★ Canción ★
Ella nunca había conocido nada de luchar, ni de mantener algo en lo profundo de su corazón en el transcurso de su vida. Hasta que lo conoció a él, y posteriormente , el amor.
***
♫Yondeiru mune no dokoka okude
Itsumo kokoro odoru yume wo mitai
Kanashimi wa kazoe Kirenai Kedo
Sono mukou de kitto anata ni aeru♫
Algo me llama desde lo más profundo de mi corazón, siempre he querido tener sueños alegres. Son innumerables las veces en las que he derramado mis lágrimas, pero sé que más allá de ellas, volveremos a encontrarnos...
—Tu voz es muy bonita, como siempre.
—Lo sé, pero por alguna razón no quiero dejar de cantar y menos cuando estás a mi lado, Osomatsu-san.
Fue una noche de verano en la que todo cambió. Aunque la visión de la joven pelinegra se hubiese nublado de un color carmín, sintió que algo empezaba a brillar como una luz que perfora hasta el fondo del mar. Lo supo en cuanto sus ojos como el carbón se encontraron con los de ella, siendo lo primero que vio al despertarse, entonces deseó que con sus propios brazos podría alcanzar la luz y retenerla consigo para siempre.
Era verdad que su corazón era un recipiente frágil; quizás demasiado, todos dirían que estaría a punto de romperse, pero ella seguirá cantando.
Así su voz podría alcanzarle, o al menos eso ella creía.
—Si sigues diciendo esas cosas lograrás que me sonroje, pequeña traviesa —bromea el de la polera roja mientras la codea lanzándole un guiño.
—No es que fuera esa mi intención, sólo que no se me dan bien las bromas — dice agotada mientras suspira mirando al techo blanco de la habitación, para luego, ligeramente sonreírle y apartarse de los repentinos brazos que la comenzaron a rodear— Por eso me alegra tenerte cerca.
—No me perdonaría si te dejase sola... —Musitó el chico mientras se recostaba con ambos brazos sobre el borde de la cama en donde ella dormía; bajó su mirada nostálgico y ella le acarició la mejilla, Osomatsu tomó su mano, apretándola. —No después de... Lo que pasó.
Petra había salido a comprar para la cena de aquella vez y tenía planeado invitar sola y exclusivamente a Osomatsu Matsuno para que pudiera agarrarle confianza a su familia y llevarse bien con ella. Como era una noche de estío, decidió no llevar su usual abrigo de siempre.
«—¿Aló Osomatsu? ¿Quieres venir a cenar conmigo ésta noche? No puedes negarte porque ahora mismo estoy saliendo a comprar, voy a estar esperándote y más te vale que no faltes.»
El cielo empezó a llenarse de nubes grises y repentinamente comenzó a llover como un torrencial aguacero, ella no había tenido la precaución de traer un paraguas consigo y su cuerpo tiritaba y empezaba a sentir escalofríos por lo empapada que se encontraba.
La señal con el joven pelinegro se perdió y desesperadamente quiso buscar un refugio donde permanecer escondida hasta que dejase de llover ¿Por qué no debería de durar mucho verdad? ¿Y por qué justo en esa noche caía un aguacero en pleno verano? Su visión no era tan buena desde que cumplió los doce años y las defensas de su sistema comenzaron a debilitarse, por lo que se sintió perdida y con un severo dolor de cabeza. Quizá había tenido fiebre.
Entonces cuando creyó que iba a desmayarse por el mortal frío que la estaba comenzando a torturar desde las entrañas, le pareció ver un callejón al otro lado de la pista en donde no llegaba el agua. Y sin pensar en nada más, ni en las luces que se encontraban alrededor y frente a ella, corrió hacia él.
—Tú también deberías cantar junto conmigo, después de todo, no tendría sentido soltar mi voz si no estás cerca.
—Petra-san...
