Capitulo 1: Una guerra de la que no hay escape

~Eirlys.


Caden nos atacó, se abalanzó sobre Chase haciendo que este cayera, tumbándome a mi también como consecuencia. Pude sentir todo el paso de Caden y Chase sobre mí, dejándome sin aire, nublando mis pensamientos. Tal fue así que no alcancé a ver qué estaba sucediendo.

—¡Caden, deténgase!—escuché, un grito de desesperación y de miedo que venía por tarde de mi amigo, mientras este forcejeaba con el profesor que nos atacaba y sentía su peso incrementarse sobre mí sacando la poca cantidad de aire que quedaba en mis pulmones—¡No me obligue a hacer esto!—amenazó con ímpetu.

No podía escuchar o ver nada de lo que sucedía, pero sin previo aviso me vi corriendo con dificultas tras Chase, quien me arrastraba tomando mi mano. En realidad creo que él era lo único me hacía moverme, porque yo no tenía la menor idea de lo que estaba sucediendo, ni porqué Chase corría, o porqué todos a nuestro alrededor habían entrado en pánico, gritando por el terror y corriendo en direcciones contrarias. La voz de mi mejor amigo la trajo de vuelta a la realidad de golpe.

—¡Allí!—exclamó dirigiendo la mirada hacia alguno de los salones y entrando en el mismo en ese instante halándome para que yo entrara también, cerrando la puerta con fuerza justo en el instante que mi cuerpo terminó de pasar por el umbral.

—¿¡Qué demonios es lo que sucede allá afuera!?—preguntó una irritante voz que podría reconocer a kilómetros. Apenas subí la mirada pude ver la oscura y frondosa cabellera de Bianca, quien tenía una expresión terrible, como si hubiera visto un fantasma, o al mismísimo satanás

—No tengo la menor idea—respondió Chase estupefacto, su mirada estaba perdida en quién sabe donde. Un golpe fuerte en la puerta, seguido de un terrible alarido fue lo que lo trajo de vuelta a la realidad—. Patrick ayúdame con la puerta—pidió el rubio, haciendo que me percatara del resto de los jóvenes presentes en aquel aula.

Vi primero cómo Patrik arrastraba una estantería junto a Chase para poder trancar la puerta. Los vi suspirar cansados debido al esfuerzo que habían hecho. Y luego suspiré notando que además de Bianca y Patrik, en la sala estaban Mell y Nelly, dos chicas mayores que Chase y yo, aunque sinceramente solo lo eran en edad.

—¿Cómo que no sabes? Debe ser una maldita broma ¿no? —volvió a preguntar Bianca, en serio habían veces en las que no podía soportarla, aunque claro que eso era la mayoría del tiempo.

—Eres una maldita idiota—mencioné lo suficientemente alto como para para que ella pudiera escucharme.

—¿¡Cómo me llamaste!? —espetó ella irritada, plantándose frente a mí de modo retador, aunque me dio igual, subí la mirada y solo la observé con disgusto, no me importaba para nada que fuera varios centímetros más alta que yo, sabía que ella jamás se atrevería a golpearme. Una sola vez lo hizo, por esa misma razón terminó con un ojo morado y bien hinchado.

—Dije que eras una maldita idiota, así que solo cierra la boca—respondí hablando sarcásticamente lento mientras mis orbes ocres se clavaban en su celeste mirada—. O yo haré que la cierres—amenacé notando el cambio en su mirada, no me importaba que ella fuese varios centímetros más alta que yo, me le planté en frente de modo amenazante y ella solo se resignó a hacer lo que decía, aunque por supuesto que no estaba para nada contenta y se notaba a leguas. Entonces, cuando me di la vuelta para ir con Chase nuevamente, mientras ella iba a bufar y a quejarse quién sabe dónde, sentí un fuerte dolor en la zona de mi tórax, me faltaba aire en los pulmones, y por un segundo corrió por mis pensamientos la idea de tener una costilla rota. Suspiré y pude ver a Chase y Patrik intercambiaron miradas, algo aliviados y se apartaron de la estantería que habían puesto frente a la puerta y luego suspiraban. Ambos tomaron distancia y Chase se acercó a mí con un rostro notoriamente preocupado.

