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Breve narración de tortura, si desean evitar leerlo, pueden saltarse desde el separador de "Flashback" hasta el de "Actualidad"

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Jadeó con cansancio cuando la aguja atravesó su piel lentamente, apretando el pequeño trapo que tenía en sus manos, esperando a que el doctor pudiera terminar de inyectarlo.

Ese día tenía un revisión con el doctor del castillo, para saber si todo iba en orden y sus heridas estaban curándose correctamente, cosa que, por suerte, estaba siendo efectiva. Se sentía mucho mejor desde hace días, su cuerpo no se sentía como un saco de huesos débil y definitivamente el dolor era mucho menor.

Lo único que sería permanente, eran sus cicatrices, pero el doctor igualmente le había dado un ungüento para que se aplicara sobre las heridas frescas y las cicatrices, intentando así que la marca que quedaría en su piel no fuera tan notoria.

Le había pedido a Jimin que no lo acompañara en esa cita, ya que el doctor se encargaría de revisar todo su cuerpo y le daba algo de vergüenza el que lo viera completamente desnudo, aunque ya lo había hecho con anterioridad, por muy pocos segundos.

Le deba vergüenza su cuerpo y era algo que no podía evitar, por lo que prefería el ahorrarse las miradas llenas de lástima que el menor fuera a ofrecerle una vez lo viera, prefería que eso se quedara atrás, al menos hasta que pudiera eliminar la mayoría de sus heridas.

―Muy bien, puedes bajar la manga―dijo el beta mientras guardaba o desechaba los materiales que había utilizado―Afortunadamente has ganado peso y masa muscular, eso significa que la dieta que te di está funcionando para que recuperes tu peso ideal, para que te mantengas saludable.

Yoongi asintió mientras se bajaba de la cama, quedando al frente del doctor.

―Ahora quiero ver esas cicatrices, a ver cómo han evolucionado con el ungüento que te brindé.

El alfa tomó los extremos de su camiseta y se la quitó rápidamente, colocándola sobre la cama, la cual se utilizaba para las personas que debían descansar en el área médica, como había sido el caso de Taehyung en su momento.

El doctor examinó las heridas mientras recorría el cuerpo completo del menor.

―Bien, como te mencioné en su momento, muchas de las heridas serían permanentes en tu piel, se encuentran sanadas, pero las cicatrices se mantendrán ahí, sin importar los ungüentos que coloquemos sobre ellas. Aquellas que eran más leves, ahora son sombras casi imperceptibles, por lo que no deberás preocuparte por ellas.

Yoongi suspiró y asintió, no sintiéndose realmente emocionado por aquello. Eran más las heridas que se mantendrían con enormes cicatrices, entonces ¿Por qué debía alegrarse de que las más pequeñas sí hayan podido desaparecer? Si su cuerpo seguiría igualmente manchado de pies a cabeza.

―Con respecto a la de tu hombro, tuvimos que remover la piel muerta que se mantenía sobre ella e hicimos lo mejor que pudimos, veo que se encuentra saludable.

Yoongi odiaba todas su cicatrices, pero si podía elegir una de ellas como la peor, definitivamente la de su hombro sería la ganadora. Aún recuerda con muchísimo pesar el cómo las personas del reino contrario querían arrancarle su tatuaje de la tropa de Busan, utilizando todos los medios posibles para poder quitarlo.

Incluso, a veces logra sentir pinchazos pequeños en su herida y los recuerdos invaden su mente como una bomba, explotando de golpe para causar un buen daño.

Respiró entrecortado cuando sintió humedad en su retaguardia cuando se sentó en un lugar desconocido de su celda, la que era su nueva celda. Ese día habían realizado el cambio de las celdas, en donde los prisioneros podrían cambiar dependiendo a su comportamiento, también era una buena forma de hacer que estos se mantuvieran a la orden del reino de Gwangju.

En esa prisión no se encontraban personas de tropas ajenas, eran prisioneros del propio castillo, personas que habían roto las leyes y se mantenían pagando el precio. A diferencia de muchos reinos, el de Gwangju no acudía a la pena de muerte de inmediato, ya que siempre plantearon que podían transformar a esos delincuentes en aliados del reino, para poder enviarlos a los reinos enemigos a cometer crímenes en beneficio de Gwangju.

