¡Sonríe! ~Laverreshipping~


Day 3: Viendo una película.


Era una tranquila mañana de otoño. El cielo estaba azul y las nubes pintaban retazos blancos en su fondo, moviéndose al ritmo de una brisa un tanto calurosa. Los árboles que rodeaban Pueblo Boceto dejaban caer sus hojas de diferentes tonos pardos y el viento las hacía danzar por las calles de piedra para depositarlas suavemente después en los parterres de flores de la placetilla. El Pueblo ya era tranquilo de por sí, y más a esa hora y en esa época del año. Pueblo Boceto se caracterizaba por eso...ah, y por otro "detallito de nada"...



-¡¡¡Xavier Kalm, por ultima vez, MUEVE TU TRASERO Y ABRE LA PUERTAAA!!!


Sí...un detalle minúsculo.



 Esos gritos, que retumbaron en el jardín del mencionado, pertenecían a una de las más famosas entrenadoras aéreas de Kalos. Una chica de pelo corto color miel se encontraba en frente de la casa de su amigo taconeando el suelo de manera impaciente. Tras haber intentado hablar con el chico por la ventana como era habitual y no conseguir respuesta, su paciencia se había ido agotando...hasta llegar al límite. Unos pasos lentos se escucharon en el interior de la vivienda y al cabo de un rato, la puerta se abrió dando paso a un moreno de cansados ojos azules.



-Uf...¿Es necesario que grites, Y? ¿Qué pasa? –Con la misma actitud desganada de siempre, bajó la visera de su gorra roja para que el sol no le molestara la vista.


-¡Es necesario! –Exclamó con los brazos en jarras, enfadada. El moreno casi se queda sordo.- Te he llamado desde el lugar de siempre hace diez minutos...¡Y la persiana se cierra sola! ¿Cómo interpretas eso, eh?


-Sigh...Está bien, lo siento~ -Suspiró.- Pero, ¿Qué es tan urgente? Hace demasiado calor para estar fuera a estas horas...


-A veces pienso que debería regalarte una agenda...Además, pones cualquier excusa para no salir de tu casa. -Se masajeó el puente dela nariz, intentando serenarse.- En fin, te recuerdo que ayer habíamos quedado todos para ver una película a las ocho...


-Son las seis.


-¡Okay, ya sé! Me refiero a que me han contactado Shauna y Tierno por el holomisor y me han dicho que no saben si podrán venir...


-Oh, qué pena...Otro día será. –Dijo inexpresivo y se dio la vuelta. X se dispuso a cerrar la puerta y para evitarlo, Yvonne interpuso su pie rápida como un rayo, frenando su avance en seco.


-Oh no, de eso nada, no vas a volver a tu cueva. –Con una venita de enfado saliendo de su frente, la castaño cogió la parte trasera de la camiseta del chico y lo fue arrastrando a través del jardín sin mucha resistencia por parte de su amigo.


-Sigo preguntandome si esto es realmente necesario...-El moreno se bajó la visera de la gorra para ocultar su vergüenza por la situación. Como una sola persona del pueblo le viera, no iba a salir de su habitación en todo lo que quedaba de año.- De todas formas, si han dicho que no van a venir, ¿Por qué tengo que ir? –Se quejó, cruzándose de brazos, pero la chica seguía moviéndose con la vista al frente.


-No "saben" si van a venir, no es lo mismo.


-Y...faltan dos horas.


-¡Hay que preparar las cosas! –Canturreó alegremente, con una mano en alto. X suspiró. Tal vez no sería tan malo...aunque su cara demostrará básicamente lo contrario.



Cruzaron la calle de piedra gris y se adentraron en el jardín de la casa de la muchacha, detrás de una pequeña valla de piedra de color crema. El Rhyhorn de carreras de la chica los saludó alegremente al pasar por el caminillo de piedras. Yvonne buscó las llaves en los bolsillos de su falda roja de pliegues y con un ágil movimiento de muñeca, las encajó en la cerradura. Una vez abierta, soltó el agarre del pelinegro y lo dejó campar a sus anchas por el salón mientras ella iba un momento a la cocina.



-No toques nada~ -La cabeza de la chica se asomó por la esquina antes de desaparecer por completo. Su tono estaba entre la advertencia y la alegría así que X no sabía como interpretar muy bien eso...



Se sentó en el sofá más cercano, uno de color azul con conjines bordados con detalles dorados y blancos. Suspiró y apoyó su barbilla entre sus manos. Otra vez estaba en la misma situación...siempre se empeñaban en sacarlo de casa. Comprendía que sus amigos solo querían su bien y se preocupaban porque superara ese pequeño trauma de desconfianza hacia todo el mundo que sufría desde pequeño, pero...él simplemente quería estar tranquilo. Que el tiempo curara el daño. Aunque tardara mucho, valía la pena esperar. No entendía ese afán que tenía sobre todo Y para que sonriera...



