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Si le preguntan a Jungkook como se define una relación, su respuesta será confianza mutua. Si tiene que ser la suya, depende del momento en que le formulen la interrogante, porque si esta hubiera sido hace un año, armonía contestaría sin dudar.

Sin embargo, en la actualidad la palabra que acierta a su relación amorosa es incompleta.

Amor ni la menciona, porque es lo primero que debe existir para empezar un romance.

Romance que él tiene o bueno, tuvo, es difícil de explicar. Porque muchos definían lo que tenía como algo bárbaro, complicado y caótico.

Ahora ya no, solo lo miran con cara de pena o burla. No sabe cuál de las dos situaciones es peor.

Las preguntas sobre si estaba loco cesaron, hasta ya se había acostumbrado de ellas y ver las expresiones de sorpresa cuando su respuesta era tranquila y pausada, no cayendo en la trampa para exasperarse.

Las miradas extrañas, los murmullos y risas cuando salía con sus novios no amilanaban a Jungkook.

Porque cuando miraba sus sonrisas, entrelazando sus dedos e ignorando al resto y solo poniendo atención al menor, era más que suficiente para dejar de lado todo.

Porque Jungkook era capaz de soportar todo por el amor de sus novios.


Hoseok regresa.

Regresa luego de casi dos años fuera del país.

Por fin vuelve.

Jungkook no sabe si sentirse emocionado o triste, porque los nervios lo consumen por dentro.

Se entera cuando unos compañeros malintencionados le comentan que están organizando una cena de bienvenida para su Hyung.

Nada de eso pasa en realidad.

El ahora castaño oscuro sale del salón, esquivando a ciertos alumnos para poder avanzar a su próxima clase del otro lado del campus, cuando escucha unos murmullos —mentira, son gritos—que dicen que Jung está de vuelta.

Sus pies se detienen incapaces de continuar avanzando, escucha con atención y sus ojos miran directamente al grupo que habla distraídamente en la puerta. Estos le devuelven la mirada de manera altanera y esperan a cualquier reacción de Jungkook.

Quieren burlarse de él, y lo hacen, en su cara, todo por no poder olvidar a su ex.

Ordena a sus pies a seguir y a sus oídos cerrarse a las palabras necias y risas que empiezan a crecer cada vez. Su cerebro obliga a ignorar toda la sarta de tonterías que suelta el grupo para así evitar cualquier altercado que termine en puños y sangre.

Pelearse por algo que no vale la pena.

¿Hoseok no vale la pena?

No quiere responder a esa pregunta, porque en el fondo tiene miedo de sus propios pensamientos.

Llega a los baños más cercanos de ese edificio, encerrándose en uno con un golpe en la puerta. Cierra los ojos para poder ordenar su mente y da respiraciones profundas contando hasta diez.

Cuando siente que ha logrado calmarse, busca su celular. Sus dedos tiemblan un poco al empezar a teclear un mensaje.

Regresó.

No tiene que especificar de quién habla, porque del otro lado ya entiende el mensaje.

Yoongi lo sabe.

Lo lee de inmediato cuando le llega la notificación y no duda ni un segundo en llamarlo.

Tiene miedo, miedo de Jungkook.

Porque de los dos, el que sufrió más de su ruptura con Hoseok fue el menor. No es como si a Yoongi no le doliera, pero estaba consciente de las decisiones que tomaba su novio.

—Vamos cariño, cuenta conmigo —pide con voz dulce mientras apaga la computadora de su escritorio. —Ya voy saliendo.

—Yo estoy bien, Hyung —miente.

No quiere preocuparle porque lo conoce y sabe que es capaz de dejar todo tirado por ir corriendo a buscarlo.

Es lo que más quiere y su interior lo clama.

Así como en su momento también lo hizo Hoseok.

Sin importarle nada y solo en ir al rescate de uno de sus novios, de Jungkook.

El silencio se prolonga por unos segundos, que Yoongi usa para tomar sus cosas y poder escapar de su trabajo unos minutos antes de la hora.

