Capítulo 45

NOTA DE LA AUTORA: Antes de empezar a leer este capitulo hay una cosa que quiero aclara y otra que quiero decir.

Primero: creo que hubo una gran confusión en el capítulo anterior, con respecto a si Rose se quedaba con Tom, la respuesta es NO. Ellos no están juntos.

Lo siguiente que quiero comentar es que, he pensado en dejar eta historia, ¿a quién engaño? No solo esta, sino todas mis historias. Lo que pasa es que he visto algo muy repetitivo en todas, y es que he notado que solo el 10% o menos, son las personas que votan y comentan, como tal no me molesta pero a veces se siente un poco feo, porque siento que no hago un buen trabajo como escritora, tengo mis fallos terribles. Creo que deje en claro muchas veces que cuando inicie no pensé llegar tan lejos, al contrario, creí que me lincharían, estuve muy feliz cuando recibí los primeros comentarios. Así que de antemano, quiero agradecer a todas esas personas que desde un principio han apoyado esta historia, en verdad, se los agradezco infinitamente. Eh estado un poco contrariada, ya que, a mi familia no le agrada mucho que escriba, además por alguna extraña razón he estado un poco bajoneada y demás. Creo que por mi parte, no habría mucha perdida, porque no es la única historia tomrose. ¡Ojo! No es un hecho y tampoco les digo esto para causar lastima porque no es así, simplemente, creí que debía dar mis razones para tardar en publica, también les recuerdo que tengo más historias, y bueno, también estoy atorada jajaja. Aún sigo pensando si debo o no sacar mis historias, actualizare según mi animo me lo permita, soy bastante bipolar como pueden ver, cualquier decisión se los haré saber ya sea por la historia o mi tablero. 

ADVERTENCIA: Este capítulo tiene gran contenido SCOROSE. Sé que a muchas no les gusta, pero me gustaría que lo leyeran de principio a fin. 

No las aburro, así que aquí les dejo el capitulo, que lo disfruten mis amores. 

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Colocó sus manos en ambos lados de su cabeza, ardía como nunca antes. Era un sensación peor que un crucio, gritaba en silencio que saliera de él. Cosa imposible para algo que ya pertenecía a él, aquella voz sólo siseaba más alto lo que era.

Lord Voldemort.

No había ningún hechizo que lo pudiera ayudar, ni persona mágica que lo hiciera. Todo estaba escrito y nadie podría cambiarlo. Sus ojos se cerraban para evitar ver lo que había a través de ellos, su boca ahogaba cualquier sonido que pudiese delatar su estado y su pulso cada vez se apagaba más a la realidad.

Heredero de Slyrherin.

El Señor oscuro.

De pronto, recordó todo como si se tratara de una cinta muggle, el odio hacia ellos, la inmortalidad, el poder... Todo lo que él ya era.

—Tom, ¿estás bien? — la voz somnolienta de Matt lo regresó de vuelta a su ubicación y tiempo actual.

Con fuerzas que no imaginaba que tenía, susurro con voz bastante creíble — perfectamente, Fawley. Ahora no molestes.

—Que genio, Riddle.

Tú y yo somos los magos más poderosos, somos uno sólo.

Abrió los ojos de golpe, y lo que el espejo reflejaba, era algo que juro que murió aquel día, en que su hechizo reboto. El carmesí de sus ojos, demostraba que Lord Voldemort jamás desaparecería, ahí estaba él y tenía una sola misión. Si no quería acabar con lo que apreciaba, tenía que salir de ahí de inmediato. No tardaría mucho para que todo se saliera de sus manos. De un momento a otro cambio su semblante por uno más relajado, él era un buen mentiroso, tanto en su otra vida como en esta y eso era algo que nunca cambiaría.

Salió del baño para colocarse una capa negra, lo que menos le aparecía hablar en esos momentos era sobre el beso que hace un par de días se había dado con Parkinson. Sin dar ni una sola explicación, salió de su habitación con la varita en el bolsillo y con un dolor que necesitaba liberar mientras obligaba uba vez más, a sus ojos regresar a su color original.

No faltaba mucho, la hora estaba a punto de llegar y ahora, no podía ocultar que su lado había muerto, porque la cruda verdad, era que no.

Fue el primero en subir al carruaje, así como el único que podía ver a los thestrals. Recordando la razón de ese hecho, una ligera y retorcida sonrisa comenzó a curvearse sobre sus labios. Cada muerte, tortura, hechizo... Todo aquello que lo llenaba de placer y dicha. ¿Que diría su pequeña hija de saber cómo se sentía en esos momentos? Nada, nadie podía decir nada porque nadie sería capaz de entender como se sentía, ahora, su único consuelo era saber que había hecho lo correcto al alejar a Rose, no sólo era una pieza clave para sus debilidades, si no, también un pilar que no quería dañar ni marchita con la oscuridad que cargaba en su alma.

