NEXUS 13
Después de que el planeta Tierra se salvase de ser destruido permanentemente, gracias a la aparición de nuevos seres vivos que le otorgaron la posibilidad de continuar rotando alrededor del sol, las cosas en el multiverso se estaban calmando y organizando. Ya lo dice la frase: "del caos surge el orden" y así fue. El planeta Tierra cambiaba su aspecto e iba sanándose de a poco, más aún no era apto para la vida humana.
Más mi corazón rebosaba de alegría al saber que mi "casa azul" seguiría con vida.
Los días aquí en Marte (o "Martierra" como solíamos llamarlo) se tornaron mejores: ya no me entristecía tanto morar en un mundo desconocido; ya no era tan rojizo, puesto que, gracias a un sinfín de ensayos científicos y biológicos, se pudo cultivar y forestar ese suelo extraño. La atmósfera se tornaba cada vez más celeste. Pero los atardeceres marcianos eran fantásticos: el cielo - entre carmín y añil - mostraba un espectáculo de acuarelas purpúreas, naranjas, amarillentas; como un gran arcoiris extendido por todo el firmamento.
La existencia aquí era más viable: trabajos nuevos, novedosos; calidad de vida excepcional, bastante tranquilidad; taza delictiva del cero por ciento, pues había un planeta prisión en donde solo permanecían aquellos fuera de la ley. Al expandirse el universo y entrar en contacto con otros, también se hallaron otros mundos que se conquistaron y se utilizaron para distintos fines; ya mencioné antes uno, había muchos más que se promocionaban para las vacaciones (así como se hacia en la Tierra con las agencias de viajes promocionando destinos turísticos de los distintos países). Tenía en mente vacacionar en alguno de ellos: mi espíritu viajero siempre me llevó a desear conocer otros lugares; por esa razón mi pasaporte siempre estaba sellado con mil insignias. He aquí que ahora tenía un pasaporte para los distintos universos o "pasaverso", y no iba a quedarme de brazos cruzados.
Me comuniqué vía univernet con las agencias de viajes para que me pasaran folletos virtuales de los nuevos planetas vacacionales que se habían descubierto hace poco. De una de las oficinas de turismo me ofrecieron viajar al planeta "Nexus 13", una formación rocosa gaseosa que hacía poco tiempo había aparecido en el universo de Andrómeda IV. Este gigante rocoso gaseoso lo catalogaron de "planeta crucero", puesto que por su núbil existencia (faltaba mucho por saberse de este lugar), solo se podía transitar por los espacios recién abiertos al público y que no revestían ningún tipo de peligro. Estos planetas cruceros eran famosos por sus actividades para solteros y solteras, una suerte de "lugar para citas", para encontrar al "amor de tu vida". Mi objetivo no era ese, solo era conocer tierras nuevas y que movilizaran mi alma aventurera y que saciaran mi sed de curiosidad... Aunque el estar con alguien era una materia pendiente: un ser que pueda complementarme... aunque prefería pensar en otras cosas más que en el amor.
Sin embargo, nunca creí que el amor me iba a llegar de esta manera: paseando por una de las tantas playas de arenas lilas que limitaban al mar Caronte, me topé con el hombre más bello de todos y cada uno de los benditos universos que existen: piel aceituna, cabello blanco como la nieve, ojos rasgados y del color de la dulcísima miel. Su porte era el de un samurai, como los de la antigua China, esa vasta tierra que tuve la suerte de conocer y que me dejó prendada para toda la eternidad; él mismo se encontraba sentado en esa playa, mirando a la nada, como preguntándole al cielo vaya uno a saber qué misterio hay en torno a todo esto que estaba pasando. Y como si de magia hablaramos, movió su hermosa cabeza para mirar hacia donde yo estaba; se levantó y se dirigió hacia mi encuentro. Se paró frente a mi y dijo: "Nexus 13 tiene eso: el encanto de atraer los corazones como si se tratasen de imanes. Parece que los nuestros se han encontrado". Sin más preámbulos, enrosqué mis brazos a su cuello y sellé mis labios a los suyos... es que ¡sí! Sabía que este planeta tenía algo en particular y que por esa misma razón debía ser mi primer destino a conocer... aunque ahora mi amor solo mora en un único planeta: y ese planeta es el corazón de mi amado Lee.
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