Escenario 5: Su ropa

¿Cómo reaccionarían sus parejas si les vieran usando su ropa?

- ¡Aika! ¡¿Has visto mi...?! - Gritó el albino antes de abrir la puerta de un portazo. Él y su estúpida manía de no avisar antes de entrar de la nada - Mi chaqueta... - Murmuró, al notar como la chica la llevaba y, al igual que él hacía, su pecho solo se encontraba parcialmente oculto tras unas sogas negras parecidas a las que él usaba - Pff... ¡Jajajajaja! - Comenzó a reírse de la nada. Causando que las mínimas esperanzas de la chica de causar cualquier tipo de reacción que superara la estupidez del chico, desaparecieran totalmente - ¡Esto es tan divertido! ¡Te queda enorme! ¡Pareces una especie de gusano intentando cubrirse con su seda! - Exclamó, sin dejar de reír, mientras la señalaba.

- Um... - Murmuró ella, quedándosele mirando, ya ni sabía por qué continuaba intentando ir más allá del bromance que tenían. Es decir, cualquier otra persona que la viera de esa forma, al menos hubiera hecho una pequeña broma o intentar coquetear con ella. Pero no, Itto era demasiado estúpido como para captar nada. 

- ¿Eh? ¿A dónde vas? - Preguntó él, entre carcajadas, al notar como la chica iba hacia la puerta, aún con su chaqueta puesta.

- A quemar esta estúpida cosa - Le advirtió.

- Así que vas a quemarla... - Repitió, claramente aún no habiendo analizado lo que le acababa de contar - ¿Eh? ¿Qu-Quemarla? - Volvió a decir, al notar que la chica se había salido de la habitación - ¡Espera! ¡Aika! ¡Esa chaqueta es mi favorita! ¡No la quemes! - Pidió, entre gritos corriendo tras ella, para intentar detenerla, ya que sabía muy bien que la chica sería capaz de hacer algo así.

Ambos se encontraban de regreso a casa, luego de que la chica saliera de su trabajo en la biblioteca. Poco a poco, se notaba que el invierno comenzaba a llegar, ya que las temperaturas nocturnas comenzaban a ser algo frías.

- Alice - La llamó el peliazul, haciendo que la albina se detuviera a verle - Usa esto - Dijo él, quitándose su abrigo para ponerlo sobre los hombros de la chica.

- Pero, podrías acabar resfriándote - Contestó ella, intentando hacerle ver que era una mala idea.

- En ese caso... - Murmuró de forma pensativa, antes de abrazar a Alice por su espalda - Si me abrazo a ti de esta forma no tendré tanto frío.

- No sé si es un buen plan. Estoy segura de que caminar así debe ser algo difícil y tenemos riesgo de caernos. Mejor... - Argumentó, intentando devolverle su abrigo, pero, los labios de Xingchiu sobre los de ella la cortaron.

- ¿Lo ves? Tus labios son tan cálidos como para que ahora apenas tengo frío. Si seguimos así, estoy seguro de que podemos llegar a casa, sin problema~ - Le dijo con una sonrisa coqueta.

- Bien... Siendo así... - Murmuró ella, antes de besarle la mejilla - Asegúrate de avisarme cada vez que sientas algo de frío. Te besaré todo lo que necesites - Afirmó con total sinceridad. Causando que el chico riera sonrojado, aún preguntándose, qué era lo que había hecho para lograr que alguien como ella estuviera a su lado.

- ¡Hasta su capa es tan genial como él! - Exclamó la chica, observando con una gran sonrisa la prenda que tenía entre sus manos. En sí, ya la había visto y usado varias veces antes, ya que Dainsleif acostumbraba a prestársela cuando hacía algo de frío. Sin embargo, ¿usarla sin que él lo supiera? Eso era muy distinto - Aunque no la haya usado desde ayer, aún sigue estando algo cálida - Notó, una vez se decidió a usarla - Su olor... Dains huele tan bien que creo que voy a volver a enamorarme de él solo por eso - Se dijo a si misma, al notar el aroma del rubio - Ojalá pudiera usarla todos los días. Así tendría algo más que me recordara a él, cuando se va.

