12. Don't hang your head in sorrow and please don't cry

- Bueno, será en otro momento
- Si, y lo siento de nuevo... mi esposo te envía saludos - escuchó la risa de su nuevo amigo al otro lado de la línea, seguida de otra que se escuchaba más lejana
- Igualmente... espero conocerlo pronto, nos vemos mañana - con una sonrisa en su rostro finalizó la llamada

Giro sobre su silla para seguir con su trabajo, tenía bastantes pendientes pero si seguía trabajando, como lo venía haciendo el último mes, acabaría en tres semanas y podría tomarse las cosas con más clama, conocer más a sus nuevos socios y a sus familias... buscar al amor de su vida. Tal vez, todo mejoraría

Se estiro sobre su asiento y miro una vez más todos los papeles que le faltaban leer y firmar, estaba concentrado en ello cuando el rugido de su estómago le recordó que debía tomarse un tiempo para ir a comer. Con algo de pereza se levanto por fin, después de seis horas, de la silla que comenzaba a adoptar la forma de su cuerpo, volvió a estirarse, esta vez con mayor libertad y fue rumbo a la salida de su nueva oficina. Pensó en invitar a su otro socio, Jared, a comer con él, mas recordó que este siempre salía a comer con su esposo, por lo tanto comería solo en su primer día de trabajo formal en esa empresa.

Tomó el ascensor para salir a algún restaurante cerca de a ciudad, si bien recordaba había uno muy bueno a dos cuadras de ahí. Había quedado con su nuevo socio Robert (quien le dijo que le podía llamar Bert, pues todo el mundo le decía Bert) en salir a comer los cuatro a un restaurante en el centro de la cuidad. Al principio pensó que al decir "los cuatro" se refería ellos (los dueños de la empresa) y el esposo de Jared, mas después le explico que este siempre iba a comer a solas con su esposo, que solo irían ellos dos, su esposo e hijo, pues si, era casado y tenía familia, sus dos socios eran casados y con familia, lo que le hacía sentir un poco... solo.

Él pudo tener una familia, hijos y ser tan feliz como parecían serlo sus socios... pero su propia estupidez le dejo solo y lo tenía bien merecido, mas no estaba dispuesto a quedarse así, ¡no señor! Él lucharía por tenerlo de vuelta y lograr su felicidad, lo podía jurar o dejaba de llamarse...
- ¡¡Amigo mio!! ¡¿A dónde vas?! - interrumpió su monologo interno su buen amigo Zacky, dándole también un buen susto - ¿Te asuste? - a pesar de su pregunta, sabía perfectamente la respuesta
- ¡Claro idiota! - avanzó por el estacionamiento hasta llegar a su auto negro - ¿¡Donde has estado todo el día!?
- ¡Awww! ¡Me has extrañado! Pues fui por unos papeles que faltaron...
- ¡¿Mas papeles por firmar?! Ya han sido demasiados....
- Tu mejor que nadie sabe que esto es así... ¿a donde vamos? - se monto al auto de su amigo
- A comer... muero de hambre
- ¿Vas a comer tu solo? ¿Qué no te han caído bien tus nuevos compañeritos? - dijo lo último con un tono que pretendía imitar al de mamá
- Me han caído bien... son muy amables, pero ambos tiene familias y... bueno, en realidad no quería molestar a uno de ellos, al rubio, Jared. Iba a ir con su esposo a 'quien sabe donde' y el otro, Bert, me invito a comer con su familia, pero su esposo se sintió mal y decidió quedarse con él en casa...
- ¿Se sintió mal? ¿Acaso esta enfermo? - se intereso en ello mientras su amigo conducía
- Esta embarazado... - un"ssss" fue todo lo que necesito por respuesta - Y pues... comprendo que no quiera dejarlo solo, se ve que lo ama demasiado, los dos aman a sus parejas
- Y mi pequeño amigo se queda solito por malvado - jugueteo con él
- ¡¡Hey!! - un semáforo en rojo permitió que le soltara un zape a su impertinente amigo - Era un idiota, pero...
- ¿Eras? - otro golpe en su cabeza le hizo retractarse - Esta bien, esta bien... mejor apresúrate, ¡también tengo hambre!

Siguieron jugueteando lo que les quedaba de camino y después aparcaron en un restaurante, no muy lujoso pero si acogedor, comieron y regresaron a la oficina para poder continuar con todo el trabajo que tenían pendiente.