Y es por eso por lo que cambiaban de celdas, entre mejor era el comportamiento en relación con lo que el rey buscaba, mejores eran las comodidades, hasta encontrar la libertad condicionada. Los que no aceptaban los términos, terminaban asesinados.

Yoongi no había sido asesinado en ese momento y realmente no comprendía el por qué, jamás fue dócil ante lo que el rey le exigía, siempre hacía mal los trabajos que le pedían en beneficio del reino y jamás aceptó el formar parte de los suyos. No sabía por qué su cabeza no había rodado y sido enviada a su reino.

Sospechaba que su vida era algo que era parte de un plan, uno del que realmente no quería saber o tendría un colapso en ese mismo momento.

La celda que se le había asignado era una de las que se mantenían en lo más bajo del castillo, no había ventanas ni luz, era todo humedad y oscuridad. No estaba seguro si había alguien más en las celdas continuas, ya que todo era silencio.

Mantenía sus ojos cerrados todo el tiempo, prefiriendo el ver la oscuridad de sus párpados cerrados que ver la terrible oscuridad que lo envolvía en la realidad.

Pero en ese momento, logró escuchar el sonido de pasos, lo que hizo que abriera los ojos de golpe, comenzando a respirar con mayor velocidad, el temor de que pudieran hacerle algo nuevamente azotándolo de golpe.

Y es que lo habían golpeado, electrocutado, y quemado de muchas maneras, nada suficientemente grabe como para morir, claramente, pero sí lo suficiente como para sufrir por mucho tiempo y tener el miedo de ser encontrado nuevamente.

Una luz comenzó a acercarse, siendo que uno de los alfas de la tropa se acercaba con una linterna.

―Levántate.

Ordenó con voz dura, haciendo que el alfa menor lo viera con duda, siendo que el miedo no lograba que acatara la indicación rápidamente.

― ¡Te dije que te levantes!

El espantoso grito hizo que se levantara de golpe, sintiendo sus piernas entumecidas doler por el brusco movimiento, pero tragándose sus lamentos para sí mismo, sino quería que todo fuera peor de lo que ya era.

Abrieron la puerta de la celda y dos alfas de la tropa entraron, acompañados de dos omegas mujeres, por su vestimenta, imaginó que eran sirvientas del castillo.

Una de las sirvientas colocó una silla al centro del lugar, manteniendo varias cuerdas en sus manos.

Cuando menos pudo sentirlo, los alfas lo habían tomado por sus brazos y lo lanzaron sin cuidado a la silla, siendo inmovilizado por las cuerdas en poco tiempo. La poca luz que se mostraba por la linterna era lo suficientemente fuerte como para que pudiera ver todo lo que le estaban haciendo, más que llegar a sentirlo.

―Hemos intentado muchas cosas para que recapacites, tanto buenas como malas―dijo con una sonrisa falsa en su rostro, caminando lentamente en círculos, frente al alfa menor―Pero hemos notado que eres realmente fiel a tu reino y eso no es algo que nos guste.

Y es que para los mayores era sorprendente que un alfa de tan solo dieciocho años lograra tener tanta fuerza de voluntad como para no rendirse y unirse al reino que se lo exigía, siendo esa una de las primeras razones por las cuales no lo habían matado.

Habían pasado ya cuatro meses desde su captura y el pequeño alfa se había negado a traicionar a su reino, siempre.

―Creo que tienes algo que aún te une a ese reino, algo que no te deja el dejarlos de lado ¿Es así?

El menor era incapaz de ver realmente el rostro de quien le hablaba y no es como si quisiera hacerlo, pero no podía ver si la tranquilidad con la que su voz sonaba congeniaba con sus expresiones faciales.

Se mantuvo callado por varios segundos, sintiendo cómo el otro alfa que se encontraba a su lado golpeaba con fuerza su rostro, haciendo que un grito saliera de sus labios.

―Bien, tenían razón en lo que decían, te rehúsas a hablar y si te soy sincero eso me parece una falta de respeto para un alfa como yo―dijo con altanería mientras se acercaba a una pequeña manta que había llevado consigo, sacando de ahí una navaja de un tamaño considerable.

Eso solo hizo que el llanto se apoderara de él y que apretara las manos sobre la silla, cerrando los ojos con fuerza para no ver lo que seguiría.

