XXII
—Aquí X... estoy en el lugar... sacando a la paloma del nido... —la voz masculina se escuchó por el radio que llevaba en el automóvil.
—¿Vas a volver verdad?... —la miró preocupada Bonnie.
—Si ya evité esto durante tanto tiempo... no voy a darme por vencida ahora... —miró decidida al frente.
POKÉMON XY&Z
OTHER WAY TO BATTLE
XXII
—Ahora vamos a lo nuestro... —colocó la mano sobre la camilla, rozando el brazo del campeón.
—Como tú digas... a decir verdad... desde que lo mencionaste, no he podido dejar de pensar en eso... estaba ciego al no ver todo lo que tienes...
—Así es como me gusta que respondas... no que siempre sales con tus evasivas... diciéndome que tienes otra mujer... sabes que la única reina de Kalos soy yo...
—Por supuesto... tú eres la reina y mi reina... —al escucharlo, sonrió satisfecha y le colocó una mano sobre el abdomen. —Entonces... antes que vengan los científicos... ¿jugaremos un poco?...
—¿Y si primero me sueltas?...
—No... no queremos que nadie se escape... —subió un poco la tele, metiendo la mano bajo su camisa, acariciando su pecho, para luego bajar despacio por su abdomen, hasta llegar a su ombligo y estacionarse ahí a sentir como cambiaba el ritmo de su respiración.
—¿Puedo seguir?...
—Sería un desperdicio si no...
El agente X, que llevaba el mismo atuendo negro que lucía la agente Y, caminó al lado de Emilia, que yacía desmayada al lado de la camilla donde estaba el campeón y babeaba.
—El somnífero hizo efecto... —reportó por el radio. Para entonces liberar a Ash de sus ataduras, quien igual afectado por la droga que hace segundos se expandió en el aire, apenas y podía moverse. En ese momento las alarmas se activaron, cual los seguros de sus extremidades hubieran estado conectados al sistema.
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Estaba demasiado mareado como para entender por completo lo que estaba ocurriendo, sabía que tenía que correr con todas sus fuerzas, mientras las sirenas sonaban a sus espaldas y el sonido de disparos se estrellaba contra los metales de las puertas y demás obstáculos que tuvo que surcar, hasta el cruce de esa esquina... la luz de la calle se distinguía y se sintió aliviado, por lo que relajó el paso, situación que la persona que lo llevaba de la mano notó, al sentir la disminución de la velocidad, cuestión de segundos que transformaron su pronto sentimiento de libertad, en la angustia de la distancia mínima entre la vida y la muerte, al ver que de la última puerta, frente a la salida, una sombra se barrió al frente de ellos y la línea de dirección del disparo se trazó con un punto de referencia directo a su pecho.
¿Qué había ocurrido?...
Había cerrado con fuerza los ojos, sabiéndose preso del tiempo, que estaba por reclamar su vida y el disparo inundó sus oídos, pero nada dolió, fue cuestión de un instante para sentir el peso de la otra persona cayendo encima suyo, impactado nuevamente por una segunda bala, llevándolo a abrazar a la persona contra su pecho para sostenerla. Mientras veía como otro armado más, llegó corriendo desde afuera y de un disparo acabó con el tirador que amenazó su vida, pero afecto la de esa persona.
Kalm, se distinguió entonces con la luz del farol que daba vueltas anunciando la fuga, en un color rojo intenso.
—¡Serena! —gritó espantado y corrió rápidamente hasta llegar a Ash, quien al escuchar el nombre que mencionó, sintió flaquear sus piernas y se dejó caer al suelo junto a aquella chica entre sus brazos. ¿Pero cómo?... No... era imposible que se tratara de su Serena, los cabellos negros y el hecho de pertenecer a ese lugar... lo hacía sencillamente imposible.
—¡Muévete! ¡Muévete demonios! —le gritó el otro pelinegro, quien de un movimiento le quitó a la chica de los brazos y la levantó. —¡Tu novia y tu Pokémon están en el auto!
—¿Mi novia?... —tragó saliva al recordar el rostro de Dawn y pareció recuperar un poco el control sobre si mismo, por lo que corrió tras el agente, llegando a subirse a una camioneta negra, en la que en la parte de atrás, entró él primero y luego la chica herida, que debió recostar sobre su regazo.
—¡Presiona las heridas! ¡Se va a desangrar! —se llevó las manos a la cabeza ofuscado y aventó la puerta, para correr a la parte delantera del auto y tras subirse, arrancó lo más rápido posible.
