Un nuevo dragón
OUDE MAGIE (Magia Ancestral)
Autora: Clumsykitty
Fandom: DC/Marvel AU
Parejas: Stony, Superbat, Cherik, Winterlord, Halbarry, entre otras.
Derechos: pues a escribir sobre cosas que no me pertenecen.
Advertencias: esta historia es extraña como su creadora, angustiosa, cruel y salvajosa. La receta de siempre en un mundo inspirado por The Witcher. Avisados están.
Gracias por leerme.
***
Un nuevo dragón.
"No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor."
Alejandro Dumas.
Loki miró el cielo nocturno a través de las ramas delgadas de esos árboles decorativos del jardín inundado en donde estaba tumbado, recuperando su respiración con una sensación curiosa en su cuerpo. Una que bien podía ser dichosa en otros tiempos, en otras circunstancias. O tal vez si lo era, pero había pasado por tanto que no estaba muy seguro si de verdad merecía sentirse así. Tragó saliva, girando su rostro recostado sobre un ancho y bien definido pecho desnudo que le pertenecía a un risueño Inquisidor.
—¿Qué sucede? ¿Te he lastimado?
El Naga negó, encogiéndose un poco. —Estoy bien, ya te lo dije.
—Tu rostro expresa otra cosa.
—Puedo decirte qué sucede, pero si escucho una sola palabra de burla, la muerte vendrá por ti en este preciso instante.
—Vamos, Loki, me preocupas. Dime cuál es tu angustia.
—No es... —el Naga suspiró, prefiriendo abrazarse a él— No digas nada.
Sabía que Dzor no diría nada, y la criatura prefirió revivir en su mente lo que recién había sucedido. Ese baile de Latveria que sin duda había despertado pasiones benignas y malignas por igual. Loki había dedicado miradas mortales al Príncipe de la Eterna Sonrisa junto con su consorte cuando los tuvo cerca, evadiendo el tocarlos. Apenas si escuchó lo que el Emir Ra's Al Ghul le dijo, no supo si era disculpa o era una recomendación. No importaba. De los Injustos no iba a escuchar palabra alguna nunca más, para él, todos eran monstruos que solamente buscaban su propio beneficio sin importar destruir el mundo en el camino. Por lo menos él había intentado preservar su hogar. El Inquisidor tuvo que jalarlo del brazo más de una vez para que no terminara rasgando el cuello de algún impertinente y al final ambos salieron de ahí hacia aquel jardín inundado para que el Naga enfriara su cabeza.
—No puedes bailar atacando a todos los invitados.
—Se me da la gana hacerlo. No tengo por qué ser bondadoso con ellos.
—Eso entorpecerá tu misión de proteger a tus niños.
Loki miró al rubio de mala gana, apretando sus puños. Le estaba costando demasiado trabajo el poder ser civilizado, precisamente sus Niños del Cometa eran lo que estaba impidiendo que no se transformara frente a todos para ahorcarlos con su cola. Eso y el guerrero idiota que le sonrió cual niño emocionado, acercándose a él para besar el dorso de su mano como si fuese uno de esos gentiles caballeros de la Corte de Latveria, cortejando alguna de las damas.
—Terminemos el baile, aquí.
—Ensuciarás tus botas.
—No importa. Solo son botas.
Con un pequeño bufido, el Naga aceptó tomar la mano que lo guió al centro del jardín, dando vueltas alrededor, sujeto de Dzor quien canturreó la melodía que llegaba hasta ellos.
—Vas a terminar muerto por hacer esto. Ellos te matarán.
—Habrá valido la pena.
—¿Esto? ¿Un baile en un jardín inundado de un reino en problemas?
—No, esto...