Lo que estaba claro, era que la chica no sabía que el de ojos azules, había regresado al darse cuenta de que salió sin su capa, por lo que sí, había escuchado todas y cada una de las palabras que la albina le había dedicado. Causando que, por el momento, Dainsleif, prefiriera hacer como si nada hubiera ocurrido y dejarla sola, para intentar no avergonzarla. 

Aun así, días más tarde, apareció con una capa más o menos parecida a la que él usaba, pero con algunas diferencias que hacían que esta se asemejara algo más a los gustos de la chica. Después de todo, no podía dejarle su propia capa, ya que la necesitaba para cubrirse del frío durante los viajes largos, pero, al menos, podía regalarle una a la albina para, de alguna forma, cumplir su pequeño deseo de tener algo más que pudiera recordarle a él. Aunque, como es obvio, esto acabó causando que la chica se avergonzara bastante al, finalmente, darse cuenta de que su novio había escuchado al detalle todas y cada una de las cosas que había mencionado en aquel entonces.

Cuando la encontró, la albina tenía la ropa llena de manchas de barro y tierra. Estaba claro que, de nuevo, había ido a algún lugar peligroso a buscar nuevas plantas que pudieran ayudarla a curar a sus pacientes.

- Toma, úsala - Le dijo el de cabellos celestes, quitándose su abrigo para dárselo a la chica.

- N-No hace falta. Puedo llegar a casa y cambiarme - Intentó negarse ella, algo avergonzada, ya que el chico se había quitado una prenda de ropa de la nada.

- Aun así, la gente comenzará a preocuparse si te ven con la ropa algo rota y sucia - Expuso Chongyun, sabiendo con total claridad que la gente de Liyue quería bastante a su novia.

- Está b-bien... - Asintió ella, aceptándola - Gracias por dejármela. Me aseguraré de limpiarla bien - Le aseguró, antes de comenzar a ponérsela lentamente - ¿Qué t-tal me queda? - Preguntó con algo de nerviosismo, jugando con sus orejas.

Chongyun rápidamente intentó mirar hacia otro lado, a la vez que se llevaba una paleta de helado a la boca, ya que, si continuaba mirándola unos segundos más, era bastante posible que su positividad terminara venciéndole de nuevo. Aunque, por mucha fuerza de voluntad que intentara tener, sus ojos igualmente no paraban de mirar a la chica de forma disimulada, una vez que decidieron continuar con su camino. Mientras que en su mente, no dejaba de pensar en lo adorable que se veía Cerise usando su ropa. Sin duda, tenía que intentar contenerse o iba a acabar haciendo otra tontería de nuevo.

Cuando se despertó, Cherry se dio cuenta de que lo más probable era que Razor había salido con bastante prisa esa mañana, debido a que se había dejado su chaqueta en casa de la albina. Es por esa misma razón, que la chica decidió ponerse el abrigo para ir a devolvérselo. Así, de paso, vería la reacción de su novio cuando se diera cuenta de que lo estaba usando

- ¡Razor! - Le llamó, nada más encontrarlo en donde había adivinado que estaría, es decir, junto a su familia - ¿Qué tal me veo? ¿Te gusta mi nueva chaqueta? - Le preguntó, haciendo una pose con una pequeña risa.

- Ser mi chaqueta - Mencionó el chico al reconocerla.

- Sí, vine a traértela. Pero, me gustó tanto que estoy pensando en quedármela - Contestó añadiendo una pequeña broma.

- Cherry verse muy bonita. Lupical opinar igual - Le dijo, haciendo referencia a los lobos a su al rededor.

- ¡Eres tan adorable! - Exclamó la chica, abrazándole enternecida - ¡Vosotros también lo sois! - Les dijo a los lobos, acariciándoles totalmente feliz. Sin lugar a dudas, Razor tenía la capacidad de alegrarle el día con unas pocas palabras.

Aquel día, no estaba segura de por qué, pero algo la había llevado a robar el sombrero de copa de su novio, sin que este se diera cuenta para ver qué tal le quedaba a ella.