Él no era bueno, pero tampoco sería el villano de esta historia.

Caminaba por los pasillos del castillo sin quitar la hermosa sonrisa de sus labios. Por fin algo salía como ella quería, como lo esperaba. No podía estar más que feliz en esos momentos.

Y es que la noticia del beso que se habían encargado de protagonizar esos dos, había sido suficiente como para verla destruida una vez más, ya no habrían más intervenciones en todo lo que se proponía, incluso el alejamiento que había mantenido entre los slytherins era más que obvio, y es que, finalmente, todo demostraba que nunca sería mejor que ella, nunca más volverían a dudar de ella, y de eso, se encargaría ella.

La destruí una vez y lo haré de nuevo.

Cada paso que daba, era una sonrisa saludando a todo aquel que lo hacía, todos envidiaban al rubio por la hermosa novia que tenía: tan tierna, tímida, amable, talentosa, risueña e inocente, sobre todo inocente. Tener a la hija del niño que vivió debía ser todo un placer, porque sencillamente no había nada que esa pelirroja no tuviera. Su cabello pelirrojo caía por debajo de su espalda y arriba de la cintura, sus hermosos ojos castaños hipnotizaban a cualquiera y su escultura le hacía competición a la misma Afrodita. Ella era hermosa, la pequeña princesa de todos.

Llegó a las mazmorras esperando con impaciencia a su novio, aquel día sería sumamente especial para ambos, un día que jamás olvidarían, su humor estaba de lo mejor. Ya tenía todo lo que quería, como la última vez.

— ¡Al!— grito al ver a su azabache hermanos saliendo. Su sonrisa cautivaba a cualquiera con esa inocencia con que le gustaba atrapar.

Se sorprendía al ver a su hermano, nervioso ante su visita y más cuando inesperadamente, pregunto lo que la traía a ese lugar.

— Vengo a ver a mi novio, hermanito — la ilusión que proclamaba en su sonrisa, hacía qe el sentimiento de culpa se apoderara de Albus, juntando las ganas para romperle la cara a su mejor amigo, pero la confusión que en esos momentos había sentido, lo hacían desistir de esto último.- hoy es su cumpleaños, le traje su obsequió, tenía pensado ir a las tres escobas y después perdernos un rato en algún lugar de Hogsmeade — rió un poco. — vamos, dile que salga, perdemos tiempo.

¿Cómo podía decirlo? ¿Cómo no dañar a su hermana? ¿Porqué había aceptado?

Suspiró— Lils, caminemos — pidió tomando de sus hombros. Era cierto, era el cumpleaños de Scorpius y uno muy importante, cumpliría 17 años. Sin embargo, pesé a todo, el chico se escabullo tan temprano que ni siquiera fue capaz de detenerlo, o mejor dicho, no quizó hacerlo.

—Albus ¿Dónde esta Scorp?— pregunto con confusión — ¿le paso algo? — preocupación, era así como se describía el semblante de la joven.

Negó- él esta bien, Lils — sonrió para tranquilizarla— solo que salió desde muy temprano.

—¡Cómo que salió! ¿A dónde?

Mordió su labio— Al parecer, quería estar solo— mintió. Sabía bien con quién quería compartir este día. — Creo que esta melancólico, ya sabes, su mamá — esperaba de todo corazón que Astoria le perdonará la mentira y que no le jalará los pies esa noche, y si lo hacía, que también se las jalará a Scorpius por hacerlo mentirle a su hermana. Pero todo era por una buena causa.

Todos sabía lo de Rachel y Tom.

Mentía.

Lily lo sabía, no era tonta como para caer en algo así. ¿Qué tan ingenua creía, Albus, que ella era?

Sentía mucho enojó en su interior, demasiado, pero no era estúpida como para dejarse perder el controlo nuevamente, como ya lo había hecho en anteriores ocasiones, solo esperaba que no fuera lo que ella estaba pensando, porque de serlo así, la haría pagar tan caro que se arrepentiría de haber nacido. En la guerra y en el amor todo se valía, y eso, trataba de ambas.

—Comprendo, Albus. Ojalá mi novio, llegué pronto. Es hora de ir al Hogsmaede.

—Vamos, Lils. Los chicos deben estarnos esperando.

Ambos comenzaron a caminar, encontrándose con una escena en la que, a ninguno de los presentes les hubiese gustado participar: Rachel Parkinson y Polly Chapman se gritaban cosas para nada agradables.

—Sin duda, Riddle es la serpiente de la discordia— se rió la menor. Dejando a su hermano con un único pensamientos.

Si supieras que no es el único.

