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Decir que Chan estaba nervioso estaba de más. Jeongin y Jungwon estaban a su lado, dándole algo de comodidad. Estaba agradecido de que su hijo estuviera en sus brazos charlando y tratando de distraerlo. Trató de concentrarse en las palabras de su hijo, respondiéndole con risa y entusiasmo, pero aun así piensa en la reunión. Y cuando su mente vagaba, su rodilla se movía a toda prisa.

Jeongin colocó su mano con la de Chan, que se movía junto con su rodilla.

—Chan, cálmate, amor —dijo suavemente.

Chan sintió que el calor irradiaba por el toque de Jeongin.

—Okey, Jeongin —respiró hondo—. Lo intentaré. Gracias.

—¿Papá? —Jungwon interfirió mirándolo.

Chan se rio entre dientes.

—¿Sí, bebé?

—¿Qué le dijo el oso polar al pingüino?

Chan trató de pensar en una respuesta.

—Mmm, no lo sé bebé. ¿Qué le dijo el oso polar al pingüino?

Jungwon soltó un gritito.

—Te ves bella en tu traje, mi pequeña amiga.

Chan se río de eso.

—¿Quién te dijo eso, bebé? —entonces Jeongin preguntó.

—Tío Changbin —Jungwon sonrió—. ¡El tío Changbin es increíble!

—Así que él...

—¿Señor Bang? —la señorita Hirai Momo, la secretaria, lo llamó—. La Dra. Amy lo verá ahora.

Chan abrazó a su hijo.

—Te amo, hijo —susurró.

Jungwon sonrió y le dio un rápido beso en la mejilla a Chan.

—Te quiero, papá. ¿Vas al médico ahora?

Chan se rio ante la pregunta de su hijo. Bueno, en verdad, era un hospital privado. Él sonrió y depositó un último beso en la frente de Jungwon.

—Sí, bebé. Deséame suerte.

Con eso, Chan le entregó Jungwon a Jeongin, quien solo asintió con la cabeza de manera alentadora.

—Estaremos aquí, Chan.

Chan sonrió e inconscientemente le dio un suave beso en los labios a Jeongin antes de levantarse y dirigirse hacia la sala de consejería de la Dra. Amy. No vio al Jeongin completamente aturdido y enrojecido que había dejado atrás.

La doctora lo miró desde su silla de cuero. Ella le sonrió, se puso de pie.

—Buenos días, señor Bang —saludó, ofreciéndole su mano para estrecharla.

Chan sonrió temblorosamente, estrechando la mano ofrecida.

—Buenos días, doctora.

Ella sonrió con un brillo de complicidad en sus ojos antes de hacer un gesto hacia el largo sofá de cuero opuesto al de ella.

—Por favor, siéntese, señor Bang. Sentirse cómodo.

Fue un completo silencio durante al menos un minuto. Chan nervioso jugueteaba con sus dedos, incapaz de mirar directamente a los ojos de la doctora Amy. Luego se aclaró la garganta.

—Gracias por atenderme hoy.

Amy sonrió.

—Bueno, Chan, estás aquí porque querías estarlo. Para darte un apoyo. ¿Ha sido fácil dar un paso tan grande hacia la curación?

Chan se rio ligeramente, rascándose el lóbulo de la oreja.

—Uhm, no, no, no fue fácil.

Ella asintió comprensivamente.

—Entonces, dime primero, ¿qué te hizo querer buscar asesoramiento hoy?

—Quiero mejorar —respondió Chan esperando que eso respondiera a su pregunta.

Amy lo miró con curiosidad.

—Dime, Chan. ¿Sientes que te vas a convertir en una mejor persona?

Chan tragó.

—No lo sé. Estoy tratando de serlo.

—¿Y de qué manera estás tratando de ser mejor? —preguntó la doctora.

—Estoy tratando de desarrollar mi relación con el hombre que amo, estoy tratando de ser el mejor padre que puedo para Jungwon. Estoy tratando de eliminar lo malo de mi vida, como mi viejo abusivo.

La mirada de Amy mostró curiosidad.

—Háblame de esa persona, Chan.

Jeongin miraba cada vez el reloj de la pared. Solo quedaban cinco minutos antes de que saliera Chan. Estaba nervioso por él. Sabía que Chan tenía que hablar con la doctora Amy sobre su doloroso pasado y que no iba a ser fácil. También tendrá muchas más sesiones de asesoramiento más adelante, que serán buenas para Chan.

