El Báculo


Lunes 21

–¡Cuidado!– grite tirándome a un lado para evitar que me carbonizaran. Escuche una explosión resonar a mis espaldas.

–¡Lo siento!– gritó ella corriendo hacia donde yo estaba.

Llevábamos todo la mañana practicando en el ataque del trueno, pero a pesar de mi instrucción no podía calcular la cantidad de magia necesaria para el ataque, siendo muy poca o bien, como en este caso, demasiada. –¿Estás bien?– me preguntó tomando de mi mano ayudándome a ponerme en pie, provocando un sonroje en mí. No es gran cosa, pero aún no me acostumbro que alguien me toque, en especial ella.

–¡Kinomoto eres muy torpe!– regañe nuevamente –¡Casi me cocinas!

–Lo lamento– se disculpó con una mirada triste.

–Bien– dije ya más calmado –Intentaremos algo más simple.

–Pero tú dijiste que no me enseñarías otra cosa hasta que no perfeccionara esto.

–Sí, pero eso fue antes de ver que casi me rostizas con un trueno– ella me sonrió, creo que mi comentario le había parecido divertido. –Ven, te enseñare el ataque del agua, no creo que puedas estropear eso.

–¡Sí!– dijo emocionada.

Caminamos hacia una pequeña fuente que había en el campus –Observa– le dije mientras con dos dedos rozaba la superficie del agua para así elevar un pequeño hilo de agua según como levantaba mi mano del estaque y así moverlo con gracia por el aire, hasta dejarlo caer de regreso a su mismo lugar.

–¿Viste lo que hice?

–¡Eso fue asombroso!

–Bien, es el mismo principio del ataque del trueno, todo es concentración y respiración; la diferencia es que con el de agua la postura firme no es necesaria, al final de cuentas el agua no es firme, tú tienes que tener gracia.

–¿Gracia?

–Sí, ¿recuerdas lo movimientos que practicamos con las manos para fluir la energía?

–Sí, los recuerdo.

–Bien, has esos mismos movimientos, únicamente toca el agua con la yema de tus dedos y siéntela como parte de tu cuerpo y concéntrate.

–Bien– asintió decidida.

–Ahora, hazlo.

Miró el estanque con decisión y con una mano un poco temblorosa empezó a imitar lo que yo había hecho previamente, todo iba bastante bien hasta que tuvo que hacer que el agua la siguiera; el pequeño hilo de agua pronto empezó a congelarse rápidamente. Escuche un grito por parte de Kinomoto sin poderse detener.

–¡Kinomoto!– exclame tomándola de hombros alejándola del lugar, pero al final fue muy tarde. Todo estaba congelado. –No puedo creerlo, no puedes ni con los conjuros más simples– hable viendo a la escultura de hielo frente a nosotros.

–Lo lamento... no puedo controlarlo– me respondió cabizbaja.

Suspire pesadamente y vi la mirada de tristeza en su rostro. No podía culparla, estaba conmigo para aprender a controlar sus habilidades después de todo. Cerré mis ojos y con hábil y rápido movimiento de mis manos cree una llamarada que al acto derritió el hielo y de nuevo la fuente había quedado como antes, únicamente con el agua más caliente.

–Realmente eres un gran hechicero– me habló cabizbaja y una sonrisa forzada –Entiendo porque te desagrado.

–¿Desagradarme?

–Sí, no puedo hacer nada de esto bien.

–No seas tonta– replique molesto –Esta no es la razón por la que me desagradas.

–¿Y cuál es?

–Bueno es...– calle por un momento mientras una expresión de molestia se forma en mi rostro al verla con esos ojos de confusión –¡Es por eso!

–¿Por preguntar mucho?

–¡Es porque eres demasiado despistada! Si tú supieras...– calle nuevamente. Sabía por fin la razón por la cual la trataba de la manera en que la trataba; pero no podía decírselo, mi orgullo no me dejaba.

–¿Si yo supiera qué?

–Es hora de regresar– hable yendo a traer mi mochila, dando por concluido el tema.

–Pero...

–Andando– dije por último caminando de regreso a clases.

