2. San y Jongho

ㅡSan, no vale la pena... solo llevemosle las verduras a mamá. ㅡEl mencionado me miró aún con fuego en los ojos, pero se levantó y dejó tranquilo al hombre con el que peleaba. Tomó una de mis canastas y se adelantó con fuertes pisadas.

Suspiré pesadamente y le di una mirada al hombre en el suelo, hace minutos atrás nos había llamado "hijos de puta" refiriéndose a nuestra madre, San lo había dejado con la boca hecha un desastre. Se lo merecía, pero no podíamos golpear a todo aquel que insultara a nuestra familia. Lo dejé tirado allí retorciéndose del dolor y aún el maldito tenía fuerzas para darme una sonrisa cínica.

"Es un monstruo, viste como dejó al señor..."

"No es nada nuevo, ¿qué esperas de él?, es lo único que sabe hacer"

"¿Ese es su hermano? no se parecen en nada, de verdad que es una prostituta."

Estaba cansado de escuchar cada comentario mientras caminaba de vuelta a casa, la mayoría eran de mujeres chismosas. No sé como mi hermano había regresado a casa, lo que hablaban sobre él era peor, así que no imagino como debió pasar por este camino. Trate de dar pasos apresurados para encontrarlo, mi mente se repetía que estará bien, pero no confiaba... no cuando el hijo del hombre ahí tirado era peligroso, un matón de primera; no podía llegar a casa y preocupar a mamá, ella ya estaba muy delgada y casi no comía, espero papá llegue pronto.

ㅡPequeño, ¿tu hermano fue a recolectar más vegetales?, ¿por qué no llegaron juntos? ㅡElla ella despojó la canasta de mis manos y la colocó con delicadeza en la mesa de la cocina, su voz era suave al igual que su rostro.

ㅡS-sí fue a eso, tengo que volver para ayudarlo. ㅡLe sonreí a medias para que no sospechara o pensara otra cosa.

ㅡCuídalo por favor. ㅡFue lo último que dijo antes de irse a cortar las verduras que había traido de la cocina.


ㅡ¡San, por favor responde! ㅡGrité entrecortadamente por la falta de aire, no sabía cuanto tiempo llevaba buscando, pero los tonos naranjas del horizonte anunciaban que la noche estaba por caer. Me deje caer al suelo de rodillas, mis piernas necesitaban un descanso de tanto correr de aquí para allá, levanté la mirada y todo se veía cristalino. No podía quedarme ahí, mi hermano me necesitaba, debía seguir buscando nuevamente.

Estaba en la última zona del pueblo, donde máximo habían dos o tres casas, los pocos transeúntes me miraban con desprecio, no sabía si era porque estaba de esa forma en el suelo o por la otra razón. Obligué a mi cuerpo a levantarse y seguir caminando, llegaría hasta la última casa si era posible. Mi corazón se apretujaba más en cada paso y mis ojos se volvían mas cristalinos.

ㅡ¡Ahí está su hermano, haremos que sufra también! ㅡVolteé inmediatamente para ver a dos tipos corriendo hacia mi dirección. No retrocedí, los miré cara a cara, separé mis piernas y las planté bien en la tierra, le pedí que no me fallaran como hace unos momentos.

Segundos fueron los que distanciaron entre la llegada de uno de ellos y un gancho izquierdo directo en la mandíbula de éste; la fuerza y velocidad de respuesta hicieron que el hombre diera unos cuantos pasos hacia atrás, con una de sus manos en la parte afectada y mirándome con furia, trató de acercarse de nuevo, pero con un golpe bajo lo hice caer. El otro se dejó intimidar pero avanzó mas por los empujones que le daba su compañero, no duró ni cinco segundos de pie al frente de mí, un golpe en el abdomen fue suficiente para hacerlo caer de rodillas.

ㅡ¿Dónde está San?, no tengo tiempo para jugar. —Me dirigí a ambos sin mucha paciencia, ya estaba cansado de buscar por todas partes durante toda la tarde y ellos no reaccionaban ante mis palabras solo se veían entre sí. ㅡSan. Ahora. ㅡSus ojos se colocaron como platos cuando me acerqué a ellos, y sin ningun aviso, pisé una de las manos del que había llegado de primero y aplicaba más fuerza por cada segundo que no soltaba la respuesta que buscaba.

ㅡEstá en el sótano de la cocina... la panadería del señor... ㅡCuando solté su mano vi su cara y estaba llena de lágrimas, pensé que había usado mucha fuerza pero ahora en mis pensamientos estaba salvar a San y regresar a casa, no podía preocuparme por lo demás.