—Papá, ¿estás bien? —Jungwon palmeó la mejilla de Jeongin.

El enfoque de Jeongin cambió a su dulce hijo.

—Por supuesto, bebé —besó la palma de Jungwon—. Lo siento, papá necesita un poco de tiempo —miró el dibujo en el que Jungwon había hecho mientras esperaba. Era un dibujo desaliñado de un hombre que llevaba una capa negra. En el pecho del hombre, un garabato estaba allí. El hombre estaba sonriendo. Jeongin tomó el dibujo y lo miró con curiosidad—. Bebé, ¿quién es este hombre?

—Es papá. Él es mi superhéroe.

El corazón de Jeongin latió con rapidez. Su hijo tenía buen corazón.

—Creo que esto es maravilloso, bebé. Tal vez podamos dárselo a papá para ponerlo en su nevera, ¿sí?

Jungwon sonrió.

—¡Ajá!

Justo cuando se abrió la puerta de la sala de consejería, salió Chan. A quien Jeongin notó que parecía una carga masiva. Se puso de pie y envolvió a Chan en sus brazos.

—Te amo, Chan —susurró.

—Te amo —escuchó a Chan decir antes de que se apartara con una sonrisa mirando cariñosamente a Jeongin, mientras él tocaba su mejilla repitiendo—. Te amo mucho, Jeongin.

Jeongin y Chan se sonrieron el uno al otro antes de que una pequeña voz viniera desde debajo de ellos.

—¡Hola, aquí abajo, papá!

Chan y Jeongin se rieron, incluyendo SonYong. Chan levantó a su bebé en sus brazos y le dio un beso en la mejilla.

—¿Cómo está mi bebé?

—Yo bien —Jungwon le entregó a Chan su dibujo—. Toma, papá. Este eres tú, mi superhéroe. Lo pones en el refrigerador, ¿oki?

Jeongin vio que los ojos de Chan se humedecían un poco. Sabía que lo que Jungwon había dicho había tocado el corazón del hombre. Observó a Chan mientras besaba la mejilla de su hijo.

—Me encanta, bebé. Definitivamente lo pondré en mi nevera.

Jungwon se limitó a sonreírle a su papá.

—Yo también te quiero, papá.

Chan abrazó a su bebé. Jeongin abrazó a su hijo por detrás, envolviendo sus brazos alrededor de Chan también para que Jungwon se colocara entre ellos. Apoyó la barbilla ligeramente sobre el hombro de Jungwon, mirando a los ojos a Chan.

—¿Estás bien?

Chan estudió la hermosa cara de ángel que tenía delante. Algo que Amy le dijo durante la sesión vino a la mente. Tienes que elegir un camino desde el momento en que salgas de esta habitación y construir sobre él, convertirlo en tu prioridad número uno y el resto caerá lentamente en su lugar.

—Sí, Jeongin. —respondió con determinación—. Mientras te tenga a ti y a Jungwon en mi vida. Estaré bien.

Los ojos de Jeongin fueron atraídos hacia los labios de Chan.

—¿Puedo darte mi palabra de que siempre estaremos aquí?

Chan tragó, con los ojos dirigidos hacia Jeongin humedeciéndose los labios con la lengua.

—Sí, Jeongin. Dame tu palabra.

—Mi palabra es mi beso —respondió Jeongin antes de depositar un suave beso en los labios de su compañero al escuchar un pequeño gemido que apenas era audible de Chan. Después de unos segundos más, Jeongin terminó el breve beso y retrocedió un paso de un Chan que ahora se sonrojaba.

Chan abrió lentamente los ojos y se formó una gran sonrisa torcida.

—Eso fue un millón de veces mejor de lo que imaginaba, ángel.

—No soy fácil, ¿verdad? —Jeongin le guiñó un ojo y se burló bromeando. Con eso añadió—: ¿Vamos a por un helado ahora?

—¡Helado y pastel de papá! —Jungwon que había estado callado de repente chilló

Chan y Jeongin se rieron.

—Claro, por qué no —respondió Jeongin.

Chan tomó su mano y caminó a su lado. Sus sueños finalmente se convirtieron en una realidad que siempre quiso. Una realidad por la que iba a luchar.

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