One-Shot IttAika
Era un día como otro cualquiera, bueno, según la opinión de la castaña, claro, en realidad era la víspera de Navidad. De ahí que un manto blanco cubriera las calles de la Ciudad de la Libertad, que todas las casas se encontraran decoradas con luces de distintos colores y que cierto albino, perteneciente de unas islas lejanas, se encontrara armando escándalo por el lugar.
En si, lo extraño no era encontrarle por allí, de vez en cuando iba a ver a la castaña para ponerse al día y pasar, supuestamente, un rato juntos. Lo raro era verle por aquellas fechas. De normal alguien tan fiestero como Itto estaría ocupando todo su tiempo en organizar un festival y divertirse junto a su banda, mientras ella, por su parte, se quedaba cumpliendo su labor en Mondstadt. Por eso, cuando apareció de la nada aquella misma mañana junto a su banda fue una sorpresa que nadie se esperaba.
Aunque claro, la alegría no duró demasiado para la de ojos aguamarinas.
A poco que se despistó, Itto y los demás ya estaban corriendo, jugando y hablando con cualquier persona de la ciudad, menos con ella. Literalmente hacía horas que no los veía. Bueno, cierto es que se suponía que ella tenía trabajo que hacer y no debía estar socializando, pero, desde que habían llegado, la única a la que había visto de forma constante era a Kuki y obviamente era porque la chica prefería estar alejada de los problemas que causaran sus compañeros.
- ¿A que hora terminas tu turno? - Le preguntó la peliverde, seguramente tratando de buscar algún tipo de conversación, tras encontrarla apoyada en uno de los muros de la ciudad observando hacia la plaza central.
- Dentro de unas pocas horas. Por suerte, nos dejan descansar antes por mañana ser Navidad - Respondió con la misma calma de siempre, pero sin despegar la mirada de como el brillo de la tarde se reflejaba en las casas.
- Debe ser duro ser parte de la ley - Contestó ella, imitándola.
- Debe ser duro tener que lidiar todo el día con esa panda de idiotas - Secundó Aika, sabiendo que la otra no lo tenía mucho mejor que ella.
Finalmente, decidieron levantar la vista para mirarse y se sonrieron levemente entre ellas. Sin duda, se comprendían demasiado la una a la otra en este tipo de situaciones. Aunque claro, como para no hacerlo teniendo en común a alguien como Ataraki Itto.
- ¿Y? ¿Dónde están los demás? - Le preguntó como quien no quiere la cosa, regresando su mirada a la ciudad, aunque en el fondo tuviera bastante curiosidad por lo que estaría haciendo ahora el de tatuajes rojizos.
- A saber... - Murmuró Kuki con un leve y elegante encogimiento de hombros - Con suerte los encontrarás en el calabozo cuando regreses a la Sede.
- Eso si alguien no ha intentado secuestrarlos a cambio de caramelos o se han metido en alguna competencia estúpida, claro - Comentó la de Visión Cryo como si estuvieran hablando sobre niños pequeños y no de un grupo de adultos.
- Hombres... - Susurraron a la vez, suspirando.
Tras eso un breve y cómodo silencio se estableció entre ambas, como si no hiciera falta que dijeran nada para poder entender qué estaría pensando la otra. No fue hasta que uno de la banda pasó corriendo a lo lejos, junto a un grupo de niños, que Aika decidió hablar:
- Sinceramente... No esperaba veros aquí. No hasta pasadas las fiestas, por lo menos - Es decir, en el tiempo que había conocido a Itto nunca habían hecho algo así, al menos no por Navidad.
- Ya sabes como es nuestro jefe. Imprevisible a más no poder - Contestó simple y sinceramente. Sacando a relucir una verdad que todo el que conociera a Itto tenía clara, en su diccionario no había cabida para la frase "Estarse quieto".
- Ya... - Asintió la otra. Obviamente era consciente de ese hecho, era justamente esa aleatoriedad e impulsividad lo que le había atraído del mismo, aunque... Estas mismas características se hubieran convertido en un problema para poder seguir su ritmo.
