19. I know our time is through

Se sentía cálido y protegido, sentía que todo en la vida iría bien y nada malo podría pasarle pues al fin le había contado todo a Bert, se sentía completo... Movió su cabeza sobre la blanda superficie y siguió dormitando como estaba, recostado de lado para no aplastar a su bebé. Sus sentidos poco a poco se iban agudizando, comenzó a removerse un poco, escuchando un quedo quejido, el cual ignoro y siguió durmiendo. Se sentía de maravilla, se sentía cálido al estar bajo tantas mantas y se sentía regordete... pero no le importaba pues todo era para que su bebé creciera sano (o sana) y fuerte, además Bert le había dicho que se veía fantástico.

Ya un poco más despierto noto que subía y bajaba en un lento vaivén, eso le resulto extraño pues la cama no tendría que hacer eso... a menos que... "¡Esta temblando!" fue un pensamiento inmediato. Abrió los ojos de golpe, apoyando sus manos en la cama y levantándose un poco de esta para después gritar"¡¿Qué pasa?!", recibiendo como única respuesta un quejido de parte de Bert.

Abrió grandes los ojos y se dejo caer sobre el pecho de este para no lastimarlo al apoyarse en él al levantarse... se... ¿se había quedado dormido sobre Bert? Suponía que eso era más que obvio al estar sobre su pecho

- Gee... me aplastas - se quejo Bert con algo de dificultad por tenerlo encima. De inmediato Gerard rodo y de dejo caer sobre la cama, viendo como su esposo comenzaba a tomar aire con exageración, para sonreírle con travesura - ¡Pff! ¡Gracias al cielo puedo respirar! - eso provocó en tierno puchero en el pelinegro - Me siento muchos kilos más ligero - rio ante su broma y se levanto sobre sus codos para acercarse a su amado esposo y besarlo, Gerard solo se alejó del contacto
- ¡Hey! - le dio un ligero golpe en el brazo - ¡Ni que pesáramos tanto! - se incorporo, quedando sentado sobre la cama con la espalda apoyada en la cabecera y acariciando su gran barriga
- Era una broma mi amor... - el pelinegro no opuso resistencia cuando Bert lo atrajo hacia sus brazos - Si no pesan nada.... Bueno, solo un poquito... ¡pero no es nada! - rectificó al ver la seriedad en el rostro amado

Gerard se acomodó de nuevo prácticamente sobre Bert, dispuesto a dormir. Estar entre los brazos de quien más amaba y poder respirar esa tranquilidad no tenía precio, era el tipo de tranquilidad que llega después de una gran tormenta; era así como veía a Frank, como una tormenta que vino a su vida a causar caos, pero ahí estaba Bert, dispuesto a protegerlo, ser su escudo contra todo.

Se estaba quedando dormido gracias a las caricias de Bert, gracias al lento vaivén que provocaba su respiración, gracias a los latidos del corazón amado que lo arrullaban, cuando el ojiazul recordó algo importante
- ¿Qué hora es? - sin importarle ser delicado o no, se levanto a prisa de la cama, buscando con desespero su ropa para meterse a bañar - ¡¡Vamos Gee que se hace tarde!! - Gerard soltó un quejido y siguió durmiendo, volteándose para darle la espalda y cubriéndose bien con las mantas. No supo más pues se quedo dormido, hasta que su ahora castaño esposo comenzó a moverlo para que se despertara - Gee... se hace tarde... - no dejaba de repetir, logrando solo molestar al pelinegro - Gee... - insistía, recibiendo solo manotazos para que lo dejara dormir en paz - No me dejas otra opción - rodeó la cama para poder actuar, si no lograba despertar a Gerard despertaría a la pequeñita (pues apostaba su vida en que el bebé sería niña).