Jungkook pregunta que desea cenar para así despejar la bruma que tiene en su cabeza, indicando que pasará por el supermercado comprando lo que falta.

—Yo te paso recogiendo —propone, despidiéndose de la recepcionista de la oficina con un simple movimiento de cabeza.

—¡Gracias Hyung! —exagera emoción, porque necesita convencerse de que no le afecta la noticia.

Agradece que su Hyung sea atento con él y no lo suelte en sus momentos más difíciles.

La sonrisa no se pierde de sus labios al sentirse tan afortunado por tener a ese hombre a su lado, amándolo y protegiéndolo.

Sale del baño, quedando en completo silencio y solo escuchando su respiración. Enjuaga su rostro para limpiar las lágrimas escurridas y traicioneras que salieron en su momento de debilidad.

Menos mal, ese día no lleva maquillaje, porque así puede observar con mayor detenimiento su reflejo en el espejo. Aquel joven triste y con el corazón roto de hace más de un año, no lo observa ahí, el acero colgando en su rostro lo hace ver rudo, con sus piercing a la altura de la ceja y el otro en la comisura de su boca.

Cada uno fue en un momento de rebeldía y tristeza.

Los múltiples tatuajes demuestran que tuvo una etapa complicada en su vida.

Dolieron, como el infierno, pero ni eso aplacó el dolor lacerante en su corazón. Sin embargo, Yoongi estuvo ahí, curando con paciencia y luego, besando cada uno con devoción.

Porque su corazón seguía precipitándose ante los recuerdos de su ex amor y lo feliz que en su momento fueron.

Decide romper aquella burbuja que le resultó difícil de escapar.

El tiempo que pasa en el baño es extenso y sería ridículo querer entrar e interrumpir al profesor en mitad de alguna explicación. Camina en automático hasta llegar a la cafetería frente al lago, que por cierto es la favorita de Hoseok.

Saluda y pide una bebida, aunque no tiene sed, lo hace.

Cuando es llamado para entregar su pedido, se percata de algo.

Sostiene en sus manos una bebida de frutos rojos.

Qué coincidencia que sea la misma que Hoseok solía pedir.

Sus ojos se empañan por la nostalgia, abriendo la herida nuevamente, aunque claramente nunca se ha cerrado por completo y hay momentos donde la carne está más seca y en otros, donde la sangre gotea.

Jungkook pensó que Hoseok no regresaría.

Eso fue lo que les dijo meses después de su partida.

Recordó cuando una tarde le reclamó por su tardanza en responder mensajes y su expresión monótona durante la videollamada. No es como si se pasaran insistiendo a cada hora por un poco de atención.

Por lo que esperaban en la noche para poder conversar, verse a la cara y sonreír como unos locos.

—Hyung, si mantienes esa actitud hasta cuando regreses, ya nos perderás —soltó en broma. —Pero como te queremos mucho, seremos benevolentes contigo y te permitiremos volver a conquistarnos —añadió serio, haciendo un esfuerzo tremendo por no reírse.

Esperaban que Hoseok se riera de su broma y del tono sarcástico que usó el menor.

—Escucha con atención Hoseok —añadió Yoongi, dándole la razón al menor. —Sería una pena que nosotros nos cansáramos de esperar.

El par había planeado hacerle una broma a su novio, para que este demuestre un poquito de desesperación y decidiera regresar pronto, al menos una semana antes.

No esperaban la respuesta dada por su novio.

—Entonces no se cansen esperando —respondió sin ánimo. —Porque ya no pienso regresar.

No se necesitó más palabras para causar dolor.

Yoongi que se hallaba delante de la pantalla, quedó sorprendido ante tan cruel declaración. Jungkook, que estaba sentado justo detrás del pálido, soltó un jadeo, quedando con la boca abierta y los ojos tristes.

El corazón de ambos se rompió en miles de pedazos.

La reacción del menor fue más impulsiva, gritando, alterado y cerrando la laptop de golpe.