—Chicas, ¿qué les pasa? Somos amigas...

Polly, rió con amargura — si fuera mi amiga, no hubiera ido de zorra con mi Tom. Te aprovechaste de que, vas en su casa.— reclamó.

— Vamos Polly, que el papel de victima no te queda en lo más mínimo—se burlo asombrado a los demás. ¿Donde estaba la tímida e inocente, Rachel Parkinso?

Todos sabían como era Pansy Parkinson, pero de igual forma, estaban al tanto de que, no era como ella, ese papel lo ocupaba su hermano, Perseus.

— Un beso, es todo lo que yo tendré. Pero, tú no podrás tener ni siquiera eso.

El rojo de Gryffindor, se instaló en el rostro de la castaña, quién sin pensarlo un momento más, sacó de su bolsillo la varita, apuntando a la slytherin.

— Retira eso— exigió. — expelli...

Expulso— saco su varita, llevando a su compañera al otro lado del corredor.

— ¡POLLY! — exclamaron los hermanos Potter, corriendo hacía su amiga par auxiliarla. Desconocían a aquella chica.

Ignorando sus miradas, se dispuso a entrar a su sala común, sin embargo, sus pasos fueron detenidos por la burla de una chillona voz que reconocía.— ¿Así que por fin, la pequeña serpiente decide sacar su veneno? — volteó espantandose, ante la cercanía en que ahora se encontraba su compañera.

Su cabellera rizada y negra, aquel porte elegante con una mezcla de sensualidad, los labios pintados en carmesí que combinaban con su piel aperlada.

— Me asustaste, Lestrange.

— Una buena serpiente no dice esa clase de cosas— regaño— ¿Quién lo diría? La dulce y tímida Parkinson, por fin demuestra quién es. Míra niña, no me interesa que hagas con tu jodida vida, pero será mejor que no traiciones a Tom.

— No planeó hacerlo, yo no soy Rose.

Sonrió— no, te falta mucho para lograr lo que ella hizo querída.

— Tal vez jamás logre lo que ella, pero tampoco me alejaría de él.— murmuro— dime, tendre que competir contigo o quizás, solo pueda decirle a tu padre el gran parecido que tienes con la verdadera Bellatrix Black.

—No te metas conmigo, porque no querrás conocer, el miedo en persona.

Sonrió— no, jamás jugaría contigo. No estoy loca, pero tampoco pienso dejarlo.

— Bella— escucharon a alguien quien llegaba con una gran sonrisa.

Fred II Weasley.

— Vinieron por ti, Lestrange.

—Serpiente patética.— musito con una sonrisa mientras camino hacía su novio, quién  miraba confundido una escena y la otra, dónde Polly chillaba dramáticamente.

—¿Qué paso?— miró con preocupación a sus primos y después a Rachel.

—Nada, Weasley— dijo, y beso al chico, dejando que su compañera escapara de la escena.- vamos, necesito ir por tinta y pergaminos.

Como tonto enamorado, el chico sonrió, entrelazo su mano con la de ella dispuesto a seguirla hasta el fin del mundo sí ella se lo pedía.

Albus sabía que estaba bien, él era su novio, finalmente. Cargando una extraña sensación en el pecho, tan sólo observó como su primo tomó de la mano a la serpiente y salió con una sonrisa hacia los jardines.

—No puedo creer que Fred se fijará en ella— escuchó a Polly, y por un momento estuvo tentado en dejarla ahí tirada.

¿Que tenía de malo? La chica era bonita, talentosa, elegante... algo contrario a lo que se encontraba en su familia, tenía algo en su ser que lo llamaba para arriesgarse pero claro estaba, que él no era un valiente Gryffindor como la mayoría de sus primos o sus hermanos, él era diferente, era como ella.

— Ni yo Polly, sinceramente hubiera preferido mil veces que lo intentará con Agnes. Ella si lo quiere.

— ¿Y que las hace pensar que ella no lo quiere?— cuestionó con curiosidad y egoísmo.

Con una sonrisa llena de maldad, la castaña se aclaró la garganta e inició: — Vamos Al, no se te hace raro. En estos años ella jamás le hizo caso, ni a él o a James- lo olvidaba, también hubo un momento en que su hermano sintió algo por ella. Quizás, sólo habría sido atracción o querer llevársela a la cama, ya que, para todos era bien sabido la fama de su hermano y primo. Aunque, aparentemente lo que sentía Fred había resultado ser realmente sólido como para no rendirse y jugársela por ella. Aun recordaba la primera vez que la presento como su novia, a su tío George y a su tía Angelina casi les da un infarto.

—¿Porqué de la noche a la mañana cambiaría su opinión sobre él?

—Chicas es mejor que nos vayamos. — la cortó Albus, cuyo objetivo era no escuchar más las quejas de Chapman.

