[Rencor del tigre]

*: Nombre de tu Guardián
~

Sin detenerse o disminuir la velocidad, Merkes abatió con ráfagas precisas a un par de Caídos con los que se encontraron en una pequeña estructura en ruinas llena de maleza a la mitad de uno de los puentes flotantes.

    El puente terminaba abruptamente un poco más adelante sin estar conectado a nada, pero Merkes saltó de todos modos y cambió a su escopeta de inmediato para llevarse a un Goblin justo antes de utilizar sus propulsores para no estrellarse con el suelo, diez metros más abajo.

    La distribución de las estructuras de los Campos de Cristal era bastante predecible después de haberlos visitado un par de veces.

    —Guardiana abatida —anunció Rho.

    Merkes embistió a una Hydra antes de voltear, a tiempo para ver al Espectro resucitar a Cassiopeia después de que ésta cayera al vacío por culpa de un salto mal calculado.

    Una esfera de energía que impactó bastante cerca delató a un Minotauro con escudos azules al otro lado de la estructura cerrada y sin techo que componía esa nueva zona.

    Otro escopetazo. Dos escopetazos. Tres. Cuatro. Merkes hizo explotar a otro Goblin con un puñetazo y corrió hacia el fondo en línea recta, haciendo caso omiso del daño por energía que recibía. Se propulsó hacia la cima de un monolito que bloqueaba la trayectoria que llevaba, dio un par de zancadas y volvió a saltar.

    Alzó los brazos por encima de su cabeza y golpeó el suelo con sus Puños de Caos apenas lo tuvo a su alcance, creando una maraña de arcos voltaicos que envolvieron al Minotauro con la suficiente potencia como para bajarle los escudos. La criatura todavía fue capaz de teletransportarse unos metros a la derecha, pero Merkes sólo necesitó repetir el ataque una vez más para hacerla explotar, y le quedó tiempo para acabar con un grupo de Hydras cercano con una última descarga de energía.

    Se volteó de inmediato con su escopeta preparada para disparar a un Hobgoblin, pero Kuyng, todavía en el puente, se le adelantó con un tiro limpio de su fusil de fusión.

    Más cerca, Cassiopeia tiró una granada a un grupo sin escudos y activó su campo biótico para resguardarse de los francotiradores mientras le disparaba a los Goblins restantes a nivel del suelo. Merkes se le unió pronto para recargar a cubierto.

    Arriba, Kuyng pareció quedarse sin munición pesada y dio un doble salto para alcanzar el borde superior de las paredes, donde apuñaló al Hobgoblin que le quedaba más cerca y lanzó su cuchillo al otro.

    Merkes golpeó a un Goblin y Cassiopeia remató a otro.

    —Zona despejada —informó la voz suave de Shadya.

    —No quiero presionarlos ni nada —dijo Sagira—, pero ¿podrían ir más deprisa? No creo que los Vex pierdan su tiempo puliendo la simulación antes de ponerla en marcha.

    —Claro —contestó Kuyng dejándose caer para alcanzar el primer nivel de la estructura—. Dinos por dónde encontramos un atajo y te aseguro que esto irá más rápido.

    —Ja, ja. Hablo en serio. No sabemos qué ocasionó la muerte de ______* y podría ocurrir en cualquier momento del Asalto.

    —Vamos en camino —respondió Merkes.

    La escuadra estaba siendo mucho más efectiva de lo que había estado esperando. Podría ser peor. Y por mucho que le doliera tenía que admitir que Kuyng no estaba tan mal. De hecho, tenía más razones objetivas para desconfiar de Cassiopeia, que tenía mucha menos experiencia debido a que había sido Despertada apenas un par de horas antes de que todos perdieran su Luz por culpa de la Legión Roja.

    Además, ella no le respondería por su propia boca a nada de lo que le preguntara o le indicara porque había hecho un voto de silencio en el momento en que la Vanguardia volvió a estar activa. Rho decía que era su manera de aprender todo lo posible de su entorno y así asegurarse de que nunca más se vería obligada a andar a tientas como tuvo que hacer entonces, y ésa era la razón por la que sólo hacía trabajo de campo cuando se lo ordenaban directamente.

    Cosas de Hechiceros, suponía Merkes. Íkora lo respetaba y eso era suficiente para él. La Guerra Roja afectó a todos de diferentes maneras. Pero eso no contrarrestaba el hecho de que tener un miembro tan poco comunicativo en la escuadra podía ser fatal.

    Kuyng desactivó la barrera blanca de energía que bloqueaba la salida de la zona y los tres se adentraron a otro puente flotante, esta vez tomando por los Cabal.

    Merkes tiró una granada que acabó con un par de Psiónicos en el fondo y se deslizó a ras del suelo para pasar por debajo de la línea de fuego y quedar cerca de uno de los líderes. Desactivó su escudo con un par de puñetazos en el centro y después lo acribilló con una rápida ráfaga de su fusil automático.

    Sus compañeros no tardaron en alcanzarlo y reanudar la carrera.

    —Entonces... —dijo Kuyng con cuidado—. Operación Calibán. ¿Qué pasó en ella?

    —Fue nuestra primera misión oficial —respondió Rho más bajo de lo normal—. Nueve Guardianes se perdieron en la Arcología de Titán tratando de detener un ritual de la Colmena, así que Sloane nos mandó a averiguar qué estaba pasando y traer a todos de vuelta... Resultó que la Colmena los estaba convirtiendo en cristales para materializar su Luz y poder invocar a Savathûn.

