» Capitulo 5

¿Cuánto más tendría que soportar ver a Ruggero? Yo no puedo con esto realmente...

—Hola amor —dijo Fer al otro lado de la pantalla y sonreí—. ¿Estás bien? Te notas tan cansada.

—No, como crees —reí—. Es solo que, no me he maquillado y aún no me he bañado.

Era mentira, sí, estaba cansada, y las noches últimamente eran desastrosas. Soñaba una y otra vez con la voz de Ruggero, y sentía que me iba a volver loca.

—Bueno —dijo Fer.

—Mira qué... —quise contarle algo interesante acerca de haber vuelto a Buenos Aires, pero me interrumpió. A veces odiaba el hecho de que Fer, no se interesará en lo que me pasaba.

—¡Deberías ver la cantidad de gente que está acá en Europa siguiendonos! No me lo imaginaba pero oye, hablamos luego, entraré a una entrevista, besos.

Y corte la videollamada.

Ugh, ¿por qué a mi? Mi cuerpo cayo sobre la cama, pero mi estómago me pedía a gritos o más bien a rugidos algo de comer.

Nicolas tenia el día libre, había decido salir a visitar a su familia y me pregunto si quería que lo acompañará pero negué.

"¿Dónde estará mi bolso?" suspiré. La verdad es que prefería pedir algo de comer, ya que no teníamos ¡Nada! Absolutamente nada en el refrigerador.

Cuando encontré mi celular decidí llamar y pedir pancakes, fruta fresca, jugo de naranja y una botella de agua.

Tome mi celular y puse una playlist que había creado en Spotify llamada "Our Last Song". Eran un montón de canciones deprimentes... ¿Estoy loca? Tal vez...

Encontré mi bolso cuando... En el fondo de ella divisé algo azul, la curiosidad mató al gato y en cuanto lo saque, era una rosa de papel azul.

—Ruggero... —suspiré. La abrí con la intención de encontrar algo escrito de ella. Pero no fue así, no había nada en ella.

Era obvio que había sido Ruggero, solo el tendría una técnica tan perfecta de utilizar el papel y de crear arte, solo el era capaz de darme algo así...

(...)

— A lo mejor me equivoco y si hablamos yo vuelvo a caer, sé que estoy mejor sin ti, sé que va a cuidarme el tiempo...—

Estaba en aquel parque dónde todo había cambiado, donde el me había entregado aquella carta, donde me había cantado aquella canción que había sido el fin de lo nuestro.

Continúe escribiendo la canción que tendría como título "Volverte a oír".

"El gay de Nico💜" leí en la pantalla de mi celular.

—Hola enanaaaa, ¿dónde estás?

—En Narnia ¿y tú? —solté el lápiz y lo deje a un lado.

—Que chistosa eres minion Sevilla.

—No me digas así

—¿Por qué? ¿Te recuerda a alguien? —"Sí a Ruggero" quise decir.

—¿Cómo está tu mamá?

—Bien, dice que te manda saludes y que no ve la hora de volverte a ver. Y adivina que, mi hermana tiene una colección de revistas, y CDs tuyos, es una gorda fan

—¡Que hermosa! Nico, mi celular está por descargarse y lo necesito en caso de que me llegue a perder...

—No te preocupes, tal vez tu príncipe azul llegue a rescatarte

—Estúpido, adiós —colgué.

Camine por todo Argentina, se podría decir, compre algunas cosas que me encantaron, y me encontré con algunas fans que me pidieron fotos y algunas firmas. Charle con ellas acerca de lo que tenia preparado para mi siguiente disco.

—Yo aún sigo esperando que Ruggarol sea real —dijo una chica de ojos cafés, riendo y todas asintieron emocionadas.

—Chicas tengo que irme, pero fue chido hablar con ustedes un rato.

Y me fui, cuando tenía 17, jamás pensé que la relación entre Ruggero y yo llegará a ser tan notoria, pero... Nunca había tenido una química así de grande, hasta que apareció Fer, claro.

(...)

—¡No, no, no! Esto no puede estarme pasando a mi, no otra vez —mire mi celular y la hora marcaba las 8:40 de la noche, estaba oscuro y lloviendo, y aún peor... solo me quedaba 1% de batería.

¡Está puta vez si iba a ser secuestrada por ovnis o algo por el estilo! Esta vez ya no tenía quien me salvará.

Mi cuerpo estaba lleno de agua, y la lluvia no paraba cada vez era más fuerte. Tenia la opción entre buscar algún lugar dónde llamar, o tomar mi celular y sobrevivir con aquel 1%.

Ojala hubiera escogido la segunda, porque de lo contrario, no me hubiera arrepentido de lo que paso.

Corrí rápidamente pasando la calle cuando...

¡PIIIIIIIIIIII! Sonó la bocina de aquella camioneta, era negra, totalmente negra, hasta sus vidrios lo eran.

Apuesto que si hubieran pasado solo 3 segundo más, ya no estaría viva.

Alguien vestido de negro se bajó.

—¡Qué es lo que te pasa! ¿Acaso tus padres no te enseñaron a ver a los lados antes de pasar la calle? —si, imposible no reconocer aquella voz. Era Ruggero.

Me di la vuelta y cuando me vio a los ojos se sorprendió.

—Karol eh... Lo...

