14. Lo Siento, Cielle
━━「 14. Lo siento, Cielle 」━━
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final
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El collar que a la fuerza fue insertado en el cuello de la rubia, apagó toda su fuerza y energía de golpe, como un corte de luz que apaga todo de manera sorpresiva. No hubo una explosión que volara todo por los aires y Peter por instinto, luego de activar el collar, retrocedió unos pasos mientras cerraba los ojos, pero los abrió al sentir el agudo grito de la mutante.
Entonces ahí fue cuando la vio caer al suelo de rodillas, el cabello se le fue hacia adelante cubriéndole el rostro mientras de su boca aún salía un chillido de dolor.
La sangre brotaba cada grieta de su piel por la cual antes emanaban los portales oscuros. Ahora el líquido rojo manchaba su ropa, cuerpo e incluso el pavimento.
—¡¿Qué has hecho?! —un grito ahogado salió de su garganta a la vez que las lágrimas caían por sus ojos. Llevaba los brazos estirados hacia el frente porque cada vez que comenzaban a bajar, el dolor provocaba que se quejara —. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? —sollozaba en un hilo de voz.
—Lo siento, Cielle —el chico se lamentó, no estaba entre sus planes que la chica sufriera, no esperaba que quedara así de lastimada al cortar sus habilidades de golpe.
Peter supuso que quizás al momento de que ella los cerraba, tenía cierta habilidad de autocuración y con eso venía la explosión para cerrar el proceso, sin embargo al no lograr cerrar ese proceso, el precio a pagar eran aquellas cicatrices que ahora tendría que cargar. Probablemente para siempre.
—Me mentiste, idiota, ¿por qué?
La chica en ningún momento se había atrevido a mirarlo y él trató de evitar mirarla a ella. Pero por un segundo sus miradas se cruzaron y Peter notó que sus ojos también estaban rojos, incluso las lágrimas que botaba estaban pintadas con algo de sangre.
Escuchó como los centinelas eran liberados
—Mira… —Peter se agachó para quedar a la altura de ella, esta vez mirándola directamente a los ojos sangrientos de ella —. No tienes control sobre ti misma, actúas sin pensar, insistes en que yo te amo por más que te lo niegue…
—Pero hace poco dijiste que me amabas —la voz le tembló.
—Por eso pido perdón, te mentí porque no veía otra forma más de detenerte.
—Jugaste con mis sentimientos, Peter Parker —la ira se apoderó de su voz e hizo un ademán de querer abalanzarse a él y de usar sus poderes, pero lo único que consiguió fue que todo su cuerpo doliera y volviera a caer al suelo.
—No se muevan de ahí —una voz de un hombre gritó a un par de metros.
Las pisadas de centinelas se acercaban y Peter se puso de pie para alcanzar su máscara y colocársela.
—Nunca te voy a perdonar, Peter Parker —la voz de la rubia estaba cargada de resentimiento, sin embargo Peter no rogaría por su perdón.
El chico lanzó una red hacia un edificio y antes de irse dijo: —Espero que te vaya bien en prisión y te trates esa obsesión con un buen psiquiatra.
Entonces su cuerpo se alzó por la ciudad y luego de balancearse un poco para que centinelas lo perdiera de vista, observó desde una azotea como es que la rubia era atendida por paramédicos para luego ser esposada y llevada hasta una de las camionetas negras. Esperaba no tener que verla nunca más y que el resto de sus días pasara en una prisión especial para gente como ella, no le deseaba el mal, solo esperaba que nunca tuviera otra oportunidad de generar el caos.
Por el simple hecho de ser mutante, el servicio de centinelas la condenaría de por vida y sumado a su expediente iría el disturbio público y asesinato múltiple.
Por fin en mucho tiempo, Peter al fin dormiría sin el miedo de estar siendo acosado constantemente y podría disfrutar de pasar tiempo con su mejor amigo, con su novia, con su tía o salvando el día.
Por otra parte, la señora Tessa viviría tranquila el luto de su familia, sabiendo que al fin la responsable de todo ese caos estaba tras las rejas y con sus poderes desactivados. Le apenaba que su nieta fuera la causante de tantos desastres y por suerte uno de sus hijos que vivía en Alemania decidió llevársela con él.
Cielle, por su parte, estaba llena de odio, cada día tras las rejas era un suplicio. La decepción amorosa que Peter le generó no la olvidaría nunca y cada vez que viera su cuerpo, leería a través de sus cicatrices todo lo que ocurrió ese día. Esperaba que llegara el día en que hubiera un fallo o alguien la liberara de esa prisión llena de mutantes, por mientras, su cabeza armaría diferentes planes de venganza.
Varios psiquiatras fueron a atender a la rubia, pero ella se negaba a hablar a cada uno el cual lo intentara. Tenía recetada diferentes medicinas para mantenerla dopada durante los días debido a diversas crisis que le daban a la chica las cuales la llevaban a autolesionarse.
No se sabía si en el futuro se adaptaría a aquel lugar o si es que haría amigos en algún tiempo. Menos si es que se rehabilitaría. Solo se sabía que mientras estuviera en ese lugar, el mundo estaría a salvo de sus manías.
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FIN
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