Mis Sentimientos



Viernes 25

Ya estaba sentado en mi escritorio acomodando mis cosas para empezar un nuevo día de escuela cuando la vi entrar e inconscientemente le sonreí –Buenos días Syaoran– me dijo alegremente mientras caminaba hacia mí.

–¿Syaoran?– escuche repetir a Yamazaki. –Vaya, vaya, nuestro Li por fin dejó esa faceta de chico rudo. ¿Eriol eso lo excluye del grupo?

–No– le respondió con aquella típica sonrisa –Creo que lo hace más interesante.

–De la que te salvaste Li– me sonrió.

–¡Tonto!– grite molesto –¡Yamazaki realmente eres...

–Buenos días– ella llegó para interrumpir mi discusión.

–Buenos días– respondí un tanto irritado.

–¿Pasa algo?– preguntó preocupada.

–No es nada Sakura– le respondió Eriol –Simplemente Li fue descubierto.

–¿Eh?

Eriol no dijo más y le sonrió regresando su vista a un libro que tenía sobre su pupitre. Yamazaki me vio con una sonrisa triunfante y yo le di una mirada asesina. Estaba a punto de matarlo, y pareció entender mi mirada porque regresó a su lugar.

–¿Todo bien Syaoran?– me preguntó preocupada al ver a Yamazaki irse.

–Sí, sólo tonterías.

–Bien, te traje algo– dijo revisando en su mochila.

–¿Algo?

–Sí– sacó un pequeño bento y lo puso en mi escritorio –Espero te guste, lo hice yo misma.

Me sentí conmovido. Mis mejillas se sonrojaron por el gesto –...Gracias– le susurre algo apenado, pero no por eso lo deje ahí; lo tome suavemente y lo guarde en mi escritorio.

–Díganme algo– habló Yamazaki, quien realmente no sé de donde salió o si había visto el bento de Kinomoto –¿Por qué ambos vienen a la escuela tan temprano?

–¡¿Qué?!– gritamos ambos.

–Sí, los vi un día que vine temprano, pero luego los perdí de vista en los jardines.

Sentí la mirada sospechosa de todo el mundo y en mi cabeza intente buscar mil un razones para explicar qué hacíamos sin decir la verdad y a la vez que no pareciéramos de esas parejas raras que llegan antes de clase.

–Syaoran me enseña clases marciales– mintió Kinomoto.

–¿Ah?– dijimos todos, incluido yo.

–Verdad Syaoran– me sonrió otra vez.

–Sí...– respondí por inercia.

–No sabía que Li sabía artes marciales– dudo Yamazaki.

–Sí sabe, sabe sobre Kung fu y Tai Chi ¿verdad?

–Sí- asentí. Bueno, eso era verdad, pero nunca le he enseñado nada.

–¡Enséñanos Sakura!– escuche decir Chiharu, y de nuevo sentí que el mundo se me venía encima. Kinomoto es demasiado torpe.

–¡Claro!– dijo animada. Sentí que mi alma se fue de mi cuerpo. ¡¿Qué demonios le pasa?! Ahora todos pensaran que soy el más grande hazme reír en Kung fu.

–¡Hya!– gritó Kinomoto para dar un puñetazo en el aire, nada mal debo de mencionar.

Después de ese momento embarazoso todos parecieron creerle. Suspire aliviado y la vi otra vez, ella me sonrió y regresó a su lugar para el inicio de clases.

0-0-0-0-0

Salimos de clases y la busque con la mirada, iba con Daidouji caminando a la salida –¡Kinomoto!– grite mientras corrí hacia ella. Jamás pensé que un día sería yo quien correría en su busca. Ella paró su marcha al verme correr hacia donde se encontraba.

–Hola Li– me saludó Daidouji.

–Syaoran, ¿Pasa algo?

–Yo...

–Sabes algo– me interrumpió Daidouji –Si ella te llama por tu primer nombre tu deberías hacer lo mismo, después de todo se ve que ahora se llevan muy bien.

Bufe molesto ante su insinuación. Eso no era decisión de ella –¿Podemos hablar?– cambien el tema bruscamente.

–Claro. Nos veremos mañana Tomoyo.

–Hasta luego Sakura– se despidió para caminar hacia la puerta y perderse de vista.

–¿Qué pasa?

