Primera cita

Diciembre había llegado tan pronto, las vacaciones de invierno también acompañándolo. Aunque eso no presentaba algún descanso para el equipo de Karasuno, Daichi Sawamura había quedado como capitán y vicecapitan Kouchi Sugawara, los senpai habían dejado el legado en las manos de sus jóvenes jugadores, esperando que pronto levantarán el mismo vuelo que el pequeño gigante, aunque ese pensamiento sólo se lo guardaban para ellos mismos, sus actitudes que mostraban eran totalmente desalentadoras. Habían dicho que Karasuno ya no podía remontar, que jugar volleyball era decepcionante y no podrían alzar vuelo. Palabras que hicieron daño a los jugadores más optimistas y perverantes, pero no se dejaron caer, a pesar de que el ambiente era triste no se dejarían caer, no dejarían de luchar por el dolor, la decepción y tristeza de los mayores. Lucharán hasta que no pudieran más.

Siendo así, como empezaron los entrenamientos en vacaciones de invierno, siempre y cuando cuidando de su salud como deportistas con el clima que azotaba a Japón. Aunque no todo se resumía a jugar, pensar y ayudar a sus padres en casa, al menos no era lo mismo para Azumane Asahi.

Suga y Daichi sabían que su compañera Ichi-san había aceptado sus sentimientos por su amigo, al igual que el castaño, por lo que era oficial que fueran pareja sólo que por motivos de la escuela y las responsabilidades de cada uno, aún no podían disfrutar como tal de una cita que debía ser especial. Asahi quería darle todo lo mejor a su novia, pero cada vez que lo intentaba algo lo detenía tanto como: los quehaceres en su hogar o los entrenamientos.

Por lo que, un fin de semana la pelinegra había hecho de alguna forma espacio en su vida rutinaria, que también era ajetreada, debiendose a que Ishi Netta realizaba: Cursos de música BigPiano a niños de primaria y secundaria, aspirantes de dicho instrumento musical y a su vez, ayudar en un Orfanato. Que las vacaciones hubieran llegado sólo había afirmado la cuestión de que ella acumulace más ganas de emprender más cosas para no quedar sola en su hogar, porque su familia se reducía en compañías virtuales debido a que su padre vivía en Seatle, y su madre en Akita, su hermano mayor era su tutor, pero era un Kinesiologo bastante ocupado, por lo que el hogar que compartían la mayoría del tiempo estaba vacía y aquello por más que evitaba que no le afectara, lo hacía.

Asahi sabía de la situación difícil que dictaba cuando los padres eran divorciados, pero no sabía realmente qué tan difícil era la vida solitaria y cotidiana de su novia, aún le faltaba conocer a la familia de su novia, pero la escuchaba hablar con admiración de su hermano mayor por lo que podría jurar que esa persona era su familiar más allegado de Netta, por lo que presentía que sería difícil ganarse al cuñado.

-¿En qué piensas?

La voz femenina había logrado dispersar la maraña se pensamientos en su cabeza, pero su estado de confusión pasó rápidamente a uno con extremo calor al ver la unión de sus manos entrelazadas y la cercanía de su novia, que la mirada ya frente a él, con los mofletes hinflados de manera infantil, demandando atención. Logrando una reacción perfecta de estar muriéndose de ternura por efusiva cercanía que no vio llegar tras estar perdido en sus pensamientos, hace como una hora atrás había recibido un mensaje de su novia, expresando textualmente: "¡Buenos días, oso pardo! Hoy te acompaño a tus prácticas, ¿puedes pasar por mi?"

Claramente, le preguntó sobre su rutina, sabía perfectamente que los fin de semana ella realizaba tutorias de Big piano a jóvenes de 15-18 años, por lo que le era raro. Ni podía culpar a la llegada de Navidad porque aún faltaba dos semanas y media para ello.

"Mis alumnos hicieron con antelación la petición de días libres, y pues, no me negué a ello, después de todo... Quiero pasar tiempo contigo, en este tiempo no hemos podido estar juntos por nuestras distintas responsabilidades. 😅"

De solo haber recibido aquel mensaje, su pecho se hinchó en ternura y amor pleno, por ver cómo ella hacía tiempo para estar con él. Aunque aún no entendía porque justamente él día de hoy, tampoco le salían las cosas como el buscaba. Le había preguntado aDaichi si podía hacer una excepción para faltar el día de hoy, pero por más que Suga apoyaba a la pareja, no podían saltarse ese día en especial. Ese sábado habían pedido explícitamente como último día de práctica antes de que el Instituto cerrará sus puertas como signo de vacaciones para todo el plantel educativo, por lo que próximo finde debían buscar otro lugar para practicar y bueno, era este la última práctica del año. Y como él no sabía si oportunidades como estas pasarían más a menudo, se resignó a llevar a su novia a la práctica, claramente era el plan de su novia pero Asahi sentía que se aburriría mirándolo.