    —¿Savathûn, la hermana de Órix? ¿De verdad? Debió haber sido épico.

    —No, no lo fue —replicó Merkes con severidad—. Regresamos sin ningún sobreviviente.

    —Pero detuvimos al Aullador —respondió Shadya, más a Merkes que Kuyng.

    —Ésa no era la misión.

    —¿Ninguno? —preguntó Kuyng—. ¿De los nueve Guardianes desaparecidos...?

    —Había una Hechicera cuando llegamos —dijo Rho—, pero se sacrificó para que pudiéramos acabar con el Aullador de una vez por todas.

    —¿Amiga suya?

    —Lo era.

    Merkes sintió el impulso de decirles que se callaran, y sólo entonces se dio cuenta de que estaba apretando los dientes. Fuerte.

    Tres de los Guardianes desaparecidos eran amigos suyos y había hecho equipo con los otros seis al menos un par de veces, entre ellos la Hechicera que había dejado voluntariamente que le arrebataran su Luz. Taeko-3. No eran cercanos, pero se caían bien y habían trabajado juntos a lo largo de los años.

    Todavía estaba viva cuando dieron con ella en la Arcología.

    Había muerto bajo su guardia.

    La última zona se trataba de una pirámide chata sobre una base circular. Tendrían que subir para alcanzar el puente que finalmente los conduciría al Portal de la simulación. Sencillo. Habría sido un alivio si el lugar no estuviera infestado con la peor especie de todo el Sistema Solar.

    —No se distraigan —dijo Merkes. Apoyó una rodilla en el suelo y vació un cargador entero contra una hilera de Lacayos que corría en línea recta hacia ellos, alertando a todos los enemigos con el ruido.

    Cassiopeia tiró una granada que no se pegó a nada y avanzó corriendo con Kuyng detrás de ella. Merkes se propulsó hacia adelante mientras recargaba su fusil. Cambió a su escopeta y disparó desde arriba a un Caballero que se escondía detrás de su escudo al pie de la pirámide.

    Se volvió hacia su izquierda para quedar frente a un Acólito, pero apuntó mal y terminó utilizando las cuatro balas que le quedaban en el cargador. Estaba tan ocupado maldiciéndose por ello y recargando que no notó que un Lacayo Maldito se le había acercado demasiado por atrás hasta que explotó.

    Los escudos de Merkes desaparecieron por completo.

    El Titán pegó la espalda a la pared de piedra cubierta de vegetación para cubrirse de los disparos que le llegaban desde arriba.

    Le quedaba un único cargador de munición secundaria.

    Vio a Cassiopeia saltar e impulsarse hacia arriba con su lanzagranadas sobre el hombro. Escuchó que disparaba cuatro veces y una Maga chilló dos niveles más arriba entre explosiones que sacudieron el lugar.

    En el momento exacto en que sus escudos volvieron a cargarse, Merkes corrió por la base circular de la pirámide hasta el otro lado. Sacó su espada y se propulsó hacia el nivel de arriba. Apenas sus pies alcanzaron el suelo decapitó a un Acólito y se apresuró a embestir a un Caballero cercano.

    Otro grupo de Lacayos que se acercaba corriendo cayó ante una ráfaga de su fusil automático.

    Una granada explotó en la cima de la pirámide.

    —Zona despejada —anunció el Espectro de Kuyng.

    —En camino —respondió Merkes, y antes de subir recogió toda la munición que pudo.

    La barrera blanca de la cima les abrió el paso a otro puente muy parecido a los anteriores, ahora con un grupo de cuatro Caídos que los esperaba alrededor de un pequeño túnel medio derrumbado que abarcaba todo el ancho del camino.

    Kuyng despejó el área con cuatro disparos precisos y pasaron sin detenerse.

    —Recuerden, Guardianes —dijo Sagira cuando saltaban por encima de un hueco entre el puente y los escalones que finalmente llevaban al Portal—: rápido y preciso. No se entretengan. El...

    —... destino del mundo descansa en nuestros hombros —completó Kuyng.

    En los segundos que Sagira tardó en responder, a Merkes le pareció escuchar que Cassiopeia ahogaba una risita.

    —No me agradas, Cazador.

    —Qué sorpresa.

    Dejaron que la luz blanca volviera a cegarlos por un segundo y continuaron avanzando en silencio por otro túnel de paredes brillantes que se juntaban muy por encima de sus cabezas. Éste estaba completamente vacío y despejado, por lo que daba la impresión de ser mucho más grande que el de la entrada.

    Se detuvieron al llegar al otro lado del Portal para identificar el área al que habían llegado, que resultó ser uno de los patios interiores de la Arcología de Titán.

    —No se separen —ordenó Merkes—. No podemos dejar que la Colmena nos confunda con la escuadra de la simulación.

    —Entendido —respondió Rho.

    El canal de comunicaciones se llenó súbitamente de estática por un momento,

    —Pero ¿qué...? —empezó Kuyng llevándose la mano al libre al casco.

    —¡Aléjate de él! —exclamó con desesperación una voz masculina que no los había acompañado en los Campos de Cristal—. ¡No voy a dejar que lo transformes!

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