–Bueno...– calle por un momento sintiéndome como un gran tonto. Realmente no tenía nada importante que decirle, sólo era curiosidad de algo. –¿Cómo sabes kung fu?– pregunte como el más tarado de la tierra ¡¿qué tipo de pregunta es esa?!

–Pues verás– dijo empezando a caminar y yo así seguirla –Mi hermano me enseñó para que así pudiera defenderme. Nunca pensé que lo usaría para encubrirnos– me explicó con una sonrisa.

Camine junto a ella en dirección a su hogar, a pesar de que era contraria a la mía; creo que realmente sólo quería hablar.

–Dime algo- hable otra vez –¿Por qué no les dices tu talento?

–Bueno...– la sonrisa de ella se esfumó en ese momento –¿Has escuchado del fantasma de la escuela?

–Sí

–Pues verás, cada vez que estoy nerviosa o estresada hago que algo pase– me explicó –Si ellos saben de lo que puedo hacer, ellos...– calló por un momento con su voz entrecortada –...La gente no es buena con las personas diferentes.

Siempre había sabido que ella era la causante de los sucesos extraños, pero por fin había entendido por qué. Los nervios o el estrés en demasía hacían que usara sus poderes inconscientemente. –Lo sé- respondí a su comentario. Ella no me dijo nada y siguió con su mirada triste.

–¿Y tú por qué no?– preguntó con su mirada en el suelo aún.

–No me gusta ser el centro de atención, y mucho menos el entretenimiento– respondí sin interés. Ella siguió con aquella mirada perdida y esa expresión triste, que por alguna razón empecé a odiar ver, me gustaba la Kinomoto alegre. –Tengo una idea– dije parando mi marcha para así tomar su mano –Ven conmigo.

–¡Espera, ¿a dónde vamos?!– me dijo corriendo atrás mía.

–Tú sólo sígueme.

Corrimos hasta llegar a una parada de autobús cercana. Una vez ahí abordamos uno de los buses y éste dio marcha. Adentro ella me vio un tanto confundida de mis acciones. –¿A dónde vamos?– me preguntó mientras miraba hacia la ventana y dejábamos los edificios atrás según como el autobús avanzaba –Ya verás– respondí frío como siempre. Después de varios kilómetros el autobús se detuvo en la parada que necesitaba –Vamos– le dije para bajar de éste seguido por ella y empezar a caminar.

–Syaoran ¿A dónde vamos?– me preguntó ella observando a los lados un tanto desubicada.

–A un templo.

–¿Templo?  ¿para qué?

–Ya verás.

A lo lejos logramos divisar un templo algo abandonado ya por lo años. Estábamos en un lado poco transitado de la ciudad. Llegue hasta la entrada que tenía un par de cadenas y un pequeño candado. –No podemos entrar– me dijo ella viendo el candado. Yo busque dentro de mi bolsillo y saque una llave con la cual abrí la cerradura y empuje la puerta para así entrar al templo –¿Vienes?– pregunte antes de entrar por completo, ella asintió y me siguió. Adentro del lugar vi aquel templo de madera desgastada y con la pintura agrietada en la misma; tenía mucha maleza y hojas secas por todo el camino de piedra que conducía a sus adentros.

–Syaoran, ¿Qué hacemos aquí?

–¿Traes tu báculo?

–Sí, hice lo que me dijiste– respondió sacando de su cuello el pequeño báculo –Logre aprenderme el conjuro– me sonrió satisfecha.

–Es un conjuro fácil– le dije –Bien, necesito que lo transformes nuevamente, como te enseñe.

Realmente me asombra ver las capacidades mágicas de Kinomoto. Debido a que no podía andar con un báculo por la escuela le enseñe un conjuro de transformación de objetos mágicos el día que le entregue el báculo; sólo magos con grandes poderes podían utilizar ese conjuro, yo jamás lo necesite; a diferencia de ella yo no necesito de un catalizador de magia, mis poderes los controlo bastante bien.

Un pentagrama se formó a sus pies y el báculo creció de tamaño. Una transformación perfecta.

–Bien, vamos a practicar.

–¿Aquí?

–Sí, no hay mejor lugar que este.

–Syaoran... ¿Qué es este lugar?

–Es un templo familiar– respondí viendo a diferentes direcciones para asegurarme que no hubiera nadie –Una de las razones por las cuales vine aquí a Japón, pero está un tanto descuidado.

–Oh... ya veo.