Ambas chicas asintieron, al encontrarse con Agnes Lee y los hermanos Zabini junto a otros amigos, los hermanos Potter decidieron quedarse un más atrás de toda la multitud.

—Al...

—¿Sí Lily?

La pelirroja lo miro con ojos de cordero y suspiro.

— ¿Crees que mamá y Papa se divorcien?— pregunto en tono triste. Se negaba a aceptar que su familia se desmoronaba de tal forma. Ellos debían ser la familia perfecta, los más envidiables de todo Londres mágico.

Por su parte, Albus Potter no sabía que responder. Deseaba que las cosas no dieran ese giro, por Merlín, amaba a sus padres con todo el corazón; sin embargo, también debía admitir que lo que su madre hizo no era para nada bueno.

¡Se había acostado con el padre de su mejor amigo!

No sabía que era lo peor, sí eso, o el hecho de que su tía Herms estuviese esperando un hijo de ese mismo hombre. Que jugada más sucia había sido esa.

— No lo sé, Lils, no lo sé— fue su respuesta. El amor que su padre tenía a su madre era enorme, pero ¿sería capaz de perdonarla?

Ninguno de los dos volvió a decir nada más, siguieron caminando junto a los demás, hasta llegar a las carrozas, en dónde, su hermano James ya los esperaba junto a su prima Dominic. Podría ser su imaginación, sin embargo, a Albus Potter cada vez le parecía ver más cerca a su prima de su hermano.

— ¿Tiene mucho que llegaron? — pregunto Louis confundido.

La melena de la rubia negó rápidamente, abrazandose del brazo de su primo- hace un minuto.

Por su parte, el mayor den los Potter contó a todos sus primos, su compañero de bromas no se encontraba. 

—¿Y Fred?

-— Con su novia. Ya sabes, que desde que Godric le hizo el milagrito, no se despega de ella.

El chico se obligó a sonreír, debía admitir que sentía rabia, sin embargo, algo era cierto: él era su novio y James, el chico que la había besado. Posó su mirada con cada uno de los presentes, hasta llegar con su azabache hermano, no pudo evitar sentir enojo hacia él. En  ese instante lo único que quería era reclamar por besar a Lastrenge, algo estúpido, si consideraba todo.

— Vamos— suspiro con pesedad, debia olvidarse de todo; así como ella lo hizo sin remordimientos.

Sin objeción alguna,todos siguieron al Potter mayor y subieron a los últimos carruajes que los llevaban al pueblo.

Por su parte, cerca del limite de los territorios del colegio, un par de adolescentes corrían intentado no ser descubiertos por alguna criatura que pudiese delatarlos. Su corazón latía de tal forma que creía iba a salirse en cualquier momento.

— Scorpius, ¿A dónde vamos?— preguntó Rose con la respiración agitada.— nos vamos a meter en problemas.

El rubio le sonrió con ternura y negó — Tranquila, confia en mí.

— Ese es el problema— suspiro— ¡sigo en pijama! — exclamó mirando sus pantaloncillos de dormir.

— Bueno, yo también— soltó una estruendosa carcajada, y la chica lo miro de una mala manera.

— Tú fuiste el idiota que fue a mi ventana, — le reitero con un bostezo y recordó:

Sentía su cuerpo pesado, sus ojos ardían de tanto llorar, las lágrimas secas enmarcaban sus mejillas, su cabello típicamente desastroso. Queria olvidar lo de el día anterior, no comprendía porque le dolía tanto. Después de todo había sido Riddle quien le mintió y la única que sufría era ella.

¡Qué estupidez!

Necesitaba descansar de Riddle, dejar de pensar en todo lo referente a él.  Decidida a dejar a un lado, cerró los ojos en un intento de dormir plácidamente, hasta que un molesto ruido irrumpió en su ventana, todas sus compañeras lanzaron quejidos perezosos. Siendo Olivia Wood la responsable de ir a ver de que se trataba, sin en cambio, no encontró nada ni a nadie fuera de ella.

—Quien sea el graciosillo, le advierto que somos mujeres muy talentosos que no temeran en usa la varita.

Su amenaza se halló sin respuesta. Miro una vez más hacia los lados buscando el responsable de tal cosa, hasta que se dieron por vencidas y regresaron a sus camas, claro a excepción de Rose cuya venita Weasley se encontraba activada y no había sido capaz de levantarse.

Mirando el reloj, las gryffindors se dierob cuenta de un detalle bastante divertido: no eran ni las 7 de la mañana.

¿Qué cabeza de Troll se atrevía a molestarlas a esas horas?

—Ironiza la habitación Wood — se quejó la rubia Longbottom, quien abrazaba a su almohada.

