Tormentas de nieve y otros problemas.

Tony era muy consciente que cada buena acción, se paga con su correspondiente castigo. ¿Era justo? No. Para nada. Pero era así como funcionaba y estaba genuinamente acostumbrado. O eso creía hasta que entró en las oficinas centrales, con Peter andando tras él mirando todo de aquella forma tan inocentemente curiosa.

En un principio, no pensó, ni se le ocurrió, que algo tan malo y retorcido podría devenir de algo tan inocente. Tony tenía que ir por unos papeles, asegurarse de ver algunos prototipos de manera presencial y Peter podría curiosear a sus anchas, dado que era domingo y él no era ningún explotador.

Al entrar por las puertas principales agita la mano saludando cordialmente al seguridad que tiene años allí. El hombre inclina la cabeza con respeto y sonríe a Peter, cuando el chico agita mucho más enérgico la mano. A Parker le costaba más que a nadie en el planeta comportarse de manera medianamente decente cuando estaba emocionado.

Pero nada de todo esto fue o era un problema. Los problemas iniciaron luego de un rápido viaje en elevador. Y no fue que al salir se diera cuenta de que el aire dentro se había tornado extraño y tenso, no, su problema aparece en forma de un crío maldito, con el cabello rubio todo revuelto y atado con un moño alto y desordenado, con mechones rebeldes acariciando su cuello y clavículas, andando por el amplio hall del taller principal, hablando a una grabadora de apariencia prehistórica, más que seguro muy moderna.

El pecho de Peter se golpea contra su espalda y el sonido ahogado de sus disculpas hace que Harley se gire sorprendido, bajando la tableta que traía en la mano libre.

—¿Tony?

—¿Qué haces aquí un domingo? —murmura intentando desesperado que Peter siga cubierto por su cuerpo.

La mirada azul de su ahijado se estrecha. Una sonrisa sórdida barre la sorpresa de su rostro y Tony sabe que es tarde para cualquier cosa.

—Trabajar, jefe. Trabajar —dice el cabrón, cruzando despreocupado los brazos sobre el pecho.

—¿Un domingo? —insiste tenso.

—Bueno, dado que la iglesia rechaza a los hombres que desean a los de su propio sexo, me he dado el lujo de no asistir a misa —se ríe intentando espiar tras su hombro—. ¿Y tú, qué haces aquí un domingo?

Maldito hijo de...

—Lo mismo —dice con entereza—. Me enviaste una lista de prototipos que requerían que les dé una mirada más concienzuda y presencial.

—Ya, pero no sabía que ibas a traerme un obsequio por mi buen desempeño.

—No lo hice —le gruñe apretando los dientes.

Pero era tarde. Peter, seguramente sorprendido porque existiera alguien con el lujo impune de tratarlo de esa manera, estira el rostro sobre su hombro. La mirada de ave rapaz de su ahijado se clava en él y Tony quiere retorcerle el pescuezo cuando lo ve repasar lentamente el cuerpo de Peter que se escapa de su protección.

—Buenos días —dice el chico cordial, con una sonrisa dolorosamente amplia y honesta—. ¿Harley Kenner, verdad? —pregunta extendiendo la mano.

La mirada de su ahijado se entretiene de más en el pecho amplio, que cubierto por el maldito suéter del estúpido árbol, se ve inmenso.

—El mismo, pero me siento en desventaja, no tengo el placer de saber quien eres —responde estrechándole la mano.

La risa calmada de Peter lo golpea y lo hace volver a ponerse en movimiento. Espabila, intentando suprimir el impulso de hacer algo idiota e incompetente como arrastrar a Peter por el camino de vuelta se para bien cerca de su pupilo, bloqueando el nefasto intento de su ahijado por acercarse más de lo debido.

—Pues, la semana pasada, recibí un acalorado mail de tu parte. Creo que me conviene no decirte mi nombre.

La mirada azul de Harley vuelve a él y Tony niega intentando volver a acercarse a Peter y ponerlo tras su maldita espalda, pero vuelve a llegar tarde. La mano de su ahijado se cierra con más firmeza sobre la de Peter y jala de él acercándolo a su cuerpo mientras le lanza a él una sonrisa traviesa.

Está muerto de éxtasis y todo el humor que Tony tenía en el auto, escuchando como Peter destrozaba villancicos se termina por hundir. Harley tenía años queriendo que los presente. Aquel era el momento que tanto había temido y que el malnacido de Kenner tenía anhelando.

—No me digas que tú eres el famosísimo Peter Parker.

—No sé si famosísimo... —dice con real humildad, encogiéndose tímidamente de hombros.

Los ojos claros y ladinos lo recorren antes de caer sobre Tony, nublados de un claro entendimiento. Se tiene que morder los labios para no decirle que no entendía ni maldita mierda de todo aquello. No va a solucionar nada explicándole por qué tenía y mantenía a Peter escondido en su taller personal. Harley nunca lo entendería y Tony estaba muy seguro que la situación sería mucho más terrible si de repente se ponía a intentar explicarla. Hacía mucho tiempo había admitido para sí que su posesividad con Peter era un asunto que no podía salir de las paredes de la Sede. No podía permitir que nadie entendiera a qué nivel de debilidad y vulnerabilidad se exponía si alguien se acercaba a él e intentaba lastimarlo. Esa cosa que se había enroscado en su interior desde que lo fue a buscar a Queens quemaba en sus entrañas rabiosa y loca cuando de Peter se trataba.

