5. Seonghwa
El dinero era un problema. Cada semana había que pagar la renta o comprar comida, y solo podía hacer una de las dos cosas porque el salario no alcanzaba.
El trabajo en el restaurante era un asco, el sueldo apenas le bastaba para vivir, y como si no tuviera suficientes problemas a todo aquello se le sumaba el incidente de las alacenas. Algún chiquillo hambriento pensó que sería buena idea colarse a robar los suministros del restaurante; eso era aceptable, uno de los empleados podría pillar al niño y darle una paliza. El verdadero asunto era que la puerta estaba cerrada con llave y dentro de la alacena faltaban cosas; siendo preocupante el hecho de que solo había una llave y él era el encargado de guardarla.
Caminó cansado hasta su cama y se dejó caer soltando un resoplido. Si alguien lo hubiera visto allí tirado con el ceño fruncido jamás habría pensado que estaba tratando de verle el lado positivo a la situación. Era un hombre optimista y de principios, por lo que estaba dispuesto a demostrar que él mantenía sus manos limpias.
ㅡSeonghwa ㅡllamó la mujer; una ancianita adorable, de ojos tristes y mejillas sonrosadas ㅡquiero hablar contigo...es importante
La viejecita lo llevó hasta una mesa alejada de la mayoría de los clientes. Era miércoles por la mañana y pocos barcos habían atracado, por lo que podían darse el lujo de dejar el trabajo al asistente de cocina. Seonghwa era el cocinero principal y seguro los clientes habituales se percatarían del sabor diferente en la comida; pero eso no importaba, sólo tenía relevancia la conversación que se llevaría a cabo en la pequeña mesa de madera.
ㅡMi esposo dice que eres un mugroso ladrón ㅡ la señora tomó su mano de forma maternal ㅡyo traté de convencerlo. Pero ya sabes como es él ㅡpequeñas lágrimas brillaron en los ojos de la mujer ㅡquiere córtate una mano o mandarte a matar.
ㅡEntiendo ㅡpronunció serio ㅡPero no he sido yo quien robó las provisiones
ㅡEso le dije a mi marido ㅡHabló en voz alta para que el esposo la escuchara ㅡ¡No eres un ladrón! ¡Eres un muchacho honorable y bueno! ㅡla mujer estiraba el cuello tratando de ver al hombre que se encontraba detrás ㅡpero él no lo termina de comprender.
Seonghwa solo asentía con la cabeza mientras guardaba silencio. Detrás de su mirada dura las inseguridades se arremolinaban confiriendo a su rostro una imagen amenazadora. Era normal que las personas pensaran que estaba enojado, pero aquella viejecita sabía que en realidad el muchacho se encontraba sumido en preocupaciones
ㅡNo puedes quedarte ㅡanunció la anciana restregando sus manos arrugadas en el delantal ㅡconvencí a mi marido de no cortarte las orejas a cambio de que no vuelvas a trabajar en este local. Tampoco tendrás la paga de este mes ㅡmientras la mujer hablaba un silencio se esparció por la estancia dejando que todos escucharan el comunicado ㅡdeberé buscarme otro cocinero
Un apretón de manos seguido de una abrazo corto fue todo lo que se necesitó para abandonar el restaurante. Las puertas se cerraron tras él, con paso firmé caminó hacia su residencia agradecido de mantener sus manos y orejas en perfecto estado. Después de todo, el día no había sido malo.
Habían pasado dos noches desde el despido, pagó con sus ahorros los meses de renta atrasados y también canceló el contrato. No tenía donde dormir, había abandonado su casa esa misma mañana. Apenas llevaba algunas de sus cosas, pero eso no importaba.
Tenía solo diez monedas de cobre en su bolsillo, por lo que decidió regatear con el encargado para conseguir una habitación a menor precio . El hostal era el más barato en todo el puerto pero aun así el hombre le dió una buena oferta por una habitación con dos camas; aunque una de ellas estaba ya ocupada.
Entró a la sucia habitación sintiéndose incómodo por el polvo que se arremolinaba en el aire; el dinero podría faltarle pero esa no era excusa para ser sucio. Con velocidad sacudió la cama que estaba libre y organizó sus escasas pertenencias sobre la mesita de noche, aquello le dió un poco de tranquilidad.
La noche era clara y la luz de la luna le permitía ver fácilmente el bulto que dormía en la cama contigua. Las mantas se arrugaban en una bola pequeña, cubriendo por completo el cuerpo que yacía casi en una esquina. Aquel montón ni siquiera se había movido con todo el escándalo que hizo al sacudir la cama; Seonghwa sintió algo de alivio al ver que no se despertó.
Al principio pensó que se trataba de una mujer debido al poco espacio que ocupaba en la cama; hasta que con pereza la cabeza castaña se asomó entre las sábanas. El cabello revuelto, corto adelante y largo atrás, la nariz pequeña y los ojos aún cerrados; la generosa luz de la luna le permitió percatarse de que su compañero en realidad era un chico, quizás tan joven como él .
Con un ligero bamboleo aquel muchacho se levantó para dirigirse hacia la puerta. Seonghwa giró en su cama tratando de dormir; lo que hiciera su compañero no era asunto suyo. Regresó luego de unos minutos con una vela y fósforos, pero el de mirada dura estaba más concentrado en descansar que en lo que pasara a su alrededor.
