XXI

Al mismo tiempo la joven de largos cabellos azules, yacía sentada en su propio encierro, doblabas las piernas hacia su pecho, con las lágrimas secas sobre el rostro, culpándose una y otra vez de lo que había ocurrido.

POKÉMON XY&Z

OTHER WAY TO BATTLE

XXI

—Ash... —Sin siquiera pestañear las lágrimas se le rodaron nuevamente. Lo había perdido a él y se había perdido a sí misma en un momento. Él que no era más que luz en su vida, su entrenador favorito había desaparecido entre la oscuridad con aquella sensación de impotencia, como si no tuviera suficiente con lidiar con sus sentimientos, ahora parecía arrebatado. Se suponía que ya todo estaba tranquilo... ¿Pero entonces?

Miró su mano izquierda, recordando el momento en que la tomó de la mano, luego del incidente con el postre, del que aún se sentía culpable, es que ¡en serio! ¿Cómo se le pudo ocurrir?... Con precisamente un Pokélito... estaba segura que Ash no lo había hecho con intención de hacerla sentir mal o lastimarla, tal vez había sido todo lo contrario y ella sin notarlo lo lastimó.

Se llevó a mano a los labios y la besó entre sollozos.

—¿Tanto te hace falta? —la voz que se filtró entre los barrotes, la llevó a levantar la mirada hacia ella.

Las puertas de la reclusión se abrieron, dejando pasar a la visitante de larga cabellera oscura, que le mostró el anillo de compromiso de Serena puesto sobre su dedo anular izquierdo. Lo que le hizo fruncir el seño a la coordinadora al instante.

—Ese anillo... ¡Eso es de Ash! —hizo por moverse, pero fue detenida por la mano que se levantó ante ella en señal de detención.

—Quieta ahí... —aprovechó el gesto para mostrar el anillo. —Resígnate... perdiste... ahora es mío.

—¿Lo dices por tener el anillo?... —sonrió, al pensar en lo ridículo de su posición. —Podrás haber robado el anillo... pero jamás tendrás lo que representa... su significado... y su pareja... —le dijo tratando de controlarse.

—¿Su pareja?... ¿Hablas de Ash? —levantó las cejas ante ella de forma divertida. —Él será mío en el momento que yo lo decida. Pero más importante que eso... es que no será tuyo, has pasado tres años moviendo el rabo en su dirección y no has conseguido nada... Que poca mujer...

—Estás mal... Ash... —bajó la mirada al no saber que responder, sabía que jugaba con sus sentimientos por lo que no debía seguirle la corriente pero... todo lo que decía... tenía su porcentaje de verdad... no quería sentirse fácil... y tal vez era lo que necesitaba escuchar para entender su posición en ese rompecabezas.

—Toma esto... lo necesitarás... —sacó de su bolsa la gorra roja del campeón y la tiró al suelo frente a la coordinadora.

—¿Por qué la tienes?... ¡¿Qué le hicieron a Ash?! —corrió rápido hacia ella, pero fue atrapada por dos guardias que entraron a la celda, tomándola de ambos brazos y arrodillándola frente a la otra mujer, levantaron su rostro ante ella para que escuchara con claridad lo que estaba por decir.

—Voy a decirlo solo una vez... así que escucha muy bien... —le tomó el cabello como una cola desde atrás de la cabeza, halándola hacia atrás al instante. —Olvídate de él... porque él ya no existe...

—¿Qué?... —se le derramaron las lágrimas de preocupación. —¡¿Qué pasó?! —empezó a moverse ofuscada y acelerada, para que la soltaran, pero por más que luchó no pudo levantarse. —¡¿Dónde está Ash?! ¡¿Qué le hicieron?!

Tronó los dedos y entonces la agacharon, topándole la cabeza contra el suelo.

—Lo mismo que le pasó a tu cabello... —explicó seria, mientras Dawn parpadeaba asustada al escucharla sin comprenderla, hasta que sintió como todos sus mechones estaban siendo cortados con violencia de la cola de donde la había agarrado en un principio. Terminó por soltarla entonces, los cabellos cayeron sobre sus hombros en varias secciones y tamaños. —Poco a poco te iremos quitando esa cara de niña bonita... a ver si le gustas a alguien después... —sonrió divertida con sus palabras y se dio la vuelta.

—Puedes hacerme lo que quieras... —le habló seria, lo que hizo detenerse a la que estaba por salir. —Pero jamás lograrás separarme de él... ¡Porque está aquí! ¡Y aquí! —le gritó llevándose la mano a frente y luego al pecho.

