Capitulo 18
-- está vista es buena... ¡Ah! -- gritó de dolor al sentir una patada en el rostro.
-- ¡Minho! -- le regañó Victoria que iba enfrente del asiático, responsable de la patada.
-- ¿Qué? --
-- ¿Qué rayos significa ese comentario? -- ahora habló Newt que iba atrás del coreano.
-- ¿No puedo alagar los bellos atributos de mi hermana o que? -- se defendió.
-- claro que no si lo haces de esa manera, idiota -- le contestó brusco.
-- no sigas haciendo esos comentarios porque voy a golpearte cuando salgamos de aquí -- lo amenazó algo enojada.
Este era el caso, se encontraban en el ducto por el que Thomas y Aris habían salido aterrados, después de la fatídica noticia la cual trataba sobre la verdadera identidad de las personas que los “ayudaron”.
Aris iba encabezando el recorrido, después seguía Thomas, Winston, Sarten y los pequeños a los que se habían propuesto proteger con su vida. Le seguían Victoria y después Minho, atrás del asiático Newt.
Y la pequeña discusión contra el corredor se desató por el comentario indebido de Minho, dejando a un Newt algo celoso. Desde que sucedió lo del comedor, en donde su chica robó múltiples suspiros, miradas e incluso corazones, sus celos se desataron, pero solo un poco, después de todo ella era suya, solo de él. Y él era de ella, completamente suyo.
-- ¡Busquenlos! -- fue un grito que escucharon seguido de pasos apresurados, eso hizo que guardaran silencio intentando no descubrieran donde se escondían y escapaban. La chica miró a su pequeño regordete que se encontraba al frente.
Continuaron con su recorrido después de ya no escuchar pisadas, dejando todo en silencio. En una de las tantas vueltas que dieron, la luz iluminó la cara de Aris, volviendo sus ojos aún más claros de lo que ya eran, dándole un encantador brillo a su rostro. Al final del pasillo pudo ver una rejilla, cosa que lo alegró formando una sonrisa en su rostro, mostrando su no tan prefecta dentadura, que era un poco chueca.
-- es por aquí. Vamos -- les susurró.
El chico de de cabello rubio oscuro abrió la rejilla dejando ver un pasillo largo. El silencio que se había formado fue cortado por sus respiraciones agitadas y el desenfreno por salir de ahí.
Él fue el primero en salir para darles luz verde, haciéndose a un lado para dejarlos abandonar la ventilación.
-- ¡Vayan! -- dijo Aris después de que todos salieron -- yo tengo algo que hacer --.
-- ¿De que hablas? --
-- créeme, es importante, queremos salir de aquí ¿No?, entonces váyanse --
-- ¡Yo voy con él! -- avisó Winston entrando de nuevo al ducto.
-- espero que vuelvas, maldito -- lo amenazó Victoria. No se creía capaz de perder a alguien más.
-- ¡Vamos, vamos! --
Thomas caminaba de forma acelerada seguido de los demás, Sam y Chuck se encontraban asustados caminando en medio de todos. Sam sostenía fuerte su cerdito.
-- ¿Podemos confiar en él? -- cuestionó Minho refiriéndose a Aris. Y tenía mucha razón, el chico entró sospechosamente a su habitación cuando todos dormían y convenció a Thomas de seguirle, si no hubiera sigo por Victoria que despertó y lo siguió, seguramente el castaño aún seguiría en los ductos, perdido por no poner atención a su entorno.
-- sin él, definitivamente no te imaginas en la situación en la que estaríamos -- habló Thomas en tono serio, ya le debía mucho al chico de chamarra y grandes ojeras. Gracias a él, su “familia” estaba intentando escapar del destino cruel, que colgaba a los muchachos inconcientes en aquellas máquinas.
Un silencio repentino se formó mientras sus corazones palpitaban desenfrenados. La doctora que había entregado esos cuerpos a la habitación de la otra noche se encontraba frente suyo con una mano en la boca. Dejando de lado esa expresión sus ojos oscuros les miraron con reproche.
