XXV
—¿Eh?... —lo miró sin comprender, mientras el campeón se acercaba.
—Yo hablaba de... tu hijo...
—¿Mi... hijo?... —sus ojos temblaron en lágrimas al escucharlo. ¿Qué le había dicho?... ¿Tenía un hijo?...
—...Mi hijo —terminó la frase el campeón. No estaba seguro de poder controlar los sentimientos que se desataran en ella al comprender lo que le transmitía, pero era una buena oportunidad de darle a conocer el lazo entre los dos.
POKÉMON XY&Z
OTHER WAY TO BATTLE
XXV
—¿Tuyo?... —se le soltaron las lágrimas. Desde que lo vio, sabía que había algo sumamente especial en él, pero jamás imaginó que ese deseo oculto fuera realmente una historia de amor escondida. —¿Tengo un hijo... tuyo?...
—...Sí —asintió, sintiéndose quebrar al ver sus orbes celestinos vertidos en lágrimas. Y sin poder controlar su instinto de protección, la necesidad que albergaba desde hace años por ella y el deseo de reconfortarla, la haló hacia él, mientras de un movimiento llegó hasta sus labios, asustándola y saltándole las lágrimas, movimiento del que en un principio trató de liberarse, empujándolo por los hombros y el pecho con ambas manos, pero al no conseguirlo, no pudo más que sucumbir a su propio deseo de acercamiento.
Lo recibió con sorpresa que se transformó en ternura, al sentir el suave toque de sus labios sobre los suyos, parecía tan delicado, como si en cada roce que le brindaba tratara de cuidar de no lastimarla. Como si un beso pudiera tonarse tan violento... pensó volviendo poco a poco a sus sentidos y darse cuenta de lo que estaba haciendo. Se estaba besando con él... asustada se separó de golpe y le dio una cachetada que se le marcó la palma de la mano en la mejilla al Ketchum.
Los ojos castaños la miraron incrédulo de aquel final y se llevó una mano a tocar el sitio que parecía arder en su rostro.
—¡No me mires así!... —lo sentenció y negó con la cabeza al sentirse insegura de lo que estaba haciendo, empezó a caminar hacia atrás, mirando de reojo al suelo tras de sí, para no caer.
—No, Serena... por favor espera... —estiró el brazo hacia ella con desesperación. No iba a perderla de vista de nuevo. Pero ella hizo caso omiso de sus palabras y una vez caminó lo suficiente para alejarse se echó a correr con todas sus fuerzas.
—¡No! —corrió tras de ella, acortando la distancia entre los dos rápidamente y rodeándola con los brazos, la atrapó y la levantó en el aire, mientras la ex reina movía las piernas cual nadara para ser bajada.
—¡Suéltame! ¡Abusivo!
—¿Abusivo yo?... ¡Fuiste tú la que me dejó estampada la mano en la cara! —la colocó en el suelo pero sin soltarla. —Ahora vamos a hablar como la gente civilizada.
—¡¿Cómo te atreves?! —cerró los ojos con fuerza, deteniendo el forcejeo.
—¿Eh?... ¿Te lastimé?... ¡Por favor perdóname! —aflojó un poco.
—No... pero... ayer... cuando me desperté... lo recordé... los ví... —temblaban sus ojos en medio de la remembranza. —Estaba yo... un poco lejos... había mucha gente... pero eras tú... con una chica de cabello largo...
—¿Qué?... —la soltó al no poder responder más que con otra pregunta a sus palabras.
—Entonces... ¿Por qué vienes ahora y me dices que estamos juntos?... ¿Quién eres?... ¿Qué eres?... ¿Un desgraciado con dos frentes?... ¿Cuál somos nosotros?... —las miles de preguntas navegaban sus recuerdos borrosos y distorsionados, al punto de llevar la mirada azulina a su mano izquierda, observando el anillo que días atrás, Emilia había recuperado para ella.
—Estás pensando demasiado las cosas... hay... mucho de lo que tenemos que hablar... creo que estás muy confundida.
—¿Esto es... tuyo?... —preguntó enseñándole la prenda plata en su dedo.