Verlo morir fue mucho más de lo que podía tolerar. El dolor que lo persiguió, la miseria que lo anuló por años hasta que alguien le dio la llave para traerlo de regreso... No, Tony no podía volver a ponerlo en riesgo y nadie se acercaba a él sin pagar el precio de su afecto. ¿Cuántas veces Pepper, Happy o el mismo Rhodes se enfrentaron a la muerte? El mismo Harley estaba protegido por el manto que lanzó sobre él al convertirlo en su jefe de proyectos, escondiendo del mundo su relación. La parte racional de él, sabía que en gran medida sus miedos sobre Peter estaban ahí porque murió, murió porque no pudo defenderlo, no pudo cumplir con la promesa implícita de jamás permitir que algo le pase. El resto de ellos había sobrevivido a lo peor que asoló a la humanidad, pero Peter, ese increíble y leal chico, murió en sus manos rogando por no hacerlo. Pidiendo perdón cuando el que tenía que hacerlo era él.

—Oh, créeme, eres una celebridad entre mis chicos —dice Harley y Tony rueda los ojos ante su tonito misterioso.

—Todos ellos tienen tu edad, Kenner —le espeta molesto.

La mirada de su ahijado se clava coqueta en él antes de deslizarse a Peter. Sacudiendo el agarre de su mano hasta convertirlo en un brazo rodeando sus hombros para empujarlo hacia abajo y poder pegar la boca a su oído, se estira sobre la punta de sus pies y habla en un tono que claramente nadie creería que es secreto.

—Está celoso porque me quieren más a mí que a él.

Peter frunce con incredulidad la frente y Tony siente que podría volver a besarlo.

—Supongo que le tienen menos miedo que a él —responde, dándole clases de lealtad a la porquería de Tennessee que era incapaz de entender el significado de esa palabra.

—La diferencia de atraer moscas con azúcar y no limón —asiente con un guiño cómplice.

—Hum... ¿El dicho no es miel y vinagre?

Su ahijado mira desencajado a Peter y es tan obscenamente fingida esa mueca de estúpido que le sorprende notar que su pupilo no se percate de que es un actor de cuarta.

—Bueno, creo que acabas de enseñarme algo, Peter —murmura soltando su hombro para retroceder un paso y mirarlo con un interés injustificado—. Punto para ti, eso no se ve todos los días. Pocos hombres consiguen corregirme y sostener la cabeza sobre sus hombros.

La sonrisa de Peter tiembla antes de ensancharse con orgullo, seguramente considerando si aquello era o no al fin de cuentas un piropo. Tony siente como la yema de sus dedos pican deseosas por rodear el cuello de su ahijado. Sabe bien qué intenta, que maldita y rastrera estrategia intenta porque él se la enseñó. No la ejecución, no esa patética excusa de ejecución, donde era tan burdo y desesperado que daba vergüenza ver. Lamentablemente, Peter, su pobre e incauto Peter, cae derretido y con timidez inclina el cuerpo en una pequeña reverencia.

—No creo que sea para tanto.

Harley chasquea la lengua y agita la mano, como si la modestia de Peter no fuera justificada. Y claro, para Tony que estudiaba el intercambio como un balcón, era una idiotez sin nombre, principio o pies, pero Harley seguía mirando a su pupilo como si fuera una pequeña zona negativa que alguien le dejó para que estudie de cabo a rabo.

—No te restes méritos. Eso déjaselo a él. Estoy harto de tener que mantener la moral de todos mis chicos alta luego de un pequeño encuentro con "don exigente".

—¿Disculpa? —gruñe injuriado.

Harley le rueda los ojos y vuelve a sacudir la mano sin prestarle la más mínima atención.

—Entonces... Estás aqui. —Sonríe grandilocuente, dándose el maldito derecho de volver a deslizar otra mirada evaluadora al cuerpo de su pupilo—. ¿Has visto alguna vez las instalaciones que su señoría hace que te pierdas? Nos haría muy felices tenerte en la planta. Tu trabajo sufriría una drástica mejoría si compartieras más con tus...

—Harley, vinimos por algo específico, podrías limitarte a hacer lo tuyo mientras nosotros terminamos lo que nos trajo aquí. El clima es un asco y quisiera irme antes de que las cadenas de la camioneta sean insuficientes.

Era un error de proporciones épicas cortarlo, pero le empezaba a palpitar la vena del cuello de ver la forma en la que la maldita boca de su ahijado enredaba las ideas de Peter. Tony había decidido hace mucho que Peter era demasiado inteligente para entregárselo a la competencia, pero era demasiado bocazas para dejarlo dar vueltas por el taller y permitir que alguien se dé cuenta de su doble identidad. Harley no tenía idea el peligro que implicaba para Peter, y todos sus empleados, encerrarlo en el taller y orar porque todo salga según lo planeado.