–Quiero que tú cambies eso.

–¡¿Qué?!

–Usaremos conjuros simples, con el báculo deberás de ser capaz de hacerlos sin problemas.

–Pero...

–Significara mucho... para mí– dije con un susurro casi silencioso.

–¡Bien!– me dijo decidida –Haré mi mejor esfuerzo– me habló entusiasmada. Esboce una sonrisa ante su entusiasmo –¿Qué conjuro necesito usar?

–Viento.

Le explique detalladamente qué es lo que tenía que hacer y cómo hacerlo, realmente no era nada diferente a lo que ya le había dicho, únicamente que esta vez se concentraría en el báculo, sólo espero que esta vez esto funcione o destruirá el templo de mi familia con un tornado.

–¡Viento!– gritó para apuntar el báculo en ángulo recto. Vi una torrentada de aire invadir los jardines y como la maleza y el pasto crecido caía con el corte fino del viento al pasar por éste. La vi impresionado. Kinomoto abrió un ojo primero y el otro después como si temiera lo que fuera a ver. –¡LO LOGRE!– gritó emocionada para saltar en su lugar. Yo no lo creía, en serio lo había hecho.

–Perfecto– sonreí satisfecho.

–Es increíble– habló admirando el césped –Logre hacerlo sin destruir nada.

Reí levemente por el comentario, me pareció gracioso que para ella ese fuera su mayor logro. Ella me vio y un sonrojo se apoderó de sus mejillas por mi risa, yo le sonreí como pocas veces lo he hecho, con una amplia sonrisa.

Terminamos el entrenamiento de ese día, y con un par de conjuros simples y algo de trabajo manual, el templo se vio un poco mejor. Kinomoto me obligó a limpiar a mano los pisos del lugar a pesar que le dije que podíamos usar un conjuro de agua para eso, no me dejó, dijo que era un lugar sagrado. Termine por acceder a su petición.

–Dime algo– me preguntó mientras ambos yacíamos boca arriba en el piso de madera.

–¿Qué?

–¿Cuál es el conjuro más poderoso?

–Mmm... Bueno, sin duda alguna debe de ser curación.

–¿Curación?– repitió para levantarse de el suelo con sus antebrazos y verme.

–Sí, al menos a gran escala.

–¿Te refieres con heridas graves?

–O enfermedades mortales, es muy difícil hacerlo con éxito– le explique mientras miraba las nubes del cielo sin interés –Curación es un conjuro engañoso, pues si lo logras hacer, pero no correctamente, puedes acortar el período de vida de la persona por unos instantes de sanación.

–Oh... ¿Y tú puedes hacerlo?

–¿Por qué el repentino interés?– pregunte para verla a lo ojos.

–Por nada, sólo quiero aprender más sobre magia eso es todo– me sonrió... y yo a ella.

Al ocaso salimos del lugar y una vez que me asegure de cerrar todo caminamos de regreso a la parada.

–Gracias por todo, realmente sin ti no sé que haría ahora.

–Posiblemente asustar a todos con fantasmas que no existen– bromee.

Bufó molesta inflando sus mejillas en una forma infantil, pero adorable.

Fuimos a la parada y tomamos el bus para regresar a casa. Una vez llegamos a la parada cerca de la escuela ambos nos bajamos y el autobús se marchó. Yo vi en dirección a la calle contraria y de nuevo la vi a ella.

–Creo que aquí nos separamos– me sonrió.

–Sí, nos veremos el lunes temprano.

–¡Sí!– asintió con la cabeza –Hasta luego– me dijo para salir corriendo.

Mi vista se quedó fija en ella y una sonrisa se posó en mi rostro. Realmente era una chica única, y no lo digo por sus poderes mágicos, es realmente diferente a todos. 

De repente, vi a Kinomoto parar de su marcha y me extrañó un poco hasta que vi un balón rodar hacia la calle y escuche a un niño pequeño llorar en la acera, ella le sonrió amenamente y le dijo algo que no alcance a oír. Realmente es muy dulce con todos. Dirigí mi vista hacia el cielo y supe que ya era hora de irme, la vi una vez más antes de empezar mi marcha, y mire como caminaba hacia el balón que yacía inmóvil en medio del pavimento; sonreí una vez más y me voltee para caminar de regreso a casa hasta que escuche un ruido a la distancia. Me voltee nuevamente y agudice mi vista. Con un poco de esfuerzo vi a un automóvil conducir en la distancia –¡Hey, Kinomoto!– le grite, pero ella pareció no escucharme. –¡Kinomoto!– grite nuevamente pero esta chica parece estar sorda. Observe de nuevo el vehículo que se acercaba a toda velocidad hacia ella y sin pensarlo dos veces tire mi mochila para correr tan rápido como pude hacia ella.

