Heridas abiertas

OUDE MAGIE (Magia Ancestral)

Autora: Clumsykitty

Fandom: DC/Marvel AU

Parejas: Stony, Superbat, Cherik, Winterlord, Halbarry, entre otras.

Derechos: pues a escribir sobre cosas que no me pertenecen.

Advertencias: esta historia es extraña como su creadora, angustiosa, cruel y salvajosa. La receta de siempre en un mundo inspirado por The Witcher. Avisados están.

Gracias por leerme.



***


Heridas abiertas.

"Los remordimientos se adormencen en la prosperidad y se agudizan en los malos tiempos."

Jean Jacques Rousseau.


Logan estiró con pereza su mano para alcanzar la copa a un lado de su cama, derramando un poco de vino al estirar sus dedos sobre la orilla de cristal antes de atraparla y levantarla del suelo donde se encontraba para llevarla a sus labios. Apenas si bufó antes de beber, observando con atención la forma apresurada en que Charles buscaba su camisa que vestirse, sin importarle que todavía hubiera rastros de sudor en su cuerpo. Una sonrisa torva se asomó por los labios del Meta Humano al recorrer esas caderas donde estaban las marcas de sus manos, un breve vistazo porque el Maestre y señor del Edén alcanzó sus pantalones, cubriendo esas marcas antes de ponerse pie casi sin hacer ruido.

—Me pregunto hasta cuándo dejarás de hacer eso.

Charles no le respondió, solamente quedándose quieto con su chaleco en manos que se colocó más lento, pero con gestos bruscos que escondieron su ansiedad por terminar de vestirse. Logan pensaba que lo hacía por si acaso alguien tenía la estúpida idea de entrar a su recámara y los encontrara. Después se dijo que más bien era esa culpa que no terminaba de quitarse, pues el tonto que osara interrumpir la privacidad del poco paciente mago, se toparía con este completamente desnudo con rasguños y mordidas en su piel tendido perezosamente sobre su cama, bebiendo una gran copa de vino algo maltratada por el objeto recurrente que Logan casi siempre tuviera entre las manos, además de ese cuerpo que buscaba sus caricias de vez en cuando.

—¿Qué te preocupa ahora, Charles?

Este se quedó quieto, abotonando más despacio su chaquetón. —Nada.

—Claro y yo soy un calamar.

—Tal vez.

—Si no querías que Tony se marchara, no debiste enviarlo a semejante viaje.

—Él... —el Maestre Xavier negó con un suspiro— Debía hacerlo, pero no solo. Ese fue mi error.

—Puedo asegurarte que si algo malo le hubiera sucedido a ese pelmazo, ya te hubieras enterado. Además, Tony no es tan tonto. En quien deberías concentrar tus esfuerzos es en el malcriado de Dawid.

—No vengo a ti por lecciones sobre mi paternidad.

—No, vienes a mí porque te gusta cómo te hago gemir.

Charles se giró, completamente vestido arreglando sus cabellos en una coleta floja. Miró a Logan con algo de rabia, desviando luego su vista a una pared tapizada de medallones élficos. Trofeos de una guerra.

—A mis hijos les cuesta ya no tener a su madre.

—Si fuesen cachorros de teta, tus palabras serían verdad. Ambos ya comienzan a tener barba, permíteme manifestar mi incredulidad ante algo que ya tiene varias estaciones.

—Deberías ir a Genosha.

Logan escupió su vino, manchando las sábanas revueltas que no estaban tan limpias ya.

—¿Qué carajos...?

—No hemos recibido los emblemas de la nueva casa reinante.

—Creo que no has escuchado las últimas noticias, cariño. El Templo decidió que no tendrán una familia real con su culo en el trono de Genosha, le han dado el gobierno al crío del Gran Maestre.

—¿Pietro? No tiene edad para...

—Volvemos al mismo tema, enviaste Tony sabrán los muertos a dónde. Seguro que Lord Magnus tuvo las mismas ideas que tú para su muchacho gobernando Genosha. Estoy seguro que pronto todos los Reinos Santos pronto serán gobernados por magos.

—Eso no puede ser —replicó Charles acercándose al lado de la cama donde estaba Logan— No estamos hechos para regir, estamos hechos para aconsejar, servir, ayudar...