Hmf...¿Estaba sonriendo justo ahora? Ja...después de todo tenía que estar agradecido. Sus amigos siempre estaban ahí para apoyarlo. Aunque los métodos de algunos fueran algo cuestionables.



Escuchó ruidos en la cocina y una maldición se alzó en el aire. X esbozó una pequeña sonrisa divertida; sabía que esa era su amiga intentando cocinar algo decente. Aunque, como ya sabían todos, la cocina acabaría explotando pero era admirable el empeño que le ponía. Su vista vagó por las paredes de la sala y se levantó para apreciar mejor cada uno de los cuadros que colgaban de ella. En una foto, con un marco plateado, había tres personas sonrientes. 



Rápidamente reconoció a la rubia entre los presentes; su nariz arrugada por una inocente sonrisa de niña pequeña, ojos cerrados y expresión pícara. Estaba sentada encima de un Rhyhorn y desde atrás, una mujer castaña con un horquilla verde en el pelo le sujetaba la espalda para que no se cayera. Era su madre, sin duda alguna. Pero ahora su atención se centraba en el hombre que acariciaba con cuidado al forzudo Pokemon. Tenía el pelo de color miel como Y, ojos claros y también sonreía.



Parecían muy felices.



Era una bonita escena. Siguió inspeccionando el lugar ya que no tenía mucho que hacer hasta que Y saliera. No había nada fuera de lo normal. Una mesa de cristal en el centro, un gran ventanal al frente que iluminaba todo el lugar sin excepción, una televisión colocada en una esquina y un mueble de cerezo en la pared contraria a la cocina. Allí, sus orbes azules se toparon con un interesante detalle. Un ligero brillo resplandeció en su mirada. Para que algo le llamara la atención tenia que ser importante.



Sus piernas hicieron ademán de moverse, pero no quería. Dudaba si acercarse o no, no quería ser maleducado ni chismoso hurgando entre las cosas de los demás y ya había visto lo justo y necesario. Indagar más sería pasarse de la raya. Pero por naturaleza el ser humano es curioso, y este sentimiento lo impulsó a averiguar de qué se trataba eso que tanto le llamaba la atención. Indeciso, miró hacia la esquina del salón para asegurarse de que nadie venía. A salvo.



Caminó hasta situarse enfrente de un papel de color crema y con un sello rojo en una esquina. Estaba escrito con letra elegante y en la parte baja del documento figuraban dos firmas, una la reconocía, pero la otra era imposible de encauzar. También estaba enmarcado, aunque por el polvo que brillaba en el cristal, debía de tener sus años...Eso demostraba lo importante que era para Yvonne ese título. Era la prueba de su determinación. De su fuerza de voluntad. De la capacidad de no rendirse a pesar de tenerlo todo en contra. Por lo que tanto había luchado y se había esforzado. Algo que le había traído dolor...y al mismo tiempo, superación.



Su título como Entrenadora Aérea, graduada en la mejor escuela de Vuelo de Kalos.



Deslizó la punta de sus dedos por el cristal. Cada vez estaba más convencido de que la rubia era un ejemplo a seguir, SU ejemplo a seguir. A pesar de tener a su madre en contra, a sus propios compañeros...no les escuchó y les demostró que podía lograr sus sueños por ella misma, no por nadie más. Con sus particulares medios. Aunque tuvo sus problemas, supo sobrellevarlos. Los suyos y los de los demás, porque no solo se preocupaba de ella misma...sino que quería que todos estuvieran contentos y a salvo. Sonrisas de alegría por doquier.



¿Y él solo se había llevado una decepción en su infancia? ¿Cuándo las circunstancias de su talento lo engullieron y confundieron hasta llegar al colapso? ¿A la conclusión de que no podía confiar en nadie más que no fuera él mismo? Je...realmente tenía aún mucho que aprender. Por fuera podía parecer el chico más estable, más serio e indiferente del planeta, pero la realidad no era esa. En su interior se juntaban millones de pensamientos, ideas y sentimientos que pasaban por un gran filtro antes de escapar al exterior. Un filtro estricto. ¿Algún día sería capaz de superar esa desconfianza? De algo estaba seguro, y es que se iba a esforzar por conseguirlo sin perder su esencia.



Después de todo, esta vez no estaba solo.