—¿Estás bien? ¿No te pasó nada? —interrogó mientras tomaba mis brazos para examinarlos con cuidado en busca de heridas. Pude sentir cómo temblaba e imaginé cómo estaría el latido de su corazón

—Sí, estoy bien—respondí aun cuando ni yo misma podía estar segura de que esas palabras fueran ciertas—. Chase, Chase—llamé algo perdida en mis pensamientos— ¿qué sucedió allá afuera? —pregunté mirando directo a esos ojos grisáceos que me observaban con miedo.

—Caden me atacó, era como un animal salvaje que intentaba morderme, ya no era un humano, Eirlys, ya no era como una persona normal—respondió refrescando todo en su memoria—. La directora Marianne intentó ayudarme para quitármelo de encima, pero entonces él—pude notar cómo sus ojos se llenaban de lágrimas, y sus labios temblaran como si tuviese miedo de pronunciar lo siguiente que iba a decir—e-empezó a comérsela—por cómo hablaba se notaba que ni él mismo podía creerse lo que decía—. Y yo... yo no pude hacer nada para ayudarla, me acobardé y solo te agarré y huí.

Su voz se quebró y yo solo pude acercarme más a él y resguardarlo en un abrazo. No entendía muy bien lo que había sucedido, no sabía cómo imaginarlo si quiera, pero sabía qué, de alguna manera, él había salvado mi vida.

—¿Comerla dices? —preguntó Patrik volviendo hacia donde estábamos nosotros estando impactado por lo que había oído.

—S-si—respondió Chase mientras sus brazos rodeaban mi cuerpo, ocasionando que mi costilla doliera un poco, pero me daba igual si era por consolar a mi mejor amigo.

—Eirlys tú estuviste ahí cuando ocurrió ¿Puedes certificar que es verdad? —preguntó mirándome de una manera que realmente no me gustó, era una mirada llena de dudas, pero a la vez como si quisiera burlarse de lo que Chase estaba diciendo. 

—No—respondí mirandole a secas.

—Entonces ¿Cómo podemos saber que lo que dice él es cierto?—preguntó Bianca terminando con la poca paciencia que me quedaba, definitivamente terminaría matándola ese día si no cerraba la maldita boca de una sola vez. 

—A ver, pedazo de idiota ¿Qué tal si sales tú misma a confirmarlo? Por que yo no tendría ningún problema en que salieras y confirmaras en carne propia si es cierto—espeté con furia mientras seguía con Chase entre mis brazos.

Pude sentir cómo el miedo se apoderaba de Bianca al verme, ya era la segunda vez que la amenazaba ese día y lo siguiente ya no sería una amenaza, acabaría con ella de una vez por todas sin importarme nada más. Pero entonces Patrik simplemente explotó, se llevó las manos a la cabeza y empezó a gritar. 

—No... ¡Tiene que ser una broma! ¡Tiene que ser una maldita broma! ¡Esas mierdas son zombies! ¡Son malditos zombies! ¡Mi vida no puede acabar así!— él estaba totalmente alterado, asustado al igual que todos, pero se lo tomó de modo distinto a lo que los demás lo estábamos haciendo. Mell se acercó a él intentando calmarlo, ya que este empezaba a hiperventilarse y a ponerse pálido. Agradecí que aquella chica se preocupara por él, porque yo no tenía cabeza ni para eso en ese momento.

Me quedé un rato junto a Chase, Mell solo seguía calmando a Patrik, Bianca decía insultos en susurro mientras sostenía su celular entre sus manos, seguramente intentando comunicarse con su novio o con quién sabe quién. Pero Nelly se levantó y suspiró mientras se dirigía a la ventana. Se asomó por la misma, y no llevaba ni cinco segundos ahí cuando su rostro cambió por completo. Cubrió su boca con ambas manos y dio varios pasos hacia atrás mientras que las lágrimas salían de sus ojos. Me separé cuidadosamente de Chase y me acerqué a la ventana. Al asomarme pude ver el desastre que había afuera y que ignorábamos por completo encerrados en aquella poca protección que podíamos tener en aquella aula de clases.

