Estaré ahí para ti



-¡Hey, Sapphire es por aquí! ¡Ven, ven!


-Ya voy, ya voy...Uff, qué difícil es caminar por aquí sin caerse...¡Ruby espérame!



Dos niños pequeños, una chica y un chico de unos seis años jugaban en un campo de hierba tan verde y brillante como las esmeraldas. Nunca se cansaban. Corrían y corrían jugando al pilla-pilla, se escondían por horas jugando al escondite, se ponían perdidos de barro haciendo "medicinas" para sus (pobres) pokemon y acababan con decenas de hojas por todo el pelo cuando buscaban bayas raras dentro de los matorrales que había cerca del Bosque de Villa Raíz, hogar de la pequeña castaña.



Se llevaban tan bien que parecía mentira que sus personalidades fueran tan dispares. Él, un chico travieso, peleón, torpe y justiciero, casi siempre lleno de rasguños que la oji-azul se encargaba de limpiar siempre que podía. Ella, una chica dulce, dócil, tranquila y que amaba cuidar de los suyos con cariño y amabilidad. Tan distintos...pero tan cercanos a la vez. Y aunque muchas veces, el que proponía los juegos más arriesgados era el moreno, ella siempre accedía, divertida, y al final del día, al amanecer, contaban sus sueños al viento, con la esperanza de que un día se cumplieran. Después venían sus padres y tocaba despedirse...



Ese día no era una excepción. Después de jugar a los juegos que pedía la pequeña y de ayudarla a vestir a Nana con un bonito lazo rosa, era el turno de Ruby de elegir. Y como no, su juego implicaba ensuciarse. Cosa que la chica odiaba, porque si la veía su padre a la tarde la reñiría seguro por mancharse el vestido de barro, ¿Pero qué podía hacer? ¡Siempre se lo pasaba muy bien! Mientras no se lastimaran...no pasaría nada. Pero pensando todo eso...¡Sin querer se había perdido! Miró de un lado a otro, buscando a su amigo, pero no había ni rastro de él.



-¿R-Ruby? –De un momento a otro, se encontraba totalmente sola en medio de un claro en el bosque. Apenas unos cuantos rayos de sol se filtraban entre las hojas oscuras de los árboles y el sonido del viento en los matorrales o era especialmente tranquilizador para ella...Pensaba que en cualquier instante, un aterrador Pokemon se abalanzaría sobre ella para comérsela o atacarla. Tenía mucho miedo. Defiitivamente, esos pensamientos tampoco la ayudaban.- ¡Ruby! ¿¡Dónde estás!?



-Aquí.


-¡¡¡AAAAHHHHH!!!


Escuchó una voz a sus espaldas y no pudo evitar gritar por la sorpresa. Tropezó en una raíz y cayó de bruces al suelo, haciéndose un ligero rasguño en la rodilla derecha. Sus ojos se llenaron de lágrimas transparentes.


-Sniff, sniff...


-¡Espera, espera! No llores...-El pequeño la miró arrepentido por haberle dado un susto sin querer a su compañera. Resulta que se había quedado enganchado en una rama intentando coger bayas Aranja para sus "medicinas" y había acabado boca abajo colgado del árbol. Cando vió que su amiga lo buscaba le indicó dónde estaba...pero no quería que pasase eso...Se quitó una liana del pie y bajó con cuidado resbalando por el tronco.- L-lo siento, yo no quería...



-Sniff...b-bu, bu...Me diste un buen susto...-Explicó Sapphire, secándose las lágrimas con la manga de su vestido azul de volantes.- ¿Q-qué te había pasado?


-Bueno...es una larga historia jeje~ -Sonrió nervioso, rascándose la nuca. Su mirada se posó en la rodilla de la oji-azul y e seguida se mostró preocupado y un poco culpable.- Tu herida...


-¿Ah? Oh...es verdad. Papá me va a reñir...-Se quejó ella en un susurro, co la mirada baja.