Sabía que su ojiverde se molestaría... pero no tenían tiempo. Se arrodillo en el suelo, quedando justo a la altura para hacer lo que tenía pensado, y como si fuera un niño pequeño comenzó a mover el estómago de Gerard y después a picarlo, claro que todo lo hacía con cuidado de no lastimar a ninguno de los dos - Vamos Hermosa... despierta a tu papi - murmuraba bajito, solo para que su pequeña le escuchara

- ¡No nos molestes Bert! - lo alejó de un manotazo. Lo había conseguido, pronto su estómago comenzó a rugir, señal de que alguien tenía hambre - ¡Lo has despertado! - Gerard se encontraba molesto pues quería seguir durmiendo, pero también moría de hambre - Ya pequeñín... vamos a comer - le hablaba a su bebé mientras acariciaba su vientre - Y dejemos solo a tu molesto padre que no nos deja descansar - le lanzó una significativa mirada, yéndose directo a la cocina."Al menos conseguí despertarte" pensó Bert siguiendo a su esposo

Se acercó por detrás de Gerard, viendo como este luchaba por alcanzar un paquete de galletas de la alacena; el ojiverde no era bajo y en el pasado podía estirarse a la perfección para alcanzar su objetivo, mas ahora su barriga le alejaba de este. Con una sonrisa se estiro, bajando las galletas y entregándoselas a su esposo, Gerard solo lo vio con el ceño fruncido, notablemente molesto por ser despertado a las 9am en vacaciones y con un frio digno del polo norte, tomó el paquete que Bert le ofrecía y fue a sentarse en la barra de la cocina para desayunar tranquilo. Tomó el frasco con mayonesa y metió una galleta con chispas de chocolate para sacarla y dirigirla a su boca... siendo detenido a tiempo por Bert
- Por que no te bañas mientras yo les preparó un rico desayuno - trataba de borrar su mueca de asco
- ¡No me mires así! Sabe bien... - y antes de que Bert pudiera detenerlo se metió toda la galleta a la boca, cerrando los ojos con placer al disfrutar tan inusual sabor
- ¡Diugh! Gee... eso es asqueroso...
- ¡Sabe bien! - iba por otra galleta cuando Bert alejó la mayonesa - ¡¡Déjanos comer!!
- Ve a bañarte... que se hace tarde - ignoró por completo las quejas del pelinegro
- Y se puede saber a dónde vamos - pese a la lucha entre ellos por el frasco de mayonesa, al final el pelinegro se lo arrebato y volvió a comer una galleta con mayonesa más, Bert solo apartó la mirada para no vomitar
- Es 23 de diciembre... te recuerdo que debemos comprar todo lo necesario para la cena navideña... ¿o prefieres cenar en un restaurante? - regresó su mirada a Gerard, pensando que tal vez este no quería hacer nada ese día
- Pensé que habías comprado todo mientras estaba enfermo - Bert cerró los ojos al ver como su esposo no dejaba de comer galletas con mayonesa"Diugh"
- No te iba a dejar ni un segundo solo... así que ahora debemos ir y de seguro será un caos
- Está bien - accedió finalmente, dejando sudesayuno a un lado - Tomaré una ducha... ya regreso y nos vamos
- ¿Qué quieren desayunar? - buscó dentro del refrigerador, sacando el cartón de leche
- Nada - Bert dejó lo que hacía - Nos puedes invitar a comer en la plaza... con las galletas fue suficiente - sonrió ampliamente acariciando su barriga - Aunque un vaso de leche con chocolate no estaría nada mal

Vio a Gerard irse de la cocina. desde donde estaba podía escuchar el sonido del agua cayendo y la voz apagada por la lejanía de su esposo, cantando alguna canción. No se movió ni un milímetro, se quedo de pie junto al refrigerador con el envase de leche en manos y con cara de asco y sorpresa por la actitud de su pelinegro. Para empezar estaba que su enfado había desaparecido en cuestión de segundos, después su extraño desayunoy por último que sonriera como si nada hubiese pasado en los últimos días, ignorando por completo el hecho de que enfermo y que recién le había contado todo lo que padeció con su exnovio

Soltó un suspiro melancólico y viendo a la nada sonrió porque tenía a la persona más fuerte de todas como esposo, una persona única que no estaba dispuesto a dejar nunca.

Reaccionó por fin y se puso a preparar un delicioso chocolate con una enorme sonrisa al recordar lo tierno que se veía su amado esposo al comer galletas con mayonesa, "¿A que sabrá?"no pudo evitar cuestionarse, volteando y viendo el paquete de galletas a la mitad y la mayonesa al lado. Se acercó con cautela, como si temiera ser visto por alguien; saco una galleta y la introdujo hasta el fondo del frasco, sacándola toda cubierta de mayonesa, la olio y después de unos segundos preparándose mentalmente se la comió... "Quien lo diría... ¡Sabe bien!" *

~*~

Gerard esperaba a Bert sentado en una banca frente a un local donde vendían helados, quería uno de chocolate y pay de limón pero estaba lo suficientemente cansado como para quedarse en ese lugar y mandar a Bert por su antojo.

