XVII


POKÉMON XY&Z

OTHER WAY TO BATTLE

XVII

¿Por qué?...

Era la pregunta que cada vez con más frecuencia acudía a su mente, tratando de encontrar razones y soluciones para lo que estaba viviendo. No había terminado, no para él, porque si de eso se trataba ¿Por qué su corazón palpitaba tan rápido por ella? ¿Cómo se vive con esa sensación?... ¿Qué hará ahora?

Todas preguntas fugaces que no tenían ningún sentido, porque también comprendía las palabras de ella. Si una vez vivió sin ella, antes de tenerla, también debe haber vida después de ella...

¿Pero entonces por qué llorar?

¡Qué alguien le explique a su alma que nada es para siempre! Nada dura... nada queda...

A pesar de haberla amado como lo hizo... como lo hace... del encuentro que a su parecer parecía una reconciliación de un conflicto del que aún en esos momentos no tenía idea. No explicaba nada, pero no desistía en su afán por salir de ahí.

Todo desde que perdieron el departamento, ella lejos de él, cuando habían dicho que no importaba.

Ya no había más reina y campeón, ya no había más Serena y Ash... ya no había más amor...

La mirada castaña, ahogada en lágrimas, miraba fijamente el anillo por el que tantas penurias había pasado para ser puesto en el dedo de su dueña y que ahora es un simple metal sin valor alguno. Lo apretó dentro de su puño y con él sus párpados que derramaron otro par de lágrimas.

Se sentía derrotado y miserable en una competencia contra lo que hubiera podido ser.

Estaba recostado en la gran cama del hotel, lugar en que hace algunas horas, se había entregado como un iluso. Aquella chica que despertó en él todas esas sensaciones y sentimientos, con la que había compartido tanto, se había ido. No había logrado retenerla ni con eso. No se le ocurría nada más que pudiera acercarlos como siempre lo hacía la intimidad, pero no siempre esa sería la mejor opción y ahora lo comprendía, ella no rechazaría su lecho, porque lo amaba ¿no es verdad? Entonces... ¿En qué momento todo se había transformado en mentiras? Estaba seguro que había una razón, ¿cómo podría adivinarla?

Ya no podía más con eso...

¿Quién era él ahora? ¿Qué le había hecho ella? ¿En qué lo había convertido?

—Aún así... mi decisión está tomada... esto fue un error... —¿Cómo podía decir eso luego de haberle hecho el amor? ¿Acaso no podía mirarse a si misma? Estaba sentada desnuda en su cama.

—¿Por qué no quieres decirme la verdad?... ¿Qué es lo que está pasando?... —su mirada temblaba con premura y se abrió aun más en sorpresa al ver como se sacó el anillo de la mano izquierda y tras observarlo con la mirada destrozada unos segundos, extendió la mano hacia él, para entregárselo de vuelta.

—Toma...

—¡Serena!

—¡Tómalo Ash!

—¡No! ¿Es así como será? ¡Todo lo que tenemos se acabará sin saber el por qué! —al escuchar el tono de su voz subiendo, la pelimiel bajó la mirada, mientras las lágrimas le escurrían sin parar.

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El sonido del teléfono vibrando al lado de su cama, lo trajo de vuelta a la realidad, se había quedado dormido pensando en lo sucedido. Sentía la cara pegajosa por las lágrimas que se secaron en su faz e hizo el intento de limpiarse con la mano para poder despejarse y tomar el teléfono para ver quien llamaba. Al notar que era Dawn, contestó al instante, pero no pudo fingir ni un poco su estado de ánimo.

—¿Qué pasa?...

—¿Ash?... ¿Cómo estás?...

—Muy jodido...

La respuesta la preocupó, por lo que miró hacia el frente, a la persona que yacía sentada con ella en la mesa del pequeño café donde se encontraba.

La reina de Kalos vestía una bufanda de seda cubriendo su cabeza y cuello y ocultaba sus ojos tras un par de anteojos oscuros. No podía sonreír ni preguntar, yacía completamente seria y hasta molesta, puede que consigo misma, ya que al notar la manera en como la miró su amiga, tras hablar con su ex prometido, miró en otra dirección, pero no sin dejar de poner atención a la conversación.

—¿Necesitas algo? ¿Quieres que vaya a verte? —Sabía de sobra que las palabras de su amiga eran una cortesía hacia quien en un tiempo fue su mejor amigo y puede que aún lo fuera, pero si alguien debía estar al lado de Ash, no era nadie más que ella... los celos podrían envenenarla y provocarle la muerte si seguía escuchando. Pero nada podía hacer, era el camino que escogió y lo acataría.

—Muy bien... solo... termino un asunto que tengo pendiente y voy para allá. —cerró la llamada y dejando el teléfono en su bolsa, levantó la mirada hacia la reina.

—¿Qué te dijo?...