—Los tiempos cambian.

—No, los Meta Humanos se han vuelto más ambiciosos.

—Tú eres Meta Humano.

—Me corrijo, somos mucho más ambiciosos.

—¿Pensabas enviarme a Genosha a pedir unos estúpidos emblemas de legitimización para los anales del Edén solo con el fin de evadirme? —Logan estiró un brazo queriendo acariciar la discreta barba de Charles, pero este se alejó antes.

—Genosha es peligroso, no puedo enviar a alguien más.

—Voy a sentirme halagado por mi propio bien. Iré de todas maneras, si no envías a tus embajadores para que se acuerden de que existimos, se verá sospechoso. Como que no estás de acuerdo con El Templo.

—¿Qué insinúas?

—¿A quién enviaste tras Tony?

El Maestre iba a reclamar la pregunta, pero solo dejó caer sus hombros y tomando su capa arrojada sobre una silla.

—Solamente a Bartholomew.

—Un idiota persiguiendo a otro. Seguro funciona ese plan.

—¿Vas a continuar atacándome?

—Lilandra ya no está aquí para hacerlo.

Charles no quiso cerrar la puerta de aquella recámara tan bruscamente, murmurando un lo siento casi enseguida que sabía Logan podría escuchar del otro lado de la puerta con esos sentidos felinos que se había puesto para mejorar sus habilidades. Era una disculpa cargada de muchas cosas que no hablaba de frente. No estaba orgulloso de su comportamiento, muy lejos estaba de ello. Logan era de los pocos con la audacia para hablarle con la verdad y sin tapujos. Lilandra se había marchado por su culpa, porque pese a sus mejores esfuerzos por ser un buen esposo con ella, nunca la hizo realmente feliz pues sus pensamientos eran dominados por un nombre con rostro que la reina de las Dríadas conocía muy bien. Por más que Charles trató de entregarse a sus brazos, a sus caricias y sus votos, siempre existió una sombra entre ellos que jamás se marchó.

—Siempre te amaré, Charles. Pero no puedo hacerlo a tu lado.

Se había marchado con el pretexto de que debía mantener el Bosque de las Dríadas -que era ahora un tercio de extensión de su original- a salvo de cualquier invasión de Comunes o magos. De los últimos vestigios del mundo antiguo, esos árboles siempre iluminados por una luz cobriza le necesitaban para no morir olvidados, abandonados. Así le dijeron a Dawid y Anthony, ella siempre les escribía cariñosa como la excelente madre que fue para ellos, prometiendo volver sin hacerlo. Con el tiempo ambos muchachos empezaron a entender y resignarse, conformándose con las cartas que recibían de ella para saber que estaba bien, que ellos estaban bien.

Que terminara siendo amante de Logan fue más un acto fortuito que un plan. En una de esas peleas el siempre rebelde y necio mago le tomó por la nuca para estamparle un beso que correspondió con la misma furia. Un rasgo de sus siguientes encuentros, siempre bruscos, rabiosos. A Charles le sorprendió que Logan no dijera nada sobre el silencio que mantenía sobre ellos, amantes furtivos. Como le dijera Scott, al que apodaran Wolverine entendía el mundo de una forma diferente al resto y eso hacía que muchas veces no preguntara ni pidiera explicaciones. No que eso menguara el remordimiento que el Maestre Xavier cargara en su espíritu.

Como odiaba a Erik por ello.

Había dejado ir al menor de sus hijos por miedo a que mostrara los signos de su nacimiento, siendo un Niño del Cometa, Anthony jamás pudo realizar hechizo alguno. Pero en inteligencia no había alguien como él, haciendo perder la paciencia a sus tutores con sus preguntas tan inquisitivas. Siempre cuestionando todo, robándose libros que no eran de su edad porque los otros le aburrían. Tony buscó todo el tiempo tener algo de lo que Charles se orgulleciera pese a que no faltó día que le dijera lo mucho que lo amaba sin importar nada, sin necesidad de que hiciera algo en particular. Pero ese pequeño había nacido para cosas que ni siquiera el señor del Edén podía prever, y la tristeza de no tener a Lilandra a su lado empujó a Tony para ir en busca de respuestas que la isla ya no pudo darle.

—¿Padre, tienes un momento?