Ash asintió, sintiendo una punzada en el pecho, por la pregunta. Ese anillo había pasado por tantas lágrimas que de no tener el valor monetario que tenía, estaría despintado y oxidado. Lagrimas de ella y de él por igual, el día que Serena se lo devolvió por poco y lo pierde, tratando de deshacerse de su dolor, pero la necesidad de sentirla cerca lo obligó a cargarlo consigo todo ese tiempo. Cuando Emilia se lo llevó, no estaba muy seguro que cumpliera su promesa de entregárselo.
—¿Estamos casados?...
Su pregunta, lo asustó. ¿Por qué preguntar una cosa así?... ¿Era un anillo de compromiso no?... ¿Qué decir?... —No... —eligió la verdad.
—Ya veo... ¿Acaso... nos separamos?... —preguntó bajando la mirada ante él.
—¿Por qué lo dices?...
—Es que... ver este anillo... me da mucha tristeza... —se llevó las manos al rostro, para cubrir la incertidumbre de su llanto, sintiéndose terriblemente apenada y sola, sin saber verdaderamente que pensar de él. ¿Podría confiar en él?... ¿Por qué sentía la inmensa necesidad de arrojarse a sus brazos pero a la vez un horrible miedo a ser rechazada?
No tuvo tiempo de seguir analizándolo, al sentirse rodeada por la fuerza de sus brazos nuevamente, lo que la invitó a imitarlo, poco a poco abandono su rostro para llevar ambas manos tras la espalda del campeón, sintiendo tan familiar el recorrido a trazar por ellas, como si lo hubiera abrazado en muchísimas ocasiones que hasta la curvatura de su espalda reclinada sobre ella la sentía tan conocida. El tacto de sus dedos, le transmitían la sensación de aferrarse a él cada vez más, al punto de estrujar la tela entre sus puños.
—¡Ash! —gritó entonces desde sus adentros, subiendo una de sus manos hacia los cabellos oscuros de su amado.
—¡Sí! ¡Claro que sí! —respondió de la misma manera, estrujándola con fuerza contra su pecho.
—¡Lo siento! ¡Lo siento tanto! —toda la desesperación de su yo real, salía por su boca, aunque no comprendiera a ciencia cierta lo que decía. Necesitaba decirle que odiaba todo lo que había hecho, por cuanto lo había lastimado, aunque en esos momentos no entendiera el por qué.
Su solicitud de perdón, hizo correr las lágrimas del campeón, había tratado de resistir hasta ese punto, pero era demasiado ya. Todo volvería a ser como antes... estaba seguro de eso. —Mi Serena... —hundió el rostro entre los cabellos cairelados de la artista. Por un momento... sintió como si las puertas de aquel viejo apartamento... en aquel edificio al que no iba desde hace tanto tiempo... se abrieran para los dos.
Y una vez más, los miles de recuerdos que guardan esas paredes en las que convivió con su amor, afloraron en su corazón, en medio de una sonrisa boba.
Su respuesta fue apretarla contra él, en señal que no importaba nada hasta ahora, no la dejaría sola nuevamente.
Se separaron un poco para poder verse a los ojos, encontrando justo lo que buscaban en el otro, la decisión de luchar por ellos, pero la mano de Serena continuaba como tatuaje de horas en la mejilla del campeón, por lo que apenada y entristecida le acarició en el lugar.
—Siempre tuviste fuerza con las manos —sonrió, mientras posaba su mano sobre la de ella en su rostro y separándola de su piel, la agarró envolviéndola con la suya. Y bajando hasta quedar tomados de la mano, se separaron, al mostrarle el camino de vuelta al Centro Pokémon. —¿Regresamos? —señaló el rumbo con un movimiento del rostro.
La artista asintió y caminó guiada por la mano de él.
Mientras Pikachu dio un suspiro enorme de tranquilidad y caminó con ellos de vuelta.
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La enfermera aún en el aparador los vio pasar y levantó la mano con una sonrisa al ver como Ash le sonrió agradecido. Pero su mirada se detuvo junto a ellos, al ver que el campeón, caminó rápido hasta ella, sonrojándola al sentirse el centro de atención del campeón de Kalos.
