53. || Tanabata || 2020

Akutagawa llego por la noche a la casa, había sido un día cálido y precioso, el verano lo era, aun que odiaba la sensación de calor por el abrigo, incluso él ya se había acostumbrado, la casa estaba oscura lo cual le sorprendió, Atsushi siempre llegaba primero que él, fue encendiendo luces, y lo primero que vio fue una nota en la cocina, se acercó a leerla.

"El sol podrá brillar cada día, sea nubloso o lluvioso, esta presente eternamente como mi corazón latiendo por ti, no se apagará, ni mañana, ni hoy, ni un milenio, ni dos."

― ¿Qué se trae entre manos este agente? – se quejó sonriente. Dio vuelta la nota viendo que había más escrito en la parte de atrás

"ve a la cama"

Akutagawa trago saliva, ¿sería su noche soñada?, guardo la nota y fue a la habitación, encontró otra nota. Hizo lo mismo

"Nadie dijo que sería fácil, jamás nadie dijo que sería difícil, nadie dijo que podríamos no amarnos, ni nadie dijo que no podíamos besarnos"

"mira la planta morada de la sala"

Akutagawa ya algo confundido fue a la sala, de nuevo, otra nota.

"No es solo morado, hay dorado en mi como luz en ti"

"ve al techo"

― ¿el techo?

Akutagawa suspiro, dejo sus cosas, salió de la casa, uso a Rashomon para colgarse y subir al techo, allí vio al albino sonriente. - ¿ahora qué hiciste? – pregunto divertido al ver el lugar

― Akutagawa Ryunosuke, bienvenido a nuestra cita de Tanabata – menciono señalando el lugar

Atsushi había hecho de las suyas de nuevo, el techo estaba lleno de pequeñas bombillas navideñas que iluminaban ligeramente el techo, en el medio, una pequeña fogata que no estaba lejos de una tienda que creo el albino. Era una tienda de campar con madera y puso flores en ellas para decorarlos, en medio de la tienda de campar había una frazada y un cojín gigante, redondo y esponjoso, en el resto de la frazada tenía la cena preparada. Akutagawa sonrió viéndolo - ¿me dirás de donde sacas ideas tan románticas? – pregunto yendo hasta el albino y besar su frente. Atsushi se acurruco en el pecho del mayor

― Tu amor me hace ser creativo

― Adulador

― Vamos, cenemos

El albino llevo al azabache a sentarse para cenar, había preparado Nuggets de salmón con una ensalada de higos. Había veces que Akutagawa dudaba del agente, es decir, como un chico tan tierno y amable estaba loco de amor por un asesino como él, admitía que no era perfecto, llegaba tarde, peleaban por boberías, cuestionaba muchas cosas, lo maltrato muchas más, ¿Cómo llegaron a ese punto?

Cuando las peleas son presentes en el amor, ¿se le puede llamar amor? Cuando una persona sufre por otra ¿Cómo es posible que exista el amor? Su deseo de matar era más grande que cualquier otro, se nublaba su vista al saber que era mejor, su comprensión se fue desvaneciendo, su ideal fue cambiado, con simples gestos de generosidad, ¿era toxico? Quizá, pero era lo suficientemente maduro para saber cuánto dar y continuar. No cambiar, si no mejorar, el hecho de preguntarse cuanto pesaba más si la muerte o amarle. La respuesta llego con una simple frase.

Atsushi cenaba feliz recargado en su torso, miraba las estrellas alegre, Akutagawa no pudo evitar que se le escapara una pequeña risa - ¿Por qué ríes? – pregunto el albino curioso. El mafioso corto a la mitad un Nuggets y lo llevo a la boca del albino, Atsushi lo tomo y mientras lo masticaba el azabache hablo

― Hay días... Que no logro entender, la simpleza de tus palabras que destrozan mi ser

― ¿Por qué? – pregunto el albino curioso

― Conviertes a un asesino en cordero con un simple te amo

Atsushi lo abrazo y beso su mejilla – y tú un cobarde en un gran ser humano...

― Tú ya eras un gran ser humano antes de mi

― No, yo no me daba valor antes de ti

Tomaron sus manos, se sonrieron – es un equilibrio lo que encuentro en ti

― Y yo un gran apoyo lo que obtengo de ti

Se acercaron ligeramente mientras cerraban sus ojos, amaban besarse, ninguno lo sabía del otro, pero cada beso recordaban el primero, tan torpe y tan penoso para ambos, recordar sus inicios, y sus problemas, no importaba si vivían en el presente, recordaban el pasado como una gran lección, adoraban su presente, y agradecían su pasado pues gracias a ello pudieron conocerse y aun mejor los ayudo a comprenderse para lograr enamorarse. La vida podría cambiar en cualquier instante pero habían crecido de esa manera, una manera que les permitió amarse.

Se separaron sonrientes, Atsushi saco el bambú detrás del cojín - ¿tienes un deseo importante?

― Lo tengo

Escribieron sus deseos, colgaron sus deseos y dejaron el bambú cerca del fuego, vieron cómo se quemaba y como el viento se llevaba poco a poco las cenizas que se iban quemando – tengo curiosidad... - menciono el mafioso

― ¿quieres saber que pedí?

― ¿puedo?

― Primero dímelo tú

― Pedí que siempre tengamos salud

― ¿por qué?

― Por qué espero una eternidad contigo, lamentablemente no me puedo guiar de un deseo, debo enamorarte día a día, entonces... Me queda pedirte salud, para tenerte en las buenas y en las malas, y que jamás me dejes de ver con tus ojos tan brillantes como estrellas en el firmamento – acaricio su mejilla – esos ojos que tienes de enamorado que tanto amo

Atsushi se acurruco en el pecho del mafioso – pedí que las estrellas jamás dejen de brillar

― ¿Por qué?

El albino le sonrió mirando aquellos ojos grises brillar – por que tus ojos brillan más cuando vez las estrellas

― Pero... Te estoy viendo a ti y... - el mafioso sonrió – eres mi más preciada estrella

― Lo sé

Se quedaron abrazados, disfrutarían de más años juntos, llenos de problemas, sonrisas e historias que contar. 



...

Les agradezco como siempre leer esta historia llena de pequeños momentos divertidos y tiernos, los pequeños versos son de mi total creación y dedicados a mi amado Shin Soukoku

¡Gracias por leer!

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