Estaban aún yéndose, cuando algunos otros agentes del Grupo Terminal, llegaron a las afueras del edificio y les dispararon sin poder hacerle mucho daño al automóvil.
—¿Qué hago ahora?... ¡AHHH! —pegó contra el timón y lo miró por el retrovisor. El campeón estaba concentrado en cubrir las heridas, pero las mantas que le colocaron se empaparon rápidamente. No quería hacerlo... pero no había más opción. —Por favor, sácale las gafas... necesita todo el oxígeno posible ahora...
Dawn, que miraba todo junto a Pikachu desde la parte de adelante del auto, bajó la mirada, sabiendo a la perfección de quien se trataba.
Sus manos yacían manchadas de sangre, por lo que trató con mucho cuidado de remover aquel artilugio, pero no pudo evitar rozar la mejilla pálida que poco a poco se dejaba ver en medio de la oscuridad del auto y las luces de la señalización nocturna que se filtraban por la ventana a gran velocidad mientras transitaban por la ciudad.
Las gafas cayeron al piso del auto, lo mismo que las lágrimas rodaron declives sobre sus mejillas, mientras sus ojos castaños temblaban incrédulos.
—Sí... es ella... —dirigió una mirada al espejo, para encontrarse con la expresión perpleja del campeón y luego regresó a la vista a la calle. —Hice... toda esta locura por ella... —se susurró a si mismo, cosa que Dawn pudo escuchar.
—No es cierto... —negó, tratando de engañar a su mente sobre la situación de ella, todo menos eso... todo menos su vida en peligro... ¡Que siguiera lejos de él, pero bien! ¡Tranquila! ¡Viva! Si el precio por volver a verla sería ese, no lo quería. —¡Aggh! —la abrazó con todas sus fuerzas contra su pecho, para entonces recordar sus heridas y volver a presionar sobre ellas, pero sin dejar de verla al rostro. Era ella... en verdad era ella... —Serena... Serena... —le hablaba, pero la palidez en el rostro de su amada, le indicaba que no estaban funcionando sus primeros auxilios.
—¡Debemos ir a un hospital! —le gritó molesto, al ver que iban por carretera abierta.
—No puedo...
—¡¿Cómo que no?!
—¡Pikaa! —recriminó también su mejor amigo.
—¿Es que acaso eres estúpido? —sus palabras lo molestaron, pero solo apretó los dientes, la verdad es que no tenía idea de la situación, por lo que siguió escuchando.
—Explícame... ¿Qué es esto?... ¡¿Por qué estaba Serena en ese lugar?!
—Eso es algo que le toca a ella decir... —giró en el desvío. —Al lugar al que vamos... hay algunas personas conocidas... y un equipo médico, no te desesperes... ella sabía a lo que se exponía... pero aún así... —apretó los puños contra el volante. —No desistió.
Al escuchar su explicación, bajó el rostro a encontrar el de ella nuevamente para tratar de estimularla. —Serena... mi amor... todo va a estar bien... no te rindas... —la inhibición de su lengua se había perdido y todos los ocupantes de la camioneta eran capaces de escucharlo, por lo que el conductor suspiró y la copiloto miró la calle a través del cristal de la ventana, tratando de contener las lágrimas.
Posición similar a la que mantenía apoyada en el balcón de la habitación donde los habían metido. Desde que arribaron, no tenían noticias de lo que había ocurrido con Serena y la puerta estaba con llave.
—¿No quieres sentarte un rato?... —se asomó tras de ella el Ketchum. —Desde que llegamos a este lugar, has estado callada y mirando... el campo... —se sorprendió por sus propias palabras, al ver las planicies de terreno frente a ellos.
—No, gracias... solo déjame aquí... —respondió sin mirarlo.
—¿Qué pasa?
Al escuchar su pregunta, sonrió por lo bajo. —Nada Ash...
—La verdad es que soy tan imbécil que me dejé llevar todo lo que está pasando y... no te pregunté como estás... perdóname... ¿Te hicieron daño?... —se paró a su lado y buscó su mirada, encontrando la azul, reteniendo las lágrimas. Y subiendo un poco para examinarla de cabeza a pies, notó el detalle de su gorra en la cabeza de cabellos azules.
—Es raro verte con una gorra —sonrió con una pequeña risita, pero al ver que a ella no le causó la menor gracia, le colocó la mano en la cabeza. —Quizás es porque ya me acostumbré a tus largos y hermosos cabellos. —Pocas veces se había sentido tan idiota y desubicado con una frase, como ese momento... cuando le deslizó la gorra hacia abajo para sacársela y encontrar la masacre que hicieron con ella. Sin poder ocultarlo en su mirada espantada, que la hizo sentir una vergüenza extraordinaria y llevarse las manos al rostro, para que no la viera llorar tampoco.