—¡Dígame!
—No sé si habrá una posibilidad... pero no tengo a nadie más a quien hacerle este encargo... —la miró preocupado, mientras Serena parpadeaba sin comprender, tras de él.
—Si está en mis manos, con gusto... ¿Quiere?... ¿Qué le consiga ropa a la señorita?... —levantó las cejas. —No se preocupe... yo sé mantener la discreción con estas cosas... he visto muchas veces la película de mujer bonita... —sus ojos demostraron la picardía que ocultaba desde que lo vio llegar con ella la noche anterior.
—¿Eh?... —no comprendió una palabra el Ketchum.
—¿No es ropa?... —ladeó la cabeza Joy.
—Pues, ahora que lo dice sí, pero más que eso... —sonrió, sonrojando nerviosamente a la enfermera.
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La chica se había bañado y cambiado con ropa de enfermera, era lo más que pudo conseguirse de improvisto, y no es que le sentara mal. Ya antes la había visto vestida así y le encantaba como lucía. Además, ayudaría a pasar desapercibida. Aunque en momentos como ese... había llegado a pensar que quizás lo mejor era que la gente se enterara de la presencia de su reina. Porque eso era ella... La reina de Kalos, que hace años desapareció de los escenarios, sin ninguna explicación, y cuyo publico clamó con locura y evitando la elección de una nueva reina hasta que Serena cediera el trono como debía ser, ante una rival que en verdad lo mereciera al derrotarla en un performance.
—Te ves muy bien —le sonrió, al ver que ella se miraba en el espejo de la habitación.
—¿En verdad?... —auténtica como siempre, se emocionó por su comentario. —Pero... ojalá en el siguiente pueblo, encontremos un estilista... ya quiero volver a verme como antes... como se supone que soy... —llevó la mano a tocar su reflejo en el cristal.
—Como estés... eres linda... —bajó la voz con su comentario, por lo que ella no logró escuchar por completo sus palabras. En el instante que la puerta fue tocada tres veces desde afuera, llamando la atención de ambos.
La ex reina lo miró nerviosa y preocupada.
—Tranquila... —caminó hasta la puerta, mientras Pikachu veía expectante también, hasta que sus orejas se levantaron emocionado, al ver que el pedido de Ash a la enfermera se había realizado.
—Gracias... —cerró la puerta con la cadera, al tener las manos ocupadas con un florero que adornaría la habitación con hermosas rosas azules.
Al ver las aromáticas, el corazón de la ex reina se aceleró. Si había algo que sería capaz de remembrarle estaba seguro serían esas flores y lo había logrado, haciendo que la madre de su hijo se acercara rápido.
—¿Te gustan?... —sonrió tratando de controlar su emoción al verla reaccionar así.
—¿Me gustaban?... —preguntó, tratando de entender por qué de esas flores ahora. No podía negarlo, le fascinaban, pero no por las flores en sí... había algo en ellas.
—Eran tus favoritas. —Sus manos tocaban de a poco los pulpejos de sus dedos entre sí, al ambos tomar la base del florero, hasta que Ash lo soltó para que ella pudiera llevarlas hacia su pecho y olerlas. Pero los sucesos no fueron precisamente los que hubiera deseado, la mirada de la ojos de cielo se tornó angustiada y soltando el florero, se llevó una mano a la pierna izquierda, perdiendo el equilibrio, cayendo sentada en el suelo mojado por el agua que se derramó de las flores.
—¡Serena! —caminó sobre el camino de rosas del piso y llegó hasta ella.
—¡Pika Pi! —saltó de la cama el eléctrico.
—¡Pikachu, ve por la enfermera Joy! —lo urgió su amigo.
—¡No! —los detuvo, provocando que el Pokémon por poco se cayera de la orilla de la cama, suspirando tranquilo al haber mantenido el equilibrio.
—¡Pero! —no pudo argumentar más el campeón, al ver como sus ojos lo enfocaban, su mirada... había cambiado... aquella duda profunda que tenía desde que la reencontró había desaparecido. ¿Sería que...?