—Su voz... —suspiró en una mezcla de tristeza y molestia al escucharlo así. —Está muy mal Serena... ¿Por qué está pasando esto?... ¿No se amaban tanto? Siempre que me hablabas de tu novio... hasta sentía un poco de celos y vergüenza de sentirlos... por como te expresabas de lo feliz que eras... y cuando lo... conocí, bueno, cuando nos reencontramos y estaban juntos, me di cuenta de lo mucho, muchísimo que Ash te ama también... ¿Entonces por qué? ¿Qué significa esto?

Tras escucharla hablar, la cabellos de miel se llevó una mano a los labios y los sollozos volvieron, ante la angustia de la venida de Hoenn. —Perdona... ¿Pero qué sucede?... ¿Ash está en algún tipo de peligro? ¿Es eso?...

—Dawn... no tengo a nadie... que pueda entender lo que está pasando... pensé... mucho a quien podría acudir para decirlo... porque esta angustia me está matando... ayer... hasta me había ido del hotel... pero nos encontramos en la calle... simplemente no pude reusarme y acabamos en...

—Es natural... —trató de animarla, y le colocó una mano sobre la suya, en la mesa. —Se aman mucho... con solo verlos juntos puedo comprenderlo de inmediato... —sus palabras estrujaban su propio corazón, pero mostraría el coraje que había ganado y aprendido en vida.

—Necesito... que estés junto a él... nunca lo había visto tan triste... —se quitó las gafas y se limpió las lágrimas con la servilleta, —estoy segura que comprenderás cuando te diga lo que sucederá... ninguna de mis amigas aquí podría controlar a Ash... de la manera en que tú lo harías... él es muy impulsivo y muy...

—Muy tonto y muy testarudo... —le sonrió, comprendiendo el punto su amiga.

—Así es... sólo alguien que lo conoce tan bien... podría ser la encargada de cuidarlo... sé que lo pondrás en su lugar de ser necesario.

—Pero Serena... ¿Cómo quieres que haga eso?... Casi ni lo veo... porque mis asuntos en Kalos son...

—Lo sé... ¿Pero no lo notaste?... Le llamaste y ahora te espera... él es muy gentil, pero no cuando se siente dolido... comúnmente busca estar solo para tragar lo amargo por si mismo.

—Eso es verdad...

—Lo segundo es... sé que te han invitado a participar en la clase maestra... así como a todas las coordinadoras que se reunieron en la región.

—Ahh... sí... pero eso es opcional... no tenía planeado...

—Por favor... —la tomó por ambas manos. —¡Debes participar!

—¿Qué?... Pero... ¿Acaso ese escenario no escogerá a la reina de Kalos?... ¿Qué pasará si yo?... —bajó la mirada ante ella.

—Si ganas será una derrota estupenda... —le sonrió comprendiendo su preocupación.

—Yo no soy artista... pero tengo mucha confianza en mis Pokémon.

—Lo sé... lo he comprobado muchas veces. —ladeó la cabeza, indicándole que no debe darse por vencida antes de intentarlo.

—¿Pero por qué...? ¿Cuál es la razón para que yo participe?...

—No podemos dejar que gane... —sentenció seria, decidida y molesta la reina, lo que abrió confundidos los ojos de la coordinadora. Las palabras de Serena parecían endurecerse con el tiempo, demostrado por su gesto molesto, mientras el sonido poco a poco desaparecía en medio de la muchedumbre del café, ante la mirada espantada de Dawn.

—Esta es mi tarjeta del hotel... nunca se la devolví... puedes tenerla por cualquier emergencia.

Las palabras de Serena, resonaban en la cabeza de la peliazul, ante la puerta del cuarto de hotel, donde se hospedaba el campeón de Kalos. Tras escuchar todo lo que estaba ocurriendo a espaldas de Ash, pensó en gritárselo a la cara para que entendiera y no se desanimara pero... —cerró los párpados con fuerza, al sentirse atada de manos al no poder hacerlo como quisiera.

Tocó el metal con los nudillos pero no hubo respuesta.

Volvió a llamar a la puerta pero nada...

No pensó en tener que ocuparla tan pronto, pero buscó la tarjeta llave en su bolsa y la deslizó por la cerradura magnética.

Las luces estaban encendidas y nada parecía fuera de lugar. A la entrada de la habitación VIP había una pequeña sala, por la que pasó y tras un pasillo donde estaba la puerta del baño y el vestidor, logró llegar a la recámara, donde de inmediato lo visualizó, reconociéndolo, aunque jamás lo hubiera visto en una actitud como aquella.

No había escuchado el llamado que hizo a la puerta porque estaba dormido, es posible que tras colgar con ella volviera a dormitar sin pretenderlo.

No llevaba más que los boxers y las lágrimas secas sobre las mejillas, tumbado sobre la cama... le recreaban el escenario justo que Serena le relató. Había estado con ella en esa cama... hace prácticamente nada de tiempo... la sensación que sintió al pensarlo, le hizo doler el pecho, ¿En qué se había metido?...

Ahora... ¿Ya no había marcha atrás no?...

