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-Uhm...-Iris abrió los ojos lentamente. Se encontraba sorprendentemente confortable y cálida.-¿Dónde estoy?- preguntó en un susurro. De repente, la cara de Axew apareció ante ella.
-¡Axew, ew!
-¡Axew! ¿Qué ha pasado?
Iris se sentó en la cama en la que se encontraba y cogió a Axew entre sus brazos. Dio un rodeo con la vista al lugar. Estaba, sin duda, en una habitación de hospital. Tenía tres mantas puestas y la calefacción estaba encendida. Sus orejeras se encontraban en la mesilla de noche, junto con un vaso de agua. También encontró la chaqueta de Millo colocada en una silla. Entonces se acordó. Millo le había prestado su chaqueta en aquella cueva mientras la protegía del frío después del ataque del Team Rocket.
La verdad es que se sentía tan bien allí, que no quería levantarse. Pero recordó a sus amigos. Estarían a lo mejor esperando a fuera. O quizás les había pasado algo en la tormenta.
Estaba empezando a preocuparse cuando una enfermera irrumpió en la habitación sin avisar.
-Oh, ya estás despierta- observó ésta.- Que bien, Iris. Yo me llamo Clara, ¿vale? Lo que quieras o necesites, me lo dices.
-Está bien, Clara. ¿Sabes dónde están mis amigos?
-Ahora están comiendo algo en el restaurante del hospital. Estaban hambrientos, y seguro que tu también lo estarás.- La enfermera se acercó a ella y le palpó la frente y la muñeca izquierda- Te encuentras mucho mejor, ¿verdad?
-Perfectamente.- Respondió la chica animada.- Aunque me duele un poco la garganta.
-Pues en ese caso ya mismo te daremos el alta, lo peor ya ha pasado. Te voy a traer algo de comer junto con una pastilla para ese dolor.
-De acuerdo, gracias.- La enfermera desapareció fugaz por la puerta.- Que bien, ¿eh, Axew? Todo está bien ya.
-¡Axew!
Iris, sintiendo que ya tenía mucha calor, se quitó su jersey. Que ganas de comer de una vez.
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-¡Esto está buenísimo!
-Come con moderación, Ash. Recuerda que nos han invitado por encontrarnos en medio de la tormenta.
-¡Pikachu, ¿qué tal sabe eso?!
-¡Pika, pikachu!
-No me escucha- susurró Millo.
-¿Puedo probarlo yo también?
-¿Pika...chu?
-¡Alto, Ash! ¿Es que quieres ponerte malo? ¡Esa comida es solo para Pokémon!- le advirtió su compañero.
-¡Es que no puedo controlarlo! ¡Todo en este hospital tiene tan buena pinta...!
Por su parte, Millo terminó de comer.
-Ash, voy a ver qué tal se encuentra Iris. Haz el favor y no te comas la comida de Pikachu, ¿quieres?
-No te preocupes, ve, ve- respondió Ash con la boca llena. Millo se fue.
-Este Ash...¿cómo puede comer tanto?
De camino a la habitación de Iris, en Urgencias, sin saber porqué, se puso nervioso y empezó a ruborizarse. Desde aquella vez en la cueva, algo le estaba ocurriendo.
Llegó a su destino, y se plantó en la puerta. Ahora que estaba a un paso de ver a Iris, se puso aún más nervioso y algo le impedía entrar.
-¿Qué hago? Esto no es propio de mí...- se desesperó llevándose las manos a la cara.
Ya había entrado antes con Ash y no le había ocurrido esto. Además, aquella vez la enfermera estaba con ellos. Pero esta vez iba solo y era distinto.
-Eres el compañero que venía con Iris, ¿verdad?
Millo se giró y vio a la enfermera de su amiga con una bandeja de comida, una mujer joven de pelo rosado y piel muy blanca. Por esas características recordaba a la enfernera Joy del Centro Pokémon, aunque la aquí presente no está esencialmente delgada.
-Así es, soy yo.
-Vienes a verla, ¿no? Espera un segundo, ahora te digo cuando puedes pasar.- Ahora ya no había vuelta atrás, Millo tendría que entrar en la habitación.
-Así que ya está despierta. Qué alegría.- dijo con una sonrisa.
-Sí, se despertó hace poco. Espera aquí, por favor.
-Claro.
Después de unos dos minutos, la enfermera le dio paso para entrar y hecho esto, se fue. Ahora Millo entraría solo y estarían solos Iris y él. Solos. Los dos.
