Capítulo 9; ¿Qué me está pasando?

Cuando aceptas algo automáticamente esto se convierte en realidad y empiezas a sufrir pensando mucho en el tema. Lo mejor de todo era negarlo.

Y para esto existía la fase de negación.

De la cual ya habíamos hablado, ¿eh?. Pero el problema es que no solo te quedabas estancado en esa fase, seguías avanzando, igualmente la vida seguía corriendo, los segundos no paraban solo por que tu lo desearás.

A no ser que puedas controlar el tiempo.

Pero de eso no se trata en estos momentos.

Aunque, pensándolo bien, quiero tener ese poder, digo, seria genial poder mover el tiempo a tu antojo, aunque no se si lo movería para no dañar las leyes físicas de la naturaleza... Tengo que pensar mucho al respecto.

—Puedes irte —digo saliendo de mis pensamientos diarios y viendo sus horrendos ojos.

—¿Estas bien?

Lo mire y asentí rápidamente— Sí. Lo estoy.

—¿Segura? Te quedaste pensando...

Asiento entrecerrando los ojos— Solo pensaba en las leyes físicas de la naturaleza —giro los ojos y camino hasta la puerta — ahora, si no te molesta y espero que no Ruggerito, enserio, pero es que enserio tengo que aprendérme los diálogos para mañana, que aun no me se nada.

—Yo podría ayudarte —dice sonriendo— ¡Vamos Mowgli! No creo que sea tan complicado ayudarte.

—No necesito tu ayuda, gracias, de verdad pero yo... —lo mire unos segundos—, yo puedo sola, de verdad.

—¿Estas bien? Últimamente estas un poco...

NADA —suspiro—. Estoy bien.

El asiente y unos segundos después se acerca demasiado a mi, podría decirse que soy de baja estatura...

No, no podría decirse, lo era, estaba demasiado cerca— ¿Que haces? —preguntó elevando la mirada, el sonríe y su mano toca mi brazo.

—Sólo tomare mi teléfono y las llaves que están detrás tuyo —el ríe y giro viendo sus cosas encima del comedor.

—Cla-claro, yo... —el bajo la mirada y quede perdida unos segundos.

El iba a decir algo pero fuimos bruscamente interrumpidos por el sonido del timbre— ¡La puerta! Me voy, iré, ya sabes... Si. Eso. Adiós —no se como pero salí de ese encierro y corrí a la puerta.

Que sea mamá.
Que sea mamá.

POR FAVOR QUE SEA MAMÁ.

No era mamá.
No era mamá.

En su lugar se encontraba un chico mas o menos de mi edad, un poco más alto y guapo... ERA GUAPO.

—¿Quién eres ?

Y me pegue mentalmente por abrir la puerta de esa forma.

—Ah, hola —el me sonríe.

POR DIOS TIENE UNA HERMOSA SONRISA— Yo soy Nicolás...

—Soy Karol —le sonrió—, y bien... ¿qué pasa? ¿necesitas a alguien?

—Ammm si —lo pensó—. Soy tu vecino —el señala la puerta que se encontraba en frente.

¿Que? ¿vecino? ¿Por que tengo un vecino?

Chica delivery —Rugge sin pensarlo llega a mi lado y me abraza por los hombros— ¿Quien es el chico?

—Soy su vecino —el le sonríe, levanto la mirada encontrándome con los ojos de Ruggero.

—¿Así que sos el vecino?

NO —grito llamando la atención de los dos—. Nunca lo he visto en la vida —miro al chico.

—Es que me acabo de mudar, mi mamá me envió a preguntar si abajo en la recepción...

—Espera, espera ¿te acabas de mudar? —Ruggero pregunta.

¿Que esta pasando aquí?

—Si —el chico asiente— la señora Parker vendió el apartamento y mi familia lo compró.

—¿Señora Parker?

—Y su familia —digo rápidamente— ya lo sabes Ruggerito.

—¿Familia? —Nicolás pregunta —¿Que familia? Si la señora Parker vivía...

—¿¡Sabes qué?! No se nada —lo interrumpo.

—Esperen ¿ustedes son pareja? —Nicolás pregunta riendo.

No.

.

Contestamos al unisono y rápidamente nos miramos.

—Hacen una linda pareja.

—¿QUÉ? NO, NO, NO —dije nerviosa y apresurada.

Nicolas, ven por favor —escuché la voz de una mujer. Y así fue como Nicolas, simplemente se fue, y ahí venia una vez más, un momento incómodo junto a Ruggero.

¿Cómo pretendía salir de esta situación tan incomoda?

Estaba en mi casa.

—¿Por qué le dijiste eso? —lo mire enojada y con los brazos cruzados.

—¿Qué chica Delivery?

—Sabes a que me refiero Ruggero, ¿por qué le dijiste que somos novios?

—Para que no se haga ilusiones —abrí los ojos como platos y lo mire—. Bueno, ya sabes Karol, me refiero a que, a vos te gusta tu anterior vecino, y es mejor que el no se haga ilusiones.

Tenia lógica, pero me confundía.

—Supongo que entiendo —dije pensativa.

—¿Supones? —nos sentamos en el sillón de la sala, fue lo que menos esperaba.

El se acerco a mi, y me miró a los ojos.

Sus ojos eran como un tipo de droga, que hacían que me volviera más adicta a ellos.

Lo estaba entendiendo, mi cuerpo estaba pasando por la fase de aceptación.

Si seguía negando que me gustaba Ruggero, todo sería más doloroso, me rompería.

Su cuerpo se acerco a mi, posó una de sus manos sobre mi cintura.

Sus ojos seguían mirándome, fue en cuestión de segundos que paso todo esto y para mi fue como una eternidad.

Se acerco tanto a mi, que estuvimos a punto de besarnos...

—¿KAROL? BAJA DE TU HABITACIÓN, TE TRAJE ALGO —dijo mi madre, sí, gritando.

¿Qué me está pasando?

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