Respiró agitado de solo pensar que las rosas hubieran funcionado y en verdad hubiera estimulado su memoria. Una cosa tras otra la presionaban... no quería tratarla de manera forzosa, pero... ella debía recordar quien era... ¿Estaba bien hacerlo así?...
—¿Serena?...
—Esta noche... la cena corre por mi cuenta... porque todos los encuentros que has tenido te han dejado agotado... —respondió con las lágrimas almacenadas en las comisuras de sus ojos. Aquellas palabras... no eran otras que el contenido de la carta que Ash encontró en su apartamento al lado de las rosas... el día del accidente... donde la reina perdió más que la movilidad de su pierna.
¿Qué había sido eso?...
Las lágrimas del campeón se derramaron también y cual necesitaran urgentemente reencontrarse en verdad, se abrazaron aún ella sentada y el acurrucado sobre el suelo mojado desperdigado en rosas azules.
Algo había cambiado de un momento a otro... todo el nerviosismo que sentía al verlo y al tocarlo... se había transformado en profundo anhelo y culpabilidad, cual posar sus manos en la espalda de su amado fuera un pecado que deseaba ejecutar hasta que después de algunos segundos de dubitación, lo ejecutó, lo abrazó con todas sus fuerzas, mientras el llanto se intensificó de manera muy amarga.
Ash esperó estoicamente, hasta que todo lo que llevaba dentro saliera... sabía que en su interior había mucha rabia y rencor con él... con el tiempo... con la vida... un trato muy injusto para los dos, algo que él había comprendido tiempo atrás, pero no estaba dispuesto a ceder un solo milímetro. Esta vez lucharía por ella... por él... por su hijo... Así que se inclinó solo un poco y sin esperar permiso, buscó los labios de su amada y le brindó un beso dulce, inundado de perdón y alivio, uno tras otro y otro más, demostrándole que el tiempo no había pasado para él. Y sería tan sutil y suave como ella necesitara, no se apresuraría... pero estaría ahí para ella.
Poco a poco, los besos fueron recíprocos. ¿Cuánto había esperado por eso? ¿Podía ser más feliz?... Sonreía entre cada uno de los toques de sus labios.
—Pika...pi... —no pudo más con la escena el amigo de ambos, que se separaron y al verlo, lo vieron lagrimeando.
—Pikachu... —sonrió Ash al sentir la empatía de su amigo.
—¡Pikachu! —abrió espacio en el abrazo Serena, para que el Pokémon se uniera y así lo hizo, de un salto llegó hasta ellos.
—¡Piiii! —se restregó contra la mejilla de la ex reina.
—Tú también estabas muy preocupado... —se limpió las lágrimas la artista. —Lo siento —sonrió tratando de parecer animosa. Cuando un estruendo venido desde afuera los alertó.
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—¡Le digo que no sé de qué está hablando! —se llevó las manos a los labios la enfermera Joy.
—¡¿Cómo que no?! ¡El uso de su credencial Pokémon en este lugar lo confirma! —le mostró un documento con la foto de Ash, el hombre. Un agente vestido de blanco y gafas oscuras.
—¡No! —no pudo seguir gritando al ver como le apuntó con un arma.
—¡La chica! ¡Él estaba con la antigua reina de Kalos!
—¿Qué?... —pareció verdaderamente sorprendida.
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—Wigglytuff... ¿Qué está pasando?... —lo encontró tras la puerta de su habitación el campeón, al salir a investigar. —¿Es la enfermera?... ¿Le pasó algo?...
Estaba preguntando, cuando la mira de un arma le apuntó al pecho.
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Continuará...
Ok... ok ok... ¡Ahora odio a mi Musa amada! Jajajaja, comúnmente no tengo problema en que me de ataque cuando no tengo mucho que hacer xD, pero cuando estoy presionada de trabajo y pasa esto, es lo peor xDDD
Estaba trabajando con la música de fondo y puff, una canción me encendió la musa y a trabajar en Other way xDDDD.
Tenía que terminar el capi con la idea para poder seguir trabajando.
Capítulo a marcha forzosa de musa, así que espero haya quedado bien.
Ahora me voy de nuevo!!!
GRACIAS POR LEER
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