pasaban una máquina pequeña por su cuello.

-- necesitamos una chica para confirmar algo, la otra no se ve muy interesante como esta -- la chica de cabello corto, sonreía amable, ocultando su burla hacia Teresa.
El morocho al contrario de todo lo que se debe hacer en cuestiones serías, aguantó lo más que pudo una carcajada, que hizo inflar sus mejillas y tapar su boca con una mano.

Sin duda, Winston me representa en momentos serios e importantes.

Pero volviendo a la sometida.

Brenda se levantó del suelo pues estaba de rodillas.
La diminuta máquina en su mano vibraba mucho.

-- al parecer son fugitivos -- exclamó mientras le pasaba el aparato al hombre moreno que se hacía llamar Jorge, un especie de líder y regidor en ese amplio edificio

-- muy importantes... -- dijo Jorge, mirando la pantallita con una foto de Thomas con su información -- ...Y peligrosos -- soltó, está vez mirando fijamente a Victoria después de leer las grandes letras rojas en la escasa información que tenían.

Propiedad de C.R.U.E.L
Sujeto fuera de control; en extremo peligroso.

Acompañado de una foto de ella.

Que curioso. Pensaba en sus adentros Jorge. La chica no se veía amenazante ni "en extremo peligrosa". Pero, la fuerza que aplicaba en contra de sus hombres, su expresión disgustada y llena de enojo en el rostro, lo hacía dudar de sus pensamientos.
Ella es interesante. Pensó una última vez.

-- lo siento, hermanos, pero están fichados, por ende, son válidos... llevenlos abajo... -- ordenó a los hombres detrás del grupo de adolescentes -- pero déjenme a estás adorables criaturas aquí -- volvió a hablar dirigiéndose hacia los dos niños en la habitación dándoles una sonrisa

Cuando los muchachos quisieron lanzarse para evitarlo, muchos hombres los tomaron de los hombros jalandolos hacia atrás en un movimiento brusco, terminaron sintiendo un fuerte golpe en sus nucas para perder toda iluminación en su vista.

Fueron arrastrados siendo sacados de la oficina. Los niños veían aterrados la escena, quisieron levantarse a ayudar lo, muy poco, que pudieran, pero la mano de Brenda, de nuevo, los tenía entre sus brazos.

-- ¿Qué harás, Jorge? -- lo observó interrogante, en el fondo, con una chispa de miedo por lo que pudiera hacerle a los pequeños.

-- solo nos divertiremos, ¿Verdad, criaturitas? -- Brenda lo miraba fijamente, esperando que Jorge no realizará ninguna estupidez -- no pongas esa cara, ve con los intrusos e interrogalos -- le restó importancia.
-- no hagas nada de lo que te arrepientas después -- fue lo último que dijo antes de irse.

-- jamás lo haría -- susurró en completa seriedad.


















( . . . )




















-- ¿Están cómodos ahí? -- Brenda hablaba con burla al ver el cabello de la pelinegra caer tapando su rostro.

-- creo que voy a vomitar -- dijo Winston con voz graciosa.

-- tú me agradas -- se refería al morocho -- tú también -- volteó la vista a Victoria, que la veía fijamente, su cabello sujeto en un chongo alto le permitia ver con claridad

-- ¿Dónde están mis hijos? -- comenzó a hablar Victoria, ignorando el ligero dolor de cabeza que atravezaba su cuerpo.

-- ellos están bien -- le contestó sin mucho rodeo -- por los que deberían preocuparse es por ustedes... ¿Quiénes son? --

-- ya se los dijimos, escapamos de C.R.U.E.L, ¿Qué más quieres saber? -- contestó Teresa con una voz fastidiada.

-- no mencionaron que escaparon de C.R.U.E.L -- se defendió ante su tono de voz -- pero aún así, no responden a mi pregunta. ¿Quiénes son? --

-- ¿¡Que quieres decir!? -- Thomas habló más alterado que nadie, no podía soportar estar atrapado, mucho menos todas esas preguntas que lo enojaban.

-- Quiénes son ustedes, quiénes son la personas que tengo enfrente, no sus antecedentes o lo fugitivos que son como para que la mayor empresa del destruido mundo los persiga --

-- yo soy Victoria, desperté asustada y sin recordar nada en el laberinto "A", descubrí que tenia un hijo, y por todas las cosas que pasamos, conseguí uno más en el camino -- comenzó a hablar -- era corredora y tenía un hermano mayor, que ahora está muerto, huimos de C.R.U.E.L hace un par de noches buscando un lugar seguro. Toda esta es mi familia, así que si te atreves a tocarla, desearás no haberlo echo -- sus ojos eran fríos, como un bloque de hielo inderretile.