—Canta conmigo Osomatsu —le suplicó la de los ojos lilas mientras tomaba sus ambas manos y las apretó con fuerza— Mira atrás, el tiempo en el reloj sigue pasando. Sólo quiero cantar para que mi voz te alcance y estés conmigo siempre, así que por favor, no me dejes y sígueme.
El dolor era realmente penetrante, no importaba en qué pensamiento dejara su cabeza, sólo podía ver y sentir más dolor. La pelinegra en su desesperación ya estaba dispuesta a rendirse ante la cordura y entregarlo todo a la demencia por el suplicio insoportable y que se llevara todo lo que quedaba de ella. Entonces, cuando todo estaba oscuro, aquel idiota apareció y se dio cuenta de cuán importante resultaba la presencia de el joven azabache en su vida. De lo placentero que se sentía aquella rebosante energía desbordando de su cuerpo queriendo cantar. Para él. Para ella. Para los dos.
Seguiría luchando, hasta el final.
♫Kurikaesu Ayamachi no sonotabi
Hito wa Tada aoi sora No aosa wo shiru
Hateshinaku tzusuite mieru keredo
Kono ryoute wa hikari wo dakeru♫
Cada vez que repetimos nuestros errores, lo único que tenemos claro es lo azul que es el cielo. Aunque parezca que el camino no tiene fin, con mis brazos puedo abrazar la luz.
Estar con el joven Matsuno era un sentimiento poderoso para ella, cuando sientes que eres imparable y puedes lograr con todo. Pero había algo que quería salir. A Petra no le sentaba bien seguir estando allí.
—Disculpen. —En ese momento entró un doctor de cabellos ambarinos, llevaba un portafolios de madera en la mano y se llevó un mal sabor en la boca al ver que había interrumpido el bello canto de ambos jóvenes— La señorita Carvange requiere una revisión urgente ¿Le molestaría joven Osomatsu?
—¿Ya falta poco para que me den de alta? —preguntó la de los cabellos brunos quitándole la palabra a su compañero de la polera roja— Doctor, con todo respeto quiero decirle que ya me encuentro muy bien. No es necesario que sigan reteniéndome más aquí desde ahora. Me siento mejor y quiero salir.
Era la primera vez que la Carvange le alzaba la voz al médico que le hacía los chequeos y revisiones de siempre. Aunque también le sentaba mal eso, ella había intentado ser paciente esperando el día en el que se recuperara por completo y volviera a caminar por cuenta suya, pero había algo que no podía ignorar, y eso era el hecho de que el sol sólo brillaba ahí afuera. Además, anhelaba ver el mundo exterior junto al compañero más divertido y hermoso que jamás haya podido ver el mundo entero, Osomatsu.
Aunque venía todos los días a verla, no era lo mismo como ver una puesta de sol junto a él.
—No te preocupes Petra-san —dijo él con una enorme sonrisa mientras palmeaba su espalda tiernamente, haciendo que ella se enrojeciera— A mi parecer te ves muy bien, definitivamente llegará el día en el que por fin podrás salir de este horrible lugar y entonces-
—Entonces cantaremos con todas nuestras fuerzas, a la puesta de un atardecer con el cielo más rojizo que nunca antes. Prométemelo Oso-kun, que cuando me den de alta y salga de aquí-
—Sí, sí, te llevaré al mejor crepúsculo que hayas podido ver en toda tu corta vida —empezó a decirle con la voz más dulce que nunca antes le había escuchado en el azabache. Luego comenzó a acercarse más y más hacia su rostro sorprendido y le tomó de la mejilla, acariciándola— Entonces yo prepararé mi voz y... ¡Cantaremos como locos como si no hubiera un mañana! El mejor dúo de Tokyo vamos a ser ese día y... —Le besó el pelo— Sólo sé paciente y espera. Aunque yo más tenía planeado en ir a comer helados o llevarte al cine.
