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-¿Alguien me puede ayudar? ¡Necesito una ambulancia!
Un señor mayor se acercó a Ash.
-¿Qué pasa, hijo?
-Mi amiga está sufriendo mucho señor, se está congelando. Necesito ayuda.
-¿Dónde está tu amiga?-preguntó el hombre, alarmado.
-En la montaña, dentro de una cueva.
-¡Oh, Dios Santo, esto es muy grave! Deja que llame a una ambulancia de inmediato.
-¡Gracias, señor!- Ash dirigió su mirada hacia la montaña.- Iris, te pondrás bien.
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-Pignite, una vez más.- Ordenó casi en un susurro Millo por sexta vez, enterrado en el cuello de Iris. A pesar de ello, Pignite lo escuchó y calentó de nuevo la cueva.
El corazón de Iris volvió a latir de forma habitual. Sin que Millo lo supiera, la chica abrió los ojos. ¡Qué sorpresa se llevó! No pudo evitar ruborizarse al tener el cuerpo de Millo tan pegado al de ella.
-Mi-¡Millo!
Su compañero levantó la cabeza de golpe por la sorpresa. Error. Se topó directamente con el rostro de Iris. Hubo un momento un tanto extraño en el que no podían dejar de mirarse a los ojos, ambos boquiabiertos y con el corazón a mil. Estaban tan cerca que podían sentir el aliento del uno y del otro. La respiración de Iris se aceleró, pero no por ningún motivo de salud.
Millo reaccionó por fin, y de un solo movimiento se apartó completamente de su amiga. Se puso de pie.
-¡Iris! ¡Estás bien! O-Oye, yo solo estaba intentando que entrases en calor, nada más...-Millo, nervioso y sonriendo torpemente, no pudo continuar.
Iris no sabía muy bien qué decir, pero finalmente soltó una carcajada.
-Está bien, no pasa nada. ¿Has estado cuidándome todo el tiempo?
-Sí. Bueno, yo y Pignite. Su ascuas ha sido fundamental para tu recuperación.
-¡Pignite!- bufó el pokémon ardiente.
-Me alegro mucho de que estés bien, Iris.- le declaró Millo mirándola a los ojos con rostro amigable. Iris sonrió.
-Muchas gracias a los dos. Ya me encuentro bien. Tengo frío, pero al menos puedo mover los brazos y el cuerpo. ¿Cómo tengo el pelo? Con el hielo se me riza...-Al levantar los brazos para tocarse el pelo, Iris notó la chaqueta de Millo sobre sus hombros.- Oh. Tu chaqueta, Millo...
-Está bien, quédatela hasta que te mejores del todo.
Iris agachó la cabeza para ocultar una sonrisa que no pudo reprimir. Metió las manos en las mangas de la chaqueta de su amigo y se la puso.
-¿Qué tal me queda?- preguntó animada desde el suelo.
-Mm...Pareces toda una sibarita Pokémon.
Los dos rieron, hasta que Iris se dio cuenta de que algo (alguien) faltaba.
-A todo esto, ¿dónde está Ash?
-No te preocupes, está buscando ayuda en la ciudad para ti. Ya debería estar de vuelta...
Entonces escucharon una sirena en la lejanía. Millo se acercó a la entrada de la cueva, pero poco podía ver con la tormenta. Aún así, percibió una sombra venir hacia ellos. Dos, tres... Ash venía en cabeza, seguido por dos personas adultas que transportaban una camilla.
-¡Millo!- gritó Ash aún lejos.- ¡Ya traigo la ayuda! ¡La ambulancia no puede llegar hasta esta cueva, pero van a trasladar a Iris hasta ella!
-¡Eso es genial! ¡Bien hecho, Ash!
El chico con el cabello color ceniza llegó junto a Millo.
-¿Cómo está Iris?
-Se ha despertado.— respondió invitándole con el brazo a echar un vistazo.
Ash entró en la cueva para ver a su amiga.
-¡Iris, que alegría!
Iris, sin poder hacer otra cosa que estar sentada en el duro suelo de piedra, le sonrió dulcemente.
-Hola Ash. Gracias por la ayuda.
Justo después, aparecieron las personas que llevaban la camilla e incorporaron a Iris en ella.
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Millo velaba el sueño de Iris desde su incómodo asiento en la ambulancia, donde estaba junto con otro médico, el cual estaba comprobando constantemente el pulso de la chica. Ésta había vuelto a perder la conciencia con el frío del exterior. Estaba aún muy vulnerable.
Todavía llevaba su chaqueta puesta. Eso le hizo sonreír inconscientemente.
Mientras observaba el rostro de Iris dormido, no pudo evitar recordar lo que había ocurrido antes en la cueva. Cuando se quedaron mirándose directamente a los ojos, a escasos milímetros el uno del otro, Millo sintió algo profundo dentro de su ser. En todo el viaje jamás habían estado tan cerca y ni una vez se habían mirado de esa forma a los ojos. Se ruborizó frente al médico, pero para su fortuna éste no lo notó. Pero dio un gran brinco que sacudió sus pensamientos al escuchar la voz de Ash en ese mismo instante, desde el asiento del copiloto. Eso sí que lo notó el médico, por lo que lo miró extrañado.
-¡Millo, ¿cómo vais ahí atrás?!
-¡Aún no despierta, pero está estable!
Sí, tal y como pensaba siempre su amigo Ash, todo saldrá bien.
Su Iris se recuperaría, y volvería a pelearse por alguna tontería con Ash, como de costumbre.
Un momento.
¿Había dicho...su Iris?
"¿Qué me está pasando?" Pensó Millo, contrariado, sin entenderse a si mismo. "¿Es que acaso ha hecho falta un momento como este para que me de cuenta de que...?"
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