Hoseok claramente pudo escuchar los gritos y llanto del menor un poco antes que se cortara la llamada.

Jungkook se rompió ante los ojos de Yoongi, que solo trataba de que se aferrara a su hombro.

Solo que el hombro que Jungkook eligió como soporte fue el alcohol.

Resultó ser un compañero muy fiel, silencioso y capaz de calmarle el dolor mientras se hallaba completamente borracho, pero cuando este se iba de su sistema, el dolor volvía con fuerza.

Las noches de llanto no cesaron, se alargaban hasta altas horas de la madrugada en la soledad de su habitación. Durante el día se mostraba taciturno, asustando por su actitud a Yoongi.

El pálido no lo soltó, en ningún momento, estaba ahí para él. No le reprochó ni reclamó nada cuando tenía que buscarlo a altas horas de la noche en algún bar borracho, cuando debía obligarlo a que coma después de varios días bebiendo o las veces que le insistía a que asista a clases y se ofrecía para ayudar en sus pendientes.

Ese semestre lo perdió y Jungkook no hizo ningún esfuerzo por salvarlo. Se dio por vencido tan rápido que Yoongi ya no sabía qué hacer. Todos esos meses de dolor pasaron como un borrón en la vida del menor, que no se percató del tiempo que llevaba así.

Hubiera seguido sumido en ese pozo profundo, de no ser por un pequeño detalle.

No era el único que estaba sufriendo.

No era el único con el corazón roto.

No era el único triste.

No

Y su comportamiento era muy egoísta.

Lo escuchó sollozar, en la sala de su cutre departamento, jadeos ahogados llenos de aflicción que se acumulaban en el ambiente, sintiendo el pesar y la angustia.

Esta vez fue el turno de Jungkook de ser el hombro y soporte para Yoongi.

Volviendo a ser uno solo y prometiendo no soltarse jamás.

Por eso cuando Yoongi pidió mudarse a su departamento, no lo dudó ni un segundo.

El corazón de Jungkook debía odiar a Hoseok, por todo el daño causado y las consecuencias de ello; sin embargo, no podía.

Porque era muy fácil decirlo, pero en su cabeza le daba miedo.

Es más, añoraba su regreso.

Confirmando que aún lo amaba.

O que Jungkook era muy estúpido, con cero autoestima y nulo amor propio.

Pero mejor creamos que era estúpido.

Esparce esa mancha de su pasado, mirando con atención el contenido de la bebida intacta. Prefiere dejarla sobre la mesa y no sostenerla ni beberla.

Debe tener cuidado, porque cualquier paso en falso, puede resultar fatal.

Y como un mensaje divino, su celular suena por una tonificación por parte de su ángel caído, Yoongi.

Su salida de la cafetería llama la atención, en sí, Jungkook es el centro de atención a donde vaya en la universidad. Porque quien en su sano juicio no perdería oportunidad en admirar al atractivo joven Jeon, novio del apuesto joven Min y a su vez, exnovio de Jung Hoseok.

Lo que muchas personas en realidad le tienen envidia y la reflejan con burlas y miradas indiscretas.

Revolviendo su cabello con una mano y con la otra su celular, se aleja cada vez más hasta llegar al estacionamiento donde Yoongi lo espera.

Y está afuera, apoyando la cadera en un lado del vehículo, con los brazos cruzados y mirando a los árboles. Lo siente llegar y lo mira con cautela, aunque use sus gafas oscuras, Jungkook sabe lo que está haciendo.

Se saludan brevemente subiendo al auto en silencio.

Jungkook no sabe qué decir, porque se siente como un adolescente pillado por la persona que le gusta, mirando a otra persona. Es ridículo, sí.

Su rodilla repara del peso de una mano ajena, estremeciéndose al contacto por encima de la ropa. Está quieta, se mantiene así unos segundos cuando el pulgar se mueve muy despacio, como si quisiera decirle que todo está bien.

Entonces Jungkook recuerda que no se han saludado correctamente.

Con un beso.

Antes era beso de tres.