No lo soportó, la habían lastimado y él seguía abriendo la herida latente, aún con las manos en su rostro, la tomó por el brazo y la atrajo hasta si, para abrazarla, colocándole una mano en la cabeza y la otra en la espalda superior.
—Perdóname... —solo era cuestión de escucharlo en aquel modo, para soltar toda su frustración contra su pecho, todo el miedo retenido por la experiencia que acababan de pasar y lo desolada que se sintió al escuchar las palabras que le dedicó a la ex reina. No podía contra ella... contra el mundo, contra todos podía... menos contra ella... que inconsciente como estaba, una vez más demostraba cuanto lo amaba, al salvarle la vida, poniéndose ella misma en peligro.
Lo abrazó entonces, lo rodeó con los delicados brazos que poseía y aferró sus manos en la espalda masculina, haciéndole sentir lo mucho que lo necesitaba. Hasta ahora, era la primera vez... tes años de ella escuchando... ella sonriendo... ella chistando... ella consolando... ella... esperando... era justo que por lo menos una vez, se perdiera en medio de su propio miedo y él le demostrara de qué estaba realmente hecho, su espíritu forjado en la alegría y el optimismo, parecía sepultado, pero al sentirse necesitado, renació como el héroe que era, dejándose abrazar y abrazándola con fuerza, para por unos segundos separarla un poco y ver sus azules, enrojecidos por las lágrimas.
—Perdóname por lo que dije en la camioneta camino hacia acá... fui muy egoísta... y te falté el respeto...
—Ash... no...
—No me defiendas —le sonrió. —Cuando decidimos viajar esta última vez... te dije que lo intentaríamos... y estoy contigo... —las palabras parecían doler pero ser sinceras.
—Gracias... —le sonrió también, cerrando los ojos en medio de las lágrimas. —Pero no puedo aceptarlo... —le colocó una mano en el rostro. —Gracias... por entenderme... y darme mi lugar... pero... es verdad que yo quiero estar contigo...de todas las maneras... siempre... pero...
No lo esperaba... sus ojos se abrieron sorprendidos, para luego ir cerrándose poco a poco, al caer presa de sus sentimientos, era la primera vez que él tomaba la iniciativa de besarla, un beso con sabor a lágrimas y la sensación de probar un manjar que no le pertenece, pero tan delicioso que vale la pena robarlo, no importando las consecuencias.
Lejos de los besos de piquito prácticamente robados que le había dado hasta ahora, las sensaciones dentro de su pecho se acumulaban a tal punto que parecía oprimido, mientras el estremecimiento bajaba desde su pecho electrizando todos sus nervios hasta sus piernas que temblaron al sentirlo separar.
—Solo... déjame demostrarte que puedo hacerlo... dame la oportunidad...
No podía dejar de mirarlo, hasta que el sonido de la puerta, siendo tocada, los separó.
—Pueden pasar a la sala... las personas de las que les hablé, están esperando. —Kalm les habló mirándolos a cada uno para entonces darse la vuelta, esperando que lo estuvieran siguiendo.
Ash llevaba de la mano a Dawn, cuando surcaron el camino del pasillo hasta la sala, en donde, se sintió observado y culpable, al ver la reacción en el rostro de una amiga, a la que conocía muy bien, al verlo nuevamente y de la mano de otra chica.
—Bonnie...
—Ash... —miró a su amigo consternada para luego mirar a la peliazul, que llevaba la gorra roja a la cabeza, para que no vieran su fatídico peinado. Situación que se interpretaba de mil maneras a la imaginación desmesurada de la rubia.
—No... Ash... ¡Eres un idiota! —le gritó molesta y cruzándose de brazos le dio la espalda. Al ver su reacción Dawn lo soltó.
—Bonnie... tú no sabes como estuvieron las cosas... —trató de explicarse, pero solo pudo sorprenderse al verla voltearse y con lágrimas en los ojos.
—¡El que no sabe como estuvieron las cosas eres tú!
—¡Bueno ya! ¿A qué viene todo esto? ¿Es un reclamo por Serena?... ¡Pero si fue ella quien me dejó! Yo necesito... —apretó los dientes, al no saber la mejor opción para completar su frase. —¿Serena te dijo que quería volver conmigo?... —pregunto dudoso.
—Lamentablemente... tal vez para ti, eso no es posible... porque ella está conmigo. —Finalmente reveló la información el agente X
—¿Qué?... —lo miró incrédulo y molesto por la mentira.