Su embarazo iba de maravilla, no solo porque la doctora se lo hubiera dicho, también lo sabía porque su barriga había crecido más, su humor cambiaba más constantemente y los antojos se hacían cada vez más presentes, por ejemplo, ese día había despertado con unas inusuales ganas de comer galletas con mayonesa y cuando estuvieron en el súper, comprando todo para la cena, las irresistibles ganas de comer panquesitos de chocolate con cátsup, (algo sumamente asqueroso, según Bert) no lo dejaron hasta saciarse.

Durante las compras no sabía que querría comer para noche buena, primero dijo que pavo a la naranja, después se decidió por pavo... pero relleno de galletas de chocolate y gomitas, después se le ocurrió que no quería hacer nada y que mejor fueran a algún lado bonito para, por último, decidirse por pavo con un relleno tradicional, romeritos y todas esas cosas que se comían en navidad.

Nada le había parecido inusual en su comportamiento o estado... hasta que después de caminar por diez minutos comenzó a cansarse y seguido de eso le comenzaron a doler los pies, comenzó a fastidiarse de ver tanta gente loca y después de entristeció al recordar que aún no tenía un regalo para su esposo.

Cuando terminaron las compras Bert empujaba el carrito mientras, a su lado, Gerard se llenaba con panquesitos de chocolate con cátsup y al pasar por la heladería no pudo evitar el rugido de sus tripas al pensar en un delicioso helado para él solito... bueno, para ellossolitos. En un principio Bert no quería comprárselo pues''ya había comido mucho''pero al ponerle su mejor puchero y volver a pedirlo con una voz melosa su esposo no se resistió y fue por lo que el pelinegro le pedía.

Ahora Gerard acariciaba su vientre mientras veía a muchas familias pasar delante suyo, algunas llevaban niños a cuestas, otras no. Su curiosidad la capto un muchacho pelirrojo con una enorme barriga que se fue a sentar cerca de él. Apenas tomó asiento el chico cuando un pequeñín llegó con él. Gerard no pudo evitar escuchar la conversación
- ¡Papi-papi-papi! - el pequeño brincaba de un lado a otro sin dejar de llamar a su padre
- ¿Qué pasa cariño? - el pelirrojo lucía agotado, mas su sonrisa hacia su hijo era sincera
- Papá no me quiere comprar un helado... ¡dile que me compre un helado!
- ¿Dónde esta tu padre? - al decirlo pudo notar cierto enojo
- Esta comprándose un helado... ¡quiero un helado! - chilló el pequeño
- Pues ve y dile que te lo compre ya mismo o se las vera conmigo - el pequeñito salió corriendo hacía la heladería, seguro de que esta vez su padre le compraría su helado que tanto quería
- Niños... - el pelirrojo se giro, viéndolo de frente y sonriéndole - Si con ese pequeño y su padre apenas puedo... ¡imagínate uno más! - acaricio su gran barriga mientras ambos reían - Pero definitivamente no los cambiaría por nada
- Yo tampoco... aunque por el momento solo somos mi esposo y yo - volteo a ver donde estaba Bert
- Pues muchas felicidades - el pelirrojo dirigió su atención a la heladería, donde sus dos pelinegros recibían sus helados para dirigirse a él - Ya vienen por mí... ¡dios! Solo quiero irme a casa y dormir todo el día - una mueca se dibujo en su rostro, preocupando a Gerard
- ¿Estas bien?
- Si... solo que este niño no deja de patearme... ¿tu bebé no te patea aún? - acaricio la zona afectada
- No... pero espero que lo pueda sentir pronto... ¿Cuántos meses...? - se sonrojo - Disculpa... apenas nos conocemos y...
- No te preocupes, me llamo Patrick y tengo cinco meses...
- ¿¡Enserio!? - el pelirrojo asintió - Yo también... y me llamo Gerard
- ¡¿Seguro?! ¡¡Dios!! ¡Me veo enorme a tu lado!! - cubrió su rostro con sus manos
- ¡¡Claro que no!! Luces fantástico...
- Eso es cierto - dijo el pelinegro cuando estuvo a lado del pelirrojo - Ahora debemos irnos - beso los labios del chico y después dirigió su atención a Gerard - Pete Wentz, esposo de Patrick - le tendió la mano
- Gerard Way... y... ahm... mi esposo esta comprándonosun helado
- Adiós Gee... un placer conocerte - la pareja se despidió del ojiverde - Y espero que tu bebé no patee tanto como el mio - hizo una mueca al sentir una nueva patada
- Es que será futbolista... y esta practicando - ambos se alejaban, Gerard todavía podía escuchar sus voces
- ¡Pero no con mis órganos internos! - vio como Patrick daba una ligera palmada en su vientre - ¡Escuchaste jovencito!