Kuki pareció notar el suave suspiro que salió de los pulmones de Aika, por como decidió seguir hablando, a pesar de que no fuera alguien que amara conversar de cosas sin importancia.
- ¿Qué piensas hacer por Navidad? - Preguntó obviamente cambiando de tema. De nada iba a servir seguir dando vueltas alrededor de Itto o de su relación con la otra.
- Lo de siempre... - Comenzó a decir con un pequeño movimiento de hombros - Se hará un pequeño intercambio de regalos en la Sede y luego... - Un nuevo suspiro se coló en su respiración - Supongo que iré a beber un rato con el idiota del parche antes de irme a la cama.
- Ya veo... Supongo que no es malo mantener las tradiciones... - Mencionó de forma breve, observando como el sol se escondía cada vez más en el horizonte.
- Supongo... - Asintió de una forma tan apática como siempre, pero, por los segundos en los que había tardado en contestar, se notaba que no estaba totalmente contenta con la situación - ¿Y tú qué?
- A saber. Será un misterio hasta que me reúna con el resto.
«Y aunque lo supieras, está claro que no ibas a decírmelo» - Susurró la voz de la consciencia de la castaña.
- Eso suponía... - Mencionó esta moviéndose para, al fin, alejarse del muro y dejar de ver el paisaje - Supongo que debería volver a la patrulla... Feliz Navidad y todas esas cosas, si es que no te veo mañana.
- Sí... Feliz Navidad - Secundó la peliverde con la misma calma de siempre.
Luego de un pequeño movimiento de cabeza, ambas se despidieron y continuaron con sus caminos en sentidos contrarios. La castaña suspiró nada más la plaza central dejó de estar a su vista.
Llevaba un rato largo ahí de pie, expuesta al frío del invierno, con la mínima esperanza de encontrar a Itto corriendo o jugando con los niños de por allí, mucho antes de que empezara su conversación con Kuki, pero no había tenido nada de suerte. Si no fuera porque sabía que era imposible, podría haber apostado a que, de alguna forma, aquel hombre ruidoso y alto había sido teletransportado a otro mundo nada más pisar el suelo de piedra de la ciudad. Eso o la estaba evitando de forma consciente por a saber qué razón. Ya ni sabía que debía o no pensar.
- Quizá fue algo que hice la última vez o que escribí en alguna carta... - Murmuró para si misma, repasando mentalmente si había hecho algo que podría haber ocasionado que el chico no quisiera ni verla. Sin embargo, si no quería hacerlo, hubiera sido más fácil quedarse en Inazuma y ya... ¿No? - Quizá sea una especie de tortura psicológica que le ha enseñado el sádico del novio de Lulan o algo así... - Concluyó, rindiéndose a seguir pensando inútilmente. Después de todo, no iba a sacar nada en claro hasta que le pudiera preguntar directamente a la persona culpable de toda esta situación.
Y de esa forma, tan lenta en la que cada minuto parecía una eternidad en las iluminadas, pero solitarias calles de Mondstad, debido a que todo el mundo había ya regresado a casa para disfrutar de un cálido comienzo del día de Navidad en familia o simplemente había optado por atrincherarse en una de las mesas de alguna taberna junto a una buena botella de alcohol, las horas fueron pasando hasta que un espeso manto nubes y pequeños copos de nieve cubrió el cielo del lugar.
- Supongo que es hora de volver a la Sede para el intercambio de regalos - Se sugirió la castaña a si misma, observando como su aliento formaba una nube blanca como si fuera lo más interesante del mundo. Su turno había acabado hacía ya un rato, pero había algo que la había mantenido en la calle paseando, aunque odiara hacerlo, hasta que decidió apoyarse contra la pared de una casa.
«Admítelo, te mueres por verle» - Susurró la voz de su consciencia.