—¿Entonces debo abrirte agujeros en la cabeza y el pecho para sacártelo? —la miró amenazante. Y se dio finalmente la vuelta, dejándola arrodillada en el piso con el cabello hecho trizas y mirándola llena de rencor.

Cuando vio la puerta cerrarse se acurrucó contra el suelo, mientras las lágrimas se le salían a borbotones. —¿Ash?... —apretó la gorra contra su pecho, mientras la vista de sus mechones desperdigados por el suelo, se nublaba con sus lágrimas, al recordar un acontecimiento reciente.

Recién acordaron abordar el avión con ruta directa a la región de Kalos, cuyos boletos estaban para el día siguiente. Así que como sería su última noche en Kanto, habían decido caminar un poco por el campo, ya que no lo verían en mucho tiempo.

Yacían sentados en la grama, a varios metros de su hogar.

—Aún no puedo creer que mañana... otra vez... —apretó los puños sin notarlo, cosa que ella sí, por lo que entrecerró los ojos triste y miró en otra dirección.

—La verdad... es que yo no entiendo... si te hace sentir tan mal volver... ¿Importa tanto el título de campeón? —volteó a verlo, para solo encontrarlo mirándola con los ojos muy abiertos, sorprendidos por la pregunta. —¡Soy una tonta! ¡Por supuesto que importa!

—¡Pikachuu! —apoyó el amarillo.

—La verdad... —suspiró y levantó la mirada al cielo el entrenador. —Lo he pensado... Kalos... me ha traído las alegrías más grandes que he tenido en toda la vida, pero también... bueno, tu sabes, —sonrió, para no parecer triste frente a ella. —Pero estoy muy consciente que ambas cosas no tienen por qué ir de la mano, ser el campeón de la región ha cambiado mi vida y me gusta, siempre quise entrenar muchísimo para llegar a ser un maestro Pokémon y al adquirir toda esa experiencia lo lograré, un día cuando lo notes... pasará.

—Eso quiere decir que ya lo superaste... Eres capaz de ver hacia adelante, de nuevo, —le colocó la mano sobre la suya, con el fin de reforzar su ánimo.

—Pues... es algo que debo intentar... —sonrió de nuevo, —he llorado por ella tres años... aún sin respuestas y más patético que nunca, en verdad es deplorable.

—Es que lo que hubo entre ustedes fue único... —apretó la mano que le sostenía, por lo que él afirmó el agarre apretándola también.

—Sí... pero quiero dejar de pensar en eso ya... —la soltó y se levantó, para estirarse. —Ya lo decidí, ya no más... me puse a pensar... que se me va la vida pensando en lo que perdí... —volteó a verla entonces, ofreciéndole la mano para levantarse. —Y no he visto lo que está frente a mí... junto a mí.

—Ash... —se paró a su lado, mientras el eléctrico los observaba.

—Yo solo... solo quería darte las gracias por todo lo que has hecho por mí... la verdad, de unos días acá me puse a pensarlo, que tú... abandonaste tu vida de coordinadora y artista para estar conmigo... en un lugar alejado y sin gracia como este. ¿Por qué lo hiciste?...

La pregunta la tomó desprevenida, por lo que se sonrojó al pensar en la respuesta.

Un diente de león que pasaba empujado por el leve viento, se posó en los cabellos azules, por lo que el entrenador sonrió. —Ven, tienes un...

Se sintió nerviosa hasta la médula, ¿Qué clase de situación era esa?, cerró los ojos con fuerza.

—No de nuevo... —le haló el cabello. —Tu cabello se enredó en mi reloj.

—Es una mala costumbre que tiene —respondió con una risita.

—Tal vez deberías cortarlo... —mencionó serio, mientras con cuidado desenredaba y se distanciaba.

—Oye no... —se peinó los mechones que le tocó. —¿O... es que acaso te gusta más... el cabello corto?... —preguntó, sabiendo la punzada de pregunta que había arrojado, pero estaba molesta, no se metería con su apariencia también. No era ella...

—No es eso... es solo que no quiero hacerte daño —le colocó la mano en la cabeza de nuevo, cual fuera una niña pequeña, le sonrió con mucha gracia.

Las gotas que caían por sus mejillas, habían mojado los mechones que yacían en el suelo frente a ella, de pensar que... al reencontrarse con él, estaría tan cambiada. Pareció recordar entonces, el objeto que tenía entre las manos y lo miró por unos segundos, para luego llevársela a la cabeza, la gorra la cubriría bien, entonces se limpió las lágrimas.

Mientras en su respectiva celda, al verse despojado de su anillo y de su gorra, no pudo evitar pensar en aquella vez...

—Se te va a subir la sangre a la cabeza... —la pelimiel, caminaba por la estancia del apartamento, con un pequeño overol de piernas cortas, llevaba una mascada amarrada en la cabeza, mientras barría.