-Y a mí...-Estaba claro. Él también estaba todo lleno de hojas y espinas y si su padre se enteraba de que le había hecho llorar sin querer a su amiga se llevaría una buena regañina...Sacudió la cabeza para apartar esas cavilaciones de su mente y sonrió.- ¡Pero ahora lo importante es tu herida!


-Pero si nuestra "medicina" no es de verdad...es barro. –Dijo confusa.



-Pero yo me sé un método mejor. –Sonrió de oreja a oreja, transmitiendo un gesto cálido. La chica rió ligeramente, Ruby se veía gracioso con esa pequeña tirita en su nariz. Tenía curiosidad por saber ese método. El pequeño se sacó del bolsillo un pequeño pañuelo de color azul y rodeó la parte lastimada con él. Sapphire admiraba con ojos curiosos cada acción del chico. Después, el oji-rubí levantó ambas manos y dijo bien alto:- ¡Cura, curita, colita de rana! ¡Que si no se cura hoy...se curará mañana! –Y seguidamente, depositó un cuidadoso beso en la venda provisional.



Los dos niños empezaron a reír alegremente, envueltos en un ambiente de comodidad y comprensión. Los días juntos, como mejores amigos que eran, eran realmente geniales. No las cambiarían por nada.



Ruby ayudó a levantarse a la castaña y se pusieron a jugar de nuevo al pilla-pilla para que su pequeña amiga dejase de pensar en el dolor molesto del rasguño. Risas y trotes se escuchaban entre los troncos altos y fuertes del Bosque. Sapphire por fin habia pillado al moreno y ahora era él quién tenía que perseguirla por todas partes hasta alcanzarla. Las piedras y a hierba no les importaban, tan solo les hacía falta escuchar el sonido de la risa del otro para seguir sonriendo.



Corriendo y corriendo, haciéndose caras burlonas por el camino y esquivando algunas obstáculos, llegaron a otro claro, esta vez abierto al gran cielo azul y un poco más grande que en el que habían estado antes. Ruby por fin pilló a su amiga y se sentaron a recuperar el aliento en la fresca hierba, mirando las nubes, intentando encontraren ellas alguna forma curiosa que comunicar al otro. Las sonrisas aún no desaparecían de sus risueñas caritas.



-¡He ganado yo! –Dijo orgulloso.


-No, no, he ganado yo.


-¿Por qué no jugamos al escondite por última vez para decidirlo? –Propuso el oji-rubí, retador. Sapphire no se quedó atrás y aceptó sin pensarlo dos veces, siempre con su característica sonrisa risueña.- Se está haciendo tarde...¡pero nos da tiempo antes de despedirnos!


-¡Cierto! ¡Vamos allá, sabes que te voy a ganar! –Rió ella, sacándole la lengua al moreno y corriendo después a esconderse. Su figura azulada se perdió detrás de un conjunto de arbustos de un verde más oscuro que la hierba que los rodeaba y el pequeño empezó a contar, con las manos en los ojos.



5 minutos después...



-48...49....¡50! ¡Ya voyyy! ¡Quién no se haya escondido que se escondaaa! –Exclamó tapándose la boca con las manos para evitar reírse y que su amiga lo escuchara y cambiara de lugar de escondite. Se acercó al tronco de un árbol...paso a paso, lentamente y...- ¡Te pille! Ah, pues no...-Volvió a intentarlo detrás de una gran roca grisácea y saltó sobre ella.- ¡Ahora sí, te pille! (...) Oh, oh...



Ni rastro de su amiga pero...¡Se llevó una buena remojada! Un Wooper que descansaba a la sombra detrás de ese enorme pedrusco se llevó ta susto por su culpa, que se enfadó con él y le lanzó un chorro de agua que lo dejó todo empapado. Jo, vaya...menuda la había líado ahora...¿Dónde estará Sapphire? Es demasiado buena jugando al escondite, jum...Me va a ganar...