–¡Hey!– grite mientras corría, pero ella estaba distraída ¡Maldita sea! –¡Espera!– Demonios no logra escucharme y el vehículo.... Escuche el sonido de la bocina y vi como ella miró el auto y se paralizó –¡SAKURA!– grite para abalanzarme sobre ella y caer al suelo. Escuche el rodar de los neumáticos mientras con mi cuerpo protegía el de ella y luego escuche el sonido la bocina del automóvil alejarse poco a poco junto con el rodar de las llantas. –¡Demonios!– grite para verla, y parecía estar bien –¡¿Qué demonios pasa contigo?!

–Lo siento, yo...

–¡Rayos Sakura, ¿cómo demonios no viste el auto?!– le reclama molesto.

–Mi nombre...– susurró.

–¿Eh?

–Dijiste mi nombre– me sonrió.

–¡Tonta!– grite sonrojado –¡No es momento para pensar en eso!

–Gracias, Syaoran– me susurró con un sonroje.

Sentí como mi preocupación del momento y enojo parecía desaparecer y suspire aliviado de verla bien –De nada– le dije al fin. La vi fijamente y vi aquella sonrisa dulce en su rostro, mi mirada se perdió en la de ella. Vi cómo levantó su cabeza lentamente y con un suave movimiento me besó la mejilla para sonreírme otra vez.

No reaccione realmente yo... no pude, sólo quería acercarme un poco más a ella, tan sólo quería...

–Señorita, ¿Está bien?– preguntó aquel niño pequeño que había visto antes. Desperté de aquel trance en el que me metí y vi cómo Sakura se ponía roja como un tomate, y no entendí por qué.

–Syaoran, ah... podrías...– No le entendí hasta que note que aún estaba sobre ella y al igual que ella sentí como mi rostro se ponía rojo de la vergüenza para así moverme rápidamente y hacerme a un lado –Gracias– me dijo apenada.

–Debes de tener más cuidado– dije mientras me ponía de pie dándole la espalda, pues no quería que viera mi rostro enrojecido de la vergüenza.

–Lo lamento, lo tendré– escuche que decía mientras se ponía de pie por igual.

–Bien, será mejor que regre...– calle al sentirla abrazarme por detrás. Mi corazón latía tan fuerte que por un momento pensé que se podría escuchar hasta Hong Kong. No dije nada sólo me quede en silencio sintiendo su cuerpo contra el mío.

0-0-0-0-0

Mi cabeza me daba vueltas con cientos de pensamientos absurdos e ilógicos, y todos tenían que ver con Sakura.

Acostado sobre mi cama miraba hacia el techo de mi habitación, como si ver el concreto pintado de barniz blanco hiciera que mis pensamientos acallaran en mi mente. Me levante molesto conmigo mismo, pues me siento como mi propio bravucón que no deja al enclenque de la escuela por más que éste lo desee, sólo para atormentarle la vida.

Esa noche me decidí por salir a dar un paseo por la ciudad, necesitaba aire y descansar de mí mismo. Camine sin rumbo alguno, tan sólo quería despejar mi mente, cosa que parecía más fácil de decir que de hacer. En Hong Kong jamás tuve problemas como estos con ninguna niña torpe, por más que ellas me insistirán. Aún recuerdo a Mei Lin, la única chica que sé que ha compartido conmigo este talento único; aunque realmente ella no usaba magia, sabía de ésta por su familia, que guardaba cierta relación con la mía.

Suspire pesadamente mientras vi a las estrellas casi invisibles por las luces de la ciudad. En ese entonces, todo era tan fácil; a pesar de que con ella entrene y la ayude para que perfeccionara su estilo de pelea... sin duda no se siente igual. Su compañía, su sonrisa, no es igual que la de Sakura, o tal vez, es que no siento lo mismo al recordarme de Mei Lin, como al acordarme de ella ¿Por qué no se siente igual? Esa absurda y fría indiferencia que siempre me ha acompañado es simplemente dejada a un lado cuando la veo venir a mi con aquella dulce sonrisa y... ¡Esto es una tontería!