Sudores fríos le recorrieron el cuerpo, y en sus pensamientos confirmó sus sospechas acerca de su actitud. Se había enamorado de su compañera de viaje irremediablemente. Qué problema.
Respiró hondo antes de entrar y mostró una actitud normal, aunque por dentro de su cuerpo los nervios jugaban al pilla-pilla.
-Hola Iris, veo que te has recuperado.- Le saludó a medida que se acercaba a su cama. En el camino pudo ver su chaqueta naranja en una de las sillas.
-Millo, ¿qué pasa?- saludó Iris con un trozo de pan en la boca.
-Santo cielo, tú también. Creo que con tanto comer, Ash y tú acabaréis explotando.-
Iris se tragó la comida.
-¿Cómo resistirse? Tú eres el raro que no aprecia esta deliciosa comida.- La joven bebió zumo y se tragó la sopa sin cuchara, directamente del plato.
Millo suspiró, pero su cara reflejaba una sonrisa. A su mente vino la imagen de Iris después de que el Pignite de Ash derritiera su hielo. Una Iris de un color azul pálido e inerte. Escalofríos le recorrieron la nuca.
-Me alegro muchísimo de que estés bien y seas la misma de siempre.- "¿Esto lo he dicho en voz alta?" Millo, un poco avergonzado, miró hacia otro lado.-Eeh...
-Gracias Millo. Ha sido por ti, por cuidarme en la cueva. Muchas gracias, eres un gran amigo.
"Amigo...¿Porqué me duele esa palabra? Ah, claro, por eso. Millo, relájate. No puedes enamorarte de Iris, ¿lo ves? ¡Ella solo te ve como su amigo! Calma Millo, no pienses."
-¿Millo? ¿Te encuentras bien?
-¡Sí, sí! Muy bien, es solo que me acabo de acordar de mi chaqueta...
-Está en esa silla, detrás de ti. Gracias por dejármela.
-Oh, ya...La han doblado bien, ¿no crees?- "¿Qué estás diciendo...?"
La serenidad normal de Millo cada vez se perturbaba más.
¡Y más!
Al girarse, descubrió a Iris de puntillas junto a él mirándole a los ojos, con su rostro peligrosamebte cerca. Colores rosadoa en su blanca piel se dejaron ver en sus mejillas.
- I-Iris...¿qué haces?
Iris le miraba con el ceño fruncido y con una mueca en sus labios. Ante el desconcierto de Millo, alzó un brazo y le tocó la frente.
-Voy a llamar a Clara para ver si estás bien al cien por cien. Uhm...Aunque no parece que tengas fiebre. Aún así, la llamaré.
Millo, paralizado, se culpó así mismo por tener una mente sucia e imaginar cosas que no eran. Cogió el brazo de Iris y lo bajó.
-De verdad que estoy bien, Iris.- le dijo en un tono del típico «¡déjame en paz y no seas más pesado!», pero amable.- Anda, vuelve a la cama.
-Ya no hace falta, estoy estupendamente. ¡Lista para animar a Ash en su próximo combate!-exclamó doblando una rodilla por delante de la otra y con un brazo levantado.
Millo comprendió que tenía que ser el de siempre, no podía dejarse llevar por ese sentimiento que Iris había despertado en él. Pero...tenía que saber...
-Iris.
-¿Um? ¿Qué pasa?
-En la cueva...¿No sentiste nada...extraño? ¿Nada raro?
-¿Nada extraño...? Bueno... estaba al borde de la hipotermia...A parte de eso creo que nada.
-¿Estás segura? ¿Ni cuando nos miramos?
-¿Qué? Nos estamos mirando ahora mismo.- respondía Iris sin comprender.
Millo supo entonces que esto no llevaría a ninguna parte, así que sonrió y dijo:
-¿Sabes qué? Da igual, olvídalo. Creo que estoy confundiendo cosas.
-Que rarito estás, Millo.- Iris se dirigió hacia la puerta y la abrió.- ¡Clara! ¡Necesito que vengas! ¡Mi amigo también necesita atención médica!
Millo fue en seguida hacia ella y le tapó la boca.
-Pero, ¿qué haces?- le dijo entre dientes.
-Ya te lo he dicho, necesitas que te miren para que te curen lo que sea que te esté pasando - respondió Iris aún bajo el abrazo del sibarita.
"Él único que me puede atender ahora es el Doctor Amor, y dudo que exista...Ay, ¿pero qué estoy diciendo?"
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