- Oh... - Murmuró al notar como este descendía más de lo que esperaba por su cabeza, prueba de que lo habían hecho a medida para el rubio y que a ella le quedaba algo largo - ¡Tachán! Con todos ustedes, el gran ilusionista de Teyvat, ¡Lyney! ¿Cómo están ustedes? ¿Sorprendidos? ¿Patidifusos? - Mencionó la azabache, imitando a su novio frente al espejo e intentando posar como él. Suerte que el rubio no se encontraba por casa ese día o terminaría encontrándola haciendo el ridículo y hablando sola. Aun así... ¿Acababa de escuchar el sonido de un Daguerrotipo? 

- Estoy segura de que mi hermano estará bastante feliz de ver esto - Escuchó decir a la característica voz de Lynette y, una vez la chica se giró a verla sorprendida, se dio cuenta de que ella estaba allí. Además de comprobar que el sonido que había escuchado segundos antes no había sido invención de su mente - Si me disculpas, tengo que reunirme con él y enseñarle esto - Mencionó, ahora con el sombrero del rubio sobre su cabeza ¿Cuándo se lo había quitado? ¿Y, realmente pensaba enseñarle la foto que le había sacado haciendo el ridículo?

Al final, por mucho que la azabache hubiera intentado detenerla, la semi-humana acabó saliéndose con la suya y mostrándole la foto a su hermano, el cuál se rió un poco al verla y acabó volviendo a ponerle su sombrero a Emery, argumentando que a ella le quedaba mucho mejor que a él.

- Úsala - Volvió a repetir Ayato, acercando su chaqueta a la chica.

- No, me niego. Así que deja de insistir tanto.

- No puedes negarte y lo sabes. Una promesa es una promesa - Le recordó él.

- No recuerdo haberte prometido nada - Contestó, cruzándose de brazos.

- Puede, pero perdiste una apuesta. Lo que, en normas generales, es más o menos lo mismo. Así que, toma - Mencionó, intentando dársela de nuevo.

- ¡Está bien! - Aceptó ella, ya algo molesta, quitándosela de las manos. De verdad que no aprendía - Pero, solo será por un minuto ¿Recuerdas?

- Sí, eso será suficiente - Aceptó él, observando con atención como se ponía su abrigo.

- ¿Y bien? ¿Y-Ya estás contento? - Preguntó intentando sonar como siempre, pero su voz la había delatado.

- En realidad, preferiría verte usándola todos los días. Pero supongo que por ahora valdrá - Contestó, acariciando la mano de la chica con las yemas de los dedos. Claramente se estaba divirtiendo demasiado con todo eso. 

- La próxima vez, pienso hacer que uses mi ropa... - Advirtió ella, intentando ignorar el comentario y las caricias del otro.

- Eso sería difícil. Tus pechos son bastante grandes, dudo que pudiera rellenar ese espacio fácilmente~ - Comentó, sacando ese hecho a relucir de forma juguetona.

- ¡D-Déjame en paz y quédate con tu chaqueta! - Le dijo, molesta y avergonzada, tirándole la prenda de ropa al de cabellos celestes a la cara. A Ayato le iba a costar algunas horas e intentos el lograr que Lulan dejara de estar enfadada con él.

De nuevo, la chaqueta de Wriothesley había vuelto a desaparecer misteriosamente. Entre las múltiples pegatinas que las Melusinas pegaban en sus cosas y el hecho de que su novia no parara de robarle la ropa, comenzaban a hacer que el chico dudara sobre si esas cosas seguían perteneciéndole a él realmente.

- Natsumi, mi chaqueta - Le dijo, una vez la encontró en su despacho, sentada en la silla que este usaba para trabajar.

- ¿Esta? ¿Es tuya? La encontré tirada por aquí y, como dice Su Señoría, si eres la primera en encontrar un objeto sin dueño, entonces dicho objeto te pertenece legalmente - Le explicó, tratando de hacerse la inocente. Para otras cosas no, pero en esa situaciones bien que se acordaba de las leyes de Fontaine.

- Eso no se aplica si entras a hurtadillas en el despacho de alguien para, expresamente, robarle - Contraatacó él.