Obedeciendo y con el sueño apoderándose de su cuerpo, sello la habitación con un muffliato para después regresar a la cama, olvidando cerrando lentamente la ventana, lo cual, dio oportunidad para que un pequeño pajarillo de origami entrará.

La pelirroja comenzó a sentir un pequeño aleteo sobre su nariz, el cual, envió un cosquilleo recorriendo por completo su cuerpo. Debía ser un sueño, uno en el cual dejara atrás aquellos sentimientos dolorosos y dejará entrar a esos que te hacen feliz a base de cosquillas. Acorrucandose más sobre su almohada, volvió a sentir aquel persistente aleteo sobre su rostro que iniciaba a molestarle. No había podido dormir bien, como para que ahora sus compañeras quisieran jugarle una broma.

Tomó la alilla del papel, y se reincorporó en su cama.

Su melena pelirroja, las pecas esparcidas sobre su pálido rostro y sus ojos semi abiertos color cielo, causaron en el rubio una especie de colisión que bombeo su corazón de una manera inigualable.

Tocó suavemente una vez más el vidrio de la torre, llamando la atención de una desorientada Rose Granger Weasley. Quien al cruzar sus ojos con los mercurio de él, ahogo un grito con la ayuda de las oalmas de sus manos.

¿Que hacia Scorpius Malfoy ahí?

Volteó hacia la cama de sus compañeras y Soltó un suspiro de alivio al ver que todas se hallaban totalmente dormidas. Se colocó la bata, unos tenias y con varita en mano abrió.

—¿No crees que es muy exagerado eso? No te voy a atacar, Rose. — intento bromear al ver la cara de pocos amigos de la joven.

—Por Merlín, ¿Qué narggles haces aquí? — se fijó en los alrededores, esperando que nadie se diera cuenta de esta visita — ni siquiera ha salido el sol, Scorpius Hyperion Malfoy.

Con una sonrisa nostálgica, el rubio acarició la mejilla de la joven con ternura, eso era lo que sentía en esos instantes por ella.

—Ya mamá, lo siento. Vine por ti.

—¿Enserio? ¿Me lo juraz? — preguntó con sarcasmo, era obvio si mandaba aquel pajarillo a molestarle el sueño. — Pero lamentó decirte que Lily no esta en esta habitación, suerte para la próxima.

Al verla a punto de marcharse, tomó de su brazo y susurro con súplica: —Por favor, ven conmigo

Quiso decir que no, en verdad, esa era la idea principal de todo. Nunca entendio que clase de hechizo le había lanzado, sin en cambio, por alguna extraña razón volvía a confiar en él.

Indecisa, subió a la Nimbus de Malfoy escondiéndose debajo de su capa de invisibilidad — ya entendía porque Wood, no lo había visto —, para después volar rumbo al bosque prohibido.

—Ya lo siento, lo siento. — se disculpó falsamente Scorpius, la realidad era que él quería estar con ella en ese dia especial.

Rose quién ignoraba lo que se celebraraba en ese día, tan solo seguia a su viejo mejor amigo. Una parte de ella le exigía que no confiara en ese chico que rompió su corazón y todo vínculo; sin embargo, otra más fuerte le gritaba que le brindará un voto de confianza. El recuerdo en el pensadero de la sala de menesteres, le recordaba qué inclusive ella misma también creyo en la escena fotomontada, por un momento, también pensó que habia lastimado a su prima.

—¿Qué esta pasando aquí? — pregunto con un nudo en la garganta, incapaz de asimilar lo que sus ojos le mostraban.

Miro hacia abajo, y las lágrimas en el rostro de Lily bañaban por completo su rostro. El rostro de Scorpius se había deformado desgarradoramente, no podía ser posible, quería creer que eso era una pesadilla.

—Tu la elegiste a ella, me hablaste horrible. Pero yo te quiero — No parecía haber arrepentimiento alguno de lo que había echo. Las tijeras en las manos y la falda junto con la túnica desechas de Lily Potter lo explicaba todo ¿Cómo podía decirlo así, tan a la ligera? Él iba a disculparse con Rose por aquellas palabras que le habia dado en esa tarde, iba a proponerle que fueran ellos dos en contra de los demás, sin embargo, la sorpresa que se hallaba delante de sus ojos, rebadaba lo que creía.

Se acerco lentamente a Lily, quien no dejaba de llorar mientras su vista se fijó en aquella rodilla con un rastro de sangre.

—No creí que fueras capaz de hacer tal cosa, Rose. Yo creí que...

La ceja de la aparente Rose Weasley se hizo para arriba y sus brazos se cruzaron.

—¿Creíste que? — cuestionó burlescamente — Sabes, yo eh estado a tu maldito lado, me he ganado el apodo de la amiga del estúpido mini voldemort ¡Para que! ¿para que la elijas a ella?

