...

Y sigo estremeciéndome al recordar.
Y sigo sintiendo el dolor que comencé a sentir hace ya algún tiempo. Y sigo queriendo recuperar el tiempo perdido. Y sigo queriendo revolver el mundo en su búsqueda. Y sigo queriendo volver atrás y pararme en frente de aquellos ojos que reflejan mi figura, tímida y temblorosa, y decirle que nunca había vaciado mi cabeza de sus recuerdos, de sus numerosas y distintas sonrisas. Todas ellas eran diferentes. Y se me quedaron, absolutamente todas, grabadas en la mente. Y se fue. Se fue y nunca más volvió. Pero me avisó que esto era posible. Me avisó que algún día tendría que desaparecer. Porque la imaginación de una niña se pierde en cuanto dejas de serlo.

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