-- ¿Ustedes que hacen afuera? -- les interrogó más nadie contestó. Una alarma comenzó a sonar dando una idea a la doctora del por qué no estaban en sus dormitorios. Logrando que los mirara con aún más reproche, como una madre enojada.
-- llevenos con Teresa -- le pidió, o más bien, ordenó el castaño.
-- ¿Qué? -- se sorprendió algo asustada. Tomaron sus brazos, obligándola a caminar -- no les diré nada -- alegó arraigada.
-- oh, claro que nos dirá -- la muchacha de shorts lanzó manotazos a los brazos de los chicos que sostenían a la doctora, ahora tomándola ella con fuerza y brusquedad, no tenía tiempo ni paciencia para juegos -- ¿Por donde? -- habló, caminando, siendo seguida por todos.
-- no te lo diré -- seguía racea a decirlo.
-- ahora -- habló amenazante logrando asustarla al ver esos ojos brillar de enojo. No es que quisiera salvar a Teresa, de echo, esa chica nunca le causó confianza, un extraño instinto se despertaba cuando estaba cerca.
-- izquierda -- soltó por fin -- sigan el pasillo derecho hasta el final, luego izquierda, derecha, derecha, izquierda y al fondo encontraran una puerta, ahí se encuentra su amiga -- amiga. mala palabra para dirigirse a ella, la chica de ojos azules no era considerada ni siquiera una persona cercana, incluso el guardia que zarandeo a Thomas le caía mejor. Apretó el agarre del brazo de la doctora, enojada, no había pasado desapercibido la acción de intentar confundirla al hablar tan rápido, y el intento de soltarse de su mano. Sonrió, siguiendo el camino que le había dicho, sin dudar, asustando a la doctora al ver su plan fallar, y esque no sabía, que le estaba hablando a una de las mejores corredoras que el laberinto A, pudo haber tenido.
Mente fría y calculadora, perspicaz en situaciones de este tipo, pero claro, mantenía esa esencia humana, aquellos sentimientos que le hacían acelerar el corazón de terror, o de amor.
( . . . )
La luz blanca abarcaba cada ángulo de la habitación, haciéndola parecer fría y lujumbre.
-- ¿En donde estamos? -- habló el morocho, después de haber caído del techo, producto de colarse por los ductos.
-- he estado más tiempo que tú aquí -- empezó -- es por eso que sé que la tarjeta que tiene Thomas no servirá para abrir cualquier puerta que dé directo al exterior, por eso necesitamos ésto -- señaló una pila de papeles que se encontraba en un escritorio -- tenemos que encontrar los códigos de las puertas. Ayudame -- le pidió, empezando a lanzar las hojas que no le servían.
El morocho caminó lentamente hasta ahí, abrumado por la cantidad de papel, jamás, o al menos, no recordaba, haber visto semejante cantidad. Se quedó parado en medio de la lluvia de pliegos blancos que caían lentamente a su alrededor.
-- lo mío es cortar carne ¿Sabías? -- susurró en un pequeño quejido. Continuó buscando cualquier vestigio de aquello que estaban buscando.
Y ahí, entre todos los documentos que poco le importaban, encontró unos que llamaron especialmente su atención -- ¿Qué demonios? -- volvió a susurrar incrédulo por lo que veía.
Tomó una carpeta en específico, entre unas tantas que había. Laberinto A. Eso decía en su portada. Recordó entonces cuando los trajeron a ese lugar en helicóptero, el día que salieron de su laberinto, cuando Gally les apuntó con el arma, cuando murió a causa del asiático. Cuando fuera, en lo alto del cielo, el laberinto del que escaparon se mostró en todo su –poco– esplendor. La letra “A”, grabada en uno de sus grandes muros exteriores.
Abrió pausadamente su cubierta, está era de un color crema muy bajo, y extrañamente su textura estaba lejos de lo que pensaba. Terminó de abrirla. Diferente a lo que imaginó, se encontró con una foto de su amigo, Thomas, junto a una de él en pequeño. Extrañado, continuó dando vuelta a las hojas. Teresa. Gally, Alby. Todos amigos y personas que conocía del área. Llegó al punto de encontrarse a él mismo entre todas esas fichas.