Muevo bruscamente mi cabeza de un lado a otro, como si el simple hecho de esa absurda acción hiciera que estos malditos pensamientos salieron disparados de mis oídos para perderse en la nada. Me rehúso esto. Syaoran esto es sólo una etapa... ella al final de cuentas no es, no es...

–...Nada importante– me digo a mí mismo, como si intentara convencerme al respecto, pero... ¿por qué eso suena a mentira?

Suspire frustrado. El salir de mi habitación no hizo que saliera de mi mente; sigo con ella, vaya a donde vaya... ¿Uh? ¿El parque? Creo que he caminado más de lo que pensaba. Estoy de regreso en aquel parque en donde ella me pidió que le enseñara a controlar sus poderes, creo que no me había fijando hacia donde iba, sólo caminaba por inercia. Los faroles de la calle con forma de globos blancos alumbran los juegos de colores, vacíos por las horas de la noche.

Camine hacia el parque y me senté en uno de aquellos columpios para mecerme levemente con un suave movimiento de mis pies. Era agradable sentir el va y viene, te hace olvidar las cosas, al menos momentáneamente.

–¿Li?– alguien me aterrizó a la tierra. Dirigí mi mirada a diferentes direcciones hasta que encontré a Daidouji con varias bolsas en las manos.

–Ah... buenas noches– salude sin mucho ánimo.

–Hola Li, dime ¿Qué haces aquí?

–Esto... bueno, es sólo un paseo nocturno.

–¿No estás un poco lejos de tu casa para ser sólo un paseo?

–Hmph– Bufe molesto ¿Quién se creía que era, mi madre? –¿Y tú?– le pregunte irritado.

–Vengo de comprar telas– dijo elevado las bolsas sutilmente, para luego verme de nuevo con esa mirada fija y serena, como la de Eriol. –¿Está todo bien?

–¿Por qué preguntas?

Sonrió de nuevo y se sentó a la par mía en el columpio realmente al mío para mecerse por igual –Porque estás muy lejos de tu casa– respondió mientras tomaba más impulso –Y... –pareció parar en ese momento su mecer –...Cerca de la de Sakura.

–Sakura vive más lejos– respondí sin interés.

–¿Cómo lo sabes?

Sentí de nuevo mis mejillas sonrojar. Había dicho demás. La escuche reír por lo bajo y de nuevo el rechinido del columpio sonó. No le dije nada y ella no preguntó más. Por un momento el silencio reinó entre nosotros.

–Sakura te tiene mucho aprecio ¿sabías?– habló de nuevo captando mi atención.

–Sí– respondí a baja voz.

–Y tú a ella también.

–¿Qué?- exclame para verla otra vez –Eso no...

–O no la llamarías por su nombre– puntualizó con una sonrisa cálida. Me sentí descubierto, y de nuevo sentí un calor abrazador invadirme. –No te preocupes, esta bien.

No le respondí nada. Sólo quería un paseo para despejar mi mente y por alguna razón siento que termine en un parque hablando con mi consciencia... eso no está bien. Cuando por fin había tomado la decisión de irme ella se levantó con un pequeño salto de aquel columpio y tomó sus cosas para marcharse; me alivió bastante.

–Li– habló una última vez –Deberías de decírselo– me habló con aquella sonrisa ingenua.

–¿Decirle qué?– pregunte creo que un poco grosero. No sé qué quiere que le diga.

–A veces, pensamos que tendremos todo el tiempo del mundo para hacer muchas cosas– me dijo con una mirada entristecida y una sonrisa un tanto forzada –Pero no es así.

¡¿De qué demonios está hablando ella?! Yo no tengo que hacer nada, no tengo porque decirle nada a Sakura. Fije mi vista desafiante hacia ella, y ella sólo me sonrió otra vez ¡Qué les pasa a todos que cada vez que me ven molesto me sonríen tanto!

–Hasta luego Li– me dijo por último para luego caminar hacia la salida.

–¡Espera, ¿decirle qué?!– Le pregunte parándome de mi lugar, pero ella no me respondió.

¡Demonios! Me exaspera tanto como Eriol. Por qué todo tiene que ser tan enigmático aquí en Japón. No importa, de igual manera, no tengo nada que decirle... nada.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top