- Bien... Hora de irse. Cuanto antes llegue, antes podré irme a la cama - Verbalizó echando a andar, ignorando sus propios pensamientos y deseos, como siempre hacía cuando se trataba de algo relacionado con él y que implicara poner su orgullo en riesgo.
- ¡Aika! - Escuchar su nombre de la nada pronunciado por una voz que podría reconocer a kilómetros hizo que se quedara petrificada a poco de dar unos cuantos pasos.
Se giró para mirarle en silencio, aun sabiendo de quien se trataba y con una mezcla de sentimientos en el pecho que no exteriorizo. Joder, llevaba todo el día ignorándola ¿y justamente ahora que había decidido pasar de él era cuando iba a buscarla? ¿Qué clase de broma universal era esa?
Decidió esperar hasta que se detuvo frente a ella, respirando agitado, como si llevara todo el día corriendo y con los músculos del torso a plena vista como siempre a pesar del frío que hacía. Juraría que hasta le había parecido ver que tenía los pezones algo duros por el clima.
«Céntrate» - Se dijo a sí misma, tratando de concentrarse en la cara del otro.
- ¿Qué? - Preguntó simplemente, cruzándose de brazos. En sí, una parte de ella quería irse de allí y devolvérsela ignorándole como si de un insecto se tratara, pero la otra tenía algo de curiosidad por lo que quisiera que fuera a decirle.
- ¡Tienes que venir conmigo para...!
- Paso - Dijo cortándole a media frase y dejándole con la boca abierta en un intento de seguir hablando - Me esperan en la Sede. Puede que tú no tengas cosas que hacer, pero yo sí. Si tan importante es, puedes contármelo mañana.
La primera reacción de Itto fue apretar los puños, agachar un poco la cabeza y fruncir los labios como si estuviera intentando evitar decir o hacer algo más.
- Bien... - Murmuró este finalmente con un tono serio, totalmente contrario a su tonalidad de siempre.
«¿Ves? Por eso lleva todo el día ignorándote. Es un milagro que te quiera» - La voz de su cabeza volvió ha hacerse presente, para agrandar aún más la culpabilidad que estaba empezando a sentir.
- Si eso es todo... Voy a... - Empezó a decir, sin querer dar su brazo a torcer, a pesar de saber qué le había hecho daño.
- Entonces solo queda una opción - Le escuchó decir, a la vez que le veía alzar la cabeza para mirarle.
- ¿Qu..?
Ni tiempo le dio a reaccionar. Antes de que pudiera darse cuenta, el otro la había alzado en sus fuertes brazos para cargarla como un saco de papas al hombro. Si no fuera por el gran autocontrol que tenía, la otra casi hubiera dejado escapar un pequeño gritito de la sorpresa. Casi.
- Suéltame ¿Qué se supone que haces? - Preguntó, moviendo las piernas para golpearle el pecho intentando librarse de su agarre. En lugar de eso, el brazo de Itto subió hasta sus caderas para rodearla con más fuerza. Causando que todo el cuerpo de ella se tensara con un chisporroteo.
«Cálmate. Solo te está tocando, además, esto podría contar más como un secuestro que como algo romántico» - Se dijo a si misma, intentando que la situación no la venciera de forma estrepitosa.
- ¿Y...? ¿A dónde se supone que vamos? - Preguntó, intentando no observar hacia abajo. Las vistas del cuerpo de Itto por detrás, aun con la ropa puesta, no le hacían ningún bien a su mente.
«Quizá debería hacer algo. Después de todo no suelo tener muchas oportunidades para...»
«Déjate de estupideces» - Se dijo mentalmente, intentando echar cualquier pensamiento indeseado de su cabeza. Ya hasta discutía consigo misma, sin duda necesitaba unas vacaciones.
- Eh... Ya sabes, a un lugar... - La respuesta de Itto le había hecho volver a la realidad. Por los segundos que había tardado era obvio que algo ocultaba, no hacía falta que se lo dijera. Lo sorprendente era que no estuviera gritando lo que quiera que fuera a los cuatro vientos, guardar secretos no era su mejor cualidad que digamos.