El pilar.
Así lo llamaban en la hoja. Era extraño, pero siguió husmeando entre los documentos, curioso por saber que más contenía.
Encontró a su amiga, su mejor amiga, acompañada de una foto de ella en pequeña, le pareció extremadamente adorable, claro que, en sus ojos se podía ver qué te rompería una pierna si quisiera.
Soltó una risita burlona al leer un poco de su información.
-- entonces eso viene desde antes -- se habló, al llegar a la parte en la que decía “ofende o maldice sin razón alguna, es una forma de sobrellevar la situación”. Dió otra ojeada a el texto frente sus ojos -- oh, esto lo tiene que saber Sarten -- su tono malicioso llegó, cuando al curiosear de más, encontró una frase en letras diferentes, más pintadas, subrayadas incluso. “su atracción hacia el sujeto A5 es considerada una de sus debilidades. El muchacho Newt es capaz de conseguir lo que un penitente no hace, alterar su cuerpo de forma inimaginable, se conoce que el fenómeno es correspondido entre ambos” . Su máxima oportunidad para avergonzar a esa chica que se consideraba de sus mejores amistades, estaba justamente en sus manos.
-- ¿Terminaste de curiosear? -- interrumpió la voz de Aris, junto en el momento en que leía lo que más había llamado su atención.
Decia palabras inentendibles para su corto conocimiento del mundo a partir de su perdida de memoria. La palabra inmune se repetía constantemente. Por supuesto, él no sabía lo que significaba.
-- ¿Tú terminaste de buscar lo que queremos? -- se defendió y atacó en un intento por distraerlo de sus actos chismosos.
-- vamos, los encontré -- caminaron de vuelta a el ducto, tomando una silla para subir más fácil. Acción que fue interrumpido sin siquiera haber tocado esa silla por un grupo de guardias entrando armados.
Se formó un silencio, pequeño y corto. Ambos, grupo de guardias, dupla de muchachos, se miraron en breves segundos, inmóviles.
-- ¡Corre! -- se gritaron rompiendo el silencio. Tomaron caminos juntos saliendo por la primera puerta que vieron. abandonado cualquier intento por querer subir a la ventilación. Pero también abandonando la oportunidad de tomar los documentos que el carnicero quería llevar.
Escaparon siendo Winston guiado por Aris, que parecía saberse el camino, o tan solo huía al ver más guardias al final del pasillo... La última era la más segura.
-- por aquí -- le dijo al ver luz al final, para él era señal de no encontrarse con personas indeseadas. Al llegar al final, su monólogo era correcto, el área de soldadura, por la que habían atravesado el primer día, se dejaba ver entre la poco y casi nula luz de las bombillas.
Enfocaron en su visión la puerta por la que no solo el grupo del carnicero, si no también la del chico de chamarra pasaron a adentrarse en las instalaciones de C.R.U.E.L., la luz que traspasaba por los rectángulos de vidrio en la parte de arriba de ella, era la responsable de la mayoría de la iluminación en la sala enorme.
-- apúrate -- le pidió Winston nervioso al escuchar ruidos bruscos del otro lado, imaginado lo peor.
Aris, por otro lado, trataba de mantener la calma sacando el papel con los códigos. Los ingresaba inseguro de saber cuál era cual, ya que había dos. Suponía que uno para esa puerta que intentaban abrir y otra para la exterior que daba directamente al desierto.
El foquito rojo en la pantallita cambió a verde al presionar el botón “enter”, levantándose la puerta hacia arriba, algo así como un garaje.
La iluminación se intencifico poco a poco, dejando respirar tranquilos a el grupo que estaba del otro lado.
Era su oportunidad para escapar.
( . . . )
En su largo recorrido para acercarse a Teresa, el grupo tuvo algunas complicaciones.