Con las pocas fuerzas Lily se paró dispuesta a defender a su novio.

—No lo llames así. Conmigo puedes meterte, pero con él no.  Tú no sabes la extraordinaria persona qué es. Eres su amiga, no deberías decir eso.

Se rió, ya no era la risa que le fascinaba al rubio, sino, una llena de hipocresía y sarcasmo. ¿Acaso esta era la verdadera Rose Weasley?

—¿Sabes que? Tienes razón, no sé porque, pero ya no quiero seguir fingiendo. Te odio Lily. ¿Sabes porque lo digo delante de ti, Scorp? Porque sé que sin importar que, tú siempre vas a perdonarme. Desde una vez te lo advierto las cosas serán peor para ti, primita.

—Rose, ¿Estás  bien? — preguntó Scorpius con preocupación evidente.

Saliendo de sus pensamientos, la pelirroja se percató que se encontraban delante de una bota vieja, miró con confusión a su acompañante quien rápidamente aclaró :

—Es un traslador.

El ceño fruncido de la pelirroja fue el punto decisivo para que la sujetara de la cintura y tomará la bota, de pronto, todo ocurrió de inmediato: Rose sintió como si un gancho, justo debajo del ombligo, tirara de ella hacia delante con una fuerza irresistible. Sus pies se habían despegado de la tierra; pudo sentir como Scorpius aún la sostenía con firmeza, como si creyera que podría perderla y temiera eso. Iban a una enorme
velocidad en medio de un remolino de colores y de una ráfaga de viento que aullaba en sus oídos. El rubio tenía el índice pegado a la bota, como por atracciónbmagnética.

Y entonces...

Tocaron tierra con los pies. Su rostro golpeó contra el pecho del slytherin; provocando que sus mejillas de formarán del mismo tono que su cabello.

El traslador golpeó con un ruido sordo en el suelo, cerca de ellos.

—¿Estás bien? — preguntó con nerviosismo, temía que a Rose le pudiese parecer desagradable o hubiera sufrido algún mareo.

Rose levantó la vista, de nuevo esos ojos mercurio la miraban como sí ella se tratara de lo más preciado que el chico pudiera tener en su vida. No comprendía que era esa sensación de apogeo y calidad que le brindaba Malfoy, eran solo ellos dos, literal, lo eran. Observó a su alrededor, la vista... No tenía palabras para describir lo maravillosa y sorprebdida que estaba; estaban sobre una bello acantilado con el mar inmenso frente a ellos, y, una cesta de comida junto a una manta cuadrada.

—Por las barbas de Merlín, ¿Que hacemos aquí?

Incluso esa parte uraña de la pelirroja lo atraía de una manera única, desde que habían iniciado su amistad por primera vez, se dio cuenta de lo que Rose Granger Weasley significaba para él.

Sus sonrisas, las sesiones en la biblioteca para reforzar los conocimientos del Otro, las escapadas hacia alguna aventura nocturna que terminaban en una huida furtiva de la cocina, el primer beso de ambos — que no dudaba que ella habría olvidado —, los celos que en primer año sucumbió con ambos, los entrenamientos, la manera en que ambos se apoyaban y defendían... Todo eso y más, sólo lograban que el corazón del rubio latiera de una forma descomunal.

La había amado, en verdad lo habia hechos. Quizás la habia amado demás, que no supo que en lugar de amarla demás, lo hubiera echó de mejor forma.

Ahora, le asustaba la idea de que la Amara de la misma manera. Porque no la merecía, como Slytherin, su cualidad nunca fue ser valiente, sin en cambio, por esa pecosa pelirroja, en algún momento, lo intento. En ese instante se preguntaba una cosa: ¿Dónde había quedado Scorpius el intrépido?

—Francia.

Como niña del exorcista, giro velozmente la cabeza encarndo al rubio.

—¿Cómo?

Suspiró — Estamos en Francia, en los acantilados de Étretat, para ser exactos.

Mordió su labio, esperando que la furia cayera sobre su persona.

—¿Porqué? ¿Quién?...

—Mi papá y tu mamá, — se sintió molesta con su madre y con el señor Malfoy, pero eso paso a segundo plano cuando escuchó — porque hoy es mi cumpleaños.

¿Hablaba enserio? ¿En verdad ya era mayo? La molestia que sintió se desvaneció siendo reemplazado por la vergüenza. Ella lo habia olvidado — eso no era sorpresa para el chico —era obvio que no tenía ninguna obligación recordarlo.

—Yo... yo... — titubeo con torpeza, haciendo que el corazón de Malfoy se comenzará a derretir. — Lo siento, me olvide, no tengo nada para...

