83

~ Cinco años después ~

Narrando escritora

Una joven muy hermosa caminaba lentamente de cunclillas por aquélla cabaña abandonada. Sus pies descalzos chocaban con maderas viejas que se encontraban plasmadas en el suelo. Cada vez que daba un paso, se escuchaba el gruñir de las maderas y eso a ella le asustaba un poco.

Miraba por los alrededores con la esperanza de que sus ojos capten lo que querían ver pero por más que buscaba no encontraba nada. Su preocupación, angustia y miedo comenzaron a mezclarse en su cuerpo. Da un pequeño saltito cuando escucha como el viento comienza a mover unas ventanas que se encontraban abiertas junto a una melodía realmente tenebrosa. No lo dudó más y decidió regresar a su habitación pero el problema era que no recordaba el camino de regreso, pues la cabaña era muy grande.

— ¡Maldicion me perdí! — se reprocha a sí sola.

Comienza a caminar hacia el lugar que pensaba que era el camino de regreso pero detiene el paso cuando escucha un ruido detrás suyo.

Llena de miedo, decide girar a la velocidad de la luz pero no encontró nada, solo oscuridad. Derrepente unos brazos comienzan a rodear su pequeña cintura, haciéndola apegar a aquél cuerpo desconocido.

— ¡Ah! ¡No! ¡Sueltame! — gritó, llena de miedo y muy fuerte a la vez — ¡No! — trataba de safarse del agarre pero era imposible, el otro cuerpo era más
fuerte — ¡No! — comienza a dar patadas al sentir que la comenzaba a alzar — ¡Por favor no! ¡No! — ahora le ayudaban los puños. Siente como esos brazos gigantes la comienzan a voltear — ¡No! ¡No! ¡No! — sus ojos se encontraban cerrados pero de un momento los decide abrir y su cuerpo detiene todo movimiento por completo — ¡Eres un imbécil! — golpea su pecho con cierta fuerza para luego alejarse de él.

Una risa comenzó a resonar por toda la silenciosa cabaña.

— ¿Te asusté? — cuestiona a lo que ella asiente — pues ese era el plan — sonríe.

— ¡Te odio! Me pudiste haber matado del susto, ¿Lo sabes verdad? — se comienza a tranquilizar, mientras quitaba los mechones que se encontraban pegados en su rostro debido al sudor que le causó el miedo.

— Oye...— trata de acercarse.

— ¡No te me acerques Simón!

— Bonita — le sonríe pero no funcionó porque la expresión de la rubia no cambiaba — oh vamos Ámbar — se vuelve acercar pero esta vez más
lento — amor — le vuelve a sonreír y ve como su rubia de ojos azules empezaba a dejar la seriedad. Es que era imposible enojarse con él, por más que lo intente, fracasaba — espera — detuvo a su andar y la miro fijamente — ¿Qué haces tú con mi camisa puesta? — le reprocha poniendo sus manos en la cintura.

El rostro de Ámbar deja de formar una sonrisa para volver a la seriedad. La rubia agacha la mirada y mira la camisa que tenía puesta, la cual por cierto era de su novio.

— Bueno...era lo único que encontré — se excusa — ¿Además qué quieres que haga? Me levanto y no te veo a mi lado, me preocupé por tí...pensé que algo malo te había pasado y es por eso que tomé lo primero que había, me lo puse y salí a buscarte.

— Bueno, déjame decirte señorita que...— la mira de pies a cabeza — te vez hermosa y extremadamente sexy — se muerde el labio inferior.

La rubia entendió muy bien esa señal, así que comenzó a dar pasos hacia atrás.
Conoce a la perfección a su novio y entiende inmediatamente esos gestos.

— Simón... — el castaño avanzaba y la rubia retrocedía — amor para.

Pareciera como un lobo feroz en busca de su presa. En este caso el lobo feroz y su pequeña caperucita roja.

— Me encanta verte así — dijo con la voz ronca.

— ¿Así? — no tuvo más escapatoria ya que sintió como su espalda choca con la pared.