El sonido de las balas fue el detonante para que sus corazones acelerados comenzarán a galopar como locos. Se agacharon buscando por dónde escapar, dando vuelta en una esquina de los tantos pasillos que había.
-- ¡Regresen aquí, mocosos! -- varios pasos acelerados se escucharon entre el eco.
Minho y Victoria, necios a dejar pasar ese peligro potencial, regresaron sobre sus pasos, dudando un poco de su decisión. Una mirada entre ambos fue lo suficiente para, después de soltar un grito, se lanzaran contra los dos guardias armados que se dirigían hacia ellos en el pasillo contrario.
-- ¡Chicos, vuelvan! --
Ella, Victoria, usó su mayor velocidad gracias a sus shorts, siendo la primera en lanzarse de lleno contra uno de los hombres. Distrayendo al otro que miró con algo de miedo la fatídica patada que logró, de forma rápida e instantánea mandar a su compañero a un estado de inconciencia. Así facilitando el trabajo de Minho que embistió contra su cuerpo violentamente mandándolo a dormir con los peces.
Al ver su obra maestra, sonrieron con conformidad y chocaron sus manos extendidas. Apresurandose a tomar lo que llacia al lado de los guardias inconcientes. Dos armas, de un color oscuro acompañada de una correa.
-- esto nos servirá -- dijeron alzando las armas.
-- ustedes están locos -- dijo Thomas, siendo el menos indicado para hablar de locuras. Eso lo sabía Víctoria.
-- muevance. Esta doctora y yo tenemos un asunto pendiente. Vamos -- la volvió a tomar del brazo ahora apuntándole, la mujer sintió la sangre helarse, así caminando más rápido y con más nervios.
Habían llegado a la habitación que la doctora les indicó. Parecido a un consultorio pequeño, se encontraba habitado por al menos cinco personas más.
Thomas gritó pidiendo la ubicación de Teresa con desesperación. Los doctores, claramente confundidos y aterrados al estarles apuntando con armas, optaron por mover su mirada hacia una camilla que era oculta entre sábanas.
El chico corrió hacia ahí con desespero, intentaba despertar a la chica de ojos azules mientras los demás ataban a los doctores, que para ese entonces, se encontraban hincados.
Newt apretó con fuerza la soga en las manos de los hombres y mujeres. Por un leve segundo miró hacia atrás, contemplando el rostro de su pareja. Ella se aseguraba de que sus hijos estuvieran bien pero no dejaba de apuntar con su arma. Le sacó una sonrisa embelesada, que duró muy poco cuando escucharon gritos del otro lado de una puerta.
-- hay que admitir que no fuimos los más disimulados -- habló Sarten sintiendo un sudor frío caer por su frente. Eran muchos guardias, todos armados. Tenían miedo.
Minho de forma apresurada, volcó una especie de mesa impidiendo el paso y la apertura de entrada. Por entre el rectángulo de vidrio de la puerta, pudieron ver cómo por más que golpeaban no lograban ingresar, sin embargo, no se rindieron pues los golpes comenzaban a ser más consiente y violentos.
-- ¡Newt, ayudame! -- pidió Thomas.
Intentó con una de las sillas de la habitación romper una gran ventanilla sin éxito. Pero al intentarlo ambos, Newt y Thomas, con un golpe fue suficiente para que el cristal cediera y cayera en mil pedazos.
-- ¡Vamos! -- se apresuraron a saltarla, teniendo especial cuidado con los bordes, que aún contenían parte de la cristalería rota.
Thomas fue el primero en pasar, después de haber puesto una sábana en el ventanal para ayudar a Teresa a cruzar, pues la muchacha se encontraba descalza. Seguido de ella se apresuraron a atravesar a los pequeños niños que miraban aterrados lo que pasaba a su alrededor.
Newt cruzó ágilmente después de Sarten y se giró a ver cómo los dos muchachos que quedaban, seguían apuntando a la puerta.
