IV



No estaba segura de cómo reaccionar a eso... La clase Maestra iba a detenerse por ella... los ojos azules temblaron incrédulos ante la noticia.

—¡De ninguna manera! —respondió con la decisión que la caracterizaba, a lo que su acompañante peliazul suspiró con resignación.

—Supongo que es una decisión que no puede tomarse a la ligera... ¿Por qué no lo platicas con Ash? Tal vez él sí pueda convencerte...

—¿Para que intente convencerme?... No... —aunque su propio comentario la entristecía, no podía traicionarse a sí misma. —Todas ellas... todas las aspirantes han luchado tanto desde la división de principiantes... anhelando lo que todas en un momento... la corona de la reina de Kalos. ¿Quién soy yo para truncarles sus sueños?...

—Pues... precisamente la adoración de todas ellas... —sonrió por lo bajó, para luego dirigir la mirada hacia la ventana. —¿Qué es eso?... —caminó, pasando de largo la cama de la reina, para apoyar ambas manos en el vidrio, mientras sus ojos naranjas temblaban emocionados.

POKÉMON XY&Z

OTHER WAY TO BATTLE

IV

—No vas a creerte esto... —volteó hacia la chica de cabellos de miel, que la miraba aún más intrigada por aquellas palabras, que por la misma expresión.

—¿Qué sucede?...

—¿No lo escuchas? —le sonrió animándola a concentrarse, cerró los ojos para ella, por lo que Serena hizo lo mismo, fue sólo entonces cuando todos los sonidos desaparecieron, dejando solamente aquel llamado que escuchó infinidad de veces arriba del escenario.

¡SE! ¡RE! ¡NA!

¡SE! ¡!RE! ¡NA!

Una lágrima se escapó se su ojo derecho, al reconocer a su amado público, estaban afuera del edificio, brindándole ánimos. —¡Miette! —la llamó con la necesidad impregnada en las pupilas, por levantarse y asomarse a la ventana.

—A sus órdenes su Majestad —le sonrió ladeando la cabeza y llegando rápido hasta ella, le pasó el par de muletas, con las que logró alzarse. Aunque la bota de yeso llegaba a cubrir un poco más arriba de la rodilla, no le impedía moverse del todo, por lo que aún inacostumbrada a moverse de esa forma y sostenida por su amiga, finalmente pudo asomarse y al hacerlo el furor explotó entre los visitantes a las afueras del edificio.

Con el transcurso del tiempo, la gente la reconocía por sus coloridas ropas rosas, blancas y negras sobre el escenario, por lo que siempre que se presentaba, las varitas de dichos colores encendidos y pompones se hacían presentes en la barra, notándolas al instante en ese momento también, muchísimos pompones rosados, negros y blancos parecían pequeñas nubes que flotaban de arriba hacia abajo a sus pies al compás del llamado de su nombre.

Al verlos se llevó la mano libre a cubrir los labios, para luego estirar el brazo y saludarlos con firmeza.

—¡Hola! ¡Hola!

—¡Sí! ¡Ahí está Serena! —llamó a su hermano, una de las chicas en el público, a la que de inmediato reconoció. Los dos rubios movían las manos muy animados saludándola.

—¿Lo ves?... ¿Y con esta muestra de afecto, aún crees que todas esas personas se resignarán a no ver a su Reina de Kalos? —Las palabras de Miette a su lado, parecían hacerla entrar en razón, comprobándolo al verla suspirar y asentirle.

—Supongo... que se puede disfrutar ser consentida de vez en cuando. —Ladeó la cabeza y cerró los ojos en arcos.

—Así me gusta —la voz masculina tras de ambas la llevó a voltear hacia la puerta.

—¡Ash! —lo recibieron al unísono.

—Todo listo —les mostró la papelería del alta. —¿Ya los viste? ¡Están todos muy emocionados! —se acercó rápido a su novia y tomándola por cintura, la ayudó a mantenerse de pie junto a la ventana.

—¿Tú... tienes algo que ver con todo esto?... —lo mira por el rabillo del ojo, sorprendiéndolo.

—Aunque hubiera sido muy romántico, la verdad es que él no tenía idea de esto —se mete las manos en los bolsillos la candidata a Reina.

—Sí... no sabía nada —se encogió de hombros, —pero cuando los vi me emocioné muchísimo, ¡estoy seguro que tú te emocionaste cien veces más!

—Tanto que hasta lloró —le sonrió divertida la peliazul.

—¡Miette! —la miró molesta por el comentario, al apenarla de esa manera frente a él.

—Llorar de felicidad, también es lindo —le dijo quedo al oído, por lo que la reina se sonrojó, mientras su amiga no alcanzó a escuchar lo que el Campeón dijo en secreto para los dos.

—Buff... no quiero hacer de mal tercio... así que mejor empecemos a movernos. —tomó una de las maletas en mano.