Iba a pasar mucho tiempo para que la pelinegra dejara de sentir que la voz de su chico favorito resonaba una y otra vez dentro de su cabeza, sin detenerse. Queriendo retenerla en sus propios brazos y que el joven de los cabellos brunos esté ahí siempre, caminando a la par de sus hombros mientras observan el crepúsculo que Osomatsu le había prometido.
Su corazón latía fuertemente en su pecho, parecía como si se le fuera a salir.
El astro lunar se encontraba en éstos momentos en toda su totalidad y resplandecía en aquel frío cielo negro, mostrándose tan blanco y hermoso como nunca antes lo hubiese visto. Además, ella sabía muy bien, que el sol sólo brillaba allá afuera y de lo enamorada que se encontraba.
—Ejem... —Carraspeó el uniformado de la bata blanca un tanto incómodo por aquella empalagada, y a la vez nostálgica situación— Necesito comenzar cuanto antes.
—Entiendo —dijo el pelinegro levantóse del asiento junto a la camilla de su compañera— Te veré luego, Petra-san.
Ella nunca se imaginó que cantaría hasta que sucedió, no creía entrenar su voz hasta que él le pidió que cantara todos los días porque vio algo en ella que ninguna otra persona había visto hasta ese momento.
—Señorita Carvenge, me gustaría hablar seriamente con usted sobre algo delicado.
—¿Qué sucede doctor?
***
Justamente cuando ella quería creerse que él simplemente era un completo idiota de los que había en el montón, se dio cuenta de que se había equivocado. Entonces cuando menos se lo esperaba, descubrió que junto a ella se hallaba el hombre más increíble y dulce que haya podido conocer a lo largo de lo poco que había vivido. No podría decir con exactitud si fueron las bromas o su manera de reírse lo que la había cautivado por completo, pero así lo hizo.
—Es posible que usted no sobreviva a la operación en la que será sometida, puesto que el accidente provocó que la gangrena se esparciera por algunas partes de su cuerpo. Por lo que se nos hará más difícil y complicado llevarla a cabo con éxito.
Conocer a sus hermanos resultó ser toda una aventura para ella, aunque tuviesen una interminable lista de defectos, todos parecían a su manera, seres increíbles. Y claro, como no mencionar aquellos inolvidables momentos que pasó junto a esas personas, haciéndola borrar aquellos recuerdos de su mente, como cuando se encontraba siempre sola en su habitación y se dedicaba a ver el ocaso con fascinación sin razón aparente.
O eso era la conclusión a la que había llegado ella en aquel entonces.
—La pregunta es si usted aceptará tomar semejante riesgo, puesto a que podría costarle la vida si en caso no se encontrara en el porcentaje mínimo que se requiere para sobrevivir.
Porque quería verlo con una persona.
—No tenga el menor reparo de llevarlo a cabo, doctor. Sé que mi salud es débil, pero si tengo fe creo que podré lograrlo y hacer que mi corazón siga latiendo. Sólo necesito que confíen en mí.
Si su voz era el enlace que los unía a ambos como las dos piezas de un puzzle, entonces la única alternativa que tenía era cantar con todas sus fuerzas y llegar hasta él como si fuese la meta final después de una larga y dura carrera. Las manecillas del reloj seguirán con su curso, pero sólo eso, puesto que se encontraba totalmente segura a que el tiempo ya no pasaría más en la manera que ella creía, llevándosela consigo.
—¿Cómo puedes estar tan segura de una decisión tan dura y seria como ésa? —se quejó el doctor mirándola perplejo, sin poderla entender— ¿Acaso no te haz puesto a pensar en qué sucedería si esto fallase? ¿Lo tristes que dejarás a muchas personas con tu pérdida? ¿No deberías reconsiderarlo un poco?
—Sé de la magnitud del riesgo que estoy a punto de tomar, pero a la vez pienso que si no lo hago, no podré volver a caminar y tener una vida normal ¿Usted no fue el que me dijo eso en cuanto yo llegué aquí? Necesito mis piernas para caminar junto a Osomatsu Matsuno frente al crepúsculo que él me ha prometido, así tenga que tomar la decisión más importante de toda mi vida.