- ¿No puedo quedármela un poco más? - Le preguntó - Es calentita y huele como tú - Añadió, con una pequeña mirada de súplica.

- Sabes que la necesito para trabajar - Le dijo.

- Bien - Asintió ella, levantándose del asiento - ¡Entonces tendrás que lograr atraparme y quitármela, primero~! - Le advirtió, antes de saltar por la barandilla, hasta la parte inferior de la oficina del azabache - ¡Si llego a casa antes de que lo consigas, ten por seguro que pienso quedármela para siempre! - Gritó, corriendo hacia fuera.

- Esta chica... - Murmuró el azabache negando y viéndola desde lo alto. Aunque, no es como si realmente pudiera ocultar la pequeña sonrisa que tenía en su rostro por su culpa. Luego de dejarle unos segundos de ventaja, decidió saltar hacia abajo y seguirla, tranquilamente. Le seguiría el juego, sí, pero no tal y como ella quería. Total, hiciera lo que hiciera, el azabache acabaría recuperando su chaqueta.

Una vez más, se encontraba en la taberna de Diluc, esperando a que el chico terminara de trabajar para poder dar un último paseo juntos. Sin embargo, por alguna razón, ese día la pelirroja se encontraba más cansada de lo normal ¿Quizá se debiera a la última misión que había tenido? ¿Al hecho de que no estaba descansando como debía? ¿O quizá era a causa de que, a pesar de todas las personas que habían allí dentro y la distancia que los separaba, aún así, podía escuchar con total perfección la voz del pelirrojo, cosa que la relajaba como por arte de magia? Sea como fuere, el punto fue que, inconscientemente, Yami terminó durmiéndose allí mismo, con su cabeza apoyada sobre una de las mesas.

Como es obvio, su novio no tardó en notar ese dato, ya que, por muy ocupado que estuviera, siempre trataba de estar pendiente de ella, por si necesitaba algo. Nada más terminó de servir a los clientes frente a él, caminó hasta donde la chica se encontraba y la observó por un momento, con una pequeña sonrisa.

- Descansa todo lo que te haga falta. Yo cuidaré de ti - Le susurró, antes de quitarse su chaqueta para tapar el cuerpo de la chica con ella. Luego de eso, el pelirrojo decidió sentarse frente a ella, para, por un lado, asegurarse de que dormía bien, y, por otra parte, para evitar que cualquiera se atreviera a intentar molestarla lo más mínimo. Lo que quedaba del trabajo, se lo dejaría a Charles, después de todo, quedaba bastante poco para la hora del cierre. Así que podría encargarse por si mismo.

Nada más se levantó, se dio cuenta de que había pisado algo muy distinto al suelo que solía sentir bajo sus pies. 

- Ese imbécil - Le insultó al notar que había dejado su chaqueta atrás, pero, entonces... ¿Con qué había salido a la calle esa mañana? El no encontrar su propia camisa ni su abrigo por ninguna parte, indicaba que el pelinaranja se los había llevado, seguramente a propósito - Pienso matarlo cuando vuelva - Se juró a si mismo. Para una vez que tenía que regresar a la ciudad de forma obligatoria y ese idiota le robaba parte de su ropa - T-Tch... - Chasqueó la lengua, observando el abrigo de Tartaglia aún en el suelo - Como sea - Murmuró, intentando apartar cualquier pensamiento estúpido de su mente, a la vez que se agachaba para recogerla. No le quedaba otra opción que usarla.

A cada paso que daba, el chico notaba como la chaqueta que de normal únicamente cubría el torso de su novio, se movía un poco, dejándole aún más claro que su novio era algo más musculoso y fuerte que él, cosa que le enfadaba de sobre manera. Además, esa estúpida apertura que tenía dejaba que cualquiera pudiera ver algunas de las cicatrices de su vientre, cosa que odiaba. Sin duda, iba a matarlo nada más le viera.

- Vaya... La verdad es que tenía miedo de que te la hubieras quitado para cuando llegara, pero, te queda mejor de lo que me imaginaba~ - Mencionó el chico, entre sorprendido y coqueto, horas después de que Akio al fin pudiera volver a la seguridad de su hogar.