—¿Qué haces? —parpadearon ambos al ver su actitud proactiva.

—¿Cómo qué, qué hago? Lógico, tomo las maletas para que nos vayamos a casa. —Por su comentario la pareja se miró entre ella, Ash tragó saliva y Serena le sonrió apenada.

—No tienes que hacerlo... es verdad que estoy un poco... —se miró la pierna y no pudo seguir hablando.

—¿Lo ves? Ni siquiera encuentras una excusa que valga la pena... perdón por irrumpir en el nido de amor de los tórtolos pero... estarás de acuerdo conmigo en que necesitarás ayuda con ella, ¿No Ash?

—Me las arreglaré —le sonrió, para soltar a Serena un momento y llegando hasta Miette, tomar la maleta que llevaba. —Gracias... pero no tienes que preocuparte.

La artista levantó las manos resignada. —Luego no me digas que no te sentiste apoyado.

—Jaja, sé que siempre podemos contar contigo.

El camino de vuelta resultó más ajetreado de lo que pensaron, pasando entre los fans con sus muestras de cariño por la Reina y el Campeón, entre entrega de tarjetas de "Mejórate pronto", globos, fruta y tomas de fotografías en el camino, como si de una alfombra de celebridades se tratara.

—Pooor fin.... —pasó la Tarjeta Key por la cerradura magnética y la puerta del apartamento se abrió.

—...Estoy en casa —Pronunció un tanto tímida, al sentirse finalmente libre, en su propio espacio, con aquella luz tenue y sus sofás de colores claros.

Sin embargo, su amado la escuchó y colocándole una mano en el hombro le sonrió. —Bienvenida, para entonces mirarla juguetón.

—¿Qué? —se sonrojó por sus intenciones desconocidas y luego cerró los ojos con fuerza al sentirse abandonar el suelo, para instintivamente buscar rodear el cuello del entrenador con las manos.

—¿Te estoy lastimando?... —preguntó al verla asustada entre sus brazos.

—No... —abrió los ojos en medio del sonrojo que aquella posición le daba.

—Es peligroso aquí... —Hizo alusión a la entrada del departamento, que contaba con tres gradas antes de bajar a la estancia principal.

—...Sí... tienes razón... —lo miró divertida al recordar como él mismo se había caído cientos de veces por esas pequeñas gradas.

—¿Vamos señorita? —elevó el rostro dándose aires de importancia.

—Cuando usted guste —respondió de la misma manera, por lo que él dio el primer paso, pero se detuvo. —¿Sucede algo? —lo miró preocupada.

—No veo nada... —respondió franco, al tenerla a ella en brazos, la grada al frente se perdía completamente de vista.

—¡Piika! —llamó la atención de la pareja el eléctrico.

—¿Vas a guiarme amigo? —lo miró emocionado por la solución.

—¡Pika!

—Bien... cuando gustes.

—¡Pi! —se dejó ir con el primer paso y cayó con el pie sobre la primera grada.

—¡Pi! —La segunda grada.

—Casi lo logramos. —Lo miró divertida su novia.

—¡Pi! —la tercera y suspiraron por no haberse caído y lastimado.

—Espera aquí, voy... a arreglar unas cosas... en la habitación... —inspiró con fuerza, al recordar el desastre que había armado antes de marcharse.

—¿Sucede algo? —preguntó desde el sofá donde la colocó. —En realidad no hay mucho que arreglar, yo... —se sonrojó al recordar el acontecimiento que ambos esperaban. —Deje todo listo... para esa noche... —terminó por bajar la mirada, no sabía si era buena idea recordar eso y menos ahora que no podría cumplir con su parte, que en realidad... no sabía si podría... o cuando podría... —apretó los puños sin notarlo.

—En realidad... hice un poco de desorden cuando buscaba la ropa... —explicó sin más y corrió a la habitación. —¿Sabes?... dijo desde un poco más lejos. —Tal vez... por tu condición... —desvió la mirada, lo que la preocupó. —Podrías... volver a utilizar el dormitorio que tenías antes... —se rascó la cabeza nervioso por lo que acababa de mencionar.

—¿Eh?...

¿Cómo podría decirle que todo en la habitación estaba hecho un caos?...

—¿Quieres que me mude de vuelta a mi cuarto?... —parpadeó incrédula de lo que le dijo. Habían pasado por mucho para tomar la decisión de compartir habitación, dormirían en la misma cama a partir de esa noche... la noche del accidente donde ella no volvió a casa...

—Creo... que sería lo mejor... —bajó la mirada ante ella, no estaba seguro de que si lo que hacía estaba bien pero... no quería asustarla por lo que vería dentro de su recámara por cómo estaba ahora.

—Bien... —trató de asimilar sus palabras y frunció el seño. —Es normal que no quieras dormir junto a... —se miró la pierna.

—¿Serena?...

—¿Podrías traerme las muletas?... las dejaste al lado de la puerta cuando entramos... —pidió empezando a sentirse inútil.