ㅡNo le molesta si enciendo una vela ¿verdad ? ㅡSeonghwa giró la cabeza para observar a su interlocutor ㅡsi es así, como hijo del... Como capitán le pido disculpas ㅡa pesar de estar en un hostal de mala muerte aquel joven hablaba con bastante clase
ㅡSi gusta, puede encender un farol ㅡrespondió serio incorporándose en la cama ㅡyo tampoco puedo dormir.
El joven desconocido hizo lo que Seonghwa decía. La luz fuerte de la farola iluminó el cuarto y ambos muchachos pudieron verse la cara; nunca dos personas habían tenido una impresión más errónea del contrario. Descalzo, con los pantanos arremangados y una camisa demasiado grande para él, el más bajito de los hombres daba la apariencia de no guardar hostilidad; fácilmente podía ser confundido con los chiquillos mugrosos que corrían por las calles haciendo recados. Opuesto a eso, Seonghwa vestido con pantalón de gabardina, bien peinado y con el ceño fruncido, lucía como el hijo estirado de un burgués; no sólo eso, también parecía tener muy mal humor.
ㅡMe presento ante usted ㅡdijo el chico aun con el farol en la mano, sonriendo ladino ㅡSoy Kim Hongjoon, capitán del illusion y...bueno... Líder de su tripulación.
ㅡSeonghwa ㅡ respondió el de ceño fruncido, dibujando una sonrisa que más que suavizar su rostro lo hacía ver algo incómodo ㅡcocinero desempleado.
Un apretón de manos y un vistazo rápido bastó para que cada uno se formara una opinión. Durante gran parte de la noche ambos jóvenes no hicieron más que permanecer callados, pero estudiando detenidamente el comportamiento del contrario.
Seonghwa tranquilo desde su cama fruncía el ceño tratando de concentrarse en otra cosa que no fuera su estómago vacío. No comía desde el día anterior y el dinero en su bolsillo era para pagar el alojamiento.
ㅡOjalá me den trabajo en otro lugar ㅡSusurró mientras se giraba en la dura cama. Sabía que su antiguo jefe movería los sucios hilos para encargarse de que nadie lo contratara; era lo que más le preocupaba en ese momento.
ㅡDijo que era cocinero ¿verdad? ㅡel más bajo habló desde la pequeña mesa ubicada al otro lado de la habitación ㅡ¿le molesta si pregunto por que no tiene empleo?
ㅡeso no importa ㅡse encogió de hombros ㅡera cocinero y ahora seguro seré mendigo ㅡfrunció aún más el ceño mientras se rascaba la nariz ㅡcocino bien y trato de ser honesto en mi trabajo. Por eso me despidieron, por ser honesto en mi trabajo.
ㅡ¡Puedo darte trabajo! ㅡel chico se levantó de la silla como si se hubiera quitado todo el sueño que hacía unos segundos llevaba en la cara ㅡpuedes viajar por el mundo y cocinaras menos comida ㅡsin reservas se sentó sobre la cama ajena y gateó por el colchón hasta quedar frente a su compañero ㅡla paga llega tarde pero es buena. ¿Qué dices?
ㅡ¿viajar por el mundo? ¿Qué clase de restaurante es? ㅡSeonghwa ladeó la cabeza sin terminar de entender
ㅡQuiero que vengas a cocinar para mi tripulación en el Illusion ㅡla voz del chico comenzó a elevarse a medida que hablaba ㅡ¡Te imaginas! ¡Recorrer el mar con la brisa en la cara! ¡El comercio en Manila! ¡Y ni hablar de las especias en Macao! ㅡsus ojos se iluminaron mientras la sonrisa le abarcaba toda la pequeña cara ㅡLas mejores especias las consigues en Macao, lo mejor de lo mejor para cocinar. ¿Qué dices? ¿Vienes?
No pudo negarse. Aquel discurso improvisado no lo había convencido tanto como el brillo en los ojos del chico; sus pupilas se iluminaban de tal forma que podían llenar de luz cualquier rincón oscuro de la habitación. No solo eran sus ojos, si no también la manera desbordante de devoción con la que hablaba del mar, del comercio y de su barco.
ㅡSi ㅡdijo seco colocándose derecho sobre la cama ㅡ¿cuando zarpamos? ¿Mañana?
ㅡ¡Bienvenido bacalao! Ahora yo soy tu capitán ㅡla voz de Hongjoong tomó un tono solemne mientras observaba a su nuevo tripulante ㅡmañana a primera hora levaremos anclas ¡y es mejor que estés bien despierto, o sino irás a la cofa!
ㅡ¡Si! Mi... Mi capitán ㅡla risa salió disparada de los labios finos de Hongjoong y se posó contagiosa sobre los de Seonghwa, dándole a su rostro un aspecto más amable ㅡya verá que no lo voy a decepcionar.
Seonghwa aceptó sin desconfiar, dispuesto a zarpar al día siguiente. Sin saber que más allá de un simple barco el Illusion era una nave pirata, que el chiquillo medio sucio del hotel en realidad no se bañaba nunca, y que sobre la cubierta no solo había que cuidar de la cocina sino también de los tripulantes y sobre todo de su capitán.
*manila y macao eran sitios reales de comercio pirata muy conocido*
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