-- ¡Victoria! ¡Minho! --
Los chicos giraron para correr hacia el ventanal, Minho siendo ayudado por Thomas que tomó el arma y Victoria, ayudada por el rubio. La corredora sujetó su nuca bruscamente y le plantó un beso en los labios, como agradecimiento. Dejando al afortunado Newt en las nubes por unos segundos.
El asiático observó ese gesto con una mirada aburrida y después miró a Thomas burlesco.
-- ¿También quieres tu besito de agradecimiento? -- les dijo levantando los labios, formando un lindo piquito.
-- idiota... -- susurró el castaño para echarse a correr junto a los demás. Pronto, él tomó la delantera del grupo guiando su recorrido. Cuando giró el pestillo de una puerta, de imprevisto, un hombre apareció del otro lado haciendo que se detuvieran al chocar con Thomas.
Un segundo bastó para que reaccionarán he intentarán usar sus armas, siendo Thomas el ganador –que usó el arma que robó a Minho– y dejando a un guardia agonizando en el suelo al recibir la descarga eléctrica.
Lo observaron con pena al ver su cuerpo retorcerse por los espasmos a causa del proyectil.
Pero, ahí, justo al final del pasillo que atravesaron en el intento de escapar, tenían un nuevo problema.
-- ¡No se puede! -- gritó Teresa pasando la tarjeta que Thomas le había dado con anterioridad.
-- ¿Qué... -- por más que el castaño pasaba la identificación en su mano por el pequeño aparato éste no cedía -- no, no, no... ¡No! --
La desesperación comenzaba a volver a rodearlos, y el silencio que se formó en las instalaciones les pareció alarmante.
El sosiego se vió cortado por una voz. Una maldita y desagradable voz.
-- no lo intentes, Thomas -- se dirigió hacia el chico. Allí, al final del pasillo, Janson se encontraba con un grupo considerable de hombres armados.
-- abre la puerta, Janson -- Thomas ahora caminaba lentamente hacia él, apuntándole.
-- no sabes de lo que hablas -- Janson levantó las manos por encima de los hombros indefenso, más su rostro mostraba algo. Burla.
-- ¡Abrela ahora! --
-- escúchame; solo intento ayudarlos -- comenzó asegurandose de que lo escucharan -- el laberinto es una cosa, pero no sobrevivirán un día allá afuera en el desierto. Si el calor no los mata lo haran los crancks y nadie quiere eso, ¿Verdad?. Nadie quiere a los pequeños e inocentes niños muertos por su culpa -- su mirada recorrió a todo el grupo, vió a Sam y Chuck con perversión y se detuvo en la corredora. Haciendo lo mismo que con Thomas, la veía con burla.
-- si, déjame adivinar -- respondió el castaño -- porque C.R.U.E.L es bueno, ¿Me equivoco? --
Janson bajó las manos con una mirada rara.
-- no cruzarán esa puerta -- terminó para verlos con un brillo en los ojos. Maldad. Odio. Crueldad.
Un escalofrío recorrió la espalda de Victoria y observó al hombre con rabia, sintiendo espasmos en su cuerpo a causa de la contención de emociones. Quería lanzarse hacia él y asesinarlo ahí mismo.
Pero, un sonido a sus espaldas llamó su atención. La puerta que habían intentado abrir se levantaba dejando ver dos pares de piernas del otro lado.
-- hola, chicos -- saludó de lo más normal Aris con una hoja en la mano.
-- hola -- le secundó Winston, dejando de lado todo el nerviosismo que lo había atravesado hace unos momentos.
-- ¡Tío! -- gritó Sam, aliviado de tener al carnicero ahí. Se lanzó a él, siendo cargado de inmediato.
El grupo huyó saliendo del pasillo y entrando a la zona de soldadura.
-- ¡Thomas! -- lo llamó a gritos Victoria al verlo aún a mitad de pasillo, todavía apuntando a Janson.
-- ¡Vamos, Thomas! -- le rogaron para que regresara con ellos.
El castaño los vió y con una mirada cargada de rabia, disparó hacia el grupo de guardias, enfadado, avanzando con cada disparo. Janson se ocultó entre los escudos de los hombres que lo acompañaban, con miedo a salir lastimado. Cobarde.