—Dawid, iba a descansar ya. Caminemos a mi recámara mientras te escucho.

Ahora quedaba su primogénito, otro más de sus víctimas. Dawid había resentido la ausencia de Lilandra que Janett cubrió con sus alegrías de sílfide, siendo la segunda madre de ambos chicos. Cuando Tony se fue del Edén, Dawid se sintió culpable porque ambos hermanos no se habían llevado bien. Ya era algo de la sangre, como se dijo Charles, y del destino. Uno le temía al otro. No que hubiera nacido rencor entre ellos porque eso jamás lo permitió. Una vez más, eran sus caminos predestinados los que estaban empujando sus pasos a dónde debían llegar. Mientras que Tony era capaz de escuchar, de aceptar errores y de probar sus límites, Dawid era más reacio, serio, incluso hostil bajo presión. A veces Charles veía el carácter de Erik en su hijo.

—¿Qué es lo que sucede?

—¿Has tenido noticias de Tony?

—No, hijo. Todavía no, pero sé que pronto escucharemos de él —sonrió Charles, notando el ceño fruncido de Dawid— ¿Qué pasa?

—Antes de irse... peleé con él. Lo siento.

—¿Cuál fue el motivo de su riña?

—¡Lo de siempre! —exclamó abruptamente el joven, luego tomando aire, tirando de sus cabellos un poco— ¿Por qué no puede estarse en paz? ¿Qué hay de malo en no ser un Meta Humano? Es decir, mírame. Soy un mago mediocre. Eso es peor que...

—No, hijo mío —el Maestre se detuvo, sujetando los brazos de Dawid— Les he dicho...

—¡Ya sé! Ya sé, tú no nos miras de esa manera. Siempre eres tan bueno y tolerante —gruñó este, deshaciéndose de su agarre— Pero vamos, padre, tampoco negarás que es una desgracia tener dos hijos que no sobresalen cuando eres el señor del Edén.

—Su vida apenas comienza, Dawid, sé paciente.

—¡Es que a veces eso ya no es suficiente! —rugió el muchacho y Charles juró que sus rasgos casi cambiaron al hacerlo, respingando al verlo así. Su hechizo no iba a resistir por mucho tiempo.

—¡Dawid! ¿Qué he dicho de gritar cuando todos ya se van a dormir?

—¡Jan!

Siempre mágica y oportuna, Janett apareció por un pasillo con una sonrisa brillante. Dawid enseguida volvió a ser ese joven mimado, tranquilo y casi tímido que era a su lado, corriendo a abrazarle.

—Lo siento. Lo siento.

—Ya, ya, pero no grites, cariño. Las paredes de este castillo retumban y soy vieja, me asusta.

—Tú eres eterna, jamás tendrás arrugas ni la muerte tocará a tu puerta.

—Mm, ¿por qué estabas gritándole a tu padre, uh?

—Estoy preocupado por mi hermanito, Jan-Jan, no nos despedimos en buenos términos y el remordimiento me carcome.

—¿Tú confías en Tony, Dawid?

—Sí... casi todo el tiempo.

—Supongo puedo trabajar con ello —suspiró la sílfide, acomodando sus cabellos que besó al flotar con sus alas agitándose suavemente— Entonces confía en que tu hermano sabrá cuidarse porque es un Xavier, como tú. Y la Casa Xavier siempre ha tenido héroes de leyenda.

—¿De verdad lo crees?

—¿Me estás diciendo mentirosa? —ella hizo una cara chusca de desconfianza, haciendo reír a Dawid, quien negó, más tranquilo y volviéndose a su padre.

—Lo siento, padre. Perdona mis modales. Ya no te molesto más, buenas noches.

—No hay nada que perdonar, hijo. Descansa y buenas noches.

—Buenas noches, Jan-Jan.

—¡Dulces sueños, cielo!

Charles y Janett se quedaron en el pasillo mirando al joven marcharse como si nada hubiera ocurrido. Al quedarse solos, la sílfide empujó con dos dedos al mago, haciendo un puchero.

—¡Charles!

—No hice nada, lo juro.

—¿Entonces?

—Ya lo sabes, cree que Lilandra se marchó porque se decepcionó de sus hijos, y que Tony se fue porque lo asustó demasiado.