—Es la madre de mi hijo —dijo como tajada, haciendo que Ash abriera la boca espantado.
—¡No digas mentiras Kalm! —interrumpió el exabrupto Bonnie.
—¿Se...Serena tiene un hijo?... —se sintió débil por un segundo, por lo que Dawn lo ayudó a mantener.
—¡Claro que no! —negó con todo su ímpetu Bonnie.
—Lo tiene... —negó con la cabeza, mirándolo con desprecio. —Este jueguito de ocultarle todo al perdedor es un hastío... —Después de lo de hoy, debes tener muy en claro algo... Serena ha hecho todo esto por ti y tú no eres más que un imbécil. —Con fastidió, lo miró por última vez y se fue por otro pasillo.
Con la ayuda de Dawn se sentó en el sofá, mientras la lluvia de veces que estuvo con ella, regresaba a su mente, como un manantial que lo alegraba y refrescaba, pero podría llegar a engullirlo dentro sin darle espacio a respirar, pasando por la vez que se vistió de Bewear, cuando lo castigó privándolo de sus besos, el día que olvidó su propio cumpleaños, el día que ella barría y él la miraba de cabeza, la vez que lo metió en el ascensor y la última... empapada por la lluvia, bajo suyo, tratando de retenerla.
—¿Dónde está?... ¿Está aquí? —se levantó de golpe, con la curiosidad desbordada en la mirada.
—No se supone que el reencuentro fuera así... —bajó la mirada triste la rubia. —Dedenne está con él... —le dijo a Pikachu que había permanecido callado escuchando, quien levantó las orejas al sentir los golpes de electricidad en sus mofletes y ver a su amado entrenador.
—¡Pika Pika! —parecía haber encontrado la ubicación. Pero Ash no dio un paso... se sentía aterrado... ¿Qué era todo esto?... ¿Un hijo?... ¿Cuántas veces no lloró la pérdida de aquel con su amada?...
Al verlo indeciso, Dawn se levantó y colocándole una mano en la espalda, lo acarició un poco. —Ve... —al caer en cuenta que lo único que debía hacer era avanzar, asintió y corrió tras de Pikachu, quien lo llevó hasta una habitación pintada de blanco con varias decoraciones de nubes en azul.
—¡Denené! —saltó sorprendido el eléctrico al verlos en la puerta.
Las pupilas del campeón se dilataron al ver lo que tenía en frente, una cuna, con varios peluches de Pokémon, entre ellos un Pikachu que era abrazado por aquel pequeño ser que lo miraba con sus hermosos y grandes ojos azules abiertos, mientras se asomaba a la orilla del mueble.
Lo viera como lo viera... era precioso... era su hijo... era innegable, caminó lo más tranquilo que pudo hasta la cuna y lo tomó en brazos, mientras Pikachu miraba a su entrenador con lágrimas en los ojos.
Sylveon, Pancham y Braixen al ver las sombras moviéndose en la habitación del bebé, corrieron rápido hasta entrar y se fueron contra la pared del susto al encontrarse con Ash y Pikachu.
—¡Veon!
—¡Cham Cham!
—¡Brai!
—¡Pika pika pi!
Se saludaron entre todos.
Mientras Ash yacía aún con su pequeño en brazos con los ojos cerrados y las lágrimas corridas.
Al pasar el tiempo y el campeón no regresar, Bonnie fue por él. Encontrando aquella estampa.
—Ash... —Pero no tuvo medio que endurecerse para proteger a Serena. —Por favor... devuelve al niño a la cuna.
—¿Eh?... No... por favor Bonnie... déjame... solo unos minutos más...
—No...
—No es justo... ¿Por qué nunca me dijo nada?... ¿Por qué Serena me ocultó esto?...
—Pero parece que te consolaste bien... —respondió molesta, desviando la mirada hacia la puerta.
—No seas injusta...
—Devuelve a Ash a la cuna... —el mandato imperante, no tuvo el efecto que pensaba, al ver como reaccionó el campeón, sus ojos se sorprendieron al escucharla.
—¿Ash?... ¿Se llama Ash? —sonrió emocionado.
Suspiró al ver que había liberado una de las verdades. —Sí... Parece que todos los amores de Serena se llaman así... —le dijo levantando una ceja.
—Ash... —bajó la mirada a la carita del niño, que jugaba con el cuello de su camisa.
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Continuará...
Awwwww morí de amorsh con la escena de Ash y el bebé *Q* amo al papi sexy juajuajuajua.
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