— No tienes escapatoria mi
amor — le susurra con dulzura y a la vez deseo.

— Okey pero antes cierra los
ojos — responde ella con el mismo gesto.

— Bonita no caeré en el mismo juego — sonríe para luego tomarla de la cintura y apegarla a su cuerpo — no otra vez — vuelve a susurrar muy cerca de sus labios.

— Si los cierras, verás que no te arrepentirás.

— No lo haré.

— Sí lo harás — le da un pequeño beso en los labios — ¿Lo harás, verdad? — poco a poco se soltaba de su agarre y él ni cuenta se daba.

Para Simón era imposible decirle que no a aquélla rubia que tiene su corazón desde hace cinco años. Lo mismo pasaba con ella.

— No sé como le haces pero siempre me terminas convenciendo — responde y le sonríe a la vez.

— Porque me amas y yo te
amo — muerde suavemente su mejilla derecha — ahora sí, ¿Vas a cerrar esos bellos ojitos, si?

El castaño no dice nada y cierra los ojos junto a una sonrisa que se había dibujado hace unos minutos atrás.

— Bien bonita, ya los tengo cerrados...¿Ahora qué? — no escuchó respuesta — ¿Amor? — abrió los ojos y se dió cuenta que había caído una vez más.

Ríe y al mismo tiempo sale a buscar a su novia quién por cierto trataba de encontrar la habitación y por suerte la encontró.
Sonríe y empieza a correr pero sintió como unos brazos que conocía a la perfección se apoderaron de su pequeña cintura, haciendo que la levante del suelo y hacerla caer sobre la cama.

— Eres una tramposa — decía entre risas, mientras la sujetaba de los brazos para que no escapara.

— ¿Qué? — se hace la desentendida y decide mirar hacia los alrededores para así no mirar a su novio quién se encontraba encima se ella.

— Ya verás — introduce sus manos debajo de la camisa de su rubia para así hacerle cosquillas en el vientre.

— ¡No amor! Cosquillas no...sabes que no las soporto — se quejaba Ámbar entre risas — por favor bonito...para.

— No lo haré — responde él riendo.

Ámbar si que se movía cuando sentía los dedos de Simón chocar con su piel. Se movía y movía hasta que no se dan cuentan y ambos caen al suelo.

Ambos se pegaron fuerte con el piso, se miran y se sonríen para que luego la rubia se acerque a su novio y así colocar su cabeza en su pecho y poder escuchar los latidos de su corazón. Era su melodía preferida, muy aparte de su risa.

Simón por su parte decidió rodear su cuerpo con sus brazos para luego depositar un dulce beso en la cabeza de ella.

— Amor, esta habitación está hecha un desastre — habla la rubia.

— Así somos luego de una noche de pasión y amor — sonríe y al mismo instante recibe un suave golpe en el pecho por parte de ella — ¿Qué? Es la verdad bonita.

— ¿Me quieres decir que así también dejamos nuestro departamento? — asiente — vaya ni cuenta me había dado.

— ¿Será porque yo limpio la casa?

— Oye yo también la limpio, los lunes, miércoles y viernes — enumera los días con sus dedos — además déjame decirte que eres muy desordenado.

— ¿Qué?

— Es la verdad. Cuando llego a la casa veo tus tennis (zapatillas) tirados en el living y la toalla mojada encima de tu almohada — levanta el rostro y lo mira fijamente — ¿Cuántas veces tengo que decirte que no dejes la toalla mojada encima de la almohada? — aprieta un poco sus cachetitos de Simón — te puedes enfermar si duermes con la almohada toda mojada.

— ¿Y tú que me dices? Amor todo el ropero casi el ochenta por ciento es TU ropa, ¿Y la mía qué? Ah sí, y la mesa donde se encuentran mis cosas, la mayor parte lo ocupa tu maquillaje, cremas y nose que más...

— ¿Me estás reclamando?