―Creo que ese tatuaje de la tropa del reino de Busan es el que no te permite soltarte ¿No lo crees? ―mientras hablaba hacía un movimiento de muñeca con la navaja, que realmente ponía muy nervioso a Yoongi. ―Afortunadamente puedo quitarlo, creo que eso sería lo mejor para todos, igualmente no volverás jamás a ese reino, al menos no con vida.

Intentó zafarse del agarre que ejercían las cuerdas sobre él, pero era obviamente imposible, negando con la cabeza mientras intentaba salir con todas sus fuerzas, sabiendo que lo que se veía sería de lo más doloroso que podrían hacerle.

―Por favor no, no hagan eso...

Dijo con voz rota y grave, totalmente destruida por mantenerse tanto tiempo en silencio voluntario, sintiendo su garganta arder por el esfuerzo que aquello había requerido.

― ¡Oh! Ahora sí hablas, bien, creo que hemos tomado un buen camino para hacerte entrar en razón.

Las sirvientas se encargaron de sostenerlo en la silla, ya que realmente se estaba moviendo mucho y las cuerdas comenzaban a desatarse.

―Bien, intentemos quitar algo de tu tatuaje y cuando estés dispuesto a hablar, podemos parar para pensar si seguiremos o no―el mayor se hincó frente al alfa, levantando la manga de su camiseta para dejar el tatuaje libre.

El tatuaje era el escudo del reino de Busan, decorado con algunas estrellas por debajo, lo cual denotaba que el alfa pertenecía a la tropa. La diferencia del tatuaje de Yoongi con el de los demás, es que tenía una corona al lado, indicando que sería el futuro acompañante del rey de Busan, o sea, de Jimin.

Por lo que definitivamente no era un alfa cualquiera.

Pero al ser perteneciente de un reino en donde aquello no existía, el alfa de la tropa contraria no hizo ningún comentario al respecto, pensando que aquello era normal dentro del tatuaje de los de su reino.

Yoongi no era capaz de describir el dolor que sintió ese día, la navaja atravesando suavemente su piel mientras lentamente comenzaba a bajar, marcando una línea sobre su tatuaje, partiéndolo técnicamente a la mitad. Lo que sí podía describir fue el dolor que sintió en su garganta por el grito ensordecedor que había soltado en aquel momento.

No recordaba más allá de ese momento, en donde la navaja abandonó su piel y la sangre comenzó a salir como si de una cascada se tratase. Ese día lo último que pudo recordar eran las risas de los alfas y las omegas que se encontraban ahí, todos disfrutando sinceramente el dolor que estaba sintiendo, la agonía por la que estaba pasando.

Después de algunos segundos de pérdida total de sus pensamientos lógicos, se desmayó por la pérdida de sangre.

Y recuerda que después de su desmayo optaron por dejarlo en paz, intuía, que porque no tenía caso hacer eso cuando no estaba consciente de ello y cuando no podía sufrirlo realmente. Por lo que ese día lo dejaron atado en la silla.

Sin embargo, se sintió tonto al pensar que realmente las cosas iban a terminar ahí, que el tema de su tatuaje quedaría atrás y que no lo torturarían más. Su tatuaje fue casi completamente removido por quemaduras y cortes en su piel, no recibiendo atención para poder curarla adecuadamente, por lo que tenía que mantenerla con una venda para que no se infectara.

De vez en cuando se escapaba a la zona médica, en donde podía robar un poco de medicamentos para curarse, pero al no tener experiencia alguna, no sabía si lo que se colocaba era correcto.

Llegó un punto en donde la piel de esa parte estaba muerta para él, no sentía nada y se veía horriblemente asquerosa, le daba tanto pesar el verla, que siempre la mantenía cubierta para su salud mental.

Ese tatuaje había significado mucho para él, porque marcaba los logros que había conseguido a tan corta edad, además de estar conectada a su hogar y todo aquello que ama. La familia real siempre fue como su segunda familia, siempre se sintió como uno de ellos y pensar el que había tenido el honor real de portar ese tatuaje y que ahora solo fuera un cúmulo de piel muerta y sangre seca, era algo que no lo dejaba tranquilo.

Desde la eliminación de su tatuaje su lobo comenzó a ignorarlo, manteniéndose con él, pero no siendo un apoyo realmente.

Miró su hombro cuando los recuerdos le permitieron el poder concentrarse en el presente, viendo que la piel se veía mejor que antes, pero igual siendo una gran cicatriz fea la que se mantenía sobre el que, antes, era su tatuaje.