—Quiero pensar que ya se lo aclaraste.

—Varias veces, pero mis palabras no alcanzan a su corazón.

—Tal vez... —Janett negó, suspirando y cruzándose de brazos— ¿Has visto a las estrellas, Charles?

—Sí, ya lo sé.

—¿Sigue siendo buena idea el viaje de Tony?

—Lilandra me aseguró que los dos guardianes no fallarían.

—Al menos Barthy estará con él. No hay nada mejor que dos buenas piernas para huir de los problemas.

—¿Crees que he hecho mal, Janett?

La sílfide le miró, luego sonriéndole al abrazarle haciendo círculos en su espalda. Como criatura mágica, tenía ese don de calmar mentes atormentadas.

—Ya no te tortures, Charles, ¿sí?

—No puedo evitarlo.

—Mejor pon tus energías en algo más, como el pedido de Latveria.

—Tengo a Hank buscando.

—¡Charles! Pensé que te encantaba leer libros viejos y apestosos.

—Percibo una declaración implícita y oculta en esas palabras —rió el mago— Lo último que quiero es dedicar mi tiempo a buscar mandamientos de la Casa Doom. Debieron ser más cuidadosos protegiendo sus anales.

—Creo que también es una manera de... empezar a incluirnos en las decisiones de los Reinos Santos.

—¿Crees que luego pedirán a mis estudiantes como magos consejeros reales?

—Es una posibilidad.

—No, jamás los utilizarán para eso —Charles casi gruñó, apretando sus puños— Yo no... en fin, haremos lo que siempre. Resolver dudas y aconsejar sin entrometernos.

—Te ves cansado, mi dulce amigo.

—¿Sabes? Durante esos tiempos viejos, yo escuchaba siempre música, aquí dentro de mi mente. Las vibraciones de todas las criaturas mágicas. Cuando la guerra... eso enmudeció —la mirada del Maestre se humedeció— Ahora todo es ruido, caos, incluso me es muy difícil percibir el bosque de las Dríadas. Como buscar una aguja en un pajar.

—Siempre vendrán tiempos mejores, Charles. No pierdas la fe, el Edén es el último bastión del mundo antiguo. Sin ti... estamos perdidos.

—No los dejaré solos. Es como abandonarme a mí mismo.

—Realmente te ves cansado, te dejo dormir. Buenas noches, Charles.

—Buenas noches, Janett. Gracias por seguir a mi lado.

Ella besó su mejilla, encogiéndose para desaparecer. El Meta Humano se quedó ahí sin moverse un poco, girándose para ir a su recámara a dormir. Sus sueños fueron intranquilos, imaginando que Anthony era capturado por Iskandar Luthor o que su isla era destrozada por los magos del Templo. Entre todas esas imágenes, una prevaleció. La tierra volviéndose negra con los cielos relampagueando alrededor de una figura en el cielo con ojos brillantes y rojos.

Dawid.

—¡No! —Charles despertó con un respingo, sentándose de golpe en la cama. Fuera llovía, y no era tiempo de lluvias. Detrás de las cortinas que ocultaban el balcón, notó una figura que le hizo erizar su piel— ¿D-Dawid?

—¡Charles! —Ororo entró de golpe, apenas si envolviéndose en una bata, distrayéndole— Baja al patio.

—¿Qué pasa?

—Hay una Amazona.

La noticia despertó al Maestre Xavier, tropezando al buscar su propia bata. Se giró apenas para mirar al balcón donde no había nada. Con Ororo y Scott corriendo a su lado, bajaron al patio principal del castillo que estaba lleno de todos los Meta Humanos leales al Edén, listos para atacar a la intrusa. La lluvia cesó mientras llegaban al lugar, dejando apenas unos charcos en los suelos de piedra lisa. Eso extrañó a Charles, pero su atención se enfocó en la Amazona con espada y escudo listo para pelear contra todos ellos si la atacaban pues su postura no era ofensiva, más bien defensiva. Al ver al Maestre, hizo apenas una reverencia que calmó a unos cuantos. Fue Charles quien ordenó a todos que no atacaran.

—¿Cómo pasaste la defensa del Edén?

—Es muy buena, lo reconozco, casi como la de mi hogar —respondió la Amazona con voz firme— He venido en busca del Maestre y señor del Edén, Charles Xavier.