Una enorme sonrisa no abandonaba sus labios, la escena le parecía de lo más tierna y se preguntaba si en un futuro Bert y él lucirían así y si, en un futuro, tendrían más hijos. La sola idea de tener muchos hijos de la persona amada solo ensanchaba su sonrisa. Giro hacia donde estaba Bert con esa hermosa sonrisa en sus labios, sonrisa que Bert le correspondía llena de amor y felicidad
- Tenemos todo lo que necesitamos.... ¿quieres algo más? - tomo asiento a su lado, dejando que Gerard apoyara su cabeza en su hombro mientras él lo rodeaba, brindándole calor y protección
- Si... - se levanto de su cómodo sitio para ver a su castaño a los ojos - Tus labios - cerró los ojos esperando el contacto de los labios de su esposo con los suyos, este no lo hizo esperar y se fundieron en un tierno beso.

Gerard podía estar tranquilo, todo estaba de maravilla, todo estaría bien, ya no tenía miedo y lo que viniera, lo que le deparara el destino con el regreso de Frank estaba seguro que lo enfrentarías y superaría. Tenía a Bert de su lado y nadie cambiaría eso.

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XIX: All I want for Christmas is you

La mañana del 24 de diciembre fue de lo más estresante para Bert, primero estaba que se tuvo que levantar temprano para salir de casa a comprar regalos de navidad para su pelinegro y para el bebé, aunque este todavía estuviera dentro de su padre y no pudiera ver los obsequios, pero eso no evitaría que Gee se alegrara por ambos.

Fue toda una odisea, y más porque era noche buena y muchas personas estaban como locas consiguiendo lo necesario para la cena.

Después de casi morir en manos de una señora que le quería arrebatar el regalo de Gee, llegó a casa y comenzó a limpiar la casa, él solo, no quería despertar a su esposo para que le ayudara debido a su estado, no se arriesgaría a que les pasara algo. Mas no fue del todo silencioso, ya había terminado de limpiar por completo la cocina y comedor cuando Gerard apareció en la cocina y lo abraso con fuerza. Le advirtió al pelinegro que no lo dejaría ayudar con la limpieza... ni con nada que implicara un esfuerzo, pero al verlo hacer pucheros como si fuera un niño pequeño no pudo más y dejo que lo ayudara, pudiendo relajarse un poco pues sus tareas eran menos ahora.

Gerard se dedico a hacer la habitación. Después de que desayunó un gran plato de cereal con jugo de naranja (en lugar de leche) y un tazón de frutas con miel, se puso manos a la obra. Cambio las sabanas y las mantas, limpio todo y llevó la ropa sucia y demás a lavar. Bert le advirtió que no lo dejaría hacer eso pues no podía cargar nada pesado, pero Gerard lo ignoro y metió todo a la lavadora, justificándose con un "La lavadora lo hace todo... lava enjuaga y seca... solo tendré que meter la ropa, sacarla y doblarla... y guardarla... no es nada del otro mundo"

Se dieron prisa en sus labores para poder comenzar con la cena, aunque Gerard era el que estaba a cargo en esa tarea, solo porque Bert no era muy buen cocinando cosas tan complejas, era incapaz de seguir las instrucciones del recetario, siempre terminaba frustrándose y quemando todo, por eso Gee debía evitar que los tres se enfermaran del estómago o que se quemara la casa.