- Ya veo... - Murmuró, suspirando. Sabía que si insistía lo suficiente podría sonsacarle lo que quisiera, pero estaba cansada y quería acabar con todo esto lo antes posible.
«Mentira. En realidad lo estás disfrutando» - La voz de su consciencia regresó para atormentarla una vez más. No le quedó de otra que seguir hablando para acallarla.
- ¿Y? ¿Qué has estado haciendo durante todo el día? - Inquirió, tratando de no ser demasiado consciente del calor que transmitía la piel del brazo hombre en contacto contra su desnuda cintura o como se sentía su vientre al ser presionado de forma suave contra los musculosos hombros del más alto.
- ¡Muchas cosas! - Exclamó, recuperando su personalidad hiperactiva de la nada - ¡Hemos ido a...! - Se quedó mudo a mitad de frase, como si se hubiera dado cuenta de que no debía seguir hablando. El sonido de los zapatos de madera de este contra las piedras de la calzada fue lo único que se escuchó durante unos instantes, hasta que decidió volver a hablar - Ya sabes... Algo de esto por aquí... Otro poco por allá... - Dijo finalmente de forma vaga y apagada. Si bien ella no podía verlo, juraría que lo más seguro era que tuviera todo el rostro tenso en una mueca de culpabilidad.
«En otras palabras, que, sea lo que sea, no es algo que vaya a contarme»
En lugar de responder, ella simplemente asintió suavemente, como dándole a entender que había entendido el mensaje y permitiendo que un pesado silencio se cerniera sobre ellos, causando que pareciera que se encontraban en un universo diferente, en comparación con las risas alegres que de vez en cuando escuchaban desde alguna casa.
No es que no quisiera hablarle, bueno en parte seguía resentida por haberla ignorado, pero más que nada no se le ocurría de qué hablar que no pudiera acabar en una respuesta vaga. Mientras que él... A saber. La chica nunca entendía que le pasaba por la cabeza y menos en una situación como esta.
- ¿No tienes frío? - La pregunta de él fue tan repentina que hasta le costó procesarla.
- Mira quien habla, deberías aprender a ponerte una camisa de una vez - Le contestó como si nada. Aunque en realidad siempre agradecía mentalmente que el albino no pareciera tener pudor alguno en ese tema.
- ¡JAJAJAJA! - Una fuerte risotada de él, hizo que una especie de corriente eléctrica recorriera el cuerpo de la castaña de arriba a abajo. Joder, aunque no lo quisiera admitir, amaba oírle reírse - ¡Quizá debería intentarlo!
- Pues claro. No quisiera tener que arrestarte por alterar el orden público o por haberle sacado un ojo a alguien por culpa de tener los pezones como piedras.
Se mordió la lengua nada más fue consciente de lo que había dicho. La primera parte iba como una especie de broma, ahora lo segundo... ¿Desde cuando dejaba que sus pensamientos intrusivos se colaran de esa forma en sus palabras? No pudo evitar tragar saliva con dificultad cuando notó como Itto se detenía de la nada. No podía verlo, pero notaba su mirada clavándosele en el costado.
«Mierda, lo ha escuchado»
«Claro que lo ha hecho, solo te faltó gritarlo para que el resto de la ciudad también lo hiciera»
- ¿Mis pezones...? - Repitió con algo de curiosidad en su voz, causando que la tensión aumentara en el cuerpo de la otra. Escuchar a alguien tan inocente como Itto decir algo así, hacía que todo pareciera mucho más... Sucio de lo que debería ser algo tan familiar como lo era la Navidad.
- Ignora eso. Estoy cansada, y-ya no sé ni lo que digo... - Trató de hablar de forma calmada, aunque un pequeño tartamudeo se coló en sus palabras. Ya solo quedaba rezar para que decidiera creerla.