—Es que la vista es mejor así... —le respondió risueño, al ver como la sonrojó, con la evidencia descarada de como la veía, al estar tumbado de cabeza en el sofá y junto a él Pikachu y Sylveon.

—¡No les enseñes cosas raras a los Pokémon!

—Jaja ¡Pero si yo no estoy haciendo nada!

—Ese es un buen punto. —llegó a pararse frente a él, lo que lo hizo levantarse y sentarse debidamente. —Aquí está la escoba, yo empezaré a cocinar.

—No me dejas disfrutar la vida...

—¿Disfrutar?... ni que verme caminando fuera una gran alegría —le respondió, negando con la cabeza mientras lo miraba.

—Más de lo que crees...

—Ay Ash... —la sonrojó, como siempre que dijera que lo que fuera sobre ambos. La simple mención de un "nosotros" o "Tu y yo" aunque de manera tácita, la alegraba y llenaba de felicidad. La tomó por la cadera, obligándola a sentarse a horcajas sobre él en el sofá. —Ya vas a comenzar... —le tomó la visera de la gorra y se la bajó a cubrir los ojos. —Ahorita no hay tiempo para eso...

—Heyyy nooo... —se levantó por si mismo la gorra para poder verla y al hacerlo, sintió como ambas frentes se toparon, ella se había agachado sobre él. Levantándole de a poco la gorra a punto de sacársela.

—Te amo mucho...

—Serena... no más que yo... —se sujetaron de la mano donde yacía su anillo de compromiso.

Pikachu y Sylveon al ver el acercamiento de la pareja, se bajaron del sofá y huyeron de la escena como muchas veces más lo habían hecho.

—Nadie... puede... —empezó a mencionar entre besos, mientras la intención se intensificaba, acercando su cuerpo al de él, que la atrajo con la cadera. —sacarte... —lo miró sin aliento por hablar y besarlo a la vez.

—¿Sacarme qué?... —la miró sonrojado.

—¡La gorra! —se sonrojó también, volviéndole a bajar la visera.

—Ni la gorra ni nada más... —respondió serio, mientras se levantaba y de un tirón la trajo con él, para recostarla en el sofá, quedando sobre ella, cuidando de no aplastarla con su peso.

—Por... supuesto... que... nada más... esto es mío y solo mío...

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—¡Vamos! ¡Te estoy hablando! —la voz de la aquella mujer que ya estaba colmándole la paciencia, lo trajo de vuelta a la realidad, obligando a ver la reclusión desolada en la que estaba, al estar consciente de esos tres oscuros años sin ella... ¡A su maldita vida!

—¿Qué estoy haciendo aquí?... ¿Dónde está Dawn?... ¿Dónde está Pikachu?...

—Es tiempo... —la preocupación se resumió en la mirada castaña. ¿Qué quería decir con eso?...

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Una vez cumplido su deber... la chica de larga cabellera oscura, miró el anillo que había robado, en su mano, y entró a la habitación de la clínica donde Serena estaba.

Una vez se lo entregó y tras cursas un par de palabras con ella, salió.

Caminó por un largo pasillo y entró a otra puerta más, para cruzar otra más, en donde caminó en medio de las camillas que se encontraban en el lugar, hasta llegar a donde se encontraba Ash, amarrado de pies y manos con lazas de cuero, para evitar que se moviera.

—Lo hice... lo que me pediste...

—Gracias... —respondió con humildad, al saberse dueño de un futuro incierto, tras aquella conversación que sostuvo con Emilia, una vez fue sacado de su reclusión y llevado a ese lugar.

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—Me pregunto si hice lo correcto... aunque de todas maneras no se me permite ingresar donde lo tienen... pero... tenía que venir por mi hijo... ponerlos en un lugar seguro a él y a ti Bonnie...

—Aún no puedo creer lo que me dices... —aferró al niño contra su pecho la rubia. Un pequeño de unos dos años y meses, de tez idéntica a la de su padre, y hermosos ojos azul cielo como los de su madre, que miraba sin comprender la situación, por lo que sonrió, mostrando los dientitos.

—Debemos irnos —pidió que le pasara al niño y así lo hizo, minutos después, bajaron por los escalones que los llevaban hasta su actual residencia y montándose en el automóvil, salieron sin rumbo conocido.

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Continuará...

Jaja okk esto ya es enfermedad, la musa no me deja con esto, estoy muy emocionada con el giro de la historia xD. Estaba trabajando y me dije naaahhh a escribir xDDD así que aquí está y ahora a seguir trabajandoooo.

Gracias a todos!!!

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