No, no tenía nada que ver que sabía desde siempre que una vez que Peter conociera a Harley, este caería de lleno en la lista de ligues de su ahijado. Conocía el gusto de Harley y Peter era totalmente su tipo. Más que totalmente. No iba a permitirlo. Kenner no era un mal chico, pero le gustaba jugar con la comida, masticarla y soltarla por ahí para que otro perro más hambriento se tragara sus sobras cuando se cansaba del sabor. No le solía importar si sus conquistas salían escaldadas de sus relaciones. Él cumplía con su parte y a todas y cada una de ellas le advertía que no era un hombre de compromisos, que lo de él jamás sería una vida monogámica y aburrida, pero su forma de amar a sus compañeros sexuales era demasiado avasallante, demasiado invasiva y exigente como para permitir que cualquiera de sus pobres víctimas recordara siquiera una de sus palabras de advertencia.

Y no, Tony no entregó la seguridad de medio universo restante y la vida de unos buenos amigos solo para permitir que Kenner lastimara a Peter y rompiera su corazón. Sabía que eso eventualmente pasaría, lo tenía claro; pero no iba a permitir que fuera su maldito ahijado, un alumno más que eximio de su fórmula, el que lo hiciera.

—Entonces deberías apurarte —dice clavando los ojos divertidos en él—. En tu oficina dejé recopilados los archivos que debes revisar y en esos archivos dejé las claves de acceso para los depósitos donde los prototipos te esperan. Ahora, Peter, por qué no vienes conmigo. Estoy seguro de que puedo darte un recorrido mucho más digno del que sea que él te dio.

La mirada café lo busca curiosa, preguntando en silencio si podía o no. Agradece la lealtad, pero lo maldice cuando Harley amplía la sonrisa aceptando el desafío implícito de robarle a Tony su juguete más deseado.

—No lo determines, no tiene poder sobre mis técnicos.

—Técnicamente, soy técnico de él.

Harley, robándole a su chico, enreda un brazo con el de Peter y lo arrastra unos pasos lejos, en dirección a las amplias puertas de cristal que separan un ambiente del otro.

—No Peter, todos ustedes son mis niños, él solo es el jefe de tu jefe. No permitas que jamás olvide eso —añade bajando la voz a un suave ronroneo.

*****

Quiere arrancarse los pelos, eso quiere. Sus manos van una y otra vez a los archivos, los analiza con rapidez y poca eficacia. Es más que capaz de hacer aquello rápido si lo necesita, pero su mente se desdobla tanto intentando determinar qué estaba haciendo Harley que necesita retomar desde más atrás el seguimiento que el técnico le dejó para que apruebe. Necesita calmarse, eso también lo sabe. Necesita encontrar su eje y confiar en que Peter, por muy poco experimentado que sea, paso demasiadas horas a su lado para reconocer sus trucos baratos de ligue. Harley no era él, no tenía su habilidad, su tacto o su sutileza. Había aprendido sus técnicas, pero eso no significaba que rindieran frutos con alguien a quien Tony vivía exponiendo a ellas.

O no. La verdad es que nunca hizo uso de sus habilidades con Peter, ni cerca de este. Ahora no sabía si eso era bueno o malo. Tony jamás habló de relaciones con Peter. Nunca surgía el tema y por más que los últimos días hubiera puesto énfasis en sus aventuras, con la clara intención de ampliar la distancia sentimental con su pupilo y evitar que su desafortunado beso fuera a poner ideas extrañas en su cabeza, a diferencia de con Harley, jamás se sentó con un par de cervezas a hablar de tácticas de seducción.

El solo pensamiento se siente antinatural. Peter era demasiado tranquilo, suave y tímido para una charla de esas. Harley, como él, era un depredador, Peter era la presa. Y ahora la presa estaba nadando con un tiburón por las instalaciones de su maldita empresa, y él allí, recluido en una maldita oficina rodeado de archivos que hasta hace media hora eran su único problema.

Deslizando las manos por su pelo, Tony suelta el maldito iPad y se gira en redondo. Su vista se fija en la nieve que cae copiosa y veloz. F.R.I.D.A.Y. le había informado que el clima estaría peligrosamente intenso. Una idea se filtra por sus pensamientos y el rictus demacrado que tenía en el rostro desde que lo único que pudo ver de Peter y Harley fue sus espaldas perdiéndose tras las puertas del taller se transforma en una sonrisita de suficiencia.

Otro día será el elegido para aquella mierda de trabajo. Otro día dónde no llevaría a Peter. Su pupilo bien podría despedirse de volver a pisar ese maldito lugar. Quizá lo dejara volver cuando el maldito mocoso Kenner fuera a su casa por vacaciones. Ahí podría permitirle volver a la empresa. O no. Ya lo vería.