Para las ocho de la noche todo estaba casi listo, el pavo estaba en el horno y solo faltaba que la pareja tomara una ducha después de un día tan agitado como lo había sido ese. Bert fue el primero en irse a bañar, tiempo que Gerard aprovecho para hacer unas llamadas y poner el regalo de Bert bajo el árbol
- ¿Cómo me veo? - lo sorprendió la voz de Bert a su espalda, se giro lentamente para encontrarse con su amado (y sexi) esposo. Bert lucía un pantalón de mezclilla negro un poco ceñido a sus piernas, además llevaba una camisa negra de botones y encima un delgado suéter que le daba una apariencia elegante pero a la vez muy... Bert, también llevaba los ojos un poco delineados, haciendo resalar el azul en estos y a Gerard perderse en su profundidad
- ¡Luces fantástico! - Gerard lo abrazó y después beso sus labios - Creo que incluso me casaría contigo...
- Jajajaja... lo siento... pero ya estoy casado
- Nadie tiene porque saberlo - seguía el juego, acercándose a los labios de Bert
- Mejor date prisa... o la cena se enfriara - Gerard asintió y se fue.

Cuando comprobó que su esposo estaba en la ducha pudo ponerse manos a la obra y sacar varias cajas y ponerlas bajo el árbol. La mayoría eran regalos para el bebé; le había comprado ropa en colores neutros (por si era niño o niña) biberones, una manta de osos y algunos peluches, y también varios regalos a Gerard, entre ellos una camisa de embarazo de la cual se enamoró, el disco que le faltaba de Misfits y un enorme peluche que escondió detrás del árbol para que su pelinegro no lo notara antes de tiempo.

Tan entretenido estaba colocando en orden las cajas, no pudiendo evitar quedarse viendo una que decía su nombre y era pequeña, que no notó la voz de Gerard decirle que estaba todo listo, por lo que saltó en su lugar y dejo rápidamente la caja cuando Gerard le llamó la atención
- Los regalos se abren mañana, así que ¡Deja ahí!
- Solo estaba... estaba... - calló abruptamente al notar el atuendo de su esposo. Llevaba un pantalón negro completamente pegado a sus piernas, no dejándole nada a la imaginación, una camisa de tortuga roja y cubriéndolo del frío, un abrigo con botones grandes que ocultaban solo un poco su barriga, pero aún era evidente. Lo que más impacto le causo a su sistema fue ver los ojos que tanto amaba, ya que Gee había puesto un poco de delineador rojo y un poco de sombra del mismo color, haciéndolos brillar como nunca, haciéndolos ver más hermosos si era posible - Te ves tan... - se quedo embobado - ¡¡Woow!!
Gerard bajo su mirada completamente sonrojado - La cena esta lista...

Cenaron tranquilamente, bajo las luces de las velas que le daban a esa ocasión un aire romántico. En ningún momento apartaron la mirada de la persona amada. Comían con calma, disfrutando de los platillos que el pelinegro había preparado.

Varias veces Bert le daba a probar como un bebé a Gerard, el cual hacía lo mismo entre risas, disfrutaba de los detalles de su esposo
- Todo ha estado delicioso... pero falta el postre - el pelinegro miro extrañado a su esposo mientras terminaba con su segunda ración de pavo y puré, él había preparado casi todo... nunca vio a Bert cocinar algo que luciera como un postre
- Tranquilo Gee... lo compre en la mañana - aclaró al ver el rostro confundido de su esposo - No los haría sufrir por probar algo que he cocinado - le giño un ojo
- No es eso... es que no te vi cocinar nada... - Bert fue a la cocina y regresó con una tarta que puso frente a Gerard para que pudiera verla a la perfección
- Es... - regresó su mirada a su esposo - Gracias - Y besó lentamente los labios de Bert. La tarta era toda de chocolate (con lo que amaba el chocolate) y tenía forma de corazón, aunque no era muy grande, solo lo necesario para ellos dos. Se la comieron toda, terminando por demás satisfechos, o bueno, Bert, Gerard aun tenía un pequeño espacio para algo más...

Cuando terminaron de comer y después de haber brindado* por una feliz navidad se fueron al sofá más grande de la sala, acomodándose de manera que Gerard estaba prácticamente sobre Bert, con la espalda apoyada en el pecho de su esposo. Era muy temprano para irse a dormir así que Bert sugirió que vieran alguna película mientras tanto.