Como si sus mentes estuvieran conectadas, un agudo chillido se escuchó en alguna parte del bosque y Ruby miró en esa dirección, asustado. Una bandada de Taillows y Swellows salieron volando de entre los árboles y se desperdigaron por el cielo, casi como si estuvieran mareados...alarmados por algo. Qué extraño...


"Sapphire" Pensó, y a la que se quiso dar cuenta, ya estaba corriendo bosque a través, con una mano en su cinturón que contenía tres valiosas Pokeballs con sus fuertes Pokemon dentro.



Al llegar a otro claro, apartando las lianas y hojas de arbustos que le impedían el paso, casi se le corta la respiración. Un altísimo dragón azul y rojo estaba delante de su amiga, mirándola fijamente mientras gruñía enseñándose unos brillantes y afilados colmillos. Su cola se movía ferozmente y sus ojos rojos centelleaban. La oji-zafiro no podía ni mover un solo músculo, estaba paralizada del miedo y o sabía qué había hecho ni que iba a hacer ahora que tenía delante a esa bestia que no tardaría dos segundos en atacarla.



-¡Sapphire! –Exclamó corriendo a su encuentro, preocupado. Sacó a sus tres Pokemon y se puso delante de ella.- ¿Estás bien?


-¿Ruby? Y-yo...solo me escondí en unos arbustos...¡Pero este bicho se me quería comer! –Peqeñas lágrimas amargas resbalaban por sus mejillas ligeramente sonrosadas por el pánico.


-¡Le enseñaré a no meterse con inocentes! –Se defendió él. Su mirada se fue afilando poco a poco, adquiriendo un aspecto que daba un poco de miedo...pero a la castaña no le imprtaba eso, le importaba muchísimo más su seguridad, salir de allí cuanto antes.


-¡No, Ruby! ¡Tenemos que huir! Somos muy pequeños y-y...¡Puede hacernos daño, a ti y a mí!


-No permitiré eso.



Demasiado tarde. Cuando Ruby se enfadaba era muy difícil cambiar su idea inicial. En un abrir y cerrar de ojos, la pequeña Saphire contempló una serie de imágenes horripilantes sin poder hacer nada...absolutamente nada. Vio como su amigo luchaba contra aquel monstruo sin dar su brazo a torcer en ningún instante. Vio como ese dragón se enfurecía cada vez más y más y en un arranque, usó sus poderosas garras para deshacerse del molesto incordio que representaba el chico. Vio como seguía luchando a pesar de que gotas rojas manchaban su cara y la hierba, antes pulcramente verde...y finalmente...vio como la bestia se marchaba, herida y desorientada, y cómo su buen amigo se acercaba a ella.



Tendiéndole una mano.


Sonriendo.


Aguantando el dolor de una herida...


Que dejaría una profunda cicatriz en los corazones de ambos pequeños.


Ella no podía parar de llorar. Se sentía inútil, una completa debilucha....por su culpa Ruby había acabado de esa horrible forma.


Él no podía dejar de pensar en que había cometido un error. Se había dejado llevar por su mal humor y su agresivo carácter...por su culpa, Sapphire había acabado de esa penosa manera.


"Todo por mí culpa"



Unos profundos ojos azules como el mísmisimo océano se abrieron de par en par, sobresaltados. Sapphire se incorporó sentada como un muelle en compresión y se palpó la frente. Estaba húmeda por el sudor.


Intentó tranquilizarse controlando su agitada respiración. Inhalando... exhalando... inhalando... exhalando...Pero aún así, no podía dejar de pensar en esa horrible pesadilla. Creía que ya la había olvidado...pero no, a perseguiría siempre. Como una oscura sombra. Una lágrima se escapó de sus ojos y rápidamente la secó con su mano al escuchar cerca una voz conocida.