-- al parecer, alguien por fin entendió -- se alejó del borde de dónde estaba -- ella ya me dijo todo lo que necesitaba saber --

-- ¡Espera! -- gritó Thomas -- ¿¡Que nos harás!? --

-- eso lo decidirá Jorge, yo no tengo la última desición -- se alejó por completo perdiéndose en la oscuridad.

-- oigan... -- Winston volvió a hablar -- lo de hace rato... Si tengo ganas de vomitar -- con sus dos manos tapaba su boca lo más que podía -- ¡Bajenme de aquí! -- lloriqueó.
Las cadenas que sujetaban su piernas sonaron entre si, jugueteando entre ellas.

Estaban colgados, de cabeza, sobre un gran agujero del que no parecía tener un final cercano.

¿¡Cómo rayos saldrían de ese lugar!?































( . . . )

-- ¡Jorge! -- Brenda corrió espantada sobre el hombre.

Observó el panorama, sus ojos desencajados del miedo, muchos papeles tirados en el suelo.

-- ¿Qué hiciste, Jorge -- habló sacudiendolo.
-- shhh -- una mano tapó su boca. Brenda se alteró un momento pero después vio a Jorge mirando para muchos lados.

-- ¿Qué haces? -- le susurró alarmada.

-- esos diablitos son bárbaros -- habló ocultándose más detrás del sillón.

-- ¿De qué rayos hablas?, explícame --

Jorge alzó su dedo índice, pidiendo silencio. Se levantó despacio, llendo hacia atrás de su escritorio. Sus pasos eran lentos y pausados, se asomó con delicadeza por uno de los lados del escritorio y luego saltó enérgico
-- ¡Aquí están, diablillos! --

Las risas explotaron entre los tres.

Brenda veía como Jorge reía con los dos niños. Ellos... ¿Estaban jugando, de verdad?.

-- ¿Estaban... -- el hombre la interrumpió a media pregunta.

-- jugábamos a las escondidas... Tú ya no quieres hacerlo -- se lamentó -- recuerdo que te encantaba cuando eras una niña, pero ahora, te avergüenza siquiera recordarlo -- terminó tratando de aparentar naturalidad

-- Jorge... -- empezó Brenda.

-- ¿Que te dijeron los intrusos? -- cambió rápidamente de tema.

-- me amenazaron. La chica -- dijo, también olvidando la conversación anterior.

-- ¿Cuál de las dos?, ¿la que se veía peligrosa o la que estaba temblando como un conejo? --

-- tú sabes cual. Me dijo que si tocabamos a su familia lo lamentaremos -- repitió sus palabras -- pero veo que no tenemos que preocuparnos, juegas con sus hijos como si nada. Cómo si no los tuvieras colgados sobre un gran agujero oscuro --

-- ¿Mamá está bien? -- preguntó Chuck preocupado, tomando la mano de Sam.

-- más que bien -- le sonrió cariñosa -- pero tienes que hablar con ellos -- Brenda le contó lo poco y mucho que Victoria le había revelado, el hombre moreno escuchó atento todo lo que decía, muy interesante para él, por cierto.

-- yo me encargaré de ellos. Tú encárgate de esos diablillos -- señaló divertido a Sam y Chuck que ahora tenían una especie de lucha entre ellos. El más grande siempre procurando no ser tan brusco con el más pequeño -- son una ternura ¿No crees? --
-- lo son -- aceptó sonriente.

Jorge caminó enérgico por un pasillo que lo conducía a dónde tenía atrapados a el grupo.

Tenía muchas cosas que preguntarles, otras más por decirles y más por confesarles

Ellos no tardarían en llegar... Debía apurarse.

Casi apunto de llegar a la habitación abierta en donde tenía colgados a los muchachos, escuchó una conversación muy graciosa.

-- "escuchemos lo que tiene que decir", que estúpido plan, Thomas --

-- ¡Minho! -- lo regañaron.

-- creo que puedo alcanzar la cuerda -- mencionó el castaño ignorando las quejas de el asiático.

-- ¿Les gusta la vista? -- jorge caminaba despacio, después de haber decidido poñr fin entrar a la habitación.

-- ¿Dónde están mis hijos? -- saltó de primera Victoria, alterada y como una fiera.
-- no te dirijas con ese tono hacia mi -- le advirtió -- Y respondiendo tu pregunta, digamos que son unos diablillos incontrolables -- terminó para sonreir falsamente

-- si les haces algo yo... --

-- no les haré nada... No soy como C.R.U.E.L... yo no lastimaría a dos inocentes que no saben nada del mundo -- atacó sin remedio.

