Kiss #3: Ebrio

No veía tres en un burro.

Se tambaleaba de un lado al otro intentando enfocar lo que parecía ser la puerta de su hogar, la cual se había multiplicado por tres.

—¿Qué... demonios...?

Cuando llegó a la puerta, con la suerte de no estamparse contra ella por tercera vez, tuvo otro reto complicado: las llaves.

Metió la mano en su bolsillo y las sacó.

Se le cayeron al suelo.

Las recogió.

Y se le volvieron a caer.

—¡Joder!

Cuando las pudo apuntar a la puerta (tras la enésima recogida), tuvo su siguiente problema: abrir la puerta.

La puñetera llave no quería entrar ni a patadas.

—Entra, joder...

Y le estaba dando de ostias contra la cerradura.

—¡Maldita sea, que entres!

Y entró.

Pero la puerta se abrió antes de que girara la llave y se cayó de bruces contra el suelo.

—Bonitas horas.

Oh, no.

—Kyo.. ya... —intentó levantarse, en vano.

—¿Sabes la hora que es, herbívoro?

—¿Las dos...?

—Las cuatro —le cogió de un brazo y le obligó a levantarse.

Tsuna sonrió, pero se tambaleó y cayó sobre el azabache.

—Vaya...

—¿Qué estabas haciendo hasta tan...? Espera, ¿a qué hueles?

Le hizo alzar la barbilla, y percibió un olor desagradable saliendo de los labios de su castaño.

—No sé...

—¿Has bebido, Tsunayoshi?

—Puede... que un poco...

—A ti no te gusta el alcohol.

—Ya... pero Byakuran dijo que no sería nada malo... por un día...

—¿Cuántas botellas tomaste?

—No lo sé... perdí la cuenta...

—¿Perdiste la cuenta? ¿El carnívoro te dejó?

—Reborn... no estaba... ahí...

—¿Con quién estabas?

—Con Mukuro... y Byakuran... ya sabes, celebrando...

—Ah, maldita sea, sabía que no debía dejarte ahí solo.

En medio de la fiesta de cumpleaños del pequeño hijo de Byakuran y Mukuro, Kyoya quería marcharse, pero Tsuna no.

Dado que el castaño sabía lo poco que era su pareja para las multitudes, le dijo que se fuera y que él iría más tarde. El azabache sabía que podía confiar en todos los que estaban en la fiesta, aunque tenía sus negativas, y optó por quedarse.

Sin embargo, Tsunayoshi insistió en que se marchara. Y tanto insistió que al final aceptó con la condición de que se cuidara.

—Yo... insistí.

—¿Quién me manda a mí a hacerte caso? —bufó.

—Kyoya... te quiero...

—No seas herbívoro y te vas a la ducha.

—¿Ahora...?

—Sí, ahora.

—Moo~. Kyoya... —le miró con sus opacados orbes castaños—. Sabes... que te quiero... ¿no?

—Sí, venga, a la ducha.

—Pero... —se aferró a su cuello cuando el azabache le cogió en brazos—. ¿No vas a aprovechar?

El de orbes azul metalizado arqueó una ceja.

—¿Qué?

—Ya sabes... me tienes aquí, completamente ido... y loco por ti...

—Hmm... —sonrió, ya sabía por dónde iba—. ¿Y qué se supone que debo hacer con un pequeño herbívoro pasado de copas?

—No sé... yo ahora mismo estoy que no puedo pensar... ¿Qué me vas a hacer?

—Ah, conque si vamos a juicio, tú serías la víctima.

—Básicamente...

—Pero estamos casados... eso significa que puedo hacer lo que quiera con mi herbívoro esposo...

—Puede...

—Pero no estoy seguro de que estés... en condiciones —dijo con burla.

—Estoy... perfectamente.

—Hmm, ¿y cómo lo demostrarás?

—Así.

De un tirón, el castaño unió sus labios en un pasional beso que sabía al cóctel que servían en la fiesta, menta y hierbabuena.

Estaba definitivamente muy bebido, su Tsuna normal ni se atrevería a mencionar lo que quería.

Sin embargo, ese Tsuna empezaba a filtrar la mano libre por su camisa, deshaciéndose con destreza de los botones.

Le gustaba esa otra faceta de su dulce esposo.

—Creo... que pensándolo bien, mejor vas a dormir.

—¿Dormir? —preguntó, su mirada burlesca y su sonrisa igual—. ¿Me vas a dejar acaso dormir... querido?

—Puede que como castigo no te dé lo que quieres.

—¿A quién... estarías castigando? ¿A mí o... a ti?

—Hmm, herbívoro atrevido.

—Así... me quieres.

—¿Quién ha dicho eso?

—Te... casaste conmigo. Por algo... será.

—No creo quererte de borracho —sonrió.

—Pues... bien que lo disfrutas... —se quejó al sentir la mano de Kyoya bajando por su espalda.

—Hay que aprovechar, tú mismo lo dijiste.

Esta vez fue el azabache quien atrapó los labios de su esposo mientras buscaba a tientas la habitación, pues la última vez que lo hicieron en el mesón de la cocina, Tsuna no quedó muy... contento, y significó ser prácticamente de hielo una hora y soportar sus quejidos un mes, restringido absolutamente de tocarlo siquiera.

Aprendió esa vez que debía hacer las cosas en su sitio.

—Nee, Kyoya —dijo una vez estaba debajo suyo, mientras besaba ese cuello tan bonito y le quitaba la camisa—. Quiero... quiero un bebé.

Espera... ¿qué?

—Tsunayoshi, eso...

—Tú bésame —ordenó cuando vio la mueca en el rostro de su esposo—. O te juro... que lo de la otra vez no será nada...

Kyoya miró la mesilla de noche, con la intención de buscar protección.

No era que no quisiera ser padre (aunque no se viera con un herbívoro llorón al que había que cambiar el pañal) pero tuvo muy claro que el carnívoro que su esposo tenía por padre sustituto se lo cargaría si llegaba a tocarlo.

Y sinceramente, no quería una pelea con su suegro a los tres meses de casados. Suficiente tenía con el herbívoro piña.

Sin embargo, no pudo ni moverse, pues Tsuna había enredado sus piernas en las suyas y cogido su espalda con los brazos mie tras lo besaba apasionadamente.

El azabache se lo pensó mejor. Quizá no estaría tan mal un pequeño carnívoro y una pelea a futuro, y había descubierto que Tsuna besaba con más furor cuando estaba bebido.

Quizá no estaba tan mal que se emborrachase, después de todo.

»◦✿◦«

Salut, lectores~.

Aquí está el siguiente ;)

Espero que os vaya gustando. Ajam, aquí os dejo el mini spoiler del siguiente ;)

Oh, bendita idea de matricularse en el instituto de su apreciada alondra. Mataba dos pájaros de un giro con toda aquella absurda actuación: se vengaba de ese absurdo devorador de malvaviscos que tenía por novio y hacía su pasatiempo favorito, que consistía en joder a Hibari Kyoya en todo lo posible.

Ejem. Bueno. Lo dicho XD.

Next kiss: Incómodo

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Au revoir~. Nos leeremos pronto~.

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