Dzor le sujetó por la cintura y la nuca para besarle, esta vez fue un beso más largo y profundo que aquel que le diera en la fortaleza de la Liga de Asesinos. Loki iba a empujarlo en rechazo, pero eso hubiera sido concederle una victoria que no deseó otorgar, subiendo sus manos a los cabellos en los que sus garras se enredaron igual que su lengua con la del Inquisidor. Sintió las manos de este recorrer sus costados y querer soltar sus cinturones y broches en una clara intención que no sorprendió al pelinegro. Fue en ese momento que el Naga se separó, sonriéndole travieso al empujarle antes de dejar caer sus mantos y soltar sus cabellos trenzados para tomar su forma verdadera. De esa manera, aquel rubio idiota no se animaría a más, o eso fue lo que pensó.
—Eres perfecto —susurró Dzor antes de jalarle hacia él.
Aquel contacto en su apariencia real no era extraño para Loki, pero si fue diferente en la intención. La boca como los dedos del Inquisidor recorrieron su cuerpo como si estuviera adorando alguna escultura de un espíritu sagrado. Esos besos sobre sus escamas dados con tanto deseo igual que en sus labios hizo estremecer a Loki, agitando su cola que se enredó en el cuerpo del rubio cuando pudo quitarle todas sus prendas y dejarlo expuesto para su propia boca, esa lengua bífida que se divirtió con la erección levantada en su honor que chupó hasta que escuchó a Dzor gemir su nombre. Sin duda, la criatura encontró que era demasiado extraño que alguien como ese hombre tumbado a su lado no encontrara asqueroso el tocarle o sugerir algo más que hubiera hecho a otros vomitar.
—Tú eres un demente —murmuró Loki, restregándose contra esa entrepierna, mirando atento esas expresiones de placer que brotaron del rostro del rubio.
Le atrapó por completo con su cola, ambos casi envueltos en esas escamas verdosas que brillaron por la luz de una media luna. El Naga sujetó las muñecas de Dzor con una mano, inmovilizándolo antes de tomar su miembro usando su mano libre y enterrarlo en su interior, apretándole con toda intención para verlo arquearse mientras que Loki sintió que su sangre se sintió como si fuese a burbujear. Ahí olvidó una precaución de la cual debía estar consciente, moviendo su cuerpo para tener completamente dentro al Inquisidor, jadeando y llamando su nombre en ligeros quejidos al ritmo de sus movimientos lentos primero, antes de que las manos del rubio se liberaran de su agarre que se aflojó al bamboleo de caderas del Inquisidor, tomando sus caderas para embestirle con fuerza.
—¡Dzor!
Fue algo completamente diferente que en su mente hubo un vago recuerdo tan lejano de tiempos más felices donde había sido igualmente adorado. Los ojos de Loki se clavaron en los de Dzor, arañando su pecho al pegarse por completo, sintiendo como entraba profundo, haciendo que su vientre se sintiera tan caliente como un hierro en fuego vivo. La punta de su cola golpeó el agua, salpicando las esculturas y enredaderas alrededor que les sirvieron de muralla más o menos discreta a ese encuentro. Esta vez fue Loki quien se arqueó, gritando el nombre del Inquisidor cuando todo su cuerpo se estremeció, apretando esa erección con tal fuerza que el rubio ya no pudo moverse, terminando dentro de él en el orgasmo que siguió al del Naga.
Se quedaron en esa posición, respirando agitados y Loki retirando sus garras que habían dejado unos rasguños que fueron sanando conforme el tiempo pasó. En ese momento, su mente fría volvió a tomar el mando y recordó el por qué ese encuentro no debía haber sucedido. Pero ya era muy tarde. Todo el cuerpo del Naga se estremeció al sentirlo, esa semilla quemándole por dentro, haciendo algo que solamente la sangre de dragón sabía hacer. Dar vida. La criatura se acurrucó en el pecho de Dzor, asustado primero, después, resignado. Ni con la mejor magia había forma de revertir aquello. Loki respingó al sentir ese poder adueñarse de su vientre. Aunque tenía una duda, Iskander le había quemado para prevenir que hubiera más vástagos suyos, ¿cómo era posible que el semen de un Inquisidor estuviera preñándolo?
—El pozo.
—¿Qué has dicho? —preguntó Dzor, aun preocupado por el Naga.
—Nada —Loki se irguió para verle, acomodando esos cabellos empapados y algo sucios de hojas y flores, con algunas escamas suyas— Que eres un desastre, Dzor... y te estás convirtiendo en mi desastre.