ㅡÉl es un obrero, si no tiene sus manos bien... Tú eres como tu hermano, espero ambos se vean en el infierno. ㅡChasqueé mi lengua ante su comentario y me volteé para irme de ahí, seguramente a ellos los vería en el infierno también. De todas formas, no importaba, tenía que buscar a San.

Corrí hasta la dirección indicada con la luz de la luna guiandome, todos parecian haber apagado ya sus farolas. Cuando llegué al lugar, no me di tiempo para respirar, si no que fui a la entrada pero estaba cerrada y sin luz adentro, obté por buscar otra vía de entrada. Recorrí alrededor del lugar y noté una puerta en el suelo que llevaba directamente al sótano, pero estaba sellada con una cerradura; rápidamente busque una piedra grande y perdí la cuenta de cuantos golpes le di para que se rompiera. Tiré la roca y abrí desesperadamente la puerta, lo primero que encontré fueron unas escaleras así que las bajé a toda prisa sin percatarme de cuanto ruido había hecho y por ese error fui recibido con un golpe en la mandíbula.

Pero eso no era suficiente para hacerme tambalear, así que el contragolpe no tardó en llegar, me aseguré de darle por debajo de las costillas. Cuando subí la mirada vi que al menos cinco venían contra mi, pero lo que más me llamó la atención fue ver a mi hermano sentado en el fondo de la sala, no parecía consciente, además lo habían despojado de su camisa, tenía muchas heridas y magulladuras desde su rostro hasta el torso. Divisé un machete que había cerca, lo tomé y me puse en guardia para recibirlos a todos, ninguno de ellos saldría de aquí esta noche.

La luz del sol quemando los ojos anunciaba que ya era de mañana, cuando pensé que no viviría un día más ella me bendecía otra vez. No me encontraba en aquél oscuro sótano, si no más bien estaba en la habitación que compartía con Jongho, mi cabeza dio mil vueltas para pensar en como llegué ahí pero ninguna daba con una idea clara; después pensé en que mamá pudo haberme visto de esta manera... necesitaba explicarselo. Traté de levantarme pero fue imposible, solté un grito de dolor cuando apenas me movía y en este momento fue que me quité la sabana y vi todas las heridas y moretones que tenía, cuando las miré el dolor vino inmediatamente causando que no luchara más y me acostara nuevamente.

ㅡTe escuché, creía que era la vecina gritando. ㅡComentó Jongho entre risas entrando a la habitación con un plato de comida y un vaso. Cuando lo miré a los ojos noté que tenía cortes en su rostro y cojeaba un poco con su pierna derecha, lo sabía disimular bien a pesar de eso. ㅡEsto es para ti, hice algo que no pudiera salir mal. Es domingo, mamá fue a misa hoy. ㅡEn el plato habían tres rebanadas de pan con mermelada y el vaso era café negro. Como si supiera que no podía sentarme, me ayudó a colocar mi espalda contra la pared y la comida la colocó en mis muslos.

ㅡJongho... ¿cómo llegué aquí? ㅡSu sonrisa disminuyó y bajó un poco la cabeza, él que le gustaba relatar historias parecia no querer contar esta. Se restregó los ojos y me miró directamente sin darse cuenta que sus cejas estaban levantadas levemente y que sus labios se fruncían, toda esa expresión le daba un rostro más acorde a su edad y no la seriedad con que siempre se le veía.

ㅡSan, creí que no te iba a ver más. Te busqué y rescaté del sótano de la panadería, y-yo tuve que defenderme porque me iba a matar... asi que tuve que herirlos de gravedad para que no se levantaran. ㅡMiró sus manos y las cerró con fuerza. ㅡDespués te saqué llevándote apoyado en mi hombro hasta llegar a casa, mamá estaba dormida así que no nos vio llegar de esta forma y me ofrecí para hacerte el desayuno por eso mismo, mis heridas pueden darle una escusa o disimularlas, pero las tuyas...

ㅡGolpearé a los que te dejaron así, a todos ellos. ㅡEl mencionado suspiró pesadamente y su rostro cambió a la expresión seria de costumbre, se alejó unos pasos de mi.

ㅜDebemos esperar a papá para irnos, te metiste con ese tipo y ahora seguro nos hará la vida imposible, más de la que ya la teníamos. Además, no podemos salir, hay que explicarselo a mamá. ㅡCon una última mirada triste, Jongho se fue de la habitación con pasos lentos.