Se sentó a su lado en la cama, con intenciones de despertarlo y colocó su manos sobre el hombro desnudo del campeón. Sintió su mano temblar, por lo que la retiró, pero el movimiento brusco, alertó un poco el final del sueño profundo, ya que sus cejas empezaron a moverse, mientras volvía a la realidad, separando los párpados despacio, para enfocar a la persona junto a él.

Los largos cabellos oscuros, lo preocuparon, por lo que se sentó rápidamente, para terminar sorprendiéndose al reconocer el rostro de su amiga.

—¿Dawn?... perdón... me quedé dormido...

—Sí... no te preocupes.

—...¿Cómo entraste? —analizó al darse cuenta de la forma extraña en que estaba ahí junto a él.

—Me encontré con Serena... ella me dio la llave...

—¿Viste a Serena?... —preguntó con la esperanza de que el mensaje que le trajera fuera alentador.

—Sí... me comentó lo sucedido... fue por eso que te llamé... estaba preocupada.

—No me dice nada, pero no contesta mis llamadas... no quiere verme, no me habla y... no sé por qué... creo que iré por algunas fresas para darme un shock anafiláctico y ya.

—¡Ash! —al verla molesta por su comentario, sonrió por lo bajo, sabía que no era gracioso pero a él se lo pareció.

—¿Dónde está Pikachu?... —miró a los alrededores en su búsqueda.

—Fue a traer el desayuno... —contestó sin más y buscó su camisa sobre la cama, con el tacto de la mano.

—¿Pikachu solo?... —se extrañó, para luego verlo intrigada al notar que buscaba algo. —¿Qué pasa?

—Mi ropa... —dijo serio para luego sonrojarse al darse cuenta de como estaba y tomando una almohada la llevó al frente de su ropa interior.

Ella al ver su actitud se sonrojó, al menos ya estaba despierto del todo y eso era bueno, pero, tenía razón, estar de esa forma no era decoroso ni lo ideal para la situación.

—Te dejaré cambiarte... —caminó hasta la sala principal.

—Sí... oye... ¿Y después podríamos comer algo?... —preguntó a sus espaldas, por lo que se detuvo, estaba preocupada pensando que tendría que sacarlo a rastras para alimentarlo, pero Ash por más mal que estuviera no dejaría de comer... ¿verdad?... era una pequeña alegría en medio de toda la preocupación, por lo que sonrió.

—¡Apresúrate! —levantó la mano en señal de aprobación, al voltear a verlo, encontrándolo abrochándose los pantalones, por lo que enseguida se volteó de nuevo y tomó rumbo rápido a la sala.

Una vez se hubo sentado, el sonido del llamado a la puerta la sorprendió y con ella al campeón, que enseguida pensó podría tratarse de Serena, por lo que caminó rápido a abrir.

La sonrisa que se le había dibujado, desapareció poco a poco, mientras extendía los brazos, para recibir a Pikachu, de la persona que estaba del otro lado del lumbral.

Era la segunda vez que la veía frente a su casa, primero en el viejo apartamento y ahora en el hotel... ¿Por qué la persecución?... el recuerdo de lo que sucedió entre los dos la última vez acudió a su memoria pero enseguida lo desechó, sacudiendo la cabeza molesto.

—¿Qué haces aquí?...

—No puedes dejar a tu Pokémon tanto tiempo solo en los restaurantes... podría pasarle algo, ¿puedo pasar?

—...Pika —se disculpó el amarillo, pero su entrenador, apenas y le prestó atención, se lo pasó sobre el hombro sin quitarle los ojos de encima a la aparecida.

—¿Qué pasa Ash? —caminó a su lado Dawn, para abrir grandes los ojos, ante la persona. —¿Emilia?...

—¿Emilia?...—repitió el campeón.

—¿Qué hace esta perra aquí?... ¡¿Por qué estás con esa mujer?! —se descontroló, al darse cuenta que no se encontraba solo y trató de entrar a la fuerza, pero Ash la sostuvo por ambos brazos.

—¡Basta! ¡La pregunta es qué haces tú aquí! ¡Yo ni siquiera te conozco! ¡No tengo nada que ver contigo!

—¿Nada que ver?... ¿Y el otro día que nos quedamos en lo oscurito, mi amor?...

—¿Qué?... —se sorprendió la coordinadora.

—¡No confundas las cosas! ¡¿Acaso estás loca?! —la soltó. Al verse libre, se reacomodó la ropa y mirando con rabia a Dawn, se dio la vuelta. Entonces Ash cerró la puerta.

—Eso fue... ¡Eso fue! —se llevó las manos al rostro el campeón. —Seguramente Serena se dio cuenta de eso...

—¿De eso?... ¿Entonces es verdad? ¡¿Tuviste algo que ver con ella?! —se alteró la entrenadora.

—¡Por supuesto que no! ¡Dawn! Pero esa chica está loca... pudo haberle inventado una historia a Serena...

—No lo creo... —se abrazó a si misma nerviosa. Era verdad lo que Serena había comentado, una mujer que ambas conocían... muy bien... iba a tratar de meterse con Ash...

—¿Down?...

—No... no me pasa nada... —sonrió.

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Continuará...

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