Su corazón débil lo traiciona en los momentos menos oportunos.

Sin presentarle atención, inclina un poco su cuerpo para acercarse a su Hyung y poder besarlo.

El beso es suave, probando un poco de cada uno sin apuros, pasando a uno más entusiasta en un abrir y cerrar de ojos. Las manos de Jungkook viajan a la cintura de Yoongi, queriendo desprender lo que se interpone entre la tela y la virilidad del mayor.

Las compras quedan en el olvido, aunque lo propuso solo para distraer su mente, es lo menos importante en ese momento.

Yoongi está consciente de que la excitación es por la llegada de Hoseok, y no lo culpa. Él se halla en la misma situación y no lo disimula.

Ambos saben que les afecta el regreso de Hoseok.

Pero el mayor sabe ocultarlo mejor.

Y cuando se encuentran enredados en la cama, no puede sacar a Hoseok de su mente. Jungkook lo sabe, porque le pasa lo mismo, solo que al menor su corazón lo delata siempre que puede.

Por eso el nombre de su ex amante sale de su boca jadeante y se repite varias veces. Eso no enoja al pálido, porque también lo hace y al final se dan cuenta de que, aunque pase más años, no pueden olvidarlo.

El menor siente frío en un lado de la cama, donde Hoseok solía ocupar y abrazarlo luego del sexo.

Los labios tibios de Yoongi lo buscan de una manera desesperada, que podría jurar que le oculta algo.

Y tiene razón.

Porque cuando la frente de Yoongi cae en su hombro, se prepara para la bomba que le quiere soltar.

Y qué bomba.

Porque decirle que deben ir a la dichosa cena de bienvenida a Hoseok es mucho peor que eso.

Se quiere negar.

Realmente lo piensa.

En su cabeza parece que hay una lucha encarnecida por no saber qué decisión tomar.

Pero es más la necesidad de verlo, por lo que accede a ir.


La expresión afligida de Yoongi le dice que no es su culpa. Y Jungkook sabe que su Hyung no se puede negar, por más que quiera hacerlo.

Ser graduados en la misma universidad e igual carrera, no favorece a mantener distancia, aunque la diferencia de edad que se llevan sus mayores es solo un año, esto no impide a que no se conozcan.

Es más, por esa razón Jungkook tuvo un primer acercamiento con Hoseok e inicia todo.

Pero esa es otra historia.

El lugar es hermoso, lo admite, pero se fija en detalles que realmente no le interesan. Intenta concentrarse en los bordes del mantel o en la variedad de flores colocadas en un jarrón sobre la mesa.

No puede.

Su mano continúa aferrada a la de Yoongi.

Siente el sudor en medio de sus palmas, el temblor de sus piernas y el resonar de su corazón. Jura que todas las miradas están posadas en ellos, por eso no quiere levantar el rostro.

Las luces se apagan y la expectación crece a pasos agigantados entre la gente. Yoongi besa los nudillos de su mano y le murmura un Te Amo, que responde igual.

Ama a Yoongi, como Yoongi lo ama a él.

O cómo Hoseok les decía que los amaba.

Jungkook quiere llorar ante la oleada de recuerdos que llegan libres de donde los mantuvo aplacados y guardados en lo más profundo de su ser.

Pero que solían escabullirse muy bien de vez en cuando.

Entiende que jamás estará preparado para ver nuevamente a Hoseok, acepta la realidad.

Aparece como un mago en medio del humo de un show artístico, luciendo un impecable traje oscuro y un nuevo tono de cabello. Un rubio muy claro, que lo hace ver más atractivo y varonil.

Los busca con la mirada, se nota en sus ojos recorriendo el lugar.

Hasta que los encuentra.

Un brillo resplandece de esos ojos marrones, haciéndolos temblar a ambos. Sienten la conexión por sus manos entrelazadas.

Y lo confirma cuando sus miradas se encuentran, pasando de Yoongi a Jungkook.

Jungkook aún lo ama.


¿Qué clase de Chernobyl es esto?

Ok, no.

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