—No te preocupes por eso... ya te dije que yo puedo llevarte a donde gustes.

—No... yo puedo moverme por mi cuenta, aún puedo. —respondió sin mirarlo al rostro. Hasta que él le acercó lo que le pidió.

—¿A dónde vas? —la miró levantarse.

—A sacar mis cosas de tu habitación, —empezó a caminar con la ayuda de las maderas.

—¡No! —se paró frente a ella con los brazos extendidos.

—¿Qué haces?...

—Cuando... cuando dije que durmieras en la otra habitación... —temblaron sus castaños al darse cuenta de lo inestable que toda aquella situación lo volcaba. —Era por tu bien... no porque quisiera que te fueras de la habitación... si necesitas algo, yo lo traeré.

—Entonces... estás diciendo que mis cosas si se pueden quedar... —lo miró extrañada.

El entrenador se llevó una mano a la frente, no podría explicarse jamás de seguir con esa conversación.

—¿Qué es lo que sucede?... —lo miró preocupada. ¿Acaso estaba escondiéndole algo?... —Ash voy a pasar...

Era demasiado tarde, no había podido defender su punto así que terminaría cediendo, se quitó de enfrente y dejó que abriera la puerta, no quería ver su rostro sorprendido en desdicha, por lo que bajó la mirada, escondida bajo la visera de su gorra.

—¿Nos robaron?... —volteó a verlo preocupada. —¿Estás bien? —buscó su mirada, soltando una de sus muletas para colocarle la mano en el rostro, haciendo que sus miradas se encontraran, la castaña completamente avergonzada ante la azulina.

—No... la verdad... —tomó su mano y la bajó de su rostro, —no sé cómo pasó, pero... todo esto lo hice yo... —cerró con fuerza los párpados. —No quiero que pienses que soy una persona violenta pero...

—¿En qué momento pasó?... —pregunta tratando de comprender.

—Serena... es que fue todo como... un estallido tras otro dentro de mi cabeza, cuando fui a buscarte a la presentación y me enteré de tu accidente y luego fui al hospital y lo de tu operación, me sentía tan desesperado y no podía quedarme ahí sin hacer nada, pero no había nada que yo pudiera hacer... la sensación de que podía perderte y no importaba lo que yo dijera, sintiera o hiciera me volvía loco... que cuando llegué a casa... y vi tu flor... sentí que me perdí a mi mismo y la única forma de recuperarme era sacando todo eso que tenía por dentro, ahora por lo menos eso es lo que entiendo...

Mientras su entrenador favorito hablaba, había posado su mirada por el espejo roto, las flores destrozadas y... ¿Las zapatillas brillantes?...

—Ash... ¿Qué son esas?...

—¿mm?... no... no son nada... —la miró de reojo, ahora menos que nunca quería que las viera, aunque las había comprado para verla sonreír, seguramente ahora...

—Por favor, —le urgió, por lo que las tomó en manos y se las acercó.

—Se supone que serían una bonita sorpresa... pero ahora todo se echó a perder... —se encogió de hombros molesto consigo mismo.

—Nada se ha echado a perder... —Le sonrió a las zapatillas para luego levantar el rostro hacia él. —Gracias... —una lágrima se le escapó, la que no pudo contener ni limpiar con ambas manos ocupadas.

—¿Lo ves?... hasta te hice llorar...

—¿No sé... si recuerdo bien... que alguien esta mañana me dijo que estaba bien llorar de alegría?... —le sonrió como de costumbre feliz.

Ash entrecerró los ojos ante la respuesta de su amada. ¿Estaba feliz?...

—Eres demasiado complicado para guardar secretos... —le sonrió aliviada. —Por favor si tienes algo que decirme, siempre dímelo, sabes que estoy para escucharte, cuando sea y dónde sea...

—Serena... —suspiró. —No se supone que una persona que llega a su casa a descansar, encuentre su habitación así...

—En eso te equivocas...

—¿Eh? —la miró sorprendido.

—Porque yo no regreso sólo a mi casa... regreso a mi hogar y mi hogar eres tú... —lo miró satisfecha.

—Por supuesto que sí... —la abrazó entonces, obligándola a soltar la otra muleta y quedar apoyada en el piso sólo con un pie, levantando el otro un poco sin proponérselo.

—Entonces esta noche dormiremos en mi antigua habitación. —Le dijo rodeándolo con sus brazos, respirando contra su hombro.

—Claro, donde quieras... —cerró los ojos finalmente aliviado de aquella tensión que lo comía vivo por dentro.

Mientras a sus pies, cayeron las zapatillas que ella sostenía en manos, sin haber tenido la oportunidad de ver el anillo reluciente que se escondía en lo profundo de una.

Esta historia continuará...

xD Así que se habían mudado a una misma pieza...

ARIGATO MIINA-SAN!

JA NEE!

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