Petra estuvo segura de que iba a salir victoriosa de ésto, aunque le hayan repetido hasta la saciedad que era muy poco probable que su cuerpo lo soportaría.
***
—¡¿Cómo es eso de que no hay posibilidades de que sobreviva?! —gritó el azabache como un poseso con todas sus fuerzas al colega del ambarino que los había atendido— ¿Usted es doctor no? ¡Entonces sólo tiene que salvarla!
—Somos doctores, pero no el señor Jesucristo —habló tranquilamente el castaño cuarentón como si ya estuviese acostumbrado de recibir ese tipo de exasperaciones— Haremos todo lo que esté en nuestras manos para salvarla, tenga eso por seguro. Además es la decisión de la señorita Carvenge, sólo nos queda confiar en su voluntad.
Osomatsu se encontraba sentado afuera de la habitación, con las manos sobre la cabeza y ésta sobre las rodillas sin saber qué más hacer. La idea de perderla y una vida sin ella pasaba como una película duradera dentro de su mente, como una estrella fugaz que no tiene cuándo caer a la tierra. ¿Qué haría sin la compañía de Petra? ¿Qué pasaría si ya no escuchaba esa hermosa voz que sólo se la dedicaba para él? Y sobre todo lo demás, la quería, la adoraba con toda su alma desde que llegó a su vida... Y la cambió.
La vida de Petra Carvange de por sí era frágil, todos sabían eso con sólo el mero hecho de mirarla. Fueron innumerables las veces de que la pelinegra tosía cada vez que iban a una cita; entonces cuando él veía que ella se encontraba a punto de rendirse y las lágrimas a desbordarse, la hacía reír ¡Y ella comenzaba a cantar!
♫La la Lalalala La la la la Hooo Hooo Hoo lu lu lu lu lu lu♫
Desde luego; el mayor la empezó a ver como una chica más enérgica y radiante que nunca, con mucho más colorido en las pinceladas rosas de sus mejillas que antes, haciendo desaparecer la palidez de su tez nívea. Y tengan por seguro que cada vez que ella sonreía, más crecían sus esperanzas de que algún día se recuperaría.
Pero luego tuvo que pasar aquel mórbido accidente que hacía sentir escalofríos con solo pensarlo ¿Sería lo suficientemente fuerte ahora?
—Doctor ¿Y que pasaría si no decidiesen hacer aquella operación? ¿Petra seguiría con vida?
El castaño sólo soltó un vahído y relajó los hombros.
—Debo admitir que ésta vez estoy de acuerdo con mi colega Hinomoto-san. Yo creo al igual que tú que nada de ésto sería necesario sólo para que la persona que amamos siga viviendo, él también pensaba al igual que yo. Pero la señorita Carvange le hizo ver de lo miserable que sería su vida si ella no podría volver a caminar y claro, como no decirlo, a su lado. —El castaño con doctorado se sentó junto a el pelinegro para luego mirar al techo en donde colgaba una barra fosforescente de luz— Hicieron una promesa ¿Verdad? Entonces si la voluntad de Petra-san es muy fuerte como para pensar que saldrá airosa de ésto, entonces lo hará. Ten fe en ella.
Osomatsu tuvo de pronto un repentino deseo de largarse de ahí y correr lo más raudo posible hacia el laboratorio del doctor Dekapan, y seguramente encontraría la cura para luego dársela a Petra y todos felices. ¿Pero no sería desconfiar de su voluntad y traicionar su deseo? Si ella confiaba y quería probar de que podía lograr todo lo que se propusiera; además, por ende, salir victoriosa de ésto para luego caminar junto a él y cantarle, pues no le dejaba otra alternativa. Por mucho que le doliese, la dejaría salirse con la suya y hacerla feliz aunque caería bajo su propio riesgo de ya no tenerla nunca más a su lado.