Camina decidido a dónde los había dejado, pero le toma un rato hallarlos. Cuando lo hace Peter esta mirando una de las amplias pantallas de la terminal de Harley y su maldito ahijado está sentado en el amplio mesón, demasiado pegado a su Peter. Detiene su andar y se queda quieto a una considerable distancia, viendo como el imbécil de Kenner muerde distraídamente un bolígrafo.

—¿De verdad no te interesa venir a trabajar aqui? —pregunta soltando la punta del estúpido boli—. Sé que es un gruñón, pero si quisieras estar aqui con todos nosotros, te recibiríamos con los brazos abiertos. Sé que trabajar con él es algo indescriptible, pero por más que mis chicos no le lleguen a los talones, sería una carga de trabajo mucho menos estresante. Por no decir qué divertida, los jueves solemos salir a tomar algo todos juntos y los viernes vestimos casual.

Peter se gira y queda completamente de espaldas a él. Tony siente la tención en cada uno de los músculos de su espalda, esperando atento las palabras de su pupilo. Sabía que no aceptaría, es decir, cada día en el taller le cumplía su sueño más grande: trabajar codo a codo con él y ellos siempre vestían informal. Dudaba que Peter tuviera algo "formal" dentro de su limitado armario.

—No suena mal —suspira sentándose junto a Harley y Tony no puede evitar abrir la boca shockeado—. Pero de verdad me gusta trabajar allí y... bueno, Dum-E se quedaría muy solo si dejará de ir.

No estaba seguro qué lo insultaba más, que la idea le atrajera o que solo el estúpido robot lo refrenara. ¡Se suponía que él era el que cerraba el trato, no el maldito robot!

—¡Dum-E! —gime Harley, dándole un golpecito suave en el muslo a Peter—. Dios, amo esa cosa. Es el robot más increíble del mundo. ¿Te has dado cuenta que le gusta que le rasquen la parte posterior de sus pinzas?

—¡Lo sabes!

—Claro que sí. Pasé horas en el taller intentando desmontarlo para darle un infarto al viejo.

Furioso Tony se endereza, está por ir hacia ellos y darle una tunda que le enseñe a ese maldito quién era un jodido viejo, pero las palabras de Peter lo congelan al acto.

—¿Lo has dañado?

Harley alza la vista y la clava curioso en Peter. Su tono frío y rígido golpea con la fuerza de un látigo.

—Tranquilo tigre, jamás lo dañaría. Te digo que es un encanto.

El silencio entre ellos se extiende y Tony se regodea al darse cuenta de que el mismo es tenso e incómodo.

—Te preocupas por Dum-E. Es un robot. —dice cauteloso su ahijado.

—Es mi amigo.

—Una curiosa forma de definirlo...

—El señor Stark tampoco aprueba que use esa palabra.

—El señor Stark me puede comer los huevos. Me alegro de que Dum-E te tenga, se aburre como un hongo.

Peter suelta una carcajada y menea la cabeza. Su ahijado aprovecha que otra vez lo tiene en su terreno y se acerca un poco más. Estira vacilante la mano y la posa en la rodilla de su pupilo. Tony enseña los dientes, pero se obliga a no hacer notar su presencia. Eso solo le dará ínfulas al infeliz.

—Entonces... prefieres quedarte allí —insiste con una mueca triste—. No digo que no sea un buen trato, pero de verdad tu trabajo nos impresiona a todos aquí. Los chicos se mueren por conocerte más allá de las charlas que tienen por el servidor interno de la compañía. Muchos están intrigados. Al menos podrías quedar uno de esos jueves de tragos. Me hago personalmente responsable de presentarte a todos los que valen la pena.

Peter ladea la cabeza y niega. No ve su rostro, pero se imagina que está sonriendo. El aire en sus pulmones se queda atascado, esperando. No lo dejará huir, pero lo más inteligente es dejar que ellos terminen sin su intervención esa discusión. Sabe demasiados trucos para conseguir que Peter se retracte si dice que sí y si dice que no, eso dejará quieto al infeliz de su ahijado. Al menos el tiempo suficiente para que él pueda volver a desaparecer del mapa mental de Harley a Peter.

—Me gusta trabajar con él. Sé que puede ser un poco... monótono, pero de verdad soy feliz en el taller de la Sede y... ¿Quién verá que Tony y todos allí estén bien si yo me voy? Es parte de mi trabajo mantener un ojo sobre el señor Rhodes y Happy.

Harley hace una mueca al oír el nombre de su mejor amigo y Tony sonríe. Sí bueno, él no era el único con un talón de Aquiles. Rhodes jamás se dejó comprar por su sonrisa descarada y sus insinuaciones constantes. Cosa que solo funcionaba para que Harley más lo deseara.

—Esos vejestorios son más que capaces de velar por sus propios intereses. No tienes que pasártela rodeado de esos abuelos. Eres un chico joven Peter. Nos mereces.

—No son... —cerrando la boca, menea la cabeza y alza la vista hasta clavarla en el cielo raso del taller—. Lo siento, pertenezco a la Sede. Pero me alegró conocerte. Todos siempre hablan del ahijado de Tony, pero jamás te vi por allí.

Su ahijado hace una mueca y agita la mano que había estado descansando en su rodilla.