-Te dije que no tocaras nada.- X se giró para ver a su compañera con los brazos en jarras y una mejilla hinchada. Curiosa expresión.


-L-lo siento, yo no...


-No pasa nada.- Aclaró sin más explicaciones. Se acercó al cuadro y lo miró con una mirada que no supo descifrar.- Simplemente, antes pide permiso. Ahora, deberíamos ir a la cocina. He hecho una pequeña merienda como compensación por haberte sacado de tu casa tan forzosamente...Vamos.



No intercambiaron ninguna palabra más. Ni en el camino hacia la cocina de la casa, ni ya estando sentados en la mesa de mantel a cuadros. X se sentía fatal por lo que había hecho, desde un principio sabía que era mala idea, pero a veces ese filtro del que tan orgulloso estaba, se estropeaba y dejaba ver acciones que no le gustaría repetir. Estaban sentados uno en frente del otro por lo que podían verse las caras perfectamente. Que quisieran era otra cosa.



Observó durante largo rato las tostadas con mermelada y queso que tenía delante. Mantenía las manos apretadas en el regazo, en un evidente signo de nerviosismo contenido. Ahora la situación era incómoda. Todo, por haber sido demasiado curioso y recordar hechos del pasado que aún seguían cicatrizando. Levantó sigilosamente la vista para ver que hacía su compañera. La rubia comía con tranquilidad su aperitivo, a juzgar por su mirada perdida, pensando en cualquier cosa. Se aguantó un suspiro y volvió a mirar a su plato. No sabía que hacer exactamente pero...al fin agarró una tostada y se la llevó a la boca, dejando el otro trozo con deje cansado sobre el plato. Y reunió la suficiente fuerza para articular alguna palabra que acabase con aquella presión.



-Escucha Y...


-Lo siento.- Dijeron a la vez.



El chico abrió un poco los ojos, sorprendido y confundido a la vez. Yvonne tenía la mirada posada en el plato ahora vacío.



-Deja que me expliqué. –Justificó, inexpresiva, algo muy raro en la chica tan alegre y risueña que era. Se levantó de la silla y recogió su plato y el de su amigo después de que recogiera el trozo que le quedaba de tostada. Se dio la vuelta y empezó a colocarlos en el fregadero. X tenía su mirada fija en la espalda de la de ojos castaños.- Lo siento por ser tan...¿mandona? Quizás un poco gritona...lo siento por obligarte siempre a hacer algo que no quieres...- Volteó y evitó en todo momento cruzarse con los orbes claros del chico. No estaba acostumbrada a disculparse con nadie y menos con un chico.



-¿Eh? –Mal X, muy mal, otra vez pensando en voz alta. Por Arceus...¿Un "eh" era una respuesta adecuada a una disculpa que en su opinión no tenia fundamento? Agh...



-Cuando he visto ese cuadro no he podido evitar pensar en el pasado, ya sabes...en mi conducta. Y me he dado cuenta de que a lo mejor puede haber veces en las que me paso de la raya...con intención o sin intención... Realmente me he puesto a pensar lo que una vez me dijo mi padre, "que un carácter fuerte siempre es bueno para fortalecer y dar alegría a todos mientras que no dañes a nadie..." Y pensándolo bien, no lo he conseguido. –Una de sus manos se apretó en un puño, inconscientemente. Él se dio cuenta.



-No yo...



-Shauna y Tierno no van a venir...ambos tienen cosas que hacer; con la peluquería Furfrou y con el estudio de baile Vanilite. Y Trovato tiene una entrevista con el Profesor Sycamore. Yo solo quería...pasar algo de tiempo con mis amigos...Después de todo, desde que pasó aquella catástrofe no hemos vuelto a hablar con frecuencia...-La chica no levantaba la mirada del suelo y X sintió una extraña inquietud que le empujaba a levantarse y cambiar de tema para que no se sintiera triste...al menos, para apoyarla.- Lo siento. Si quieres irte...no hay problema. Después de todo no quiero obligart...



-Lo siento pero estás muy equivocada.- Dijo con seriedad, dejando perpleja a su interlocutora. Se levantó casi por acto reflejo.- No me obligas. Y no quiero irme. No me voy a ir, y menos ahora.


-¿Acaso me vas a decir que es mentira? Por que no te creo.



-No, al contrario. Tú tienes tus cosas malas...y tus cosas buenas. Al igual que yo puedo ser muy difícil de empatizar y Tierno es todo lo contrario. Todo el mundo puede hacer cosas que en realidad no quiere, pero lo que cuenta es la intención con la que lo pienses antes.- Con un movimiento tembloroso del brazo, como si no supiera si lo que iba a hacer estaba bien, apoyó una mano en el hombro de la rubia.- Yo sé que tienes la mejor intención. Aunque se te vaya de las manos. Y me lo demustra el hecho de que hubieras organizado esta "quedada" con todos para que recuperáramos la normalidad...