Aunque las razones por las que Petra se sometía le hacía conmover hasta el alma, realmente creyó que no era necesario que luchara tanto por una persona como él.
—Lo haré doctor. Estaré esperando aquí hasta que termine la cirugía.
El doctorado lo miró con una sonrisa nostálgica.
—Eres un chico increíble joven Matsuno, qué bueno que la señorita Carvange se hubiera encontrado con alguien como tú.
—Gracias —respondió a borde aunque en el fondo no se lo creía en lo más mínimo. No había razón alguna de arriesgarse tanto por un chico de un calibre tan bajo como él, sólo una persona completamente demente lo haría, y justo tuvo que sacarse la lotería de enamorase de una chica como ella. Sacó su celular para ver algo divertido en internet o unos cuantos memes en Facebook para pasar el rato. Pero muy por encima de todo, se le notaba que absolutamente nada lo haría sentir mejor.
***
«—¿Haz traído una chica a la casa? ¡Qué rápido avanzas Osomatsu-nisan!»
«—No entiendo como una chica como Petra-san se ha fijado en ti, pero supongo que sería más raro si se fijara en un enclenque como yo.»
«—¡Realmente es beautiful brother! Trátala como todo a una rose a la luz del sunshine ¡Awesome!»
«—Espero que no eches a perder nada con ella Osomatsu, no es como si éstas cosas sucediesen todos los días.»
«—Creo que ella estaría mejor si se hubiese quedado conmigo, pero aun así te deseo la mejor de las suertes ¡Porque Petra-san es realmente asombrosa!»
Después de largas horas de un no conciliador sueño, sintió que una mano lo zarandeaba por el hombro. Con pesar, empezó a abrir sus pesados párpados despacio, hasta que vio al doctor de los cabellos dorados que había estado junto a Petra-san momentos antes y los abrió al tope.
—¡¿Qu-Que sucedió?! ¡¿Petra está bien?! Acaso... Ella ya... —en ese momento no pudo seguir gritando porque se le había hecho un nudo muy grande en la garganta. Empezó a llorar.
—Tranquilo muchacho, en primer lugar me sorprende que te hayas quedado hasta las seis de la mañana esperándola —el azabache abrió muy grande los ojos, simplemente no se podía creer todo el tiempo que había estado dormido— Hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos y ahora ella se encuentra inconsciente, sólo queda esperar a que despierte, bueno si es que lo hace ¿Cree que se podría quedar más tiempo joven Osomatsu?
—Ya he dormido suficiente tiempo, obviamente voy a quedarme doctor. Esperaré a que Petra despierte, esperaría todo lo restante del día si fuera necesario.
—Sabíamos que usted diría eso.
***
El pelinegro siguió esperando mientras caminaba por los pasillos del hospital y avistaba las otras habitaciones como neurología, rinoplastía u odontología, pero muy por dentro aun seguía tocando fondo y a sentirse vacío. El doctor de los cabellos rubios le dijo que era probable que despertase, pero que el ochenta y cinco por ciento de las personas morían en el intento, y él rezaba de que Petra se encontrara en esos quince. Tuvo muchas ganas de atisbar a la sala de ginecología, pero sabía que por muy caliente se encuentre la cosa allí adentro, nada lo haría sonreír.
«Debí ir por Dekapan cuando tenía la oportunidad, qué idiota, ahora no sé si seguirá con vida. Petra confiaba en que lo lograría pero su cuerpo es tan frágil que probablemente...Seguramente...» Y se echó a llorar silenciosamente otra vez.
***
«—¿Tú sabes cantar?
—¿Yo? Eh... No, pero podría hacer el intento.
—¡¿Es en serio?! La única melodía femenina que es escuchado es la de una chica llamada Totoko, pero ahora que lo pienso, ya no me atrae mucho.