—Soy persona non grata desde que intenté robar una de las Mark para dar una vueltita.

La risa jovial de Peter le eriza la piel y los músculos de su cuello vuelven a tensarse cuando su pupilo alza la mano y le da un golpe juguetón en el hombro a Kenner.

—Una vez lo intenté, me quitó mi pase por una semana —confiesa inclinando la cabeza en su dirección.

—Suertero. Supongo que no lo intentaste ebrio.

—Nop, sobrio.

—Aburrido. ¿Qué gracia tiene sin un poco de alcohol? Debe ser un viaje increíble puesto de algo.

Peter niega y alza los pies sobre la mesa, rodeando con los brazos sus piernas.

—¿Hace mucho qué lo conoces? Happy una vez dijo que cuando eras un niño...

—Ah, Happy... Sí, los conocí el año que el viejo cayó en desgracia. Solo dos años después se volvió mi padrino, ¿sabías?

—No, nadie me dice mucho y el señor Stark no habla de sus cosas conmigo.

Tony da un respingo al oír el tono dolorido con el que lo dice. Una parte de su mente piensa que eso no es justo, pero no llega a concentrarse de más en eso, porque Harley hace un ruido sordo con la garganta y se remueve en el mesón y se aplasta contra el costado de Peter. Deseando gruñir, se queda quieto tragándose su fastidio y ve impotente como lo rodea con un brazo, y le da unas palmadas en la espalda.

—Es un idiota, no le hagas caso —taja firme—. Ese hombre no nació con el gen del habla. Dios lo libre de abrir su boca para soltar algo que no sea un cinismo.

—Bueno, no quise...

—Ah ah, no lo disculpes. Es un idiota. Ya te pongo al día. Me pagó la universidad y creo que francamente me hizo entrar en ella en primer lugar. No tenía tan buenas notas para esa media beca —dice sin alejarse—. Luego, cuando me gradué me dio un puesto aquí y cuando fue el blip, me ascendió a jefe cuando nos quedamos cortos de personal. Desde ese momento me hago cargo de todo lo referente a los proyectos. Ahora, tú, cuando lo conociste.

Tenso, Tony se imagina que ese es un buen momento para aclararse la garganta y evitar que Peter se meta en un berenjenal, pero como no, antes de que pueda apretar los labios su pupilo ya está respondiendo.

—Me gané una beca para el internado Stark cuando estaba en mi anteúltimo año de la secundaria. Presenté un proyecto y logré entrar. Mi tía conoció a Happy por esas épocas y nos terminamos conociendo personalmente al poco tiempo. Luego del blip entré en la uni y me ofreció un puesto como asistente cuando uno de mis profesores le mandó una carta de recomendación para que me tome como pasante en la empresa. Tenía las mejores notas y creían que podría conseguir un puesto de junior si le mandaban cartas. Por la cercanía entre nuestras familias pareció... lógico que me quede allí.

Harley no se lo termina de tragar, es claro por su rostro contraído, pero la explicación es lo bastante sólida para que le cueste determinar qué parte de todo es mentira.

—Y te tiene allí escondido desde entonces.

—Digamos que no soy muy sociable...

—Oh, vamos. Sé que no es verdad —Sonríe radiante—. Tus mails son los únicos que no me provoca enviar a la papelera. Eres astuto, Parker. Tienes potencial.

La forma ronca en la que lo dice hace que las astillas de su paciencia se rompan en mil fragmentos y no le interesa ver a dónde hasta donde pretende el bastardo de Kenner llevar esa charla.

—Peter, es hora de ir a casa —dice de repente y tiene el gusto de ver como Peter salta de la mesa y se endereza buscándolo con la mirada, poniendo buena distancia entre él y su ahijado.

—Sí señor.

Harley lo mira desde el mesón y sonríe a espaldas de Peter. Tony resiste el impulso de decirle que se vaya a la mierda.

—¿Ya has terminado de revisarlo todo? —pregunta curioso, enderezándose como un gato perezoso—. Qué rápido.

Quizá lo mande a la misma mierda.

—El clima está empeorando mucho más rápido de lo previsto, no tengo ninguna intención de quedarme atrapado en una maldita tormenta de nieve. Mañana veré lo que me falta. Peter, vamos.

Su pupilo vacila ligeramente, viéndolos uno al otro unos instantes.

—Hum, sí claro. Bueno, fue un placer —dice girando para volver a darle la mano a Harley.

Lástima que su maldito ahijado tenga mejores planes para la mano que le extendió y la coge arrastrándolo a su pecho, para darle un abrazo.

—Qué dices, el placer fue mío. Ya tienes mi número, me marcas un día de estos y salimos a tomar algo. Sé muchas anécdotas que encontrarás interesantes.

Tony ve la mirada curiosa y deseosa de Peter y maldice para sí. Claro que el cabrón hijo de puta ya le dio su número. Le extrañaría si no fuera de esa forma.

—Kenner, no intentes embaucar a mi chico. Es demasiado listo para caer en una treta tan austera.