—¿Y acaso a ti no te enseñaron a conducir mejor? —interrumpi cruzandome de brazos, había comenzado a temblar del frío.

—¿Entonces es mi culpa? Yo no te mande a que salieras justo a está hora, cuando está lloviendo y la gente ni se fija por quien va cruzando la calle.

—¡Estaba pérdida! No puedes culparme por estar en una ciudad que no veía hace 5 años.

—Parece que Matteo no es el único que debía salvar a una chica distraída.

—¿De qué estás hablando? No quiero perder mi tiempo y además, la lluvia cada vez es peor, no esperes que me quede aquí hablando de tus bobadas —di media vuelta para continuar mi camino pero el me detuvo.

—Déjame llevarte a tu casa o ven a la mía... —sujeto mi brazo.

—¿Estás loco? Sueltame Pasquarelli no iré a ningún lugar contigo.

—Tienes la decisión entre irte a un lugar desconocido o...

—¿O irme con un desconocido? La verdad es que prefiero asombrarme de lo que encontrare en el camino.

—Sí tu lo dices... ¿Entonces? Sí quieres subir, te daré 5 minutos —dijo entrando a la camioneta.

Subí las escaleras para continuar por mi camino pero luego me detuve... Ruggero tenia la maldita razón.

Y allí estaba yo, subiendome a una camioneta con un extraño al que conocía de pies a cabeza.

— No voy a decir ninguna palabra sobre el tema — dije abrochándome el cinturón — estoy el en hotel... — y aquí íbamos de nuevo, no tenía ni idea de en qué hotel me encontraba, de eso se había encargado Nicolás. — ¿sabes? Mejor encender la radio ¿no crees?

Susurré y moví un botón cuando eso empezó a sonar con fuerza.

— Karol, no toques nada — el susurró quitando mi mano con rapidez de la radio y apagándola — ¿Dónde te estas quedando?

— Me gustaba esa canción, ¿Por qué la quitaste? — dije volviendo a encender la radio.

— Sí, pero a mí no me gusta la música a todo volumen — él la apagó.

— Te has vuelto tan aburrido — dije recostándome en el asiento — ¿me permites tu teléfono?

— Lo dejé en la oficina — él dice y el auto empieza a moverme — ¿por qué?

— No sé en que hotel me estoy quedando — le dije y ese momento me trajo demasiados recuerdos con él, todo parecía volver al pasado, solos los dos hablando de cosas triviales.

— Entonces vamos a mi...

— Sí — lo interrumpí — pero ni creas que me agradas — giré a verlo — ni un poquito.

— ¿Quién ha dicho lo contrario, Sevilla?

— Yo — susurré, pero pareció que fue más para mí que para él en realidad.

Esta vez volví a encender la radio y él no la apagó más.

Habíamos llegado y yo me había mantenido callada todo el camino, la verdad el frio era más fuerte que mis ganas de hablar.

Ingresamos al edificio y caminamos hacia el ascensor, por suerte había unas dos personas más allí, esto me había traído recuerdos que quería olvidar para siempre, no sabía que cara poner, el ascensor parecía ir cada vez más lento y mi corazón latía con fuerza.

— Que floja eres, aquí adentro no hace mucho frio, ni yo que me mojé — Ruggero me dice cuando abre la puerta de su apartamento.

— Bueno, yo me mojé aún más, llevaba caminando una media hora — dije y entré observando todo el lugar, esto era gigante y demasiado elegante, tragué saliva. — dime que tienes otro teléfono.

— No. — él dice e ingresa a lo que parece ser la cocina, le sigo.

— ¿¡cómo qué no?! — exclamé — ¿Cómo planeas mantenerte en contacto con el resto del mundo?

— existe la computadora, Karol — él dice girando.

— Sí, pero ¿y si te llama alguien importante?

— Nadie me va a llamar, no esta noche — dice, por un momento quise preguntarle por Candelaria y Luna, pero preferí callar, no quería que él pensara que me importaba.

Porque no lo hacía, no me importaba ni un poquito.

Nada.

— Mira, una toalla para que te seques y no toques nada por favor, no quiero que lo ensucies todo — dijo lanzándome la toalla, la atrapé entre mis manos y medio le sonreí.

Que idiota llegaba a ser.

— Puedes quedarte en la habitación de invitados, es la que está al fondo, justo al otro extremo del apartamento y de mi habitación, para que no imagines que quiero algo contigo porque no lo quiero. — me afirma y asiento.

¿Qué le había sucedido?

— Que irónica es la vida ¿no crees? — me reí en burla secándome el cabello — digo, tú crees que quiero algo contigo cuando me voy a casar, bueno, te aseguro que no lo quiero, tú me dejaste, en este instante de mi vida volver contigo sería lo más estúpido.

— ¡¿ah sí?! — responde irónico.

— Sí — asentí con autosuficiencia — me casaré en un par de meses con alguien que amo y jamás me ha lastimado, soy feliz y te prometo que lo seré, no necesito ni necesitaré nada de tu parte, y gracias por este favor, prometo no volver a joderte en la vida, Ruggero.

El abrió la boca para decir algo y giré a lo que sería la habitación de invitados. 

¡HAY PLAYLIST DE OLS! DISPONIBLE LINK EN COMENTARIOS

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