- ¡¿A-Ah?! ¡¿Y recibirte medio desnudo?! ¡¿Acaso crees que soy un pervertido como tú?! - Le gritó, entre sonrojado y enfadado.

- Ahora quiero ver eso... Tú recibiéndome casi sin ropa... Sin duda, sería un gran espectáculo~ - Le contestó con una de sus seductoras sonrisas.

- Deja de imaginar cosas imposibles - Le ordenó tirando de él, para lograr que se sentara sobre su regazo - Y ahora cállate de una vez. Estoy haciendo todo lo posible para no matarte aquí mismo, imbécil - Le amenazó, causando algo de risa en el otro. Por esta vez le perdonaría la vida, pero, solo eso. Si Tartaglia no podía andar correctamente a la mañana siguiente era culpa suya y solo suya. Así aprendía a no tocar sus cosas sin permiso.

Aquella mañana, tenía algo importante que hacer, por lo que nada más el albino se despertó; desayunó lo que Thoma le había preparado de un bocado; se cambió lo más rápido que pudo, poniéndose lo primero que encontró por la habitación; y salió corriendo de casa, rumbo al trabajo, luego de despedirse del rubio con un beso.

Por alguna razón, Ansel, durante todo el día hasta que volvió a casa, tuvo la pequeña sensación de que la gente, al igual que sus compañeros de trabajo, se le quedaban observando algo extrañados. Sin embargo, nadie le dijo nada, por lo que el chico supuso que serían imaginaciones suyas.

- Estoy de vuelt... ¿Thoma? ¿Qué haces con mi ropa? - Preguntó, nada más llegar al notar que el rubio no tenía su conjunto de siempre.

- Así que aún no te has dado cuenta - Comentó el nombrado, riendo un poco - ¿Quién crees que puede tener la mía? - Le preguntó, intentando que adivinara por si mismo.

- ¿Quién... tiene tú...? - Repitió despacio, a la vez que bajaba su cabeza para verse a si mismo - Lo siento, te juro que me la puse sin darme cuenta - Se disculpó, ahora entendía por qué la gente le miraba tan raro. Hasta se había puesto en la frente la diadema de metal que su novio solía usar sin haberlo notado. Seguro que debía verse totalmente ridículo.

- Tranquilo, también es culpa mía. Debí darme cuenta antes de que salieras - Negó, intentando quitarle importancia al asunto - Aunque, la verdad es que te ves mucho mejor con ella que yo. Estoy seguro de que si Ayaka te viera así vestido, no pararía de abrazarte en todo el día por lo genial y adorable que te ves - Añadió, acariciando la cabeza del albino con cariño y suavidad. No cabía duda de que Thoma sabía como animarle, sin importar la situación.

- Hoy hace más frío de lo normal... Y yo sin mi abrigo... - Fue lo primero que el semi-humano dijo, luego de aparecer de la nada en el laboratorio de Albedo.

- ¿Se puede saber dónde lo has dejado? - Le preguntó el rubio, con algo de curiosidad y preocupación. A este ritmo, su pareja terminaría congelándose, aún con la fogata frente a él.

- Pues... - Comenzó a decir, observando como el vaho salía de su boca cada vez que hablaba - Tenía muchas ganas de verte, así que corrí hasta aquí. No fue hasta que llegué y, al fin, me quedé quieto que me di cuenta de que me lo había dejado detrás - Le explicó con unas sonrisa. Aún con riesgo de hipotermia, el castaño continuaba sonriendo como si nada.

- Te dejaré algunas mantas - Le avisó, intentando girarse para él a buscarlas, pero Baek se lo impidió.

- Sí, supongo que no es mala idea ¿Pero no sería mejor algo que ya tenga algo de calor corporal? - Le planteó, agarrándolo de la muñeca - Por favor, déjame tu chaqueta. Me muero de frío - Pidió con algo de suplica. Albedo se le quedó mirando, ya que encontraba grandes fallos en la lógica del chico, principalmente con qué iba a cubrirse él si le daba su abrigo a Baek.