—No sigas — la cortó, —, por favor, no lo hagas. Qué tú estés  a mi lado este día, es el mejor regalo que pudiera tener, y créeme, puedes contar incluso todos los costosos que tontamente me han dado a lo largo de mi vida.

Por una extraña razón, una sonrisa sincera se esbozó en los labios de la pelirroja. No se esperaba tal cosa, sin embargo, ahora una nueva pregunta se instalaba en su cabeza:

¿Y Lily?

—Scorpius...

Negó —Te lo suplicó, sólo por hoy,  regalame este día pequeña sabionda.

—Donde me vuelvas a decir así, te haré un moco murciélago en donde no te da la luz.

—Auch, eso dolió — dijo entre risas contagiando a la pelirroja.

Extendiendo la mano hacia Rose la pelirroja accedió, dirigiéndose a su lado observando la belleza que el paisaje les brindaba, no podía creerse que de momento a otro se encontrarán en Francia, menos sí se trataban en tiempos donde asistian al colegio. Nada se comparó cuándo se percató que mini Malfoy había llevado al picnic toda la comida que a ella le gustaba.

Fresas con chocolate y chantiyi, dulces mágicos, pay de manzanas y comida que no dudaba, había echó la abuela Molly.

—Creo que tuve más ayuda de lo que imaginamos. — agregó.

Conmovida y con más sentimientos que no sabía como explicar lo miro.

¿Qué pasaba con ella?

¿Que pasaba con él?

Comieron en silencio, un silencio necesario y acogedor. El lugar estaba vacío, algo que le sorprendía, un sitio así de hermoso, regularmente siempre de encontraba abarrotado de gente. 

—Es un hechizo de camuflaje que me enseñó mi padre.

Afirmó en moción de que había comprendido.

—Es muy bello, Scorpius.

—Demasiado, te traje aquí porque, por alguna extraña razón me recuerda a ti.

Alzó las cejas, esperando una explicación. No se creía que eso pudiera ser un hecho. Si tan sólo quería lucirse no debería ser tan ingenuo al creerse que ella se cautivaría.

—El azul del mar, es como el de tus ojos. Tan transparente que hace ver lo bello que puede haber en su interior. Una fiera o una tranquila joven. No es voluble, ni tampoco predecible y eso es lo mejor. Nunca sabes qué esperar de algo tan bello que si no cuidas como se debe, de pronto se te va de las manos. — con cada palabra, la sonrisa de sus labios, se ampliaba cada vez más — Además de qué al estar aquí, me hace sentir tranquilidad igual que estar a tu lado.

Eso era demasiado, lo que estaba saliendo por la boca del rubio comenzaba a tomar cierta pesadez — para ella —. Probablemente, estuviera alucinando o confundiendo las cosas, no se explicaba como algo hilarante, podía latir con una fuerza que creía extinta.

—Fui un idiota, no debí... debí percatarme de que realmente eras tú, no puedo creer que cayera en esa tontería. Yo no, tenía que cuidarte.

Culpabilidad, todo en su grisácea mirada indicaba que se encontraba consumada por culpa

—Calla, no fue tu culpa. — interrumpió — se veía muy real, mi voz, mi apariencia, todo indicaba que era yo. ¿Sabes? Si yo no fuera yo, también me hubiera creído que era la que hizo y dijo todo eso.

—No logró entender quien y porque te harían eso a ti, y a Lily.

Aun era ingenuo.

Al parecer a pesar de los años, no había dejado esa parte atrás. Estuvo tentada en decirle que ella lo sabía, de decir quien era.

Pero no, no se metería en ello. No lo haría, porque creía que las cosas se darían por su propia cuenta. 《Cosa que no estaba muy lejos de suceder》

—Aun así, Rosie, fui una mierda.

—No lo dudes. — gruñio seriamente, por una parte el chico estaba feliz.

Feliz porque no le había corregido la forma en que la llamó.

—Te perdone, a ti y a ellos. O al menos no los odio.

—Te amo.

No pudo controlarlo, en menos de un segundo, ambos se encontraban sumamente nerviosos. Él no había podido callarlo, su corazón estaba harto de fingir que no sentía nada por ella, simplemente traicionó a su razón y grito lo que por muchos años de calló.

Rose, por su parte no estaba mejor. Aquello que creyó que había enterrado, quería regresar, no es que no lo hubiera escuchado porque lo hizo claramente. Sin embargo, de obligó así misma a pensar que había escuchado mal. No obstante, su loco pecho comenzaba a emitir pequeñas palpitaciones de alegría.

Su primer amor le correspondía, cuando la otra parte de su consciencia le recordó a dos personas de "importancia":

Tom y Lily.

—Me encantan las fresas.

Con una sonrisa traviesa, el chico asintió — Lo sé — sin algo más que decir, tomó una con un poco de chocolate y la paso por su mejilla, embarrando parte del delicioso dulce.