En cuanto la fue a buscar, con su bolso deportivo, la encontró también con la vestimenta deportiva, pero llevando un gorrito de panda en la cabeza para resguardarse del frío. Sin duda, cada día su novia era más hermosa y tierna, se sentía tan agradecido de tenerla a su lado. Aunque había descubierto que a su chica le gustaba la vestimenta negra con busos holgados, pero remera ajustada y campera un tanto conocida, tanto que cuando lo detalló se percató que era una de sus chamarras perdidas de color rojo.

-En-en todo, por ejemplo... Como te adueñas de mis chamarras.

Titubeos le salieron por el nerviosismo, pero se sintió aliviado y divertido al ver el rubor, vergüenza en su novia. Que resopló haciendo un pucherito extraño.

-No es mi culpa que te olvides que me prestas tus chamarras cuando se me olvida la mía. -murmura avergonzada.

Por algún motivo ambos se sentían tan perfectamente cómodos en esas situaciones, debido a que notaba que su novia se sentía pequeña y segura a su lado; mientras que por el suyo, se sentía fuerte y amado por su actitudes tan dulces que veía. No le importaba que se quedara con sus chamarras, eso le decía mucho de cuanto lo amaba, mientras que claramente se divertía devolviendo sus momentos de nervios a la contraria. En ese último había descubierto que la sinceridad, comunicación y su propia mirada tenían un efecto especial en ella, que por algún motivo lo hacían sentir victorioso y avergonzado a la vez. Aunque se sentía agradecido, por tener tanto para ser tan solo un chico normal amante del volleyball.

-Eres hermosa...

-Y tu guapo, pero... ¡Se que te encanta que me adueñe de tus cosas! Y-ya te he dicho que me gusta tu aroma varonil...

-A-ah... Eso no lo habías dicho antes -contestó en un murmullo, sintiendo que debían seguir caminando al ver que ya estaban por llegar.

Pero aquello lo había puesto aún más nervioso. Ella siempre era tan sincera que no tenía miedo a equivocarse, al menos así lo sentía. Tras unos minutos mirándose en silencio para nada incómodo, ella le sonrió y besó su nariz, como muestra de cariño, logrando calmarlo.

-Te quiero mucho, mi pandora.

-Yo mucho más, mi oso pardo~

Tras aquella muestra, ambos entrelazan sus manos, y caminan tan rápido como puedan para llegar la cancha de la institución. Ese día sería uno más lleno de sorpresas, eso lo sintieron venir tras minutos después.

[...]

Una vez ingresaron, Daichi mandó a cambiar a Asahi para poder empezar a entrenar, por lo que la pelinegra tan solo bajó su mochilita de panda a un lado de un banquito y empezó a realizar algunos estiramientos que solía hacer en sus prácticas de natación, antes de ejercer un deporte como tal.

-Es un gusto volver a verte más relajada, que estressada, Ishi-san.-dijo Suga tras terminar los estiramientos de brazos.

-Agradecemos que tomes un tiempo para pasar con nosotros este día, si nos avisaban con mucha anterioridad, Kiyoko hubiera estado feliz de verte pero tenía quehaceres. -Daichi sonríe levemente mientras termina las flexiones de piernas apoyando a Suga.

Ante eso, el joven de cabello grisáceo mira a la chica con curiosidad mientras está se quita la chamarra, quedando en ver solo una remera negra deportiva con un dibujo de panda en el medio, aunque la mirada de curiosidad no pasaba de largo, por lo que con cierta cautela se aventuró a preguntar:

-¿Haz venido para jugar con nosotros, verdad?

-Si, si solo los viera jugar me aburriría y... ¿Que mejor que ayudándolos con el deporte también? No soy tan mala jugando, se algunos conceptos básicos, puedo servir de libero si les apetece.

-¿Libero? -preguntan asombrados, no veían venir de ella aquella posición, aunque podrían hacerse a la idea con la estatura pero ella parecía más inclinarse a ser rematador.