Él no respondió. Sin embargo, tampoco se movió para seguir andando. Como si se hubiera quedado petrificado o algo así.
- ¿Itto...? - Le llamó con la pequeña preocupación latente de haberle fundido las pocas neuronas que le quedaban con su comentario.
Lo primero que pudo escuchar fue como la saliva bajaba por la garganta del chico, antes de que decidiera bajarla, al fin al suelo.
- Vamos - Fue lo único que le dijo, mientras la arrastraba a donde quisiera que fueran de la mano.
Fuerte. Serio. Demandante.
Si no fuera porque sería imposible, parecía como si hubieran cambiado al Itto infantil que conocía por una versión adulta de si mismo. Y joder, no sabía muy bien como debía sentirse, pero el pesado calor en la parte baja de su vientre parecía querer darle algunas pistas.
No dijeron nada durante lo que restaba de camino, ella porque aún estaba pensando en cómo reaccionar y él, simplemente parecía más concentrado en las piedras del camino. No fue hasta que se detuvieron de nuevo que Aika reconectó con la realidad.
- ¿Eh...? ¿Mi casa...? - Balbuceó observándola algo desconcertada. Por lo misterioso que había estado actuando el otro durante todo este tiempo creía que irían a un lugar más... Especial. A no ser que...
«Quítate esas cosas de la cabeza. Es obvio que no va a pasar nada de eso»
Notó como el de ojos anaranjados se le quedaba mirando como esperando a que abriera la puerta. Lo que confirmara que fuera lo que fuera lo que estaba ocultando, se encontraba allí dentro. Por lo que no le quedó de otra que acceder.
- ¡Feliz Navidad! - Un grito al unísono de distintas voces la recibieron nada más entrar.
- Sentimos haber organizado todo esto sin tu permiso, pero... El jefe quería darte una sorpresa y entre todos decidimos que era mejor hacerla aquí - Explicó Kuki de forma tranquilizadora.
En lugar de responder directamente, como normalmente hubiera hecho, pasó la mirada por sus inesperados invitados. Sus amigos más importantes de la Sede, la Banda Arataki y sus mejores amigos se encontraban allí mirándola entre felices y confundidos ante su silencio
Una fiesta, claro que iba a ser una fiesta. Es decir, era Itto de quien hablaban ¿Por qué se esperaba otra cosa? Vale, sí, había escuchado que lo había hecho por ella y era consciente del esfuerzo que debía haber supuesto organizar todo esto con lo caóticos que eran normalmente. Pero, una parte de ella... Se esperaba algo más.
«Como siempre» - Mencionó la traicionera voz de su cabeza.
Hacía un minuto se encontraba en una atmósfera totalmente distinta junto a su supuesto novio y ahora... Bueno... Sería de mala educación quejarse.
«Como si las normas de cortesía te hubieran importado alguna vez»
- No pasa nada... - Respondió, finalmente, intentando calmar las miradas de todos que no se apartaban de ella - Gracias por venir hasta aquí y por preparar todo esto - Añadió con un suave movimiento de cabeza.
Luego de eso, la fiesta empezó. Pasaron horas comiendo, riendo e intercambiando regalos entre ellos como si de una gran familia feliz se tratara. Sin embargo, Aika trató de evitar de todas las formas posibles mirar o hablar con el albino, como si por el simple hecho de hacerlo las mariposas de la esperanza fueran a volver a escapar de su control.
Aun así, él tampoco parecía cómodo del todo por alguna razón, estaba más torpe de lo normal, tanto física como verbalmente y a veces le escuchaba decir cosas sin sentido, por mucho que tratara de ignorarlo. Sin duda, tener la capacidad de detectar su voz en un sitio lleno de gente no ayudaba en nada a la otra.
- ¿Te encuentras bien? - La voz preocupada de Yami a su lado la sacó de sus pensamientos.
No sabía desde hacía cuanto, pero sus amigos más cercanos la miraban como si le hubiera rebelado que tiene una enfermedad incurable o algo así.