Explicarle todo a mamá y ver su mirada decaída era sentir como una puñalada al corazón, más aún al saber todos los comentarios que le dijeron míos y de Jongho; entre ambos acostamos a nuestra madre y luego nos colocamos un ungüento de olor mentolado en nuestras heridas antes de dormir. Por primera vez en mucho tiempo, Jongho aceptó que lo abrazara en la cama sin rechistar, incluso ni se movio para separarse, es por eso que aproveché el momento para decirle lo que que ansiaba durante todo el día.

ㅡGracias por salvarme la vida, Jongho. ㅡMurmuré sólo para mi hermano.

ㅡNunca te dejaría a tu suerte, San. Sé que a veces piensas sólo con las bolas, pero jamás te dejaría solo. ㅡAmbos reímos para después acomodarnos cada uno por su lado y quedarnos dormidos por el resto de la noche.

La mañana siguiente nos despertamos con unos gritos afuera de la casa, me levanté lo más rápido que pude pero había olvidado que tenía una herida en la pierna derecha así que caí al suelo. San tardó más en salir de la cama debido a sus golpes y moretones, gracias a esto, pudo evitar una piedra que fue lanzada desde afuera a la ventana de nuestra habitación.

Cuando se las iba a devolver, mis oidos prestaron atención a los gritos que la muchedumbre vociferaba.

"¡Asesinos!"

Sentí la piel de gallina en ese instante y bajé el brazo para no hacer nada, me abrace a mi mismo para buscar calor en medio del frío que sentía mi cuerpo. Las heridas produndas que le hice a los nombres de la panadería, quizás fue por mi culpa que hayan muerto.

ㅡ¡Metanse sus piedras y sus palabras por el culo! ㅡSan no lo pensó dos veces para tomar la piedra de la mano de Jongho y lanzarla por el mismo lugar que salió. ㅡ¡Déjenos en paz!

Tenía que dejar mis pensamientos de lado y movermos para defendernos, así que fui a buscar a nuestra madre y ella estaba escondida debajo de la mesa de la cocina, temblando y con los ojos cerrados; intenté decirle que todo estaría bien, pero ella insistía en quedarse ahí. Traté uno de los muebles grandes en la puerta, pero mi pierna adolorida no me ayudaba y tuve un que hacerlo con unas sillas, que sé que no iban a aguantar mucho.

San salió de la habitación de nuestros padres y sacó una espada y una escopeta, sin dudar me lanzó la escopeta y él se quedó con el arma cuerpo a cuerpo. Nos colocamos justo a unos metros de la puerta, esperando que en cualquier momento entraran los que estaban afuera.

Un disparo se escuchó afuera y todo el mundo calló en ese instante, sólo se escuchaba los pasos firmes de unas botas la piedra. San y yo nos miramos el uno al otro esperando lo peor.

ㅡUn tiro de advertencia. Si no se van de mi casa, para el siguiente no fallaré. ㅡEsa voz fue reconocible para todos en la familia Choi.

Apresuré en quitar las sillas con ayuda de San para luego abrir la puerta con rapidez. Al lograrlo ambos abrazamos felices a nuestro padre, tal como niños pequeños a pesar que los tres ya teníamos la misma altura. Nuestro padre era, sin lugar a dudas, una combinación de sus ambos hijos; con rasgos marcados y ojos pequeños como los de su hijo San, pero a la vez con el tono de piel y el porte que heredé yo.

Después del recibimiento de todos, nuestro padre apresuró a decir que nos íbamos del pueblo, nos mandó a recoger todo para montarlo en una carreta e ir a un lugar más cercano al puerto. Era un milagro aue por fin dejáramos este infierno.

Por supuesto que ahora vivir en una casa cerca del puerto era indicio de algo, por supuesto, era que nosotros también nos embarcariamos como tripulantes del Illusion. Nuestra madre estuvo de acuerdo, a pesar queno queriamos dejarla sola, pero ella insistió en que estaríamos mejor con nuestro padre.

Así fue como el primer día llegó, de nuestra edad se encontraba el hijo del capitán, Hongjoong, y Yunho; con este último San se enfrentaba a duelos mano a mano, pero como Yunho también tenía experiencia a veces le ganaba a mi hermano y eso él no podia soportarlo, el más alto sólo se lo tomaba como un juego y se divertía.

Mientras tanto, yo me quedé embelesado con la sala de cañones del Illusion y de ahí me quedé aprendiendo con mi padre sobre cada aspecto de estos. Él me fijo que un día yo estaría a cargo de esta sala, sin embargo, jamás pensé que ese día llegaría tan pronto y ninguno de los más jóvenes estábamos preparados para esto.

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