— No bonita — toca la punta de su nariz — solo te lo hago saber — le sonríe con dulzura.

— Ahora de castigo, mañana que regresemos harás las compras de la semana.

— Lo haré pero si solo vienes conmigo.

— Y harás la cena.

— Solo sí me ayudas.

— Y limpiaras la casa.

— Solo si estás a mi lado.

— ¡Amor!

— ¿Qué? No me puedes reprochar que quiera hacer todo contigo — la vuelve a abrazar y ambos sonríen de amor — te amo bonita — le susurra en el oído.

— Yo también te amo bonito — deposita un cálido beso en uno de sus brazos — Simón...¿Ya nos podemos ir? Me aterra este lugar.

— Eres una miedosa señorita de Álvarez.

— Enserio te lo digo...en verdad amor, esta cabaña parece como esas que salen en las pelis de terror...como si estuviera...

— ¿Maldita? — se adelanta.

— Sí, no me gusta...porque no nos vamos ahorita. Escucha, yo empaco todo y...— quiso pararse pero las manos de su novio se lo impidieron — amor quiero irme — suplica como niña pequeña.

— Acordamos en que un día
más — quita los mechones rubios que cubrían el rostro de Ámbar.

— ¿Pero y que tal sí aquí vive alguien? — el morocho sonríe ante la imaginación de su rubia — así como en las películas de terror...un monstruo, fantasmas — Ámbar aprieta los ojos — personas deformes...¡Aiii! ¡No!

Simón hace chocar suavemente su cabeza con la de ella, lo cual sus párpados se abren y así dejar ver sus hermosos ojos azules.

— ¿Cómo te imaginas cosas no? — sonríe y Ámbar se aferra más al cuerpo de su novio — ¿Ya hemos pasado una noche aquí y acaso ha venido alguien?

— Tal vez estén en camino. Hay amor enserio, prefiero dormir mil veces en la tienda que aquí dentro.

— Afuera hace mucho frío, podrías enfermarte y no quiero que pase eso — estampa un dulze beso en su cabeza — hablando de frío, iré a prender la chimenea — quiso pararse pero la rubia no se lo permitió — bonita está empezando hacer frío.

— No me dejes aquí sola.

Se escucha una pequeña risita de parte de él.

— Solo caminaré...eh — lo piensa — ¿Unos centímetros? Amor la chimenea está aquí nomás, mira — señala con el índice — ahí la estamos viendo.

— Pero igual, no quiero separarme de tí.

— Yo tampoco, así que no hay otra opción.

— ¿Qué quieres de... — no pudo terminar de hablar ya que el castaño la tomo estilo princesa para así caminar hacia la chimenea — amo el Simón móvil — le da un beso muy tierno en la comisura de los labios.

— ¿Oye por qué no en la
boca? — se queja y ella ríe.

Juntos encendieron la chimenea que había en aquélla habitación.

— ¿Cantamos? — propuso Simón.

— Me late (encanta) — responde Ámbar rápidamente.

La rubia decide sentarse en la cama, mientras que el morocho iba en busca de su guitarra para luego sentarse frente de ella.

— ¿Y qué cantaremos bonito?

— Sabes muy bien la
respuesta — le guiña el ojo y ella sonríe.

Una hermosa melodía comenzaba a inundar el silencio de la noche en aquélla habitación.

— Ámbar me das la ilusión de que existe en tu mirada el verdadero amor — comienza él.

— Simón, alumbras mi corazón como una estrella. Él que pienso y sueño con que seas...

— Mía y te pienso cada día, contando las horas de tenerte y adorarte.

— ¡Hay mi corazón! ¡Woh! Se vuelve loco por tu amor.

— ¡Mi corazón! ¡Woh! Aunque lejos muera de amor. Ámbar, tan linda, tan bella, tan tierna...me desmayaré al verte...

— ¡Contigo sueño cada día! De tenerte de por vida, contando las horas de amarte y abrazarte.

— ¡Hay mi corazón! ¡Woh! ¡Se vuelve loco por tu amor!