- Perfectamente.
- ¿Ha pasado algo entre...? - Empezó a decir Cerise, desviando su mirada hacia Itto, aun estando al otro lado de la sala su altura le hacía destacar.
- No. Nada importante - Respondió de forma seca. No le gustaba actuar de esa manera con ellas, pero, lo que quiera que había sido aquello que había vivido antes de entrar a su casa, ya había muerto desde hacía bastantes horas.
Un temblorosa taza de chocolate caliente se coló en su visión, antes de que pudieran seguir acosándola a preguntas.
- Gracias, Sora - Murmuró, tomándola lentamente para llevársela a los labios y dejar que el líquido calentara suavemente su cansado organismo. Sí, de normal hubiera estado bebiendo algo mucho más fuerte, pero Jean había limitado el consumo de alcohol hacía mucho para evitar que todo se descontrolara más de lo necesario.
No obstante, algún tipo de impulso extraño la llevó a levantar la mirada mientras bebía. Encontrándose directamente con la anaranjada mirada de Itto sobre ella. Se suponía que estaba hablando con Kuki. Entonces... ¿Qué se supone que hacía viéndola de esa forma? El cuerpo de ella se tensó sin quererlo al notar como, por alguna razón, le pareció ver como las líneas de su garganta se hacían más notables mientras tragaba con dificultad.
«Deberías ir a que te revisen la vista»
Lo que no esperó fue que ambos conectaran miradas, a la vez que ella bajaba la taza. Por un momento el mundo pareció detenerse, al igual que ellos. Lógicamente no podía escucharlo a esa distancia, pero le dio la impresión de notar como la respiración del más alto se agitaba tanto como la de ella.
De forma inconsciente, Aika entreabrió un poco los labios en busca de una mejor fuente de oxígeno. Hasta que los ojos de él descendieron lentamente hasta posarse en esa zona, enviando una gran descarga eléctrica que decidió asentarse en el vientre de la castaña.
Se quedó unos segundos ahí, hasta que de nuevo, la mirada de Itto decidió moverse, pero esta vez, para volver a conectar con sus ojos. Hasta que, de repente, la apartó de forma abrupta. Causando que la magia del momento se rompiera en mil pedazos que quedaron desperdigados por toda la sala, mientras el regreso del sonido de la fiesta dejaba sorda a la de ojos aguamarinas por unos instantes.
- ¿Aika...? - La llamada de sus amigos la hizo despegar los ojos de Itto para atenderles.
«Mierda, están preocupados»
- No pasa nada, solo... Estoy algo cansada. Es todo - Respondió, observando el líquido de su taza con más interés del necesario, y, en parte, no mentía. Todo ese día y la de situaciones extrañas que estaba viviendo con el albino la agotaban enormemente.
Finalmente, la fiesta terminó un rato después. Cuando ya todo el mundo estuvo lo suficientemente agotado como para querer seguir socializando. En cuanto a sus amigos, iba a invitarles a quedarse en su casa, pero, debido a que habían decidido quedarse en un hotel para no arruinar la sorpresa, se marcharon junto a los demás. Haciendo que ahora solo quedaran ella y, por alguna razón, él.
- Todos se han marchado - Le anunció lo obvio, iniciando una conversación por primera vez en todo ese rato. Aunque, por el cansancio y la tensión, su voz sonó algo extraña.
- Ya... - Murmuró él con la vista puesta en la puerta. En si estaban, de nuevo, frente a frente, pero esta vez la distancia entre ellos parecía mucho mayor. Más pesada.
- Deberías ir con ellos antes de que te dejen durmiendo en el suelo del hotel - Comentó para intentar suavizar el ambiente. Aunque notar la mirada del otro sobre ella, no hizo más que aumentar su no visible incomodidad.
- No pensaba hacerlo - Afirmó, luego de unos instantes de puro silencio y miradas robadas.