- De acuerdo. Si así estás más cómodo - Terminó accediendo y entregándoselo, ya que podía intentar usar él mismo las mantas que le había ofrecido al chico anteriormente - Si necesitas algo más avi... - Intentó decir, pero un tirón hacia abajo, provocó que terminara sentado en el suelo, entre las piernas del semi-humano.

- Así está mejor. De esta forma, ninguno de los dos tendrá frío ¿No crees~? -Preguntó contra el oído del rubio, rodeando el cuerpo del chico tanto con sus brazos como con su esponjosa cosa, para evitar que se fuera. En realidad, lo de que había corrido hasta allí para verle, no había sido una mentira, pero... ¿La parte en la que mencionó que se había dejado su abrigo atrás sin querer? Ahí sí que había mentido un poco.

Por alguna razón que solo los Arcontes sabrán, el peliverde aquel día se había levantado sintiendo aún más curiosidad de lo normal hacia el interesante gorro con forma de cabeza de chacal que su novio solía usar todo el tiempo. Por lo que, no pudo evitar cogerlo y correr hasta la habitación para probárselo a escondidas, nada más vio como Cyno se lo quitaba por un segundo para acomodarse un poco.

- Así que así es como se siente al usarlo... A pesar de lo duro que parece, es bastante más cómodo de lo que me esperaba - Observó, mirando su reflejo - Es tan bonito que, aun sin ser mío, siento que no me queda tan mal...

- Eso es porque te ves bastante tierno con él - Le respondió Cyno de manera inesperada. Lo había descubierto antes de lo que esperaba.

- Lo dudo, tú te ves mucho mejor usándolo~ - Contestó el peliverde de forma un poco coqueta. Con intenciones de quitárselo para devolvérselo.

-  Puedes usarlo todo lo que quieras, me agrada saber que te gusta tanto - Le dijo el albino, impidiéndoselo por medio de sus palabras.

- ¿Seguro que no te molesta? - Cuestionó, haciendo que él se negara. Es decir, ¿quién sería capaz de decir que no al encontrar a su novio tan emocionado por estar usando algo suyo?

Cuando Xiao se levantó y vio al azabache, estuvo tan sorprendido que, sinceramente, le había costado bastante reaccionar. Aunque, era comprensible, cualquiera hubiera actuado igual al, nada más llegar a la sala de la casa de su novio, encontrarlo leyendo tranquilamente, vestido tal y como estaba

- Esa... Es mi camisa - Mencionó el más pequeño señalando hacia la prenda que Gao estaba usando que, por cierto, le quedaba bastante corta y ajustada. Provocando que gran parte del cuerpo del chico se viera totalmente y la que sí estaba cubierta, apenas si dejaba algo a la imaginación.

- Sí, la encontré antes y, como no me tengo ninguna limpia, aparte de la que llevas tú, decidí usarla - Le contestó, quedándose tan tranquilo ¿No hubiera sido más normal que lavara sus camisas y ya?

- Devuélvemela, te ves ridículo con ella y vas a terminar rompiéndola - Le pidió.

- No quiero, la verdad es que está empezando a gustarme. Además, tu duermes con una camisa mía todas las noches ¿Qué problema hay en que yo use una de las tuyas~? - Le preguntó, intentando avergonzar un poco al más bajito - ¿O es que te gusto tanto que quieres quitarme la ropa aquí mismo~? - Cuestionó, causando que Xiao frunciera el ceño sonrojado. En respuesta, el Yaksha, simplemente desapareció - Xiao, si vuelves y me dices una cosa, juro que te la devuelvo - Mencionó y el nombrado apareció, de nuevo frente a él.

- ¿Qué quieres?

- Nada del otro mundo, solo que admitas en voz alta que me quieres - Pidió el azabache - Es decir, si eres capaz de decirlo mientras lo hacemos, ahora que quieres recuperar tu querida camisa no debería costarte tanto~ - Explicó, causando que Xiao tuviera que contenerse para no golpearlo. Sin duda, lograr recuperar su camisa iba a costarle bastante más de lo que creía.

- Zhongli, déjame tu chaqueta por un momento - Le pidió el azabache de forma bastante repentina. Por suerte se encontraban en la casa del chico.