—No creo que sea austera —dice deslizando la mirada por el rostro de Peter—. Después de todo, él no estuvo aquí por la época del blip. Estoy seguro de que hay un montón de cosas que podría contarle de esa fecha. Quizá así logre convencerlo de que no eres una buena influencia en su vida.

La mirada café sale disparada de Harley a él y el interés hierve en la superficie de sus ojos. Mala cosa. Tony por esas fechas consumió cantidades industriales de alcohol e hizo muchas cosas de las que hoy se arrepiente. No le interesa ni pensar en qué cosas de esas se le ocurrirá contarle a Peter de esa época. Tony salió muchas veces de cacería con su ahijado y sin dudas no quiere sus andanzas en la mente de Peter, la idea lo incomoda más de lo que debería, pero no repara en ello. No le interesa reparar en esa estupidez, muy en el fondo sabe que no es, ni será, jamás digno de la admiración que Peter le profesa, pero es lo suficientemente egoísta para negarse a perderla.

Debería. Debería de una vez dejar que la venda de amor platónico caiga, pero se rehúsa. Le gusta demasiado ver el hombre que Peter ve en él. Le da esperanza de algún día lograr serlo. ¿Qué pensaría de él si se enterara de que Tony se metía en orgías, con su ahijado al lado? Sí bueno, por algo se arrepiente de esas épocas.

—Deja de meter ideas en su cabeza —reprende a Harley, usando el tono más firme y duro que tiene—. Peter, me olvidé el celular en la oficina, ¿puedes ir a buscarlo? Cuando lo tengas, ve directo a la salida. Te espero allí cuando termine de cruzar un par de palabras con mi ahijado.

El chico da un ligero respingo y sonríe radiante asintiendo.

—Bien, hum... un día de estos quedamos. ¿Quieres?

Harley le regala una sonrisa lenta y perezosa.

—Será un placer. Sé de un lugar que creo te encantará, es discreto y no muy ruidoso. Podremos hablar cómodos allí. Dale mis saludos a Dum-E, dile que un día de estos me cuelo en la Sede para verlo.

Peter le sonríe, pobre diablo, y asiente. Harley le coge del brazo cuando se está alejando un paso y vuelve a encerrarlo en un ligero abrazo.

—Adiós, Peter.

Su pupilo se queda ligeramente perdido cuando siente la boca del maldito acariciar su mejilla y asiente dando un traspié cuando Tony le ladra que se apure.

Espera hasta que lo ve cruzar las puertas más alejadas del taller y solo en ese momento se acerca y coge bruscamente el brazo de su ahijado.

—Ah, ah. No seas violento.

—No tientes la suerte, Kenner. Sabes bien qué consecuencias trae a tu vida meterte con lo que es mío.

La sonrisa ladina de su ahijado le hace tensar más fuerte los dedos alrededor de su brazo.

—¿Entonces admites que es tuyo?

—Admito que no permitiré que juegues con él —rectifica—. Soy responsable de su trasero mientras trabaje para mí y no seré yo el que le diga a su tía que el cabrón que le rompió el corazón es mi ahijado.

Harley se arranca el agarre de su brazo de un simple movimiento y rueda los ojos con tal profundidad que estos le quedan blancos por unos segundos.

—Por favor, eso es una mentira grande como una casa. Te da lo mismo su tía o la mierda que sea. ¿Te lo follas?

—No soy como tú, ¿sabes? No todo es follar en la jodida vida.

—¿Ah no? Qué raro, juraría que tú me enseñaste que sí...

—No con él. Así que aleja tus garras de él.

Su ahijado resopla y alza las manos aburrido.

—Oh vamos, ¿por eso lo tienes tan escondido? No voy a hacerle nada a tu pequeño cachorro. Nada que no fuera a gustarle al menos.

—Kenner...

—Deja de rezongar conmigo, Stark, no soy un niño para que sigas usando ese tonito. Sé más mierda de ti que de nadie en el mundo. No surte efecto luego de verte enfilar coca.

—Por la mierda que sabes, te debería quedar en claro cuando no voy marcándome un farol.

—Lo hago, lo hago —le reconoce—. Lo que no termino de entender es tú a qué juegas con el cachorro. Gusta de ti, pero no parece que intentes meterte en sus pantalones. No veo qué problema habría que le demos el premio consuelo —añade señalándose, pero esa parte de su oración llega lejana a sus oídos.

Su mente se queda detenida en la primera parte de esa declaración.

—No gusta de mí.

Harley lo mira alzando una ceja, incrédulo.

—¿Perdón?

—No gusta de mí y no tengo ninguna segunda intención con él.

Su ahijado desliza la mirada por donde Peter había desaparecido y vuelve a verlo meneando la cabeza.

—Joder. ¿Lo dices en serio? —pregunta cruzando los brazos sobre el pecho—. Tony, ese niño gusta de ti. Está hasta las trancas por tu trasero. ¿Me dices que no lo has notado? Apenas lo conocí por qué, ¿una hora? Y me di cuenta. ¿Eres ciego? No, ¿te estás volviendo senil?