0-0-0-0-0

Pronto terminaron las clases de ese día. No volví a hablar con Kinomoto después de esa mañana, pero de vez en cuando sentía su mirada sobre mí, como si ella aún quisiera decirme algo. Sin ponerle más atención a eso tome mis cosas para salir de la clase y regresar a casa. Yendo a la salida la encontré a ella esperándome en la puerta principal de la escuela.

–¡Hola!– me gritó con una sonrisa.

–¿Qué haces aquí todavía?– pregunte según como caminaba hacia ella.

–Es que, quería preguntarte algo.

–¿Qué cosa?– pregunte curioso.

–¿Me preguntaba si te gustaría ir a cenar a mi casa hoy?

–¿A cenar?– repetí abriendo mis ojos por completo de la sorpresa.

–Sí, quiero agradecerte todo lo que te has esforzado por ayudarme estos días, sé que soy difícil de enseñar– me sonrió nuevamente con aquella dulzura que sólo en ella había podido ver. Me sentí de nuevo algo culpable, pues yo sabía que realmente no me estaba esforzando tanto como se debía.

–No tienes porque hacer esto– dije apenado.

–¿No quieres ir?– me preguntó con decepción.

–¡Claro que quiero!– respondí con rapidez, no quería que pensara que era un desprecio a su invitación.

–¡Genial!– dijo para tomar mi mano y guiarme hasta su casa –Es por aquí, ¡Oh!– exclamó para soltarme con rapidez –Lo siento– se disculpó sonrojándose.

–No hay problema– respondí desviando la mirada. Creo que ya me empecé a acostumbrar a que ella me tome de las manos.

Llegamos a su casa y al hacerlo me paralice enfrente de la puerta. Creo que no estaba seguro qué era lo que estaba haciendo hasta que mi mente entendió que iría a su casa a pasar tiempo con ella. Quise correr e intente pensar en una excusa para irme y dejarlo para otro día.

–¿Vienes?– interrumpió mi plan de huída –Tranquilo, no muerdo- me sonrió con dulzura, provocando en mi una sonrisa.

–Bien– me resigne al final y la seguí adentro.

–¡Ya vine!– gritó mientras se quitaba sus zapatos y se cambiaba por unas pantuflas blancas. –Espera en la sala, no tardaré nada– me dijo por último corriendo hacia la cocina.

Suspire pesadamente y al igual que ella cambie mi calzado cuando caí en cuenta que había alguien más en la casa, un hombre. Eso me puso muy nervioso, no sé como se manejaba en Japón, pero en Hong Kong llevar un chico a tu casa era señal de un compromiso serio.

–¡Sakura! Saldré por un momento, pero...– vi a un chico parar de golpe al verme. Tenía los ojos negros y el cabello también.

–De acuerdo hermano, no regreses tarde– escuche a Kinomoto decir para sólo asomar su cabeza.

–¿Quién es este mocoso?– preguntó despectivamente. Sentí como una vena se resaltaba a simple vista de mi frente al escuchar eso.

–¡¿A quién le dices mocoso?!– dije a la defensiva.

–Oh, lo olvidaba, hermano él es Li Syaoran, me acompañara a cenar hoy.

Me observó intensamente a los ojos y yo hice igual. Bufó molesto relajando su cuerpo y observar a su hermana de reojo –Bien, me quedaré con ustedes.

–Pero pensé...

–Haz cena para tres, monstruo, y que sea bastante, no vaya a ser que te lo devores del hambre.

–¡¿A quién le dices monstruo?!– gritó molesta para lanzarle un cucharon en la cabeza.

Reí por lo bajo, nunca me había dado tanto gusto ver una pelea familiar como en ese momento. Kinomoto sin duda tiene su carácter cuando se enoja.

En la cena comimos los tres. Ella me contó que ambos vivían solos con su padre y que su madre había muerto hace mucho tiempo. Tuvimos una charla un tanto rara con su hermano ahí con nosotros, pues no dejaba de verme con esa mirada de odio, una muy parecida a la que yo le daba cuando me percataba de la suya.