- Claro, aquí tienes - Aceptó, sin problema alguno, quitándosela y entregándosela - ¿Puedo saber para qué la quieres? - Inquirió con algo de curiosidad, pero todas sus dudas fueron contestadas al ver como el azabache se la ponía, claramente quedándole tan larga que le hacia lucir aún más adorable de lo normal ante los ojos del castaño.

- ¿Qué te parece? ¿Me veo muy raro~? - Le preguntó él, de manera algo juguetona.

- Podría regalártela, si quieres - Respondió Zhongli, indicando que realmente le gustaba verlo así. 

- No hace falta, con que me la prestes de vez en cuando, sirve - Le dijo bastante divertido por la reacción de su pareja - Sin duda es bastante cómoda... Me pregunto si sería capaz de hacerte una similar alguna vez.

- Hazlo y, a ser posible, que sea de un color oscuro.

- ¿Oscuro? - Repitió Luciel con curiosidad ¿Acaso la quería así por algo de la funeraria?

- Así podré usarla el día de nuestra boda - Afirmó con total seguridad. Causando que el azabache se sonrojara ¿Tantas ganas tenía, realmente, de que se casaran?

Un cambio de ropa. De la nada, Nahida había propuesto, de manera bastante sospechosa para el más bajo, que Scaramouche y el castaño intercambiaran sus ropas solo para comprobar como se verían con un estilo totalmente distinto de vestimenta. Obviamente el de cabello oscuro intentó negarse, pero, cómo siempre, acabó siendo convencido por la niña.

- ¿Qué tal estoy? - Le preguntó el chico de una forma bastante animada a la albina, siendo el primero en terminar de cambiarse.

- Te queda algo ajustado, pero te sienta bastante bien. Estoy segura de que le gustará - Le contestó la albina, como si el restante no pudiera escuchar todo lo que estaba pasando.

- Por eso mismo dije que esto era ridi... - Empezó a decir, ya cambiando, refiriéndose al tema de lo ajustada que debía quedarle su ropa al de gafas. No obstante, no esperaba que la pequeña terminara teniendo tanta razón, realmente a Natsu le quedaba bien su estilo de ropa, a pesar de la diferencia de tallas - Como decía... Te ves ridículo vestido de esa forma. Ni si quiera llevas el sombrero bien.

- Lo intento, pero es algo difícil - Se excusó un poco Natsu, ya que apenas si lograba mantenerlo de forma estable en su cabeza, sin que este terminara en el suelo. En lugar de decir nada, Scara se lo quitó. 

- Te ves raro usándolo. Así que deja de estar haciendo el tonto con él - Expuso, aunque la suavidad con la que le había hablado, tan distinta a la tosca forma con la que le contestaba normalmente, demostraban que lo más probable, era que el chico pensara lo contrario en su mente.

- Tú te ves muy bien usando mi ropa... Ahora quiero intentar hacerlo estando vestidos así~ - Mencionó, Natsu, rompiendo totalmente cualquier tipo de mínimo romanticismo que pudo haber llegado a tener la situación.

Una duda llevaba carcomiendo la mente del chico desde que vio a su novia por primera vez. Sí, era consciente de que a Yoimiya le gustaban los adornos algo exagerados, de ahí la cantidad de complementos que la rubia usaba en su cabello. Sin embargo, había algo en su ropa a lo que el Soku aún no lograba encontrar solución, por lo que, nada más vio los enormes lazos que la chica usaba en su espalda sin vigilancia alguna, intentó descubrí cómo era que ella hacía para ponérselos de una forma tan perfecta y simétrica. 

Lo que no se le pasó por la cabeza, fue la posibilidad de, múltiples intentos fallidos después, terminar totalmente enredado entre las grandes sogas que conformaban parte del vestuario de su novia. Claro que ella, no pudo evitar empezar a reírse de él cuando lo encontró así.

- No te rías, estoy seguro de que estoy a nada de conseguirlo - Le dijo él, aún intentando hacer algo, a pesar de lo atrapado que estaba.

- ¿Seguro? Yo no paro de ver como te enredas más y más. Ni que te estuvieras enfrentando a unas serpientes~ - Se burló la rubia.

