El rey de Latveria (Interludio)
OUDE MAGIE (Magia Ancestral)
Autora: Clumsykitty
Fandom: DC/Marvel AU
Parejas: Stony, Superbat, Cherik, Winterlord, Halbarry, entre otras.
Derechos: pues a escribir sobre cosas que no me pertenecen.
Advertencias: esta historia es extraña como su creadora, angustiosa, cruel y salvajosa. La receta de siempre en un mundo inspirado por The Witcher. Avisados están.
Gracias por leerme.
***
El rey de Latveria.
—¿Quieres más vino, hijo mío?
—Muchas gracias, madre.
Víctor Von Doom sonrió cortés a su madre, esperando paciente a que ella le llenara su copa que levantó para ayudarle. Cynthia Von Doom siempre había sido una mujer hermosa, había más de un artista que tímidamente aceptaba que incluso era más bella que la propia Lady Lena de Magnus. El joven rey la adoraba desde que tenía memoria, siempre haciendo todo lo posible porque ella sonriera, pues la muerte de su padre, el antiguo rey Werner se había llevado con él sus ganas de vivir. La peste que había azotado a Latveria también había tocado a Cynthia, pero la magia del Templo la había rescatado a tiempo cuando Víctor era apenas un niño. Por ello, la reina madre era una fiel devota de los Santos y del Gran Maestre.
—Los rosales se han recuperado, te haré una corona de rosas como te gustaban de niño.
—Sabes que siempre usaré lo que tú me obsequies.
—Eres tan gentil, mi pequeño Víctor.
Había muchas leyendas alrededor de los reyes Von Doom, la más conocida era la maldición del demonio Mephisto, que había jurado llevarse la vida de cada Von Doom en el mundo. La única manera de evadir aquel destino fue con los Sellos de Latveria, juramentos que obligaban a los reyes a ciertas acciones que debían cumplirse y que nadie, ni siquiera los demonios, podían entorpecer so pena de convertirse en cenizas o sufrir una muerte espantosa. Eso era lo que todos sabían. Víctor tenía entendido otra cosa, algo que había descubierto mientras estudió en el Templo como todos los jóvenes reyes, para obedecer y seguir la Ley como ordenaban esos Meta Humanos.
El joven rey había nacido con un intelecto superior y una astucia todavía más sobresaliente. Desde muy pequeño comprendió el valor del silencio y la discreción si acaso quería alcanzar las verdades que muchos se habían esforzado por ocultar. Ser un rey de uno de los reinos más prósperos con un territorio rico en recursos naturales y que anteriormente fuese un reino élfico que viera nacer a los más poderosos dragones, era un legado que siempre había pesado a sus antecesores, pero no a Víctor. Siempre pretendiendo timidez, la misma inteligencia mediocre que los demás reyes, se mantuvo lejos de la mirada recelosa del Templo.
—Es tiempo de abrir otro sello, ¿no es así, hijo?
—Lo es, madre.
Las secuelas de la peste brotaron de nuevo en Cynthia y Víctor tuvo que pedir ayuda al Gran Maestre una vez más. El rey estaba bien consciente de lo que eso iba a implicar. Todos los Reinos Santos debían algo al Templo y sus Santos, una deuda que se alargaba a varias generaciones lo que los hacía los amos absolutos de todo el continente. Víctor jugó su papel de rey temeroso y obediente a las palabras de Erik Magnus para mantener a su madre con vida. Pero él sabía la verdad, Cynthia iba a morir, su cuerpo no resistiría más fiebres ni medicinas. La amaba, era cierto, más su sentimiento no iba a cegarlo de las trampas de las que sería objeto más adelante, cuando la magia de Luthor llegara como remedio milagroso que trajo de vuelta a la vida a la reina madre.
Cynthia había muerto de madrugada y caminaba de vuelta al amanecer.
Víctor siempre se recordaba eso cada que la veía pasear por sus rosales, como también recordaba que uno de sus ancestros había sido envenenado hasta provocarle la locura mientras llenaba cientos de pergaminos con pedidos que iban desde un simple brindis en una cena cualquiera hasta ceremonias que requerían ingredientes muy particulares. Mephisto era un demonio cruel, un sirviente de un amo todavía más peligroso que el joven rey consiguió advertir entre los relatos históricos de Latveria, siempre manteniendo la discreción, pareciendo más un joven angustiado por la salud de su madre que un astuto rey que ya dominaba la magia tanto o mejor que cualquier Meta Humano.
—Su Majestad, ha llegado la carta del Edén con el orden de los Sellos.
—Justo a tiempo, preparen todo para la ceremonia.
—Sí, mi señor.
—Parece que ya es tiempo de abrir uno de los Sellos Sagrados —le dijo Otto, ese mago que el Templo había puesto como su consejero principal, guía y tutor al morir su padre.
—Espero que no sea nada aparatoso, no sabría qué hacer.
—Tranquilo, Víctor, eres un joven fuerte.
—De todos modos, te tengo a ti, Otto. No me dejarías solo, ¿cierto?
—Nunca, mi joven rey.
Otto de Octavius había sido un excelente tutor, le había enseñado muchas cosas, más de las que el mismo mago hubiera estado consciente. Se creía el maestro titiritero de Víctor, cuando había sido todo lo contrario. Una máscara que el rey había llevado muchos años. Estaba solo y si confiaba en alguien, en ese mismo instante le hubiera concedido poder sobre él. Ahora llegaba el momento que tanto esperaba, teniendo como pretexto la Cornucopia de Latveria, confirmaría las sospechas de Otto sobre querer demostrar que su reino era más fuerte que el mismo Templo o que los Injustos. Lo que en realidad deseaba era empujar todos los jugadores a la zona de duelo.
El Templo creía que podrían usar al Niño Profecía.
Víctor se iba a asegurar que los Niños del Cometa lo asesinaran.
Y haría que ese ser escondido junto con sus búhos fuesen descubiertos, por todos sus ancestros, por la muerte de su amada madre y la venganza contra Mephisto, Víctor se juró ayudar a los enemigos de sus enemigos de ser necesario con tal de verlos caer. Sería el nuevo amo del mundo, uno más justo que no tuviera problemas con los monstruos ni los magos, pero manteniendo a cada uno en su lugar correspondiente. Y si los Niños del Cometa le entregaban el poder de la Luz, sin duda Víctor Von Doom no solo sería rey de Latveria, sino emperador del mundo. Fingir ser un muchachito asustadizo dependiente de su mago estaba dando resultados. Cuando Cynthia muriera, el Templo proclamaría victoria sobre él.
Como iba a disfrutar ver al Gran Maestre caer.
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