–Bien, es mejor que me vaya, ya se me hizo tarde– dijo él poniéndose de pie –Hay limpias todo, y no te lo vayas a comer monstruo.

–¡Sal de aquí!– gritó molesta nuevamente.

Nos quedamos solos y el silencio reinó mientras sentía como aumentaba mi nerviosismo. Nunca me había quedado a solas con ella para hablar de nada, así que me sentía incómodo de alguna manera.

–Perdona a mi hermano, puede ser un cabeza dura cuando quiere– habló rompiendo el silencio.

–Sé que es tener hermanos mayores– le sonreí.

–¿Tú tienes?

–Cinco hermanas.

–¿En serio?, Me gustaría conocerlas– La observe fijamente y ella pareció ponerse nerviosa nuevamente, posiblemente había hablado sin pensar –Es decir, sólo si quieres– desvió la mirada sonrojándose intensamente –Olvídalo, ¿Sí?– dijo apenada.

Reí por lo bajo nuevamente –Eres todo un caso Kinomoto– le dije con una sonrisa.

Ella me sonrió otra vez. De nuevo pareció surgir conversación entre ambos, me preguntó el nombre de mis hermanas y por alguna razón me abrí con ella con temas de mi familia, realmente no profundice en nada, pero fue agradable tener con quien hablar. No faltó mucho para que habláramos de magia y cómo me había vuelto un mago tan poderoso. Aún me falta bastante antes de siquiera llegar a la mitad de maravilloso de mis antepasados, pero para Kinomoto lo que yo ya hacía era más que suficiente.

–Realmente te envidió, eres muy bueno, espero un día ser tan buena como tú.

–Serás mejor– hablé sin pensar.

–¿De qué hablas? Si ni siquiera puedo hacer el conjuro del trueno.

Suspire pesadamente y me quede en silencio por un breve instante –La razón por la que me desagradas– hable otra vez, captando la atención de ella –...Es por que eres muy superior a mi en magia– admití avergonzado.

Se quedó callada y yo desvié mi mirada sin podérsela mantener. Era una razón patética, pero realmente esa era la razón. –Pero yo no puedo hacer las cosas que tú haces.

–Porque tu magia es muy superior a la mía y usas demasiada; no logras concentrarte, te lo he dicho sin eso no podrías sacar ni un conejo del sombrero.

–¡Pero lo he intentando!

–Necesitas un catalizador un...– calle de golpe y ella me miró con gran expectación. ¡Eso era lo que nos hacía falta! Algo que pudiera hacer que su magia se concentrara en los niveles adecuados. –Mañana después de clases saldremos tú y yo.

–¿Uh?

–Buscaremos un catalizador, de esa manera tus conjuros te saldrán mejor.

Ella me sonrió nuevamente, pero poco a poco la sonrisa se fue desvaneciendo quedando una mirada triste. No entiendo ahora qué le pasa. –Entonces... ¿Jamás te agradaré?– preguntó con tristeza. Me quede en silencio sin entender ¿Por qué deseaba tanto que me agradara?

–¿Yo te agrado?– pregunte para entender.

–Claro que sí– me sonrió otra vez.

–¿Por qué? No he sido nada amable contigo desde que nos conocimos.

–¡Claro que sí!– me dijo en un tono de reproche –Yo jamás hubiera podido hacer el conjuro del trueno o...

–Ese conjuro...– interrumpí un tanto avergonzado de lo que le iba a confesar –... ese conjuro es un poco avanzado, yo te lo enseñe porque pensé que no lo lograrías; de esa manera me dejarías en paz.

–Pero...– calló ella y de nuevo esa mirada triste se poso en sus ojos. Supe que era el momento de irme, seguramente después de esto no querrá hablarme –Pero sigues conmigo.

–¿Ah?

–No te has rendido– me sonrió otra vez –No importa por qué me lo enseñaste, ahora lo puedo hacer.

–Mal– puntualice.

–¡No importa!– me dijo decidida –Sin ti eso jamás hubiera pasado. Contigo en la escuela me siento... normal.

–¿Normal?