-¿Estás bien? – La cabeza de un chico se asomó por encima de la rama en la que se encontraba durmiendo. Bueno...antes. Parecía preocupado.


-Sí, bueno...otra vez esa pesadilla. –Se excusó, mirando a otro lado para que el moreno no se diera cuenta de que tenía los ojos hinchados y estaba ligeramente nerviosa.- Ya sabes...


-¿Otra vez...? –Usando de apoyo otra rama del mismo árbol se subió de un salto y se colocó a su lado, pensativo. Su gorro estaba ligeramente ladeado pero se encargó de ponerlo bien antes de seguir hablando.- Yo también he soñado algo parecido...


-Vaya...



El silencio se apoderó de sus palabras. Nadie dijo nada en varios minutos. Minutos que se hicieron eternos. A boca no decía nada, pero la mente estaba atormentada por miles de pensamientos que se sucedían uno detrás de otro. Lágrimas brillantes, un sentimiento de culpa, una larga soledad...y un periodo de cambios...en el que cambiamos para mejor. O quizás para peor, quién sabe. Nuestra intención solo fue enmendar el error que cometimos...en unos escasos minutos que cambiaron nuestras vidas.



Un suspiro quedó volando entre la brisa de la noche. La tienda de campaña de Ruby estaba justo debajo del árbol que Sapphire había usado como su "base provisional" para pasar la noche.


-Si no hubiera insistido en jugar...


-¿Eh? –Ruby se mostró confundido. La castaña tenía la mirada baja, triste, lamentándose.- No fuiste tú...quién quiso ser mejor fui yo. –Suspiró.-Si no hubiera sido tan competitivo...


"Nada de esto habría pasado"


-Ahora no vale la pena seguir lamentándonos...-Dijo la oji-zafiro mirando con interés al gran cielo estrellado.- Quizás...podría haber sido mucho peor. Después de todo, nos volvimos a encontrar. En unas condiciones muy tensas y sin apenas tiempo, pero volvimos a encontrarnos. Quizá esta cicatriz nunca desaparezca...


-Puede que sí...-Su mano vagó hasta posarse encima de su gorro. Su cicatriz era doble, pero la que más dolía, la que más prevalecía, la que más lamentaba...era la que tenía en su corazón.


-Lo siento.


-¿Por? –Ella se señaló la cabeza.


-Ya sabes...


-Ah...tranquila. –Bajó la mirada, cansado, pero dejó esa actitud pesimista de lado. Hundiéndose en el pesimismo no lograría nada. Y él solo quería escuchar risas y ver sonrisas. Como cuando eran pequeños. Una sonrisilla iluminó su rostro y guiñó un ojo. –Sigo siendo hermoso...



-Ruby...-La castaña rodó los ojos y lo miró con ellos ligeramente entornados, irónicamente. Incuso en esos momentos seguía con sus bromas, vaya...Pero sabía que no lo hacía aposta. Esa sonrisa le transmitía otra cosa que no era superioridad...era comprensión. Pero no pudo contener la risa cuando miró a la cara a su compañero de rama. Era simplemente, demasiado gracioso.- ¡JAJAJA! T-tienes...tienes...¡JAJAJAJA!



-¿Qué, qué tengo? ¿¿No me digas que es barro!? –Empezó a palparse la cara y a hacer esparajismos con los brazos que solo empeoraban las carcajadas de la chica. Casi estuvo a punto de caerse de la rama por descuidada.- Oh, vamos Sapphire...¡No me hagas esto y dime algo!


-Jaja...ja...-Se limpió una lágrima que reposaba en su ojo y empezó a recobrar la compostura poco a poco.- Tienes...


-¿¿QUÉ??


-Un Wrumple en la cabeza.


-¡¿QUEEEÉ!? ¡WACK!