Yvonne no contestó. Continuó con su mirada fija en el suelo blanco de la estancia y no intercambiaron más palabras entre ellos. Recogieron los platos y ordenaron la mesa en un tenso silencio en el que ninguno de los dos sabía qué decir o hacer. El azabache lo interpretó como un momento para reflexionar. Conocía a su amiga y sabía cuando necesitaba procesar una situación. Durante ese tiempo, su típica sonrisa desaparecía y su carácter de liderazgo innato mermaba hasta el punto de preguntarse si alguna vez estuvo ahí.



El oji-azul reconoció que las intenciones de la chica eran buenas y que no había estado bien recordarle un doloroso pasado ni comportarse tan fríamente con ella desde el primer momento. De cierta manera...se sentía culpable de lo que había pasado. Egoísta. Y por eso, lo mínimo que podía hacer era alegrar un poco su ánimo, ¿Qué mejor forma de hacerlo, que pasando la tarde como a la chica le hubiera gustado? Todos juntos viendo una película típica para bromear después sobre la trama. Faltaban tres integrantes...pero no estaba dispuesto a irse de esa casa sin ver a la rubia sonreír de nuevo, aunque fuera por un segundo.



Sí, además de serio, indeciso, indiferente y curioso...era terco. Muy terco. Un cabezota empedernido.



Así que, sin más, se escapó a la cocina mientras Y seguía viendo la tele de forma desinteresada, preparó un gran bol de palomitas saladas y sacó de la nevera unos refrescos de naranja. Cuando ella lo vio caminar hacia el sofá con dichos alimentos en las manos, no pudo evitar enarcar una ceja con expresión confundida. Al chico le divertía ese gesto.



-Es una tarde de películas, ¿no? Hagamos que se parezca a una al menos. –Dijo intentando sonreír, pero por lo que fuera, se resistía.


-¿Uh? Pero no van a venir Tierno ni Shauna...


-No sabemos si van a venir, no es lo mismo. –La rubia reconoció esa frase y una ligerísima sonrisa asomó por sus labios. Ella misma la había pronunciado una hora y media atrás.


-Está bien.



o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o



El tiempo paso despacio pero sin llegar a ser aburrido. Después de arreglar un poco las cosas, vieron una película de comedia que echaban por la tele pero no les terminó de interesar y la rubia cambió de canal mientras X sujetaba su bol de palomitas. La suerte les acompañaba. Las películas que solían hacer los sábados por la tarde eran bastante decentes, así que Y le pidió opinión a su amigo para dejar una película de terror y misterio que acaba de empezar justo en ese momento. Él asintió sin pensarlo dos veces. Prefería eso a tener que ver otra ridícula comedia...Vamos, él tenía bastante aguante...Bah, las películas de terror no son reales de todas maneras.



La cinemática comenzó. La introducción era interesante, la verdad. Un joven que padecía un extraño dolor necesitaba de cierta "vacuna" para amainarlo o incluso eliminarlo. Pero esa vacuna estaba en manos de un científico el cuál era perseguido por una organización que quería esa vacuna para hacer el efecto contrario: producir un intenso dolor; es decir, emular la "anomalía" del joven. Pero ese científico desapareció, causando gran revuelo. El joven tiene que hacerse un asesino "a ratos" para amortiguar ese dolor y encontrar la cura, pero un día, se encuentra con un chico que se vuelve su gran amigo y se promete a sí mismo protegerlo. Ese chico resulta ser el buscadísimo hermano gemelo del científico.



Ahí la trama se complicó. Muchos misterios salen a la luz y los sustos que daban las escenas cuando la banda sonora bajaba eran notables en ambos chicos: tanto para la chica que dejaba escapar algún que otro gemido de sorpresa con las mejillas llenas de palomitas, como para el chico que a pesar de todo, se mantenía con una gran curiosidad por el final. Resulta que el joven tiene que elegir entre proteger a su amigo o morir a causa del dolor intenso...¿Qué elegirá?



Cuando terminó al fin, X miró por la ventana. Se llevó una gran sorpresa al ver que el cielo ya estaba oscureciendo y volvió a mirar a la rubia. Se preguntaba cómo es que había logrado ponerse mirando la tele boca abajo con los pies en el respaldo del sofá...y seguir comiendo palomitas. Eso era sobrehumano. Dejó su bol de palomitas encima de la mesa y la miró con los brazos en jarras.