―Aún tenemos que cuidar esta herida, porque puede infectarse. Te dejaré la pomada de la que te hablé y el ungüento para esa zona, las demás heridas ya no requieren de curación, por lo que solo será para la de tu hombro.

Yoongi no recordaba alguna plática sobre una pomada, por lo que imaginó que se lo comentó mientras se encontraba recordando lo sucedido con su hombro.

― ¿Cada cuánto debo curarla?

―Después de cada ducha, una vez al día―dijo con una sonrisa mientras le entregaba los mencionados―También quiero pedirte que mantengas la herida sin vendas, al menos por la mayoría del día. La herida necesita "respirar" ―dijo mientras hacía comillas con sus dedos―Por lo que tenerla vendada todo el día no es buena idea.

El menor se miró en el espejo pequeño que el doctor tenía en su escritorio, viendo con desagrado esa zona.

―Me da vergüenza que la vean―confesó con una mueca en el rostro, no sintiéndose muy cómodo en comentarle aquello al doctor.

El hombre mayor sonrió apenado, dándole un pequeño vistazo a la herida.

―Las heridas no son bonitas, menos las que fueron profundas y ahora sin cicatrices―dijo con sinceridad el hombre mayor, haciendo que el alfa se avergonzara aún más―Pero esa cicatriz demuestra lo valiente que fuiste y a todo lo que has sobrevivido, intenta verlo como una marca de guerra, como una muestra de lo que eres capaz de soportar por la fidelidad de los tuyos ¿Me doy a entender?

El mayor asintió sin pensarlo demasiado, claramente que lo comprendía, pero era más fácil el decirlo que realmente asimilarlo y no sentirse asqueado cada vez que la veía.

―Si lo que te preocupa es lo que los demás dirán de su aspecto, te aseguro que nadie la mirará con asco. Después de la regañada que el rey Jimin les entregó a los maleducados, todos quedaron bastante tocados con la historia, algunos incluso planeando unas disculpas grupales hacia ti.

Yoongi se sorprendió ante aquello, ya que habían pasado unos días desde la plática que su menor les había dado a sus empleados y realmente nadie se había disculpado directamente con él.

Sí es verdad que las cosas habían mejorado, ya no dejaban su desayuno en el suelo del pasillo ni lo miraban con desaprobación o con miedo, tampoco alejaban a los niños de él. Esas cosas lo habían hecho sentir bastante mal, ya que se sentía como un intruso o alguna clase de monstruo que invadía el castillo.

Su rostro tenía algunas cicatrices, no tantas como su torso, pero sí las mostraba y que podía dar algo de miedo a los más pequeños, pero para los adultos tendría que ser algo diferente, ya que se supone que deberían tener un nivel de madurez más amplio y de comprensión.

Pero no podía juzgarlos.

―Gracias doctor, valoro sus palabras.

El hombre mayor sonrió más animado, dando una reverencia ante la despedida del menor.

Yoongi se bajó la manga corta de su camiseta para salir del área médica, saliendo por el pasillo mientras suspiraba. Notó que una de las sirvientas corrió del pasillo cuando notó su presencia y eso lo hizo suspirar. Realmente no esperaba que nadie se disculpara con él, no buscaba eso, pero pensaba que esas escapadas de los empleados iban a desaparecer cuando supieran la verdad.

Al parecer no.

Avanzó un poco más y pudo ver a la misma sirvienta halando con Jimin, la cual volvió a correr al lado contrario cuando lo vio llegar, dejando al rey y a él solos en el pasillo.

―Parece un gato asustado, me ve y sale corriendo―dijo con algo de gracia, ocultando la pequeña molestia que eso le provocó.

Jimin hizo un puchero y pasó sus brazos por el cuello del mayor, abrazándolo.

―No está asustada, solo algo nerviosa por las indicaciones que debe seguir. Es una omega nueva y tiene quince años. Le dije que no podía darle trabajo, porque está muy pequeña, pero insistió en ser de ayuda para su madre y no pude evitar darle un puesto.

Confesó mientras acariciaba el rostro del mayor, sonriendo para sí mismo cuando vio que las cicatrices de su rostro estaban mucho mejor, ahora siendo solamente sombras de lo que hubo en su momento.

―Oh bueno, entiendo.