—Yo soy a quien buscas, ¿a qué has venido?

—Se acercan tiempos oscuros, Maestre Xavier. Yo, Diana de Themyscira he venido a alertarte de ello, debemos proteger a todas las criaturas mágicas que aún existan en Tierra Santa. Traerlas aquí lo antes posible.

—¿Nada más así? —gruñó Logan con un puño listo.

—Logan —Charles levantó una mano en son de paz hacia él, caminando hacia la guerrera— ¿Por qué la princesa de Themyscira e hija de la reina Hipólita ha venido a decirnos eso?

—Así lo requiere la misión, y el rango de la persona que me enviaron a buscar. No tenemos mucho tiempo, mi madre ha unido fuerzas con los Kryptonianos para distraer a Iskandar Luthor mientras los Thanagarianos hacen lo suyo.

—Perdona que no entienda la relación de tales eventos con lo que me acabas de anunciar, Alteza.

—Son los tiempos oscuros, no podemos perder otra criatura mágica, es vital. Los dos Niños del Cometa han salido a la luz, necesitarán de la magia ancestral para acabar con el Niño Profecía. Tales palabras no deben ser desconocidas en el Edén.

Diana no mentía, porque era un signo por demás estudiado en la isla y no solo por Charles, quien contuvo su aliento, apenas si mirando de refilo a su hijo no lejos de él. De pronto no tenía palabras para hablar, haciendo un esfuerzo por no correr hacia Dawid y protegerlo. Fue Hank quien tomó su lugar.

—Princesa, de existir las criaturas mágicas, no hay forma de sacarlas de Tierra Santa sin despertar a todos los Ministros del Templo. Las expondríamos a la muerte segura en lugar de salvarlas.

—Así sería, mi buen señor —la Amazona sonrió— De no tenerme a mí para ayudarlos.

—¿Una sola Amazona? —bufó Logan.

—¿Se ha sabido de alguna derrota de Themyscira? ¿Han escuchado un canto de dolor sobre mi tierra? ¿Podrían nombrar una tragedia sobre las Amazonas?

Todos se quedaron callados, Charles hizo una reverencia. —Hemos entendido tu mensaje. Perdona nuestro recibimiento, nadie rompe nuestra barrera de protección y cae en nuestro patio a medianoche.

—Y provoca una lluvia —comentó Ororo.

—La barrera y la intrusión sí, la lluvia no —Diana miró al cielo— Parece que el Niño Profecía también está despertando, y con él, la oscuridad.

—Hablemos adentro, donde estemos más cómodos. Se bienvenida al Edén, Diana de Themyscira.

Dawid corrió para alcanzar a su padre, tomando una de sus manos que entrelazó con fuerza, mirándole preocupado.

—Padre, Tony...

—Mandaré a buscarle, no te preocupes.

—¿Puedo ir yo?

—No —Charles casi gritó al decirlo, sonriendo a modo de disculpa— Estarás mejor aquí. Y mi corazón de padre te lo suplica.

—Tráelo de vuelta, por favor.

—Él volverá.

—¿Aún quieres que vaya a Genosha? —Logan apenas si le codeó discreto.

—Ahora más que nunca, tu olfato debe servir para ubicarlos y sacarlos sin que ellos lo noten.

—Esto va a ser muy divertido.

La reunión fue breve, prestando atención a las palabras de la princesa Amazona. Al parecer, estaban muy conscientes de los alcances que el Jerife de Tierra de Arenas Infinitas era capaz de mostrar cuando se trataba de mantener su hegemonía. Y que era un pilar importante para mantener al Templo en la posición tan privilegiada como ahora gozaba. Claro que había criaturas mágicas viviendo en Tierra Santa, que cuando eran vistas esos infames Ministros cazaban hasta matar, llevando sus cuerpos o cabezas como trofeos a Lord Magnus antes de volver a dormir en esos ataúdes de hielo. Cuando todos se retiraron, hubo una figura discreta que había prestado atención a todo lo dicho, escabulléndose por un pasadizo que ella había construido pacientemente y con encantamientos para no ser descubierta.

Usando la niebla helada como capa que la cubriera, Emma Frost salió del Edén rumbo al Templo.

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