-Te vas a atragantar.



-Nogh megh obligahg. –Tragó con algo de pesadez y volvió a sentarse más normal.- No estuvo mal. –Sonrió por primera vez en varias horas y el pelinegro se vio satisfecho por haber cumplido su objetivo. Al menos, indirectamente. Él también se lo había pasado bien esa tarde...aunque al principio no empezara muy bien. Y se alegraba de que ella también estuviera feliz. Aunque, claro, no era lo mismo con ellos dos solo, pero se intentaba lo que se podía.



-Claro, ahora dices eso...-Bromeó él, obviamente para pinchar a su amiga.


-Veremos a ver quién aguanta más "amigo". –Dijo con una mirada desafiante. Ambos simularon que se lanzaban chispas y fuego con los ojos pero al cabo de unos segundos, estallaron en risas. Unas más notorias que otras, pero risas de pura diversión al fin y al cabo.


-Gracias...-Dijo la rubia tras quitarse una lagrimilla. Se notaba gran sinceridad en sus palabras. Podía resultar un gesto pequeño, pero echaba de menos el compartir momentos junto a sus amigos; momentos que fueran de risas y bromas, no de problemas y catástrofes. No era lo mismo sin Shauna y Tierno, pero sentía una cierta empatía con X que era difícil de explicar.- No tenías por qué.


-Claro que sí.- Sentenció con una semi-sonrisa.- Pero, ¿Sabes? He conseguido que sonrías, eso es suficiente.



-Oh...ahora que me doy cuenta...-La oji-miel se acercó a la cara del chico con extrema rapidez. En un abrir y cerrar de ojos, la piel e incluso el pelo del azabache estaban totalmente erizados. No de frío ni de miedo, no sabía ni el por qué de ese hecho. Cerró los ojos con fuerza pero cuando los volvió a abrir, sintió dos presiones en ambas de sus mejillas y entornó sus fríos ojos azules. Algo le estaba estirando.



-¿Qgué hagces?



-¿No resulta obvio? ¡Hacer que sonrías! –Dijo con una mirada desafiante y una gran sonrisa, y estiró los dos lados de su cara. Era una visión...un tanto perturbadora. Sobre todo porque su expresión de nariz para arriba no denotaba precisamente alegría. Más bien, se estaba preguntando si aquello no era una cámara oculta, ¿Se habían hecho famosos y no se habían dado cuenta? Ah, y si a eso le sumamos otro minúsculo detalle...



-¡Hola, chicos! ¡Sentimos llegar tarde!


-¿Qué ta...-? (...........) ¿Qué narices estáis haciendo? –Dijo Shauna casi en un susurro, con los ojos entornados. Tenía la misma expresión que X...sin la sonrisa perturbadora.


-Egs culgpa sugya.


-No, es suya.


-¡Yog solog quegria que songrieras!


-¡Y yo también!


-¿Puegdes dejar de hacer ego?


-Uh, perdón. –La rubia apartó las manos de la cara del chico de la gorra roja y X recobró la compostura.


-Gracias. Ahora sí...Eso es maltrato.


-¡No es verdad!


-¡Yo no te he estirado de las mejillas, hay otros métodos!



-Era la única manera, no sonríes nunca. -Se cruzó de brazos aparentando estar enfadada. Acto seguido, volteó un poco y abrió un ojo, mirando por el rabillo de este.- Pero me alegra verte sonreír de vez en cuando. –Esbozó una media sonrisa. Las mejillas de X se tiñeron de un suavísimo rosáceo y se quedó perplejo por un largo rato. Hasta que Shauna irrumpió en el "romántico" momento.



-Sí, sí, todo muy romántico...-Hizo aspavientos de poca importancia con las manos.- ¿Me van a decir porque no me guardaron palomitas?


-Ehh...


-Verás...


-Y esa sonrisa forzada tuya es perturbadora.- Comentó inocentemente Tierno. El mencionado no tardó en darse por aludido.- Si ofender claro.


-¡OYE! ¡No-ayudas!


-¡CHICOS, YA LLEGUÉ! –Trovato apareció de la nada en frente del grupo de amigos. X, del susto, perdió el equilibrio en el sofá y acabó cayéndose de espaldas al suelo, medio-desmayado. Demasiadas emociones en un día...No quería repetir ese día. NO SEÑOR. Los demás le dirigieron una mirada acusatoria.- ¿...Qué? ¿Yo que hice?


"Quiero que sonrías siempre. Pase lo que pase. Y yo estaré ahí para corroborarlo."



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Como siempre, innovando XD Primera vez que escribo sobre X e Y, y me gusta <3

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