Tony maldice, empuja a su ahijado cuando este se inclina sobre él y se pasa la mano por la frente. Apretando el puente de su nariz niega y se endereza decidido a irse de allí antes de dejar que la mierda de Harley lo contamine. Ese chico era un descarriado, y sí, lo admitía era culpa de él que siempre le daba alas.

—Mira, déjalo en paz. Es un buen chico, no quiero que te metas con él —taja decidido a finalizar de una vez ese demencial encuentro—. Su tía es una buena amiga mía y no pienso dejar que juegues con él como haces con todos tus chicos.

—Tony, te estoy hablando en serio, ese chico gusta de ti.

—No voy a hacer esto contigo, no quiero que juegues con -

—¡Joder deja de decir eso! —le gruñe alzando las manos ofuscado—. No me lo follaré, ¿bien?, pero deberías ver qué haces tú con él.

Frustrado, le lanza una mirada lacerante y se gira listo para irse. El maldito solo quiere desequilibrarlo. Se encamina para la salida, pero la bilis de Harley aun así lo alcanza.

—¡Bien, vete! —grita sin pudor alguno, con un toque cruel y mezquino en la voz—. ¡Pero no vengas llorando cuando seas tú el que le rompa el corazón!

Peter lo espera al lado de las puertas de salida, jugando con su propio celular en la mano. Le había tomado menos de cinco minutos bajar, pero esos minutos habían sido cruciales para romper la realidad tal cual la mantenía unida por esos días.

—¡Señor! No encontré el celular, llevo un rato llamando, pero sigue solo dando tono... ¿Está bien? ¿Peleó con su ahijado?

—¿Qué? No. Digo sí. Es solo un crío idiota, no le prestes atención. Con respecto al celular, perdona, lo encontré en mi bolsillo. Se ve que lo dejé en silencio —dice sacando el móvil que brilla con las llamadas perdidas en la pantalla.

—Oh, que bien. La tormenta es un desastre —murmura mirando aprensivo la calle exterior—. ¿Seguro que quiere manejar con este clima? Podemos quedarn-

—No, vamos. Te dejaré en tu casa de camino.

—Hum, no es necesario...

Sin decirle nada, le lanza una mirada firme y Peter suspira alzando rendido las manos.

—Como quiera.

—Exacto. Como yo quiera y quiero irme a casa de una vez.

—¿Pasó algo...?

Meneando paranoico la cabeza, se apresura a abrir la puerta. El maldito frío invernal enseguida golpea sus pómulos y maldice subiendo la cremallera de su chaqueta. Peter le sigue el paso y no dice nada cuando se sienta a su lado en la camioneta. Tony lo mira una y otra vez, estudiando su perfil, maldiciendo a Harley y su maldita boca.

Peter no gustaba de él, no de esa forma. Es decir, Peter tenía una obsesión con él, pero Tony la tenía con él, así que era injusto quejarse. Una parte de sí sabía que el amor que su pupilo le tenía era platónico, pero sano. Quizá cuando era un adolescente esa línea de pensamientos se unieron peligrosamente, pero Peter tuvo varios rollos en esos años como para no darse cuenta de que ya no... ¿O no? ¿Sí los tuvo? ¿Por qué no podía recordarlo?

—¿Cuándo fue la última vez que tuviste novia?

Peter pega un bote en el asiento de al lado y lo mira con ese par de ojos tremendamente abiertos.

—¿E-eh?

—Eso, cuándo fue la última vez que tuviste una novia.

—Hum... eh, ¿un año?

Su ceño se frunce y parpadea curioso. No recordaba que fuera hace tanto.

—¿Y no has tenido una en todo este tiempo porque...?

—¿Trabajo mucho? —responde y Tony le lanza una mirada suspicaz al oír la pregunta en su voz—. Bueno, digo, porque trabajo mucho y ser Spider-Man en mi tiempo libre no es muy compatible con... ya sabe, las citas.

No, no. Eso tampoco le gustaba. Era muy conveniente y ayuda al punto de Harley, no el suyo y Tony necesita que se sumen puntos a su favor o aquella bomba de relojería explotaría en su cara.

—¿Eres bisexual?

—¿Qué es lo que se quedó hablando con Harley, se-señor? —añade menos valiente, cuando Tony le lanza otra mirada lapidaria a su tono claramente molesto del principio.

—Nada, él no tiene nada que ver.

—Ajá —responde esquivo, volviendo la vista al frente. Tony nota en su rostro la madurez adquirida con los años. Ve su rictus duro y serio clavarse en la trompa del auto, esquivando activamente sus ojos—. Bueno, en ese caso, sí lo soy. ¿Es un problema?

¿Lo era? Joder, él lo era. Claro que no era un problema, pero Tony estaba convencido de que Peter era hetero y esa ligera espina llamada Kenner no podía tener razón. No podía. No porque Tony jamás sería una opción y se rehusaba a lastimar a Peter, activa o pasivamente.

—No.

—Bien. Me alegro de tener su aprobación entonces. —Tony hace una mueca al oír su fastidio, pero no comenta nada más.