—¡Chase, ven acá! —exclamé pasmada, sintiendo que mi respiración se volvía a agitar y debido a ello mi pecho volvía a doler extrañamente. Y mi grito no solo atrajo a mi mejor amigo, si no que a los demás también. Todos presenciaron el horror, muchos iguales a Caden, zombies, atacando estudiantes, maestros y transeúntes; habían choques de autos en las calles, gritos, llanto, y todo aquello solo conformaba el paisaje más horrible que habíamos visto hasta ese entonces.

—¡Ah, no puede ser! —exclamó Patrik cediendo a las lágrimas, y pude notar el motivo cuando miré en la dirección en la que él miraba. Noté que uno de los zombies estaba atacando a una chica, la conocía, era Marianne, su novia. Sentí lastima por ella y por él, ella estaba siendo devorada viva y él lo veía sin poder hacer nada.

Pero entonces fue cuando empecé a pensar en mi familia, en mi hermano menor, en mi padre y en mi hermana mayor. ¿Ellos estarían bien? ¿Dónde estaban? ¿Volvería a verlos de nuevo? Sentí mi cuerpo estremecerse, ellos no podían estar muertos, simplemente no podían estarlo, esto no podía estar sucediendo.

Saqué mi celular del bolsillo trasero de mi pantalón, notando que la pantalla estaba algo rota seguramente de cuando Caden nos atacó y Chase cayó sobre mí, aunque funcional, y yo no podía dejar de temblar. Marqué el número de Edward, mi hermano, pues era la opción más segura; papá nunca contestaba su teléfono y Jane tampoco contestaba cuando estaba en el trabajo. Cada repique se sentía doloroso, como si cada segundo pasara con extrema y desesperante lentitud ocasionando que sintiera una terrible opresión en el pecho. Si Edward no me contestaba esa maldita llamada sería el fin de todo, no podría seguir adelante si no sabía de mi hermano, si no sabía que estaba a salvo. 

Cuando por fin contestó pude sentir que mi corazón prácticamente se había detenido y un inmenso alivio recorría todo mi cuerpo. Su voz llamando mi nombre hizo que pudiera respirar de nuevo.

—¡Edward! Qué alivio saber que estás bien ¿Dónde estás? —pregunté hablando tan rápido que hasta tenía la duda de si me habría entendido bien.

—¡Eirlys! Yo, aún estoy en la escuela, nostienen en la cancha deportiva y trancaron la puerta, hay un chico con una pierna rota, no sé qué está pasando, se escuchan muchos gritos afuera y todos están muy confundidos—por su voz supe que se encontraba angustiado y preocupado y la verdad es que no sabía bien cómo calmarlo, en realidad yo también estaba aterrada por no poder simplemente meter la mano en la pantalla y sacarlo para que estuviera a mi lado. 

—Por favor escúchame, Edward, tienes que respirar profundo—intenté sonar lo más calmada y convincente que podía permitirme mi propio pánico—. Contéstame ¿Crees seguro donde estás? 

—N-no lo sé, eso creo pero—hizo una breve pausa—. Creo que nos están ocultando algo, s-solo nos encerraron aquí y no nos d-dijeron nada—pude oír claramente cómo su voz se quebraba y reventaba a llorar—. Eirlys estoy asustado ¿q-que debo hacer?—me preguntó angustiado y yo pude sentir cómo un nudo se formaba en mi garganta ¿qué se supone que debía contestar a eso? Solo intenté respirar  y calmarme para darle una buena respuesta. 

—Edward, calmate, solo tienes que quedarte donde estás y te prometo que voy a ir por ti apenas pueda ¿Vale? lo prometo—conseguí decirle con la voz más calmada que logré conseguir dentro de mí—. Sé que no vas a creer lo que te voy a decir pero es la verdad, afuera hay... Hay zombies, cariño... están atacando y matando a todo el que se cruce en su camino—. Edward no respondió nada, juraría que había quedado boquiabierto y confundido—. Sé que es difícil de creer pero es cierto... y necesito que, en caso de que ellos logren entrar a donde estás, corras lo más rápido que puedas e intentes esconderte. 

—E-está bien, lo haré—respondió con voz débil—. Lo prometo. Tú también debes cuidarte—me pidió con una voz que... parecía que yo fuese el único motivo por el cual se aferraría a la vida. 