- Vale, quizá no - Admitió, siendo consciente de que quizá había cometido un grave error en alguna parte que lo había llevado hasta ese punto - Ayuda, estoy dejando de sentir mi brazo izquierdo - Pidió, notando como la sangre de su cuerpo se quedaba detenida en esa zona. Aun así y, a pesar de que Yoimiya acabó ayudándole a soltarse, Soku volvió a intentarlo de nuevo, nada más estuvo totalmente liberado. Después de todo, no iba a rendirse hasta conseguir lograrlo, daba igual la de veces que pudiera quedarse atrapado.

El semi-humano observó su reflejo con gran nerviosismo y bastante vergüenza, tanta que sus orejas estaban rojas y sus tics bastante más descontrolados de lo normal. Y es que, por alguna razón, se había visto obligado a utilizar la camisa de Bennett, ya que el chico, por accidente se había llevado parte de su ropa. El problema principal era la cantidad de aperturas y piel que la prenda del chico dejaba al aire. Algo que alguien tan tímido como Sora, no estaba ni mínimamente acostumbrado a usar. 

Aun así... Tenía que ir a trabajar ¿cierto? Aún con ese problema y el estado de sus tics, su consciencia no le permitiría dejar a Baizhu y a Qiqi completamente solos en la farmacia. Aún menos por una cosa como esa... ¿Verdad? 

- ¡Sora! - Por suerte para el semi-humano, la voz de su novio se hizo presente, a la vez que este abría de un portazo - ¡Lo siento, me he llevado tu ropa por ac...! - Intentó disculparse, pero Bennett se quedó totalmente mudo, al ver a su novio. Cosa que incomodó y preocupó aún más al otro, que cada vez estaba más consciente de lo tonto que debía verse - E-Esa es... ¿mi camisa? - Le preguntó, tragando algo de saliva de manera inconsciente.

- ¡Lo si-siento! ¡AH! ¡Ahora m-mismo te la...! ¡DE! ¡D-Devuelvo! - Le dijo Sora, en un pequeño intento fallido, por culpa de sus tics, de cubrirse con las manos.

- S-Sí... Estaré esperando fuera - Asintió su novio, saliendo de la habitación para darle algo más de privacidad. Nada más, cerro la puerta tras él, se deslizó por la pared, hasta acabar sentado en el suelo, cubriéndose la cara con las manos. Estaba tan sonrojado y feliz a la vez, Sora se veía demasiado adorable con su ropa puesta. Ahora, empezaba a agradecer la mala suerte que había tenido al inicio del día, cuando se equivocó de ropa.

Cuando le encontró, la ropa del pelirrojo estaba extrañamente mojada. Es decir, entendería que algo así pudiera a ver ocurrido algo más cerca del mar, pero ahora mismo se encontraban en medio de la ciudad de Sumeru. Así que, lo más lógico era pensar que alguien le había hecho eso a Yoru apropósito.

- ¿Puedes explicarme qué te ha sucedido? - Le preguntó el albino, notando una desagradable sensación en su interior.

- No es nada. Un pequeño descuido nada más - Intentó restarle importancia al asunto - Quizá si hubiera corrido un poco más, hubiera logrado esquivarlo - Añadió, demostrando que lo más probable era que no se hubiera tratado de un simple accidente.

 - Por el momento, la prioridad es evitar que tu cuerpo pierda calor - Explicó Neuvillette, quitándose la chaqueta para ponérsela al más pequeño.

- ¿E-Eh? Su Señoría, si hace esto su ropa se terminará mojando - Le dijo, intentando devolvérsela.

- En ese caso, yo mismo me encargaré de secarla. Por ahora, lo principal es regresar cuanto antes a tu hogar para que puedas cambiarte - Argumentó de forma totalmente lógica y razonable, evitando que el chico pudiera quejarse mucho más.

Tras eso, caminaron juntos y en silencio hacia el lugar donde el pelirrojo se estaba hospedando. Aun así, el albino, no dejó de mirarle durante todo el camino de forma disimulada. En realidad no terminaba de entender por qué, pero, no parecía desagradarle realmente ver al pelirrojo usando su ropa, quizá... Le gustaba un poco.

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