—Creo que es algo bueno.
—Me pregunto si tienes idea del alcance de tu poder.
—¿Hablas sobre mi sangre de dragón?
Loki asintió, entrecerrando sus ojos. —Odín fue uno de los dragones más poderosos. De los más antiguos también. La sangre de Gama era pura en él. Mi padre me contó que usó uno de sus ojos para darle a los elfos el poder de la premonición cuando ellos sanaron sus heridas al pelear contra demonios.
—No he leído nada sobre él.
—Porque el Templo todo lo borró —gruñó el Naga, desviando su mirada— Le arrancaron sus extremidades estando vivo.
—Lamento ser parte de aquello que tanto te lastima —Dzor atrapó el mentón de Loki, haciendo que le mirara— Que en tus ojos haya más tristeza que alegría.
—Tú no fuiste quien ordenó ni hizo todo eso. Quita de tu mente culpas que no te corresponden.
—Ellos me crearon, al final.
—No del todo —la criatura volvió a recostarse en su pecho— Odín controlaba los rayos, las tormentas, podía hacer fértil el campo más estéril. Levantar murallas de roca sólida a una orden suya.
—¿Crees que pueda hacer eso?
—Por supuesto que no, idiota. No eres Odín.
—Soy como su hijo.
—Desafortunadamente.
—¿Qué?
El Naga rió, mirándole de nuevo. —Tenemos que volver, no puedo dejar tanto tiempo sin vigilancia a mis niños. Hay más ojos que los visibles en este lugar.
—¿Nos habrán visto...?
—A nadie le gusta ver abominaciones.
—No eres una abominación, Loki.
—Tú estás loco, demasiado loco.
—Por ti, solo por ti.
Cuando se separaron, Loki siseó, llevándose una mano a su vientre. El Inquisidor de inmediato se le acercó, preocupado de haberle lastimado.
—¿Te he herido?
—No es eso.
—¿Qué es, entonces?
La criatura le empujó, murmurando cosas. Su corazón latió aprisa porque no había errores ya, a partir de ese momento estaba llevando en su vientre una cría de Dzor, quien le detuvo cuando le vio tomar la forma humana para volver a vestirse.
—Dime qué es lo que hace que tu mirada se nuble de esa forma, como si de pronto hubieras visto un mal augurio.
—Dzor... —Loki tragó saliva, levantando su mirada hacia él— El pozo me sanó, por completo. Me hizo renacer y borró todo el daño que los Injustos me hicieron.
—Eso lo sé, lo noté.
—No, no entiendes. Todo mi cuerpo volvió a ser como antes.
Ambos se quedaron viendo fijamente, sin moverse, así desnudos en medio del jardín. El rubio frunció su ceño y luego abrió sus ojos que bajaron de inmediato a su vientre.
—¿Tú...?
—Fertilidad, los dragones la tenían por montón.
—Por todas las magias de este mundo, Loki... —el Inquisidor jadeó, sonriendo luego como un tonto— ¿Estás diciendo que nosotros...?
—¡Yo! —el Naga le empujó— No debimos... pero no castigaré una vida por mi error.
—Soy el padre.
—Quita esa sonrisa de tu cara o la borraré con mis garras.
—Loki... esto es...
—¿Dzor? ¿Qué haces?
Este se dejó caer de rodillas, apenas si tocando con la yema de sus dedos el vientre liso del Naga, quien entrecerró sus ojos, empujándole de mala gana.
—No hagas eso.
—Pero...
—Hay cosas mucho más importantes, Inquisidor. Por si no te has dado cuenta, estamos por ser tragados por una tormenta. Si sobrevivimos a ella, entonces podrías adorarme todo lo que quieras.
—Ya lo hago, desde que nos encontramos en esas dunas.
—Hm.
Un par de fornidos brazos atraparon a Loki por su espalda, recibiendo un beso en su hombro.
—No te dejaré solo.
—Eres tan tonto, e ingenuo.
—Lo cual me ha mantenido con vida todo este tiempo.