—Lo haré, me cuidaré e iré a buscarte—aseguré sintiendo que rompería a llorar en cualquier segundo, no podía hacer absolutamente nada para proteger a Edward desde donde estaba, no podía hacer nada. Era la misma inútil de siempre—. Te amo, Edward.

—Yo también te amo—me respondió y entonces tranqué la llamada en contra de mi voluntad, sabía que tendría que ahorrar batería lo más que pudiera. 

Luego de colgar intenté comunicarme con Jane y con papá, pero no daba resultado, el tiempo iba a un paso extremadamente lento, como si quisiera burlarse de mí y ellos no respondían. Ni llamadas, mensajes de texto o whatsapp. Dejé varios correos de voz en sus móviles pero parecía que era algo estúpido que no daría resultado. Simplemente tenía que prepararme para lo peor. 

Sentí la mano de Chase posarse sobre mi hombro y no pude evitar voltear para abrazarlo y ocultarme en su pecho como una pequeña niña desconsolada. Los gritos que llegaban desde todas partes y aceleraban nuestro corazones fueron cesando conforme pasaban las horas, pero sabíamos que aquello no significaba que los zombies se hubieran ido o simplemente estuvieran desapareciendo, solo significaba que ya no quedaba nadie con vida y que estaban vagando por el campus sin rumbo alguno en espera de alguna pobre y descuidada victima a quien devorar. Sabiamos que no quedaba más nada que hacer a excepción de adaptarnos a la situación que teníamos entre manos e intentar prepararnos para sobrevivir lo más que pudiéramos; sin importar las objeciones de Bianca, Chase, Patrik y yo tomamos el mando sobre quienes, aparentemene, eran los únicos sobrevivientes en la universidad, ya que el resto estuvo de acuerdo en que sería lo más sabio. Chase era alguien fuerte y también muy listo, además que el haber cuidado a sus pequeñas hermanas gemelas que se la vivían pelando por los dulces y juguetes lo hacía apto para saber administrar los alimentos y recursos disponibles, por otro lado, Patrik era un chico que contaba con el don de la persuasión y, a pesar del ataque de pánico que había tenido, logró manejar la situación de manera calmada y ayudaba con el ejemplo. Por último estaba yo, quien según Chase, era ágil tanto física como mentalmente, además que sabía liderar un grupo y, por mis experiencias con Bianca, lograba ser intimidante a pesar de mi baja estatura y mi apariencia tranquila. 

Entre los tres nos encargamos de administrar la poca comida que teníamos, de los almuerzos que encontramos en algunas mochilas del salón, y lo mismo con respecto al agua, además que tuvimos que tomar una difícil decisión; y era la de escoger qué haríamos: esperar a la policía o el ejercito o simplemente tomar el asunto en nuestras manos y salir de ahí para buscar un lugar más seguro. 

Escogimos la primera opción, pero claro que sabiamos que era bastante arriesgado, no sabíamos si la policia de verdad iría a ese lugar solo por la simple corazonada de que aún quedarían sobrevivientes en dicho lugar, pero igual de descabellada era la idea de salir y enfrentarse a los zombies solo para probar suerte. La primera opción era la más acertada para elegir. 

El agua se acabó a los tres días y lo poco que había de comida le siguió el paso; los ánimos iban de mal en peor por los roces entre los presentes. Chase era quien lograba mantener la calma y también mantenerme relajada a pesar de las ganas que tenía a veces de lanzar  a Bianca por la ventana. La esperanza empezaba a querer irse de paseo para nunca volver. 

Aunque se sintió renovada cuando los militares llegaron una semana después de que comenzara todo el caos; anunciaron su llegada con múltiples disparos, gritos de ordenes que para nosotros eran más que confusas y un ruido estruendoso que simulaba ser explosiones pero que en realidad solo eran las puertas de los salones cuando eran derrumbadas por los militares. Cuando intentaron abrir la nuestra tuvimos que quitar las cosas que la tapaban. Entraron apuntandonos y nosotros solo pudimos gritar "No disparen" mientras alzabamos las manos. 

 —¡Avanzando, los llevaremos a un lugar seguro!—gritó uno de los hombres que entró a sacarnos, mientras que el otro hablaba a una radio diciendo cuantos de nosotros eramos. 

—Eirlys, ven, no te separes de mí—me dijo Chase mientras me tomaba de la mano, mi respiración estaba agitada pero sabía que podía confiar en mi mejor amigo. 