-Empiezo a creer que eres mucha mujer para un simple mortal como yo-dice Asahi tras dejar su enorme mochila deportiva a lado del pandita.

-No soy más que una fan de mi novio, y bueno, quiero apoyarlos en lo que pueda, les falta más apoyo, tan solo será hasta que recluten a los de primer año. -dice tras un murmullo de vergüenza y puchero al mencionarlo, pero se recompone en cuanto define sus prioridades.

-Bien, comencemos, que mientras más tiempo charlemos, menos practicamos. -interrumpe Daichi al ver cómo su amigo se ha quedado admirando a su novia.

Cada quien empezó a tomar sus lugares, le explicaron donde quedaban los libros y cuáles movimientos podían hacer, lo bueno que habían visto los chicos era que ella tenía capacidad de comprender a través de las prácticas con los que mostraban los chicos, y que mientras le tuvieran paciencia ella maniobraría perfecto o al menos lo elemental lo que requiriera el papel de libero en esta ocasión especial.

Aunque Daichi parecía poner difícil la vida de estrella para Asahi, debido que los había puesto enfrentados, logrando ponerlo en aprieto en algunas veces, exigiendo indirectamente que se enfocara en la práctica. Estaban siendo respetuosos pero también fascinados por la desenvoltura de Ishi en aquel deporte, tal vez si no se inclinaría tanto en la música, ella sería la libero del equipo de las chicas. Pero esos eran solo pensamientos flotantes, aunque la práctica del juego conformados por:

Daichi con Ishi vs Suga con Asahi, fue un partido bastante reñido debido a que su novia recepcionaba por los pelos cada saque o remate que hacía el último, pero claramente solo parecía ser momento de suerte las primera veces, debido a que el novio tomó seriedad y empezó a intentar hacer más certeros sus jugadas, limitando a que la castaña por respeto a su vida, no fuera a recibir algunos balonazos realizados por él. Quedando el partido ganado por esta vez por el equipo de Suga, mientras que Daichi tan sólo pasaba el agua a la joven que respiraba sumamente acelerada y ya se encontraba roja del cansancio. Aunque en cuanto a recuperarse se tratase, no lo hizo al instante debido a que de no ser por Asahi ninguno de los demás se había dado cuenta del motivo por el cual no hacía deportes como estos, pasándole su inhalador y esta agradeciéndole con la mirada por la atención.

Aquel día aprendieron que Ishi Netta daría todo de sí por los que apreciaba inclusive si su cuerpo no estaba en condiciones para hacerlo del todo bien, pero lo Intentaría. Capaz la cita no era como se lo esperaban, pero tampoco había sido mala. No fue tan incómodo pasarla con los chicos, es más se divirtieron todos y sacaron a relucir sus pequeños avances con ella aquel día.

De camino a la casa de la novia, claramente habiéndose despedido de los chicos antes, ella había invitado a su novio a que tomara la ducha en su hogar, que mientras aquello pasaba ella haría una cena sencilla de disfrutar. Ambos compartieron sus ideas, y fue así como compartieron su día de primera cita, primero jugando al máximo, luego con una deliciosa y sencilla cena de mixtos calientes, con jugo de melon. Aunque claro que al momento de que Netta se bañara, Asahi tomó el papel de ayudante para realizar el jugo de melon.

Cada pequeña acción, era un dulce gesto de amor para cada uno. Ambos sabían como llegar a sus corazones por medio de la comida. Netta por las delicias de su sazón improvisado, y por el lado de Asahi, el simple pero maravilloso gesto de hacer el jugo de melon, del cual el melon nunca faltaba en la heladera de la pelonegra.

Momentos tan simples, poco elaborados pero compartidos al máximo en la rutina cotidiana con sólo la cercanía mutua, eran la mejor forma para sacar al máximo el disfrute de una cita. Ninguno exigía tanto o demandaba, solo eran felices siendo sencillos y estando juntos.

Ambos se querían demasiado, y mientras no se sintieran solos, todo lo que pasarán juntos les bastaba y sobraba, porque esa noche para su buena fortuna el hermano mayor se quedaría con la novia, por lo que al final ambos se quedaron acurrucados en la cama, y fue allí cuando Asahi supo que habían muchas cosas que aún no conocía de su novia pero otras que empezaba a conocer de las cuales atesoraría con tanto cuidado.

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