― ¿Qué te dijo el doctor? ¿Todo en orden? ―Yoongi se sentía un poco extraño hablando así de íntimo con Jimin en medio del pasillo, por lo que desenredó los brazos del menor de su cuello y lo tomó de la mano, ambos yendo a su alcoba.

―Me dijo que las cicatrices ya no necesitan ser curadas, solo la de mi hombro. He subido de peso y debo seguir la dieta que he tenido desde el inicio. Todo va bien.

Llegaron a la habitación y el mayor abrió la puerta, dejando que el menor entrara primero para después cerrar la puerta a sus espaldas.

―Me alegra que las cosas vayan mejor, definitivamente era preocupante tu estado―Jimin se quitó su pesada corona y la dejó sobre la cama, abrazándose nuevamente al mayor.

Ese día se sentía bastante pegajoso con el mayor y no terminaba de comprender por qué, pero realmente no quería despegarse por mucho tiempo y se sentía realmente cómodo a su lado.

Debía admitir que las cosas habían cambiado desde su llegada, desde hace años no pasaba tanto tiempo en su alcoba, ya que intentaba mantenerse ocupado con muchas cosas antes de mantenerse encerrado en su habitación. Pero ahora que el mayor estaba ahí, definitivamente tenía un motivo para descansar lo debido y mantenerse en su habitación.

Se sentía más alegre, menos gruñón y con más energías. No sabía si se debía al sueño recuperado o a la presencia del mayor. Imaginaba que ambas cosas influían en él.

―Dice que aún debo ganar algo de masa muscular, porque sigo bastante delgado, pero que todo va mejorando, como debe ser.

El menor asintió y suspiró, se sentía bastante acalorado ese día y no sabía a qué se debía. Se sentía embobado en ese momento, como si no pudiera unir los puntos correctamente para saber lo que le estaba pasando, lo cual no era precisamente nuevo.

Desde la pérdida de Yoongi los celos de Jimin no habían sido lo mismo, ya que su lobo se había desaparecido bastante, los celos consistían solamente en sentir dolor en su vientre y calor, no en la necesidad de aparearse o ser pegajoso con alguien.

Incluso los celos habían sido bastante irregulares, pasando incluso hasta siete meses sin tener ni un solo celo, pero al parecer la presencia del mayor también cambiaría sus celos.

Jimin no quería abrumar a Yoongi, sabía que el mayor tenía muchos conflictos personales que resolver, antes de ser el alfa de antes y tener una relación amoroso no sería buena idea.

Porque tu pareja no puede cumplir función de un Psicólogo, no puedes utilizar el amor para resolver conflictos personales e íntimos. Sí, una pareja podía ser un buen apoyo emocional, pero jamás el único medio para poder comprenderte a ti mismo y tus problemas.

Y es por eso por lo que Jimin iba a ofrecerle el tener ayuda profesional al mayor, pero su cuerpo no le estaba dejando el hablar seriamente del tema.

―Estás muy cariñoso ¿Todo bien? ―preguntó el mayor con una sonrisa, intentando hacer la gracia un poco, pero en verdad el menor se veía algo extraño. Jimin era amoroso, pero en ese momento estaba particularmente cariñoso.

―No lo sé, creo que es mi celo―dijo mientras soltaba una sonrisa tonta, apegando su frente con la del mayor, mientras cerraba los ojos.

En ese momento el olor del menor comenzó a ser más fuerte, sobrepasando la barrera que los supresores colocaban sobre su glándula de olor, la cual se ubicaba en su cuello.

Yoongi abrió los ojos con sorpresa, abrazando más fuerte al menor cuando sintió que podía caerse, al dejar casi todo su peso sobre él. Yoongi jamás había pasado un celo junto a Jimin, ya que se les había limitado por su edad, por lo que en ese momento no sabía qué hacer.

― ¿Quieres que descansemos un poco? Podemos tomar una ducha y después tomar una siesta ¿Te gustaría?

Jimin asintió y sin avisar siquiera, dio un salto sobre su lugar y se colgó como un koala sobre el cuerpo del mayor, haciendo que este chillara por el susto, pero lograra atraparlo.

Sabía que su celo no se coordinaría con el del menor, porque su lobo no presentaba señales de querer presentarse, por lo que pudo respirar tranquilo y caminar al baño con el menor en brazos, esperando que las cosas no se salieran de control.

¡Nos leemos prontooooo!✨

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