—Fue el hielo, en realidad.
Dzor se carcajeó, pero su mirada fue algo que hizo inquietar al Naga. Ahora, además de esa tonta admiración, estaba algo más. Un sentimiento nada extraño para Loki, y si abandonado desde hacia mucho tiempo que de pronto se sintió como si fuese la primera vez que su corazón estaba experimentándolo. Terminaron de vestirse para volver al palacio. El pelinegro bastante pensativo, el Inquisidor silbando alegre después de aquella noticia que lo hizo sentir orgulloso, motivado. Loki le detuvo, llevándolo detrás de una columna cuya sombra los ocultó.
—¿Qué sucede?
—Búhos...
—¿Dónde? —el rubio gruñó, apretando sus puños.
—No, no ahora, Dzor. Ya tendrás tu tiempo para hacerlos estallar en mil pedazos.
—Algo me dice que ellos bien pueden matarnos mientras que nosotros estamos atados por el Primus Mirum de Latveria.
—Y sospechas bien, porque ellos no viven en nuestro tiempo.
—Eso no lo comprendo.
—Tampoco yo, si te consuela.
—Pero no los veo.
—Ya te lo he dicho, se mueven con el tiempo, alguien... alguien les abre un paso.
—¿Loki?
El recuerdo de Eobard Thawne hizo que el Naga se abrazara a Dzor, ocultando su rostro en su cuello, temblando ligeramente.
—¿Qué si no puedo proteger a mis niños? ¿Qué si fallo a mi familia de nuevo?
—No lo harás, porque me tienes a mí.
—¿Y si también te arrancan de mi lado? ¿Si vuelven a quitarme todo?
—Tranquilo, Loki —Dzor frunció su ceño, abrazándole para reconfortarle— No puedes darte por vencido cuando la pelea aun no comienza.
—Hay trampas, tantas que siento que no lo lograré.
—Debes aprender a escuchar, me tienes a mí para ayudarte.
Loki le miró, aferrándose a sus hombros. —Si algo me llega a suceder, puedes abrir mi vientre para salvar a tu hijo.
—¡Loki! ¡No digas esas cosas!
—Vamos, se han marchado.
Tuvieron que ocultarse una vez más, porque vieron a dos figuras más salir del palacio. Dzor comentó mitad en broma sobre otra pareja que deseaba intimidad. El Naga solamente rodó sus ojos, tomando su mano para volver al salón cuya música continuaba igual que las risas y los bailes que en esos momentos eran más del estilo de Tierra de Arenas Infinitas que de Latveria. Doom estaba agasajando a sus invitados con temas que eran propios de aquel continente. Loki cruzó una mirada con Iskandar, sin desviarla ni tampoco amedrentarse. Tendría su venganza así tuviera que arrancarse todas las escamas de su cuerpo. Sus ojos buscaron tanto a Bruce como a Tony, a quienes no vio por ningún lado. Fue hacia la pareja de Bryce y Natty, quienes charlaban en un nicho, alejados del centro del salón.
—¿Dónde están?
—Con sus guardianes —respondió la Viuda Negra— Anthony se marchó con el otro Inquisidor y Bruce con el Kryptoniano. Supongo que han hecho lo mismo que ustedes.
—¿El otro Inquisidor? —Dzor parpadeó confundido.
—¿Qué? ¿Por qué permitieron...?
—Porque están cuidándonos, Loki —intervino Bryce— La reina Hipólita nos ha recomendado seguirles el juego o se darán cuenta que estamos alertas a sus trampas.
—Un sabio consejo —comentó el Inquisidor, todavía preguntándose quién era el que estaba cuidando del hijo menor del Maestre Xavier.
—¿Y por eso mis niños están con esos perros?
—Vamos, Loki —Natty rió, poniendo una copa en sus manos— Tienes que aceptar que no hay mejores protectores en estos momentos para esos pequeños que los guerreros.
—¿Jarv y Al-Freth estuvieron de acuerdo?
—Sí.
—Todos se han vuelto locos.
—Será la Cornucopia.