— ¡Mi corazón! ¡Woh! Aunque lejos muera de amor.

Ahora ambos cantan juntos.

— ¡Tantas cosas en común! Creo que Dios puso mis ojos en tu luz. Me esta matando la impaciencia, estoy pidiendo tu presencia. ¡Por siempre verte y escucharte! Cierro los ojos, me provoca amarte. ¡Mil emociones quiero entregarte! ¡Que estemos juntos basta de conformarnos!

— ¡Hay amor! ¡Woh! ¡Me vuelvo loco por tu amor!

— ¡Mi corazón! ¡Woh! Aunque lejos muera de amor.

Simón se acerca más a su novia sin dejar de mirar aquéllos ojos azules que ama tanto.

— Ámbar...eres mi vida, mi estrella — susurra a distancia de los labios de ella — tú, mi corazón — y no aguantó más, así que capturó los labios de su novia.

Un beso dulce, tierno y cálido a la vez. Empezó así pero poco a poco se comenzó a encender una chispa de pasión y deseo. Simón poco a poco empieza a recostar a Ámbar sobre la cama y él colocándose encima de ella sin hacerle daño. Las grandes manos del mexicano comienzan a masajear con suavidad las largas piernas de la argentina.

Todo iba bien, el fuego comenzaba a invadir los cuerpos de ambos hasta que se escucha un ruido y la pareja se separa de golpe.

— ¿Qué fué eso? — cuestionó alarmada la rubia.

— Yo no oí nada — el morocho maldecía por la interrupción — ¿Por qué no volvemos a lo que estábamos haciendo? — quiso colocarse encima de su novia otra vez pero...

— ¡Mira ahí! — señala con su índice unos pantalones que se encontraban tirados en el suelo.

— ¿Acaso eso...se está
moviendo? — Simón se comienza acercar.

— ¿¡A dónde vas!?

— Iré a ver que e...

— ¡Una rata! — la rubia se para de golpe sobre la cama — ¡Es una rata! ¡Una rata!

— Amor cálmate, solo es un animalito.

— ¿¡Un animalito!? ¡Matalo!

— ¿Qué? No haré eso. Es un ser vivo, Ámbar.

— ¡Bueno no sé pero sácalo de aquí! ¡Simón hazlo!

— Lo haré amor pero...¿Sabes a dónde se fué?

— ¡Aiii! ¿¡Si se subió a la cama!? — toma una almohada y la usa como escudo — ¡No! ¡No! ¡No!

— Mira, está detrás tuyo — bromea.

— ¡Aiiii! — salta del miedo la rubia.

— Bonita era broma — ríe.

— ¡Te advierto que no bajaré de esta cama hasta que saques esa cosa de aquí!

— Lo haré. ¿Amiguito dónde estás? — comienza a buscar al roedor — ven amiguito.

— ¿Ya...ya lo encontraste?

— Aún no — se agacha para ver debajo de la cama — espera...mira allá va.

— ¡Aiii!

— Amor ya tranquilizate. Ya salió de la habitación, de seguro escuchó todas las cosas feas que dijiste.

— ¡Cierra la puerta! — ordena y Simón lo hace.

La rubia suspira para luego recostarse en la cama.

— Bueno...¿Qué es lo que estábamos haciendo?

El mexicano corre hacia la cama y se recuesta su lado para luego atraer su cuerpo a la de él.

— Hay que dormir — dice la rubia.

— ¿¡Dormir!? Pero yo no quiero dormir.

— Pues tendrás que hacerlo porque mañana tenemos que levantarnos muy temprano para regresar a Buenos Aires — acurruca su cabeza en el pecho de su novio para luego rodear su cuerpo con sus pequeñas manos.

— ¿Neta quieres dormir? — Simón imploraba que la respuesta de Ámbar sea un “No”.

— Sí.

— Amor pero no tengo sueño.

— Ya duérmete.

No había duda. Simón maldecía a aquélla rata que había interrumpido su momento.

🖤

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top