—¿Y a mí qué me importa ésa tal Totoko? Seguro que yo podría cantar mucho mejor, si entreno mi voz, cantaré y cantaré con todas mis fuerzas hasta que-
—Hasta que puedas alcanzarme. Entonces oiré tu voz y vendré hacia ti, ése será nuestro lazo. Hasta ese momento, sigue cantando. Claro, sólo si es lo sabes.
—¡Sí sé cantar!
♫Twinkle Twinkle little star, How i wonder what you are, up above the world so high, Like a diamond in the sky...♫
—¡Éso sí que estuvo increíble! ¡Vendré todos los días a escucharte cantar otra vez!
—¿Osomatsu-san? ¿A dónde vas?
—¡Sigue practicandoo!»
***
Siempre le habían repetido que existían cosas muy importantes en la vida de una persona, él nunca lo había entendido, hasta ahora. Él sólo era un idiota que se la pasaba gastando bromas a la gente ¿Quién había predestinado que el amor llegaría a sus puertas? La vida de Petra ahora le parecía más importante que todo lo demás, si en su voluntad estuviese, daría la suya propia sólo para que ella se encontrase a salvo y con el corazón latiendo.
Pero entonces se percató de algo que tontamente había dejado pasar por alto.
Nunca le había dicho que la amaba.
«Por favor, Petra-san, despierta ¿Acaso olvidaste nuestra promesa? De que veríamos el crepúsculo juntos cuando te recuperases y que cantaríamos con todas nuestras fuerzas. ¿Sabes? A mí no me hubiera molestado en absoluto llevarte en una silla de ruedas a todas partes, pero tú querías seguir caminando, por mí, por mi culpa tomaste una decisión como ésa y no la podré reparar. Perdóname si soy egoísta, pero ahora sé que necesito que tu corazón siga latiendo, escuchar tu voz de nuevo. La que cantas para mí, para ti, para ambos y demostrarla ante todo el mundo.
Necesito que permanezcas a mi lado, que vuelvas a cantar y que te rías de las estupideces que yo digo siempre. Que me tomes de la mano y apoyes tu cabeza sobre mis hombros cuando vemos alguna película, sentir la calidez de tus labios otra vez aunque no te haya dicho lo mucho que te amo. Pero sobre todo lo demás, necesito escuchar tu voz cantando ''Itsumo Nando Demo''.
Petra, por favor, por todo lo que más quieras en este mundo, vuelve a cantar. Quiero escuchar tu voz otra vez, perdona mi egoísmo aunque hayas querido ver una tarde de crepúsculo junto conmigo.
Te lo ruego... Canta, canta, canta Petra -san».
♫Sayonara no toki no shizuka na mune
zero ni naru karada ga mimi wo sumaseru.
Ikiteiru fushigi shinde iku fushigi
hana mo kaze mo machi mo minna onaji.
La la Lalalala La la la la Hooo Hooo Hoo lu lu lu lu lu lu
Yonde iru mune no dokoka oku de
itsumo nando demo yume wo egakou.
Kanashimi no kazu eo liitsukusu yori
onaji kuchibiru de sotto utaou
Tojite iku omoide no sono naka ni itsumo
wasuretakunai sasayaki wo kiku
konagona ni kudakareta kagami no ue ni mo
atarashii keshiki ga utsusareru...♫
—¡¿PETRA-SAN?!
Mi corazón se para en el momento de la despedida, mi cuerpo vacío escucha atentamente ,el misterio de estar vivo, el misterio de morir, es el mismo para las flores, el viento y las ciudades.
Algo me llama desde lo más profundo de mi pecho, dibujemos nuestros sueños siempre, muchas veces. En vez de enumerar nuestras penas, cantemos suavemente con nuestros labios...
—¡PETRA-SAN! —gritó el azabache muy agitado abriendo violentamente la puerta, creyendo que lo que había escuchado era tan sólo un sueño.
—Lo he logrado Osomatsu-san, ahora podremos ir a ver el crepúsculo tal y como lo prometiste. Usaré mis propias piernas y usaré todas las canciones que tengo guardadas para ti, amor mío.
***
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