—Es algo que estaba comentándole a Natty antes de que ustedes aparecieran —Bryce los miró— Lo curioso que se siente este Reino Santo de Latveria.
—¿Te refieres a la magia en su tierra?
Bryce asintió. —No fue erradicada, cosa rara para un Reino Santo.
—Siempre dijeron que era una maldición de un rey elfo —replicó Dzor.
—Así no funcionan las maldiciones élficas —gruñó Loki, pensativo antes de notar la mirada burlona de la Viuda Negra— ¿Qué?
—Vaya que no pierdes el tiempo.
—Fue culpa de este idiota.
—¿Solamente la de él?
—¿De qué hablan? —Bryce parpadeó, confundido.
—Algo que de momento no debe importarles —Loki se giró, observando un grupo de exóticas bailarinas que danzaban para los Injustos— Esta Cornucopia tiene un fin, no solo para ellos, también para nosotros. Algo que su rey desea que veamos.
—¿Qué puede ser? —Natty apretó sus labios— Además del anuncio de nuestra muerte por mostrarnos abiertamente a Santos e Injustos.
—Debemos...
—¡Loki! —el rubio sujetó al Naga cuando este vaciló, trastabillando un poco.
Loki se apoyó en el Inquisidor, jadeando un poco. Evitó llevarse una mano a su vientre, era aquel vástago que estaba clavándose en su interior, declarando ese territorio como suyo para crecer por las siguientes semanas antes de alcanzar el tamaño necesario dentro de un caparazón que más tarde sería una cáscara tan dura como el metal más firme y donde crecería en un nido alimentado por el fuego, porque era la descendencia de un dragón. La sangre del padre siempre dominaba. El Naga sintió otra mirada sobre ellos, además de la de la Corte de Latveria siempre pendiente de cualquier escena que les diera algo de qué hablar en las siguientes semanas. Se encontró con los ojos perversos del Príncipe de la Eterna Sonrisa.
—No, no se lo voy a permitir —susurró Dzor, adivinando a dónde veía Loki, interponiéndose entre ellos.
—Lo sabe, Dzor, lo sabe.
—Me importa un cuerno si todo el mundo lo sabe, nadie va a ponerte un dedo encima.
—Promesas que no podrás cumplir.
—Deja las sombras para los Injustos —habló Natty, notando también aquel gesto— Nosotros estamos del lado de la Luz, y eso debemos ser.
—Tenemos que encontrarlos, hay que buscar a mis niños. Prefiero mantenerlos cerca donde las manos pérfidas de esos Meta Humanos no los alcancen.
—Supongo que...
Bryce se detuvo, como la música. Todos los que estaban sentados se levantaron al sentir un ligero tremor proveniente de la tierra que sacudió ligeramente el palacio de Latveria. No había sido un ataque porque estaba prohibido y además había un escudo mágico de protección. Incluso Natty se quedó muy seria, observando a todos como a los muros en busca de una explicación. Una dama de la Corte lanzó un pequeño grito que alertó al resto al señalar hacia el exterior, por uno de los largos ventanales de la cúpula central que dejaba ver el cielo nocturno. Como si fuese una sola mente, todos salieron hacia los balcones en la dirección que la joven doncella había indicado para ver mejor aquel signo que hizo que más de uno palideciera.
Aquella media luna estaba tiñéndose de rojo.
Loki se giró, abriéndose paso entre los invitados que habían ido al mismo balcón que él, buscando algo en el salón, en el resto de los presentes amontonados en los demás balcones. Dzor fue tras él, siempre pendiente por si algo le sucedía, aunque entendió que el Naga estaba deduciendo la situación.
—¿Loki?
—Dawid... Dawid ya no está.
—¿Hablas del primogénito de Charles Xavier?
—Tampoco está su padre... ni el Gran Maestre.
—¿Qué es lo que tratas de decir, Loki?
El Naga se detuvo al fin, mientras todos estaban consternados en los balcones con expresiones de miedo en sus rostros. Se acercó al rubio, apenas si teniendo voz para hablar.
—El Niño Profecía está despertando.
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