Al otro lado de la cuidad una pareja se encontraba bajo las cálidas mantas que los cubrían del frio clima exterior, ambos se encontraban desnudos, el ojiverde recostado en el pecho de su esposo mientras este lo rodeaba, un brazo por la cintura y el otro enredaba un poco sus negros mechones de cabello. Ambos se encontraban de lo más relajados en esa posición después de haberse amado durante toda la tarde. El ojiverde comenzaba a quedarse dormido cuando su estómago, o más bien el pequeñito o pequeñita en su interior le recordó que no había comido nada desde la mañana.
- ¿Eso es tu estómago? - pregunto Bert, despertando de su letargo al escuchar un gruñido
- Eh... si - se sonrojó, escondiendo su rostro en el pecho de su esposo para que no le viera - Alguien ha despertado... y creo que tiene hambre
- ¿A que hora fue la última vez que comiste? - se medio incorporo, tomando entre sus brazos a Gerard para verlo directamente o los ojos cuando le respondiera
- Creo que eran las... las diez de la mañana - Bert abrió al máximo sus ojos al escuchar tal respuesta - ¡No, no! Cuando vino tu papá me tomé un chocolate caliente
- Era la taza que yo tuve que tirar al fregadero... ¿¡No has comido nada desde la mañana!? - le retó
- No tenía hambre... y el bebé no había despertado pidiéndome comer - trató de excusarse
- Pudimos comer primero antes de... bueno, dehacerlo - volvió a recostarse con Gerard encima
- Bueno... ya esta hechoahora comamos y después podemos seguir haciéndolo ¿no? - sin esperar respuesta se puso de pie, se puso su ropa interior y se fue directo a la cocina, dejando a un atónito ojiazul en la cama. Si bien la doctora les había dicho que el humor de su pelinegro cambiaría más constantemente aún no estaba del todo preparado para ello.

No quiso esperar más por lo que se levanto y siguió a su esposo hasta la cocina, donde lo vio muy alegre mezclando harina, leche y huevos. Al acercarse lo rodeo y deposito un beso en su mejilla al tiempo que le acariciaba su barriguita
- ¿En que te ayudo? - se separo de él solo para poder apreciarlo por completo
- Ehm... podrías hacer más chocolate... y buscar miel y las mermeladas... ¡muero de hambre! - el gruñido de su estómago no dejo duda de sus palabras - ¿Crees que tu compañero se haya molestado porque no fuimos?
- Le dije que te sentías mal... y era verdad
- Me encantaría conocerlo pronto
- ¡Te caerá de maravilla! Es un tipo genial... aunque no lleve tanto tiempo conociéndolo
- Debes de presentármelo... quiero conocer a todas las personas que te rodean... no quiero que alguien te vaya a apartar de mi lado... moriría si eso pasa
- ¡Yo jamás te cambiaría por nadie! Eres el único en mi vida
- Y tu el mio... y ¿Cómo se llama tu nuevo socio?
- Se llama Thomas... ¿Thomas? Bueno, tenía otro nombre... pero no lo recuerdo
- Mas te vale que le hayas hablado de mi... y de que estas casado y tendrás un hijo - lo amenazo con la espátula con la que cocinaba, dándole poca importancia al nombre del nuevo socio de Bert... no importaba por el momento, ¡total! Pronto le conocería

~*~

>> Estaba solo en la habitación que por tanto tiempo fue su infierno personal, sus lágrimas seguían su curso por sus mejillas y descendían hasta perderse en la almohada. Estaba cansado de tanto llorar, ya era suficiente, lo único que deseaba era dejar de sentir, dejar de existir y por fin olvidar todo el dolor que su alma había adquirido por tantos meses... solo quería perderse, dejarse caer en un profundo abismo.

La puerta comenzó a sonar incesantemente, ¿quién podría ser? No importaba, ni iría a abrir la puerta, ni aunque quisiera hacerlo, pero en el fondo rogaba porque esa persona, quien fuera, fuese insistente y lo salvara.

Sus deseos no fueron escuchados, los golpes cesaron y le dejaron sumido en el hoyo de dolor en el que se encontraba atrapado. Nuevas lágrimas salieron por sus verdes ojos... estaba cansado,sus brazos dolían demasiado, sus piernas... su interior, todo dolía demasiado y él solo quería dejar de sentir

¿En que momento desapareció todo el amor que el castaño decía tenerle? ¿Dónde quedaron todos los besos que le robaba con tanto amor... aquellas caricias que le hacían estremecer de placer? Ahora eso estaba en el pasado y jamás volvería, el castaño había salido por la puerta dejándolo en la cama, golpeado, humillado y sin ganas de seguir viviendo, porque sí, lo único que quería era morir.

La inconsciencia comenzaba a llevárselo a su reino, Morfeo le llamaba en susurros.
El cuerpo humano esta diseñado para soportar cierta cantidad de dolor, y cuando esta cantidad es sobrepasada, como protección, nuestro cuerpo cae en la inconsciencia, para evitar cualquier daño. Eso era lo que intentaba su cuerpo, quería evitar más daño, quería dejar de sentir tanto dolor.