Acomodados como estaban, Gerard observaba el perfil de Bert, pensando en muchas cosas a la vez
- ¿Qué pasa Gee? ¿Estas cansado ya? - preguntó al notar la insistente mirada del pelinegro. Él solo negó - ¿Que pasa?
- Me gusta como te ves... tu cabello... ¿volverás a pintarlo de negro? - Bert negó con la cabeza
- ¿Recuerdas nuestra luna de miel? - el sonrojo de Gerard hacía saber a Bert que la recordaba
- ¡Como olvidarla! Una de esas noches me dejaste embarazado - lo dijo a manera de regaño, haciendo reír al castaño - Pero ¿Qué tiene que ver con tu cabello?
- ¿Recuerdas que te dije que quería ser rubio? - ambos rieron - Pues me lo dejaré rubio por un tiempo... ¿te gusta?
- Me encanta - se dieron un corto beso - ¿Tu recuerdas nuestra luna de miel? - Bert asintió con obviedad - ¿Recuerdas que planeamos como sería nuestra primera navidad como matrimonio?
- ¡Claro! Y todo ha sido tan perfecto como lo planeamos...
- No - respondió con seriedad - Aún falta algo...
- ¿Qué puede faltar? Dijimos que la pasaríamos solo tu y yo, y cenaríamos algo delicioso, brindaríamos y...
- Y lo haríamos hasta el amanecer - termino Gerard, atacando el cuello de Bert
- ¡A-ahhh! - gimió al sentir el contacto, para después escapar del otro, el cual no dudó en ponerse de pie y caminar hacía su esposo sensualmente - ¿E-es-esta seguro? - Gerard se pego a su cuerpo y susurro un quedo"si" para unirse a los labios de Bert

Caminaron como pudieron a la habitación, en ningún momento separaron sus labios. Chocaron con varios objetos, entre ellos una mesita de la sala donde estaba el teléfono, con el sofá más pequeño y con la puerta de su habitación, siendo Bert quien recibiera los golpes pues no quería que sus amores se lastimaran y mucho menos quería romper el contacto
- ¿Estas seguro? - volvió a preguntar Bert, con la respiración agitada y los ojos llenos de pasión una vez en la habitación

Como respuesta Gerard se dejo caer a la cama con él encima, por suerte reaccionó a tiempo para no aplastarlo. Se acomodaron en la cama, ambos recostados de lado para no aplastar a una personita.

No se hicieron esperar más y se unieron en un cálido beso que poco a poco iba subiendo de pasión hasta llegar a ser un poco salvaje. Bert no pudo contenerse por mucho y dejo que sus manos exploraran el cuerpo de su pareja, acariciando desde su cuello para después introducirlas bajo la ropa del pelinegro y acariciar con ternura su barriga, mientras tanto Gerard daba amorosas caricias en el cuello y cabeza de su esposo, para después hacer lo mismo que Bert y meter ambas manos bajo la camisa del castaño y acariciar su espalda, enterrando sus dedos a causa del placer cuando su esposo desabrocho su pantalón e introdujo su mano en sus interiores.
- ¡Bert! - gimió contra el oído del nombrado, logrando únicamente que este perdiera más el control

Se levantó un poco para poder sacarse la camisa de un movimiento fluido, regresando a su antigua posición, mas que con una mano desabotonaba la camisa de Gerard, dejando al descubierto su barriga, la cual comenzó a besar con ternura y sin dejar de proporcionarle a su pelinegro placer.
- ¡Bert! - volvió a gemir, esta vez más alto - ¡Bertie...! - lo obligo a que volviera a sus labios, pero solo fue por un momento ya que al instante Bert se separó del cuerpo de su pareja para poder sacarle el pantalón y poder hacer lo mismo con el suyo.
- Te amo Gee... - se recostó junto a su pelinegro, no sin antes admirar el cuerpo de su amado completamente desnudo, luciendo solamente un tono rojizo en las mejillas que combinaba con el maquillaje de sus ojos
- También te amo Bertie... lo haré siempre - Gerard se sonrojó más al ver el cuerpo de su esposo desnudo y sintió calor en sus mejillas y un cosquilleo en su vientre que conocía a la perfección... se moría por sentir a su pareja.