-- ¿Qué es lo que quieres? -- interrogó Sarten. Disipando el ambiente tenso que había

-- muy bien, este es el asunto. Mis hombres quieren venderlos a C.R.U.E.L la vida les ha enseñado a no ser ambiciosos, me parece que igual a ustedes --

-- ¿Es la sangre en mi cabeza o este shank está soltando estupideces? -- volvió a hablar Minho, recibiendo un manotazos apenas sentible de Victoria .

-- cuéntame más sobre el brazo derecho -- empezó el interrogatorio.

-- dijiste que eran fantasmas -- salvó Newt.

-- resulta que creo en fantasmas. Más si los escucho hablar por la radio -- se acercó lentamente a la orilla, tomando una palanca que se extendía hasta el piso -- Si me dicen lo que saben tal vez podamos hacer un trato --

-- no sabemos mucho -- bramó Thomas. Jorge jaló de la palanca haciéndolos caer de golpe unos cuantos centímetros más cerca de hoyo -- ¡De acuerdo, está bien!, se esconden en las montañas y atacaron a C.R.U.E.L, han recatado a muchos niños. Eso es todo, no más -- Thomas soltaba lo que podía recordar por el nerviosismo que tenía.

-- no es suficiente. Lo que me ofreces no me convence -- la seriedad del hombre y su mano aún más aferrada a la palanca hicieron levantar sus vellos de sus cuerpos.

-- oye Jorge -- un hombre fuerte y musculoso llegó a la habitación -- ¿Que está pasando aquí? -- preguntó confundido por la escena.

-- es sólo un pequeño interrogatorio, no te preocupes --

-- bueno... Venía a decirte que había mucho ruido en tu oficina, no se si haya algún problema --

El moreno sonrió algo nostálgico.
-- no los hay, ve sin preocupaciones, hermano -- palmeó su hombro con algo de fuerza

-- ¿Que harás con ellos? -- soltó perspicaz antes de irse.

-- los enviaremos de vuelta a donde pertenecen. Paciencia --

-- ¡Esperen! ¿¡No van a ayudarnos!? --

-- agradezcan nuestra obra, hijos. En este mundo no hay mucha gente como nosotros hoy en día --
Los hombres se fueron dejándolos solos.

-- menuda mierda -- resopló cansada Victoria.

Thomas comenzó a mecerse, cada vez tomando más impulso.
-- ¿Qué haces, larcho? -- interrogó Winston aburrido.

-- intento alcanzar la cuerda --

-- ¿Otra vez? -- soltó Victoria -- espera un momento -- una idea surcó su mente, como un rayo de esperanza. Justo el que necesitaban ahora -- ¡Minho! -- lo llamó apurada -- empujame, y yo empujare a Teresa, ella es la más cercana a la cuerda y por consiguiente, a la palanca --

-- ¿Qué? -- el asiático no entendía nada

-- ¡Que me empujes, idiota! -- gritó algo enojada.

-- ¿Yo qué tengo que hacer? -- habló algo temerosa la otra chica.

-- te empujare, y tú intentarás tomar la cuerda y sujetarse de esa baranda, ¿Entendiste? -- la de ojos azules asintió no muy segura -- bien, aquí vamos -- primer intento: fallido. Era muy difícil empujar un peso igual al tuyo.

Segundo intento: fallido

-- ¡Más fuerte, Minho! -- exigió.
El chico la empujó con la mayor fuerza que podía poner

Teresa logró tomar la cuerda, se sostení fuerte de la barandilla.

-- ¡Bien! -- celebraron felices de haberlo logrado. La pelinegra se desató las cadenas de los tobillos y camino un poco adolorda a la palanca.

-- ¡Vamos Teresa, desatanos! -- pedí Thomas con una sonrisa.

Sonrisa que se borró al escuchar sonidos fuertes, aire siendo cortado por grandes hélices a toda velocidad. Luces apuntando hacia ningún lugar en concreto

-- buenas noches -- escucharon -- somos de Catástrofe y Ruina Universal: Experimento Letal. Tenemos su unidad completamente rodeada. involuntariamente se encuentran en posición de C.R.U.E.L . Devuelvanlos intactos y lo consideraremos como un malentendido. Si oponen resistencia cada uno de ustedes morirá. El virus de la llamarada acabará pronto con el resto de nosotros, la esperanza de una cura está en sus manos. La desición, es suya -- los malditos fueron tan hipócritas para saludar con un “buenas noches”.

Definitivamente estaban jodidos.











































Me tardé demasiado en publicar este capítulo, pero con la escuela, con un concurso próximo que se acerca no pudo dejar descansar el cuerpo, porque solo quiero dormir cuando llego a mi casa

Pero bueno. Nuevo capitulo, nuevos personajes, nuevos problemas, que circulo vicioso

Preguntas o dudas:

¿Qué creen que pase el próximo capítulo?

Nos vemos en la siguiente actualización




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