La consciencia se iba perdiendo poco a poco, escuchaba todo en susurros, y todo comenzaba a carecer de color.
De repente escucho un ruido extraño, no sabía que era y en realidad no le importaba, solo quería cerrar los ojos y descansar, tal vez para siempre. Lo último que escucho, lo último de lo que fue consciente antes de dejarse llevar por Morfeo fue de la inconfundible voz de su amigo, de su mejor amigo llamándolo y quitando sus ataduras
- ¡Dios! ¡Gee...! Ese cerdo no volverá a tocarte... <<

Despertó con el corazón agitado y sudoroso, además de que no pudo controlar el soltar un pequeño quejido de angustia. Sintió algo descendiendo por su mejilla, llevando su mano a la zona para ver que pasaba, descubriendo que no eran más que lágrimas, sus lágrimas
- ¿Gee? ¿Qué pasa? - Bert sintió los agitados movimientos que hiso su pareja al despertar, e igual escucho el quejido que soltó por lo que se levanto de inmediato, llevándose una horrible sorpresa al verlo llorando - ¿Amor?
- ¡¡Bert!! - se arrojó a los brazos de su esposo, aferrándose con fuerza, enterrando sus uñas en la desnuda espalda del ojiazul y dejando en libertad todas sus lágrimas
- Tranquilo Gee... - trataba de consolarlo acariciando su espalda y cabeza - Solo fue un mal sueño
- No fue un mal sueño - escondido en el cuello de su amado sentía toda la seguridad para hablar de lo que fuera - Era un recuerdo...

~*~

- ¿Estas bien Gee? - el nombrado solo asintió - Si no quieres ir podemos...
- Nada de eso - recobro su alegría - Quiero conocer a tu nuevo socio y volver a ver a Jared
- Pero aun te ves... ah... - buscó la palabra correcta para no ofender a su pelinegro - Un poco cansado, si te sientes mal podemos no ir... ya lo conocerás luego
- ¡Pero tengo curiosidad ahora! Y tu ya le has tratado por dos semanas y te ha caído bien... ¡Quiero conocerlo!
- Bien, bien - subió ambas manos en señal de aceptación - Pero si te llegas a sentir mal regresamos a casa cuanto antes... y debes de decírmelo ¿de acuerdo?
- Si mamá - respondió con voz de niño pequeño

Todo estaba listo, por fin conocería al socio faltante de Bert y eso le llenaba de emoción, aunque no supiera exactamente porque, solo era así, ni siquiera con Jared se sentía tan... emocionado, algo dentro de él le decía que debía conocer al sujeto cuanto antes mejor.

Miro su reflejo una última vez, llevaba puesta un pantalón de mezclilla negro (especial para su estado) y una camisa blanca de botones que le quedaba más justa en la parte de su vientre, donde su pequeñín crecía día con día protegido por sus padres y por último un saco negro con adornos blancos.

Era 17de Diciembre, era la última cena del año que daría la empresa de su esposo y también era el último día laborar, pues a partir de ese día comenzarían las merecidas vacaciones que todos habían ganado por su esfuerzo durante todo el año. Gerard no podía estar mas feliz, pasaría tres semanas con Bert, tres semanas donde lo tendría solo para él (y para su bebé) consintiéndolos y cuidándolos muy bien. Se imaginaba pasar una maravillosa navidad con su ojiazul y su emoción no podría ser mayor al ser la primera navidad como esposos y más importante aun... con un bebé en camino.

Bert salió del baño ya completamente vestido, llevaba un traje negro y una corbata blanca con motas negras. Al ver a Gerard completamente arreglado no pudo evitar sentir un fuerte deseo por su pelinegro, por lo que corrió hasta el, empujándolo en la cama y subiéndose encima, pero sin aplastar al bebé
- Te ves genial... cuando regresemos no te me escaparas... - su voz era ronca producto del deseo
- No planeo escapar - respondió de igual forma el pelinegro y con ayuda de su esposo se levanto y salieron del departamento rumbo a una mágica noche...

Del otro lado de la cuidad un castaño terminaba de arreglar su atuendo, llevaba puesto un traje negro, con camisa y corbata del mismo color, solo que esta última con un toque verdoso, no muy llamativo. Contemplaba su imagen en el espejo al terminar de peinarse para salir a la cena navideña y de fin de año de su empresa. Estaba emocionado pues por fin conocería al esposo de Bert, este siempre hablaba mucho de él y de cuanto lo amaba y le extrañaba en horas de trabajo, hablaba tanto de él que incluso sentía ya conocerlo.

Sonrió una última vez a su reflejo ya completamente listo para la mágica noche, una noche especial que cambiaría, no solo su vida, para siempre.

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