Y al parecer Bert sentía lo mismo pues de inmediato rompió la distancia entre ellos, uniendo una incansable vez mas sus labios a los de la persona que más amaba en el mundo. Sus manos de nuevo no se mantuvieron quietas, comenzando a recorrer libres el pálido cuerpo del pelinegro, llegando hasta sus piernas y haciendo que Gerard subiera una de ellas hasta la cadera de Bert, acercándolo con esta lo más que pudo a su cuerpo
- Creo que alguien se interpone entre nosotros - rio quedo Bert al notar que la barriga de Gerard no les permitía acercarse tanto como querían - En unos meses no podremos hacerlo...
- Por eso hay que aprovechar ahora - respondió con voz ronca debido al deseo que invadía su cuerpo. Bert sonrió con lujuria y comenzó a acariciar la pierna en sus caderas con una mano, mientras la otra tomaba la hombría del pelinegro y comenzaba con dulces caricias, arrancándole sonoros gemidos al ojiverde.

Continuaron con lo suyo un rato más, hasta que Bert sintió el cuerpo de su pareja comenzar a temblar y su respiración fallar, en ese momento detuvo sus acciones e hizo girar al pelinegro, dejando su espalda pegaba a su pecho y atacando la espalda y cuello con besos y una que otra mordida, haciendo gemir más sonoramente a Gerard
- ¿Q-que... ¡AHH!.. Ha-ces? - Gerard trató de voltearse para tener a su esposo de frente yhacerlo como siempre lo hacían... no así... con él de espaldas sin poder ver el rostro que amaba... así no le gustaba - ¡Bert! - lo detuvo cuando el nombrado rozo con sus dedos su entrada, alejándolo con un leve empujón - Así no... - su respiración agitada asustó al ojiazul, esa respiración no era por el placer que le hacía sentir y que huyera de su mirada lo confirmaba
- ¿Por qué? - lo tomó del mentón para obligarlo a verlo a los ojos, encontrando la respuesta en estos junto con un brillo de miedo. A su mente regreso el recuerdo de la noche anterior, cuando Gerard le contaba lo horrible que la paso a lado del bastardo que decía amarlo, también recordó que Gerard le había dicho que ese maldito siempre que lo tomaba lo tenía con la cara contra la almohada y que la única vez que lo vio a los ojos directamente fue la última vez que lo lastimó - Lo siento... pero no sé como podríamos hacerlo sin aplastar a alguien - acaricio con ternura la barriga de Gerard, logrando sacarle una sonrisa - No te haré daño...

Gerard inhaló profundamente cerrando los ojos, tratando de olvidar su miedo. Cuando los abrió solo vio el perfecto cuadro de su esposo desnudo y con sus ojos brillando de amor y adoración, Si... no le haría daño - De acuerdo... yo... confío en ti... te amo - lo beso lentamente, volviendo a su anterior posición - Solo... - giro un poco, alcanzando los labios de Bert - Solo no...
- Descuida, iré lento... tu solo disfruta - lo último lo susurro en el odio de Gerard provocándole escalofríos que nada tenían que ver con miedo, eran de placer y ansiedad por volver a ser uno.

Bert se recostó a su lado, acomodándose para podertrabajar. Primero, para hacer olvidar a Gerard cualquier temor, acarició sus hombros, brazos y espalda, brindándole pequeños besos que derretían al pelinegro. Se acomodó de tal forma que pudiera ver los ojos de Gerard cuando este girara la cabeza y cuando lo notó más relajado bajo una mano, acariciando la parte interna de los muslos mientras el pelinegro giraba su cabeza y le daba un apasionado beso
Las caricias hacían que Gerard lo olvidara todo, al punto de solo poder recordar el nombre de la persona que lo hacía disfrutar... ni siquiera era capaz de recordar el suyo.

Ambos se brindaban amorosas caricias, mas al pelinegro la tarea se le dificultaba un poco debido a su posición y a que el castaño estaba pegado a su espalda. Todo iba de maravilla, Bert masturbaba a Gerard y este hacía lo mismo, ambos disfrutaban de su pareja, pero Bert quería, necesitaba algo más.

Gerard no se dio cuenta de nada, estaba perdido en el placer que le proporcionaba su esposo, su respiración era algo errada y su cuerpo se estremecía con cada roce de la mano de Bert sobre su piel, cuando sintió un curioso dedo abrirse paso en su interior. Eso lo tomó por sorpresa, no pudiendo evitar el tensarse
- Tranquilo Gee... no te haré daño - repartió muchos besos sobre la espalda del pelinegro, haciendo que se relajara y en poco tiempo comenzara a gemir sonoramente cuando introdujo un dedo más. Supo que había tocado ese punto especial al ver como Gerard se estremecía y gimiera más fuerte, moviendo sus caderas en busca de mayor contacto.