—Oh no, Malfoy, no lo hiciste.

—Si que lo hice — rió el chico quien esta vez, echó un poco de glaseado en la pecosa cara de Rose.

—Me las vas a pagar hurón — amenazó la pelirroja, quien rápidamente también comenzó a atacarle con chocolate, glaseado y lo sobrante de su comida.

Las risas eran cada vez más resonantes, la alegría que sentían ambos jóvenes era inigualable. Todo un jueguito que finalizó cuando Scorpius la cargo, lanzándose con ella hacia el agua del mar.

Sus pijamas se encontraban más que mojadas, su cabello se pegaba a su piel pero la sonrisa no desaparecía de ninguno de sus rostros, al contrario, se ensanchaba más mientras los segundos transcurrían.

—Eres un imbécil, Scorp — se burló, zambullendo al rubio.

Otra carcajada hizo que el corazón de ambos parará, al mismo tiempo en que él mismo la jalara con él, un casco burbuja en la cara de ambos y agarrando su mano, se hundieron un poco más. La claridad del agua, junto a la vegetación y fauna del mar, convertía más especial ese instante.

Sólo un poco más y tuvieron que salir del agua, antes de convertirse en un par de pasas.

—Arriba las manos, Weasley — dijo con diversión el rubio apuntando a la pecosa con la varita, secándola cuando con la punta un aire acarició su cuerpo.

—Ahora, arriba las tuyas.

No tomaron en cuenta la hora, cuando menos lo notaron, era tiempo de irse.

—Espera, Rosie. Antes, baila conmigo. — extendió una vez más su mano.

Azul vs gris. Gris vs azul.

Con el tarareo de la varonil voz del chico, Rose colocó sus brazos detrás de los hombros de Scorpius, mientras él puso las suyas sobre la cintura de la pelirroja.

Un suave tararero de la canción favorita de la chica, murmurando en el momento adecuado la letra de dicha canción.

Listen to me,
There's only one thing you cannot see
Every time you talk.
Millions of things,
There's only one that you cannot see,
Every time you talk.
You can't stop the clocks forever,

Había olvidado, lo mucho que le gustaba la voz de Scorpius, se acordo de las veces en que ambos se sentaban cerca del lago negro y el chico le cantaba. Antes con cada broma, después de ayudarla, él siempre le cantaba para subirle el animo. Claro antes de que el chico también se hiciera participe. 

Su corazón en cualquier instante se saldría, la emoción envolvía cada partícula de sus cuerpos, el sonrojo de ambos chicos se igualaba con el cabello de la joven.

Listen to what I say,
Stop the clocks for you and me.
Listen to me again,
Stop the clocks forever.

Solo eran ellos dos. Rose y Scorpius, compartiendo el sentimiento que renacía en el interior de los dos. Sus labios entre abiertos, su cabello despeinado debido al hechizo para secarse, sus ojos hundidos en el otros y el roce de cada movimiento, sus pasos sincronizados, conjugado con un nuevo brillo en los orbes de ambos.

Lejos de ambos estudiantes, un joven azabache se observaba en el espejo de aquel local, cabeza de puerco, era un lugar no tan recurrido debido a la poca sanidad que muchos veían en el. Su cabeza no estaba mejor, su interior ardía de una manera descomunal que no le permitía pensar con serenidad. La voces hacía el eco más profundo, con el siseo de si mismo.

Regresamos con más poder.

Sus pupilas retomaban el color carmesí, su sonrisa se figuraba retorcidamente, fluyendo ese sentimiento de destrucción y poder. Se coloco la capucha sobre su cabeza, habría quienes lo seguirían fielmente hasta el final. No por nada, él era el mago más poderoso, los fallos serían algo que no se volvería a permitir. Mirando una vez más su reflejo, decidió que ya no detendría lo que era, dejaría que todo fluyera por su propia cuenta.

Lord Voldemort, está de regreso.

Con ese pensamiento salió del local, dirigiéndose al callejón más oscuro del pueblo. Y sin nadie quien lo viera, un inmenso humo oscuro abrazo a su cuerpo, llevándolo lejos de ahí, rumbo al bosque prohibido. Donde su sirviente más fiel, lo esperaba.

Su vestido ajustado le ayudaba a mostrar sus bien definidas curvas, su piel aperlada hacia contraste con la poca luz, la capa negra— al igual que su vestido— mostraba un perfecto, rejuvenecido y lindo rostros, con aquellos ojos que se alegraban con verlo de vuelta.

—Nimueh.

Bienvenido, mi lord— lo recibió con una sonrisa en la comisura de sus labios. 



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Espero les haya gustado el capítulo, sí es así, voten y comenten que les pareció.

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