–Sí, antes yo era la única, ahora hay alguien que me entiende– Le sonreí más tranquilo, al menos sabía que no me odiaba, y por alguna razón ahora eso se sentía bien.

–Bien, es hora de irme.

–Entonces... ¿mañana después de clases?

Asentí nuevamente y salí de su casa.

Martes 22

Terminaron las clases y tal y cómo lo habíamos hablado iríamos ese día en busca de un catalizador. La noche anterior había estado buscando en varios libros sobre qué podría funcionarnos y encontré cosas tan tontas como baritas mágicas al igual de complicadas e imposible como los relicarios sagrados.

–¡Syaoran!– escuche decir y sentí un escalofrío recorrer mi espaldas –¿Listo?– la vi fijamente pues no estaba acostumbrado a que nadie me dijera de esa manera, menos en la escuela –¿Pasa algo, Syaoran?

–Es sólo que no me acostumbro.

–Dijiste que podía decirte así, ¿o prefieres que te diga Li?

–No– negué con la cabeza –Syaoran está bien– ella me sonrió otra vez y tomó de mi mano para hacerme caminar. Yo me sonroje.

Caminamos por un lugar de bazares antiguos de Japón, pues yo la había guiado ahí. Había leído que podíamos encontrar ahí lo que necesitábamos, generalmente vendían los catalizadores de energía mágica como adornos antiguos o cosas para cosplays.

–¿Y qué buscamos?

–Bien, daremos inicio a la lección dos; aprender a sentir la energía mágica.

–¿Cómo tú?

–Tú tienes grandes poderes Kinomoto, pero debes de aprender a usarlos correctamente, no te sirven de nada si no logras sentir magia.

–Bien, ¿Y cómo hago eso?

–Cierra los ojos– indique parando en medio del bazar –Olvida lo que vez y sólo siente...

Cerró sus ojos y por primera vez la vi concentrada. Se quedó así por varios minutos hasta que elevó su mano lentamente señalando entre la multitud –Ahí– habló. Vi hacia esa dirección y no logre divisar nada, mucho menos sentir.

–¿Dónde?– le pregunte buscando con la mirada.

–Ven– tomó mi mano nuevamente y caminamos entre la gente y las tiendas, y pronto lo sentí, una gran cantidad de magia acumulada en algún lugar. Paramos enfrente de una casa muy antigua, sin nada particular que llamase la atención –Creo que... me equivoque– me dijo con un dejo de decepción en su voz.

–No, es aquí– dije para así empuñar mi mano y disponerme a tocar la puerta pero antes de poder tocar la madera, la puerta se abrió. –Vamos– comande entrando con cautela.

–¿Estás seguro?– me preguntó un poco asustada mientras sujetaba mi mano con más fuerza, haciendo que notara que aún me tenía agarrado de la misma y de nuevo aquel color carmín sentí que se apoderó de mis mejillas. No le dije nada sólo asentí con la cabeza y sujete su mano con fuerza para que entráramos juntos.

Una vez dentro vi un tipo de sala con muchos cojines de diferentes tamaños y colores con cientos de cortinas con diferentes estampados –¡Bienvenidos!– escuche decir a una mujer muy elegante que salía detrás de las varias cortinas translucidas que adornaban ese lugar.

–Mi nombre es Yuko, ¿Cómo puedo ayudarlos?

–Lamentamos haber entrado sin tocar pero...

–No te preocupes– interrumpió a Kinomoto –Si entraron aquí es porque necesitan algo.

–Sí– hable firmemente –Necesitamos un catalizador de magia.

–Joven mago ¿sabes si quiera cuántos tipos de catalizadores hay?

–Sé que son muchos, pero yo busco un tipo en especial, necesitamos un báculo.

–Ese es uno muy cotizado, te va a costar.

–De eso no hay problema yo tengo dinero suf...

–Creo que no entiendes– me interrumpió –Yo no acepto dinero.

–¿Entonces?– preguntó Kinomoto.

–Yo soy una bruja que concede cosas a cambio de otras.

–Creo que no entiendo.

–Imaginemos que quisieras una espada de la época feudal, yo te la daría, a cambio de algo del mismo valor.