Introdujo un dedo más mientras le acariciaba el vientre y escuchaba los desvaríos que el placer le hacia decir al ojiverde
- ¡Bertie...! - no paraba de gemir su nombre, algo que lo volvía loco - ¡Hazlo! ¡Ahh-ya..! - con cierto descuido saco sus dedos y guio su hombría, entrando en su pareja con poco cuidado - ¡Ahh! Despacio... duele - se quejó
- Perdón... pero me vuelves loco - apretó las caderas del pelinegro, haciéndolo gemir

Comenzó con un lento vaivén, esperando que su pareja se acostumbrara y el dolor se fuera. No tardo demasiado cuando ya tenía al pelinegro prácticamente gritando de placer y enterrándole las uñas en las piernas cuando embestía contra su cuerpo.

Amaba escuchar a Gerard delirando de placer, diciendo palabras extrañas y gimiendo su nombre; eso era lo que más le causaba placer a él, ver, sentir y escuchar a su pelinegro disfrutando era lo único que necesitaba para llegar al clímax, ver su perfecto cuerpo cubierto por una fina capa de sudor, sentir su cálido y estrecho interior estremecerse, junto con todo su cuerpo cuando embestía y escuchar su nombre una y otra vez lo volvía loco, lo hacía olvidar todo y concentrarse únicamente en el pelinegro atrapado entre sus brazos, no importaba nada más.

Estaba a punto de terminar, sentía sus piernas temblar y esa sensación en su vientre que le hacía saber que pronto llegaría el momento. Se estiró un poco para poder ver a Gerard, este tenía los ojos entreabiertos y mordía sus rojos labios para no terminar gritando y que todos los vecinos se enteraran.

La sola imagen de su amado esposo fue lo necesario para que no pudiera aguantar más. Estaba por terminar cuando sintió en su mano, que había estado masturbando a Gerard para brindarle mayor placer, la cálida esencia y el interior de su pelinegro contraerse, provocando una placentera presión sobre su hombría. No aguantoo por más tiempo y llenó el interior de su pareja con su semilla.
- Te amo... - el cansancio era evidente en el sonrojado rostro de Gerard
- Te amo... - Bert se pego aun más a él para poder disfrutar de los labios del ojiverde, todavía sin abandonar su interior

Se besaron un rato más y después Bert salió con delicadeza de Gerard, este giro y se refugió en los brazos de Bert, apoyado su cabeza en el pecho de este, escuchando los, aún agitados, latidos de su corazón
- ¿Lo escuchas? - rompió el cómodo silencio - Late así por ti... - esas palabras provocaron un gran sonrojo en Gerard, haciendo que ocultara su rostro en el pecho de Bert y riera quedamente

Ambos trataban de recuperarse, en especial Gerard, que, debido a su estado, había quedado agotado. Los latidos del corazón de Bert comenzaban a arrullarlo, sus ojos comenzaban a pesarle y sentía su cuerpo como de gelatina, producto de la relajación en la que había caído después del orgasmo. Se permitió cerrar los ojos y descansar; Bert hacía lo mismo, con una mano rodeaba a Gerard en un abrazo y con la otra le daba caricias a su barriga, específicamente debajo del ombligo.

Estaban quedándose dormidos cuando ambos sintieron algo que les hizo abrir los ojos lo máximo posible
- ¿Sentiste...?
- ¿... Eso? - termino la frase Bert. Se miraban directo a los ojos sin hacer ruido, esperando sentir aquello de nuevo... era como...
- ¡¡Ahí esta de nuevo!! - grito Gerard, haciendo una mueca al no saber que ocurría - ¿Sentiste?
Bert asintió - Es... ¡¡woow!! - dijo con una enorme sonrisa al sentir una especie de vibración justo donde tenía su mano - ¿Te duele o algo así? ¿Qué sientes? - toda su atención la tenía la barriga de Gerard, esperando volver a sentir algo... y ocurrió otra vez
- No, no... es... es como... - cerró los ojos ya que esta vez si había dolido - Es... el bebé... creo que... ¡Ouch! - volvió a ocurrir - Me esta pateando...

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