El pequeño Pokemon bicho salió disparado con solo oír el grito del oji-rubí, muerto de miedo. En cuanto a Ruby, sus movimientos desesperados por quitárselo de encima solo tuvieron un resultado: Ahora estaba de cabeza. En cuanto se dio cuenta de que el mundo estaba al revés y estaba más cerca de tocar su tienda de campaña que de la mismísima rama, se aferró todo lo que podía con ambas piernas a la rama, intentando agarrarla sin mucho éxito con las manos.



Sapphire sonrió divertida y después, imitó la posición del moreno, sin dejar de estar a su lado.


-Mira quién es el salvaje ahora...-Se regocijó, de brazos cruzados y con todo el pelo hacia abajo, efecto de la gravedad.- Eres muy escándaloso. Tenía más miedo él de ti que tú de él. –Lo dijo con un tono entre regañina y broma.


-Ja-ja, muy graciosa...-Se cruzó de brazos, molesto. Pero una idea cruzó como una estrella fugaz por su cabeza. No podía resistirse a hacerla de rabiar.- Pero seguro que no me ganas a una cosa...


-Sí claro...-Rodó los ojos, con aire orgulloso y una sonrisa pícara dibujada en sus labios. Sus graciosos colmillos resplandecían a la luz de una fogata que permanecía controlada en el suelo.- A ver. –Exigió, esperándose de todo...menos precisamente ESO.



Sintió un contacto muy cálido en sus labios y abrió mucho los ojos al sentir tan cerca la cara del chico. La estaba...¿¡Besando!? Su mejillas se tiñeron de un intenso rojo. Apostaría lo que fuera a que si en esos momentos pudiera hablar, estaría tartamudeando sin saber qué decir o hacer o simplemente, gritándole al muchacho como reprimenda por lo hecho. Fue un beso fugaz, pero lleno de sentimiento. Era sincero. Los dos lo sabían. Al separarse, el oji-rubí sonrió, complacido por efectuar su cometido.


-¿Ves? Te lo dije.


-...


-¿Uh? ¿Te pasa algo? Estas demasiado roja...-Acercó su mano a las mejillas de su compañera pero antes de que las yemas de sus dedos hicieran contacto con su piel...


-¡¡¡¡RUBYYYYYYYYY!!!!!


¡PUM!


-¡Ayayayay...!


Del susto, el chico había perdido el equilibrio. Sus piernas se soltaron de la rama y acabó encima de su tienda de campaña, aplastándola bajo su propio peso. Uff...menos mal que el saco de dormir era blandito...pero el dolor de espalda y el mareo por el grito de antes no se lo quitaba nadie, ¡Vaya susto!


-¡Ven aquí y explícale eso a mi puño!


-¡No voy a volver a subir! ¡Ni loco!


-¡Pues dime a qué vino eso!


-¡Solo quería hacerte sonreír!


-¡Pues no lo has conseguido!


-¿Eso quiere decir que no te ha gustado?


-¡NO! Es decir, sí...quiero decir, ¡Claro que no!


-Ajá, claro, claro...o sea que quieres que suba a darte otro, muy bien~


-¡RUBY, NI SE TE OCURRA EN ACERCARTE O ERES HOMBRE MUERTO!


-Pero sí lo has dicho t-...


-¡Quietecito ahí abajo!


-Está bien...-Sonrió, alegre, llevándose ambas manos a la nuca para imrovisarse una almohada con el cielo estrellado como techo.- ¿Me pasas una manta de hojas?


-¡NI HABLAR!


-Okay, pues no me queará más remedio que admirar lo sonrojada que estás.


-¡AHÍ TIENES! –Le lanzó un par e hojas de palmera y se escondió encima de la rama.- Ale, hasta mañana, que hay mucho trabajo de campo qué hacer.


-Hasta mañana, salva...


-Toro sigue abajo.


-Vale, me callo ya.



"Al menos...había conseguido eliminar por esa noche esa pesadilla. Prometo que lo haré siempre que pueda...tenlo presente."

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