–¿Qué sería...?– hable yo.

–Depende de la persona. La persona dictamina el valor del objeto o habilidad que desea adquirir.

–¿Quieres decir que no sólo aceptas objetos?

–Puedo aceptar cualquier cosa que alguien más quiera, desde un centavo, hasta un sueño.

Kinomoto y yo nos vimos al rostro, sin saber exactamente qué hacer, yo realmente no me esperaba eso.

–Bien, ¿qué puedo darte que tenga el mismo valor que el báculo que necesito?– preguntó ella.

–Cartas– respondió sin dudar. Yo vi extrañado a la bruja, pues no entendía por qué quería algo tan simple como cartas, pero Kinomoto pareció entender, pues vi su expresión de sorpresa –Las cartas que tienes guardadas desde hace tanto tiempo es el equivalente al báculo que buscas.

–¿Cartas?– le susurré a ella confundido.

–Son unas cartas especiales que mi madre me dejo al morir– respondió con tristeza.

–No hay trato– hable por ella.

–Espera, Syaoran si eso...

–Encontraremos algo más.

–Bien, este lugar estará abierto cuando lo deseen si cambian de opinión.

No dijimos más y salimos de ahí. Kinomoto mantenía su mirada baja todo el tiempo, creo que estaba triste. –Tranquila habrá más por aquí– hable para hacerla sentir mejor. Ella sólo asintió con la cabeza sin decirme nada.

El resto del día pasamos en diferentes bazares pero no logramos encontrar nada que pudiera contener su magia, sólo un par de varitas mágicas que se rompieron en dos al ella tocarlas y un par de bolas de cristal que no tenían un uso realmente.

–Puedo entregarlas ¿Sabes?– habló refiriéndose a las cartas de su madre.

–No– le corte –Tu madre te las dio, guárdalas. Pensaremos en algo más.

Jueves 24

Llegue temprano esa mañana al campus, pues el día anterior no habíamos podido practicar nada. –¡Syaoran!– me gritó al entrar a la escuela, yo esboce una sonrisa al notar su presencia.

–Buenos días– me saludó animada como siempre –¿Listo para empezar?

–Sí, pero antes tengo algo para ti.

–¿Algo?

Cerca de mis cosas tenía una manta que le di en ambas manos –¿Qué es esto?– preguntó desconcertada.

–Mira bien– Movió la manta a un lado y vio un báculo de color rosa con una estrella en la punta.

–No lo puedo creer... ¿Dónde lo conseguiste?– preguntó incrédula.

–Con la bruja, Yuko– respondí sin interés.

–Pero... ¿Qué le diste?


Inicio del Flash Back

–¡Bien!– dije entrado molesto azotando la puerta –¿Cuál es tu precio?

–Veo que regresaste– me sonrió divertida.

–¿Qué debo de darte por el báculo?– hable entre dientes.

Sonrió divertida ante mi desesperación. Era imposible ocultarlo, no encontré ningún lugar que pudiera aguantar los poderes de Kinomoto, sólo ahí. –Tu espada.

Tuve que ir esa noche por la espada de la dinastía Li a cambio de un báculo para ella, el precio del mismo valor; en algún punto supe que sería eso lo que me pediría. La tome en mis manos y la vi fijamente una vez más; con un suspiro de nostalgia y cierto pesar se la entregue, sabía que era lo correcto.

Fin del Flash Back


–Una espada.

–¡No Syaoran debes devolverlo!– me dijo estirando el báculo hacia mí para que lo recibiera –Esto era algo para mí, tú no debías...

–Tranquila– respondí empujando el báculo suavemente de regreso hacia ella –No hay problema. Si con esto ya no congelas o fríes nada habrá valido la inversión.

Me vio con sus ojos llenos de lágrimas y corrió hacia mí para abrazarme con fuerza. No supe realmente que hacer, a penas me estaba acostumbrado a que tomara mi mano y ahora esto. –Muchas gracias– dijo entre sollozos. Yo moví mis brazos con cierta timidez hasta abrazarla sutilmente también.

–No... no hay de que– susurré nervioso.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top