El resto del viaje lo hacen en silencio y está demasiado ensimismado en sí mismo como para prestarle atención al hecho de que Peter no canta ninguno de los villancicos que suenan en la radio o que en lugar de ir moviendo las piernas al ritmo de la música, va quieto como una estatua de hielo, emanando tanto frío como una.

Tony frena frente al edificio de May y se queda de piedra viendo como el chico sale disparado fuera de su auto, tras soltar un austero: "Gracias, señor".

Tony maldice y sale tras él, dándose cuenta un segundo tarde de que el hijo de puta de su ahijado logró lo que buscaba: hacer que Tony metiera la pata.

—¡Peter, espera!

Deteniéndose en el acto, el chico gira bajo la nieve y lo mira expectante. Tony se percata de cuan grande y serio lucía con el rostro contraído por aquella mueca molesta e impaciente. No queda rastro del niño y sus facciones redondeadas, frente a él un hombre con rasgos firmes y pronunciados, de quijada dura y cejas tupidas lo mira como a un igual. La peligrosa idea de que se ve atractivo allí, todo enojado e incómodo le hace trastabillar los pensamientos, pero la forma insolente con la que le alza una ceja, lo arrastra a la realidad en un santiamen.

—Lo siento es que... Harley... él... Es mi ahijado y mentiré si me pregunta, pero lo quiero.

—Me alegro por ustedes —responde fríamente y Tony siente un pequeño estremecimiento que no está intrínsecamente relacionado con el jodido frío invernal que los rodea.

Quiere maldecir, porque... porque si esos son celos... un miedo visceral lo envuelve. No. Imposible. No Peter. Peter no podía hacerle eso.

—Mira, es un buen chico, pero... no es muy propenso a tener relaciones estables...

—¿Y esto es relevante para mí por qué? —lo corta cada vez más y más enojado.

—Porque seguramente intente ligar contigo.

Peter lo mira escéptico y Tony quiere sacudirlo para que espabile. No podía no haberse dado cuenta, el maldito ni siquiera intentó ser discreto al respecto.

—¿Por eso quería saber si soy bisexual?

Pese a que le encantaría decir que sí, una parte de él sabe que no es verdad. Pero no iba a decirle que Harley dijo que gustaba de él y que acción siguiente, Tony necesitaba confirmar que aquella no era más que mierda de su ahijado. No, él no iba a meterse en eso, porque una respuesta directa traería otra respuesta directa y si no le gustaba, sería un desastre que no podía afrontar.

—Sí.

—Ya, no tiene que preocuparse. No me interesa.

—Sí, bueno, es un chico que no entiende que no es no.

—Bueno, en ese caso, dudo que se pueda propasar conmigo.

La violenta idea de alguien intentándolo lo deja momentáneamente en blanco.

—Sí, no es que... no intentaba decir...

—Señor, no tiene de qué preocuparse, no me interesa su ahijado. Si eso es todo, creo que lo mejor que puede hacer es irse antes de que la tormenta lo fuerce a quedarse aquí a pasar la noche.

La idea parece perturbarlo más de la cuenta, dado que su rostro se empieza a contraer preocupado al tiempo que va hablando.

—¿Y es que acaso no sería bienvenido? —pregunta algo picado con la forma en la que la idea parece no agradarle.

—¿Qué? ¡No! No dije eso, es solo... es peligroso que vuelva solo.

Tony sabe que necesita irse de allí. El color rojo intenso de las mejillas de Peter es un augurio de mala muerte. La forma en la que su nerviosismo explícito lo hace retorcer una de las manos en su cuello y jalarse el pelo es otro aviso claro de que Harley, con maldad o no, podría tener un punto.

—Bueno, solo... Ten cuidado con Harley. Solo digo eso.

—Ya. Lo tendré, señor. ¿Seguro que eso es lo único que le molesta?

No, Tony no escucha esperanza en su tono. No, para nada. El pánico que empieza a instalarse en su pecho no está íntimamente relacionado con la maldita posibilidad de que su beso fuera muchísimo más peligroso que estúpido y no, para nada él está por tener un ataque de pánico.

—Cien por ciento. Sé que no te conviene.

—Como ya dije, no tiene de qué preocuparse. Así lo hiciera, puedo manejar a un tipo como él.

Sus miradas chocan y Tony maldice para sí porque puede escuchar completamente la promesa que hay implícita en esa afirmación. Todos en la sede lo decían, nadie que conociera a Harley ponía en duda la evidencia más grande de todas: eran idéntico a él.

—No, Peter, no podrías. Se parece demasiado a mí, por eso sé que no podrías con él.

Peter arruga la nariz, dando un respingo al oír esa afirmación, pero Tony, con el corazón martillando duramente en su pecho, no añade nada más y se escapa de allí dejándolo solo bajo la nieve.

La tracción de los neumáticos mordiendo el pavimento congelado hace que el auto se sacuda, pero no repara en ello. Lo único en lo que puede reparar es en el dolor que cubrió los ojos de Peter cuando se fue con esa última contundente aseveración y la forma en la que este reverbera en su interior. 

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