Nos sacaron del salón de clases sin ningún tipo de delicadeza y un olor asqueroso invadió mi nariz, era pudredunde de la peor, y lo único que podía verse eran multiples cadaveres sobre los cuales era difícil caminar, todos con disparos en el cuerpo y en la cabeza, sangre y pedazos de órganos desparramados por el suelo o en  las paredes. Claramente se escuchó como alguien se detuvo a vomitar, deduje que seguramente se trataría de Bianca y en ello no la culpaba, a mi también se me revolvió el estomago, la escena era terrible y aterradora; y la sola idea de que Edward, Jano o papá estuvieran en ese estado simplemente lograban que tuviera deseos de morir. 

—Metelos rápido—dijo uno de los militares a uno de sus compañeros que esperaban a la salida del campus con unas camionetas blindadas donde estaban otros chicos que estudiaban con nosotros en la misma universidad. El hombre a quien le habían hablado me tomó del brazo y me haló empujando a Chase—. Tu vienes para acá, estarás a salvo—me dijo. 

—N-no, no iré a ningún lado sin Chase—repliqué intentando soltarme de su agarre, pero aquel hombre era obviamente más fuerte que yo. 

—¡Eirlys, no!—escuché a Chase gritar pero al verle un militar lo tomó por la cintura y lo metió a otro auto a la fuerza. 

—¡Chase!—grité sintiendo que mis ojos se cristalizaban ante el pánico de que nos separaran. Pero el hombre que me halaba hizo lo mismo y me metió al auto blindado lanzandome y haciendo que me golpeara la cabeza con fuerza. Quedé mareada y sentí que todo se hacía oscuro, sentí como si fuera a desmayarse, pero recuperé el aliento y escuché las puertas de la camioneta cerrarse y mucho llanto. Todas las que ibamos dentro de la camioneta eramos chicas, todas se veían como muñecas cuya dueña había lanzado en la caja de juguetes después de jugar. 

Al detallar la camioneta vi que todo era bastante lujubre, los vidrios estaban completamente negros y no se veía el exterior. Solo me dediqué a acomodarme lo mejor que pude, aunque ibamos apretadas e incomodas. El camino fue largo y tortuoso, nadie decía nada y lo único que se escuchaba era el sonido del motor y el llanto de cada una de nosotras. No podía creer que me habían separado de Chase, no podía creer lo que estaba sucediendo y mucho menos podía imaginar lo que sucedería después. Todo era realmente confuso para mí. 

Al llegar y bajarnos de aquella mierda de camioneta nos vimos en un lugar bastante extraño, un militar que nos guió nos empezó a explicar que se trataba de una base militar abandonada que había sido rehabitada para acoger sobrevivientes de ese difícil, pero realmente no le estaba prestando mucha atención a lo que decía, miraba hacia todos lados viendo si la camioneta donde habían metido a Chase había llegado. Pero no tuve suerte.

Habían jóvenes y mayores, desde una pequeñita de tres años hasta una anciana que de seguro tendría más de ochenta años de edad. No había hombres a excepción de los militares y unos pocos niños de diez para abajo, y todo quedó claro cuando uno de los militares me explicó que el lugar donde estabamos era la base Kennedy, donde solo habían mujeres y niños, aunque me relajó al explicarme que mi amigo seguramente estaría en alguna de las otras bases, las que eran destinadas para los hombres. 

Muy pocos de los hombres uniformados al mando del lugar eran agradables y por su puesto que me hice amiga de un par de ellos para poder enterarme de lo que sucedía y no estar como una oveja más del rebaño. Eso no quitaba que las comidas y la hora del baño fueran una tortura, los oficiales al mando se hacían cargo de que así fuera, trataban con rudeza a todas e incluso había quienes golpeaban a quienes no se movían con la rapidez y eficacia que ellos exigían o a quienes se revelaban ante sus maltratos. La humanidad, sin lugar a dudas, estaba hecha un total caos, la poca que quedaba al menos, y los zombies solo se encargaban de exterminarla de a poco. 

—¡Sueltemente! ¡Sueltenme les digo! ¡N-no soy un peligro! ¡Sabes que puedo mejorar, Rog

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top