- ¿Entonces...? - Inquirió ella, dejando la frase en el aire.
Hubo otro momento de silencio. Pesado. Crudo. Pero lleno de palabras sin decir. Como si ambos temieran que hacer cualquier mínimo de movimiento fuera a romper lo que quisiera que hubiera a su alrededor.
- Itto... Yo... - Balbuceó su nombre en un pequeño suspiro. Ni si quiera supo qué la había llevado a hacerlo.
Sin embargo, lo único que pudo notar era como el nombrado daba tres zancadas para llegar hasta ella y unir sus labios de forma inmediata. La sorpresa la invadió de forma inminente. No era la primera vez que se besaban, pero, siempre habían sido besos puros y torpes causados por la inocencia del otro, nunca... Así.
Salvaje. Necesitado. Firme.
Sabía a caramelo y alcohol. Y era... Joder. En unos pocos segundos acababa de pasar a ser su sabor favorito. Al punto de que no pudo evitar rodearle el cuello con los brazos para intentar seguirle el ritmo.
Pero... Dios... Los movimientos de su lengua contra la de ella eran tan rápidos. Tan intensos. Que de no ser porque, en algún momento, Itto la había agarrado de las caderas, dudaba que sus piernas no estuvieran a punto de fallarle a cada roce entre sus cuerpos. Al final no le quedó de otra que ponerle las manos en el pecho, para intentar apartarlo un poco. Él pareció reaccionar a la mínima, tensándosele la mandíbula y mirándola intentar recuperar algo de aire, preocupado.
- Yo... Lo siento... No quería... - Intentó decir pisándose sus propias palabras, a la vez que la culpa se entremezclaba con un gran tono rojo que envolvía sus mejillas.
«Dios... Es precioso...» - Pensó en su mente, antes de, volver a unir sus labios.
Sí, era consciente de que tenían algunos problemas y que era mejor hablarlos, en lugar de intentar transmitirle todos sus sentimientos más profundos en algo tan simple como un beso. Pero, ahora mismo era lo que necesitaba. O más bien lo que siempre necesitó. Que Itto fuera rompiendo una a una sus barreras con su intensa forma de ser hasta que no supieran donde acababa él y empezaba ella.
Y... joder. Estaba claro que esa noche iba a hacerlo hasta que las que ambos quedaran satisfechos.
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Vale ahora, las explicaciones...
No voy a mentir. Se que he dejado esta historia abandonadísima por falta de ideas (que sorpresa), que esto no es un escenario como los anteriores y que aún queda más de un mes para dicha festividad.
Sin embargo, juro que mi primera intención era hacer un capítulo basado en la Navidad en el que se viera a cada pareja, pero, por una vez en mucho tiempo, las ideas iban surgiendo sin parar mientras escribía esto y he de decir que no me arrepiento del resultado (Aunque el final sea algo abrupto, pero como Wattpad tiene problemas con ciertos temas +18, pues hasta ahí se tiene que quedar).
¿Que podría intentar, de vez en cuando, hacer algún que otro one-shot random que se me ocurra de alguna pareja o basado en vuestros comentarios? Pues no voy a prometer nada, porque me conozco, pero podría ser.
Y en si... No se me ocurre mucho más que decir... La verdad, hacía tiempo que no me sentía con tantas ganas de escribir, así que gradezco poder comprobar que no me he oxidado del todo y aun puedo dar lugar a algo medio decente. A ver si en algún momento Honey y yo nos decidimos a poner en marcha las miles de cosas que tenemos planeadas o si me pongo de acuerdo con Akane para traer alguna cosa de Akio x Yoru para que deje de ser un shipp que solo existe en nuestras conversaciones.
¡Esto es todo! ¡Nos vemos en algún otro momento! ¡Bye-by~!
PD: Agradezco a la autora Ana Huang por crear obras tan buenas y bien escritas que motivaran mi inspiración para poder imaginarme tanto lo que llegué a poner en este capítulo como lo que no xD
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