-- ¡Muévete, imbécil! -- le volvió a gritar la corredora.
Thomas lanzó el arma como último recurso para hacerles daño, agarrándose a correr hacia su grupo de amigos. De familia.
Janson salió detras de los guardias y comenzó a correr persiguiendo al castaño, gritando algo a su comunicador de la muñeca.
La puerta empezó a bajar y cerrarse. Aris intentaba detenerla antes de que dejaran encerrado a Thomas adentro.
Usando sus dotes de corredor, corrió lo más veloz que pudo. Pero quedaba un espacio muy reducido entre la puerta y el suelo, no llegaría a tiempo. Y entonces. Recordó aquella vez en el laberinto, donde corrieron toda la noche de penitentes salvajes con deseos de asesinar.
Se dejó caer en el suelo, deslizándose por entre la ranura que quedaba. Recordando cuando la corredora amablemente vació viceras de penitente en todo su cuerpo. Sin duda un momento que marcó su vida.
Sintió manos en su torso, brazos y espalda.
Sus amigos lo ayudaban a levantarlo del suelo después de su asombrosa maniobra.
-- ¡Vámonos! -- ordenó Victoria.
Thomas miró a través de las ventanillas de la puerta, ya cerrada. Janson lo veía del otro lado con la mirada rebosante de locura. Recibió su dedo del medio por parte del muchacho, que aún respiraba agitado.
Eso estuvo cerca.
Un fuerte viento llamó su atención. La arena se levantaba velozmente calando en los ojos de todos.
Treparon las dunas de forma rápida teniendo especial cuidado en no resbalar y caer. Los pequeños se mantuvieron en el centro del grupo. Las palabras de Janson resonaban en la mente de los muchachos. No querían que dos inocentes niños murieran, no permitirían que dos miembros de su familia se fueran.
-- un poco más, vamos -- la voz de Thomas se escuchó por encima del sonido del desierto.
Aire. Arena. El calor sofocante a pesar de ser de noche. Adolescentes fugitivos. Motocicletas y hombres buscándolos entre la oscuridad. Mala combinación.
-- definitivamente estamos mejor aquí -- susurró Victoria al ver todo lo que hacía Janson por atraparlos, el hombre solo estaba parado en la entrada dando órdenes. Cobarde. Pensó para sus adentros.
Sin duda no se dejaría atrapar por una persona como él.
-- vamonos. Agachense -- lentamente retrocedieron ocultándose más entre la oscuridad, al ver cómo las motocicletas estaban aún más cerca de ellos.
Bajaron la duna, ahora con rapidez pero dificultad por los fuertes vientos.
Teresa, que se había mantenido al frente del grupo, bajó otra duna corriendo para detenerse en un hueco.
-- ¡Por aquí! -- les gritó.
-- ¡Espera, Teresa! -- y Thomas, como siempre la siguió, desesperado.
La chica de ojos azules había entrado a por el hueco, –que terminó siendo un centro comercial hundido entre la arena– seguido de todos.
-- ¿Qué es este lugar? -- habló Winston extrañado.
-- me da escalofríos -- informó Sarten.
-- no sean maricones -- les habló Victoria en tono burlón.
Sarten se sintió tremendamente ofendido. Y Winston, lejos de enojarse, se carcajeo al darse cuenta, que todo lo que alcanzó a leer en sus papeles era verdad.
La chica tenía miedo, es por eso que los insultaba, para sobrellevar la situación. Y eso, a Winston, le pareció un gesto totalmente lindo.
-- ahora sí, puedes explicarnos por qué nos trajiste aquí -- empezó Newt interrumpiendo la charla de los mejores amigos.
-- ya se los dije, ellos son C.R.U.E.L. . No nos salvaron, querían que creamos eso. Lo que querían era sedarnos y colgarnos en máquinas para sacarnos la cura a la fuerza --
-- ¿Cómo sabes todo eso? --
-- lo descubrimos cuando entramos a la habitación de la otra vez, donde vimos los cuerpos -- se dirigió a Victoria -- ahí encontré a Chuy -- miró al cerdito de Sam -- pero también vimos a Ava... --
-- espera, espera -- lo interrumpió Sarten -- ¿Hablamos de la mujer rubia que se disparó cuando salimos del laberinto? --
-- todo fue una farsa, lo más seguro. Pero ella está más viva que nunca --
-- bien, te creemos -- volvió a hablar Newt -- ¿Ahora qué? ¿Cuál es el plan? -- el rubio observó a Thomas esperando que hablara -- ¿Tienes un plan, verdad? -- dijo al ver qué el castaño no contestaba -- ¡Nos trajiste hasta acá y no tienes un plan! --
-- si, Janson mencionó algo sobre personas que luchaban contra ellos --
-- “El brazo derecho” -- aportó Aris.
-- eso. Una especie de resistencia, en las montañas -- trataba de defenderse.
-- las montañas... Montañeses, Thomas -- dijo serio, en ese momento, Newt no tenía cabeza para pensar claramente -- ¡Hiciste que saliéramos sin ningún plan al desierto! ¡Del que no sabemos nada! ¡Pusiste en riesgo a mi familia! ¡Y ahora dices que debemos confiar nuestras vidas en montañeses! -- le alegó.
-- ¡Entré en pánico! -- volvió a defenderse.
-- ¡Pudimos haber echo un pla... ! --
-- Si ya dejaron de lloriquear y echarse la culpa como niñas chillonas, es mejor que vengan a ver esto -- los interrumpió una voz femenina, llamando la atención de todos.
Victoria y Winston se encontraban en cuclillas con una linterna en la mano –que encontraron por ahí en el suelo– viendo marcas en la arena que entraba por el hueco.
-- ¿Qué encontraron? --
-- son huellas, no tienen mucho, tal vez un día. Alguien estuvo aquí -- dijo Winston.
O está. Pensó Victoria con rostro serio, tratando de ver a través de la oscuridad.
-- inspeccionamos el lugar y luego nos vamos, llevamos lo que los pueda servir. Listo -- sugirió Sarten.
-- separemonos --
-- cuando estás en un lugar desconocido la peor idea es separarse, Thomas -- le contestó Victoria.
-- es mejor así, vamos en equipos -- continuó con su idea, ignorando a la corredora -- el primero; Teresa, Sarten y Newt. El segundo; Victoria, Winston, Sam y Chuck. Y el tercero; Minho y yo.
Así no correremos peligro. Ustedes se quedan aquí y nosotros vamos a dar una vuelta para ver si es seguro dormir --
Se prepararon para irse después de encontrar varias linternas entre la basura del lugar.
-- no hagas cosas idiotas, Minho -- le advirtió Victoria.
-- idiota es mi segundo nombre, hermanita -- se quedó pensando un rato -- ¡Digo!, no espera, así no era --
-- vámonos Minho -- lo jaló Thomas.
La muchacha giró los ojos, suspirando derrotada, el asiático ni en momentos serios era serio.
Y una risita ahogada salió de su garganta, amaba a ese chico. Amaba a casa persona con la que había compartido momentos memorables.
Amaba a su hermano Gally, que aunque ya no estaba ahí con ella. Siempre la acompañaría en su corazón y memoria. Hubiera deseado que la vida no se lo arrebatará tan rápido y cruel como lo hizo. Sin embargo, las lágrimas se amontonaban, más no salían de sus ojos, algo se lo impedía. Tal vez un recuerdo estancado en las nieblas y penumbras de su mente.
He aquí el primer capítulo del año!!
Trataré de mejorar más mi escritura y redacción ya que de verdad quiero que les guste o recuerden está historia.
Y, agradecerles por esos 4K!!, ¿A tantas personas les interesó la historia?; eso me pregunto siempre y no puedo evitar emocionarme, así que nuevamente. Gracias.
El próximo capítulo tardará menos en ser publicado, ya